Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay
quien dice que toda guerra es absurda. En absoluto. Las hay más absurdas unas
que otras. Pero las más absurdas de todas son las que nadie puede ganar. Eso es
lo que ocurre con la guerra de Gaza o ya guerra en Oriente Medio. Hemos
escuchado a las potencias internacionales el temor a una "escalada";
es un tópico que no hace sino ocultar un hecho: nadie va a ganar, nadie se va a
rendir. La guerra de Oriente Medio no es una "guerra" sino algo más
amplio, con un origen histórico que sigue ahí desde hace décadas: el rechazo a
Israel o si se prefiere otra versión de lo mismo, la incapacidad de Israel de
llevar una política de "buena vecindad" con su vecinos.
Podemos
enfocar la guerra actual como "una respuesta" de Israel a una
agresión, pero eso solo tiene sentido en un marco mucho más amplio en el cada
cual puede tener su "causa", lo que no quita a que todo ello carezca
de sentido de un final.
Toda
guerra que no tiene un objetivo definido está condenada a ser un capítulo de
una historia sin fin. ¿Qué objetivo tenía el secuestro de rehenes por parte de
Hamás en la incursión? Evidentemente no era un fin sino un medio, algo para conseguir
¿qué? A la vista de los resultados, nada.
Cada
acción que Israel realiza, por su parte, no sirve de nada, por muy eficaces que
sean en su apariencia. Con cada muerto que causa, crea decenas de nuevos
aspirantes a soldados, terroristas, etc. contra Israel. Netanyahu está dejando
un futuro minado. No puede exterminar el mundo que le rodea y cuya enemistad
aumenta ante sus acciones.
Pueden,
esos sí, destruir "infraestructuras", pero estas serán rehechas en
poco tiempo y volveremos a lo mismo. Israel puede seguir, como de hecho hace,
las estrategias rusas de dominación, desplazamiento y ocupación, una táctica de
los imperios que sirvió a Rusia a tener el tamaño que ahora tiene y, sin
embargo, querer siempre más, como nos muestra la guerra en Ucrania.
Pese a la
retórica de los discursos históricos, todo estado es creación de los seres
humanos. Y si hay un lugar que lo ejemplifique a la perfección es Oriente
Medio, con especial claridad en la creación del Estado de Israel. Todo se hizo
artificialmente para fijar límites geográficos ante lo que habían sido colonias
occidentales. Después llegó Israel. Hubo que hacerle sitio y las necesidades espaciales
del "pueblo elegido" exigían un espacio mítico.
El
conflicto iba a estallar entre las tres religiones monoteístas y sus divisiones.
¿Qué significa si no esas fuerzas "pro iraníes" (es decir, de la rama
chií del islam) que están asentadas alrededor de Israel o que atacan desde
Yemen?
Lo que
pueda ocupar Israel, aquellos terrenos sobre los que construyan los colonos, no
es más que una versión de la vieja y siempre actual estrategia rusa,
"invade y ocupa". Lo vemos en Ucrania, en Crimea, en Kaliningrado. Lo
hagas en nombre de la "Santa Rusia", de la "religión verdadera"
o del "pueblo elegido" no son más que las excusas movilizadoras.
Pero
esto lleva a una estrategia de ocupación sin fin. Cuanto más crecen las
fronteras son más débiles, más difíciles de atender. Necesitas de esos países
títeres que te sirvan de barrera defensiva, que te cubran las espaldas, como la
dictadura bielorrusa. Israel tendrá que ocupar zonas del Líbano de seguir esa
fórmula defensiva, creando una zona de riesgo continuo de conflicto, pero cada
vez más alejada de cualquier arreglo de paz.
Lo peor
de esta guerra es que no encuentra salidas más allá de su propia lógica y esta
es incompatible. La rusa no le vale a Ucrania y viceversa; la israelí no le
vale tampoco a la islamista y viceversa.
¿Qué se
puede hacer ante una lógica sin salida, ante una escalada hacia la nada? Se
nos dice que las guerras son "irracionales", pero la realidad es que
aspiran a conseguir algo. ¿Qué hacer cuando también sus aspiraciones son
irracionales? No hay nada más que destrucción. El aviso norteamericano sobre "no
dejar de apoyar nunca" a Israel no es precisamente una
"ayuda", pues se suma a la irracionalidad y le puede costar una
confrontación con su propia ciudadanía.
Estos
conflictos, como algunos juegos de mesa, acaban con la vuelta a la casilla de
salida, es decir, a la anterior posición, a la que tenían cuando empezó en su
última fase. Algunos hablan de "desgaste", pero ¿qué significa eso?
¿Cómo se pueden contabilizar las vidas humanas de esa forma?
En otro
plano, Israel ha pasado de "víctima tradicional" a "villano
activo"; su idea de "defensa preventiva" no es demasiado
admisible y las protestas ciudadanas en su propia casa nos muestran que no le importan demasiado
los rehenes, que su objetivo es otro. Se ha desentendido de la causa inicial y
parece intentar una especie de compensación con el número de muertos civiles
del otro lado. ¡Un absurdo cruel y sin fin lógico!
Las
guerras de desgaste son terriblemente crueles y sangrientas porque solo buscan
el daño al otro y lo pagan muchos que no tienen mucho que ver (civiles). Como
no tiene objetivo posible que conquistar, dependen del surgimiento de algún
"límite", algo que no aparece por el momento. Nadie va a ceder nada,
lo que sería interpretado como una muestra de debilidad.
Cuando mueran todos los rehenes ¿tendrá sentido la guerra? Pasará, claro está, a un nivel distinto, a una retórica diferente. ¿Habrá algún punto en el que se considere "acabada"? Lo dudo.
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