Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Escucho
con cierto grado de sorpresa las declaraciones del ministro español Oscar
puente, el causante de una crisis con Argentina, país que tiene nuestra misma
lengua. Uso esta expresión por evitar esas metáforas del "país hermano",
de "la herencia", etc., con las que habitualmente nos describimos y
que dan a entender que somos una "familia". Son formas que en este
caso no se practican.
Óscar
Puente ha dicho que si llega a saber la que se ha montado, no lo hubiera dicho.
Es lo más parecido a una excusa que llega a decir un político que decía de su
reflexivo jefe que era "el puto amo", algo que motiva hacia la
política a cualquiera.
Los
políticos están entrenados en el arte de la excusa aparente. Las personas "normales"
se disculpan sinceramente cuando creen que deben hacerlo; otras veces se
disculpan a regañadientes, por educación. Pero lo de los políticos es otra
cosa.
El
ministro del "puto amo" solo estaba haciendo una observación
objetiva, sin intención de insultar, desacreditar al bueno de Milei. ¡Hay gente
que no sabe apreciar los buenos consejos que les dan!
En esta época de barbarie política, de ausencia de elegancia, de retórica burda, a los políticos ya no se les pide que hablen, sino que insulten con eficacia. Insultar de esta manera es saber desacreditar al otro, reinterpretarle y explicar lo que dice, porqué lo dice y qué quiere decir. Hay unos ministros del PSOE que comienza sus intervenciones siempre diciendo "El Partido Popular...". Por supuesto, los del Partido Popular comienzas las suyas con "Pedro Sánchez...". Lo que digan después es una larga interpretación desde su punto de vista.
Para
saber qué dice el PP hay que escuchar al PSOE y al gobierno y viceversa. A
veces no sabes muy bien quién es el portavoz de quién. Esto forma parte del
juego político habitual, el que se juega de cara a galería.
Los
ciudadanos de a pie pensamos que los políticos "no se entienden",
pero la realidad es que no se hablan. Hablan para nosotros, los que nos
sorprendemos con lo que escuchamos y con esas interpretaciones de lo que han
querido decir.
Cuando
ocurre algo como lo sucedido en el "incidente argentino", que alguno
se va de la lengua o sus palabras se salen del tablero nacional, se enfrentan a
situaciones nuevas que no controlan. Me refiero en especial a la prensa. Las
cosas que se dicen para consumo interno, como las palabras de Puente, acaban acusando
revuelo externo que, a su vez, es aprovechado internamente, con lo que los insultos
vuelven a su cauce.
Escuchar a Puente diciendo que "si hubiera sabido..." es otro ejercicio de ese cinismo hipócrita que se practica para hacer ver que los demás son así, picajosos, y que "el que se pica, ajos come", que viene a conectar la sabiduría popular con las más sólidas y recientes técnicas de neuro comunicación política, algo muy de moda y de lo que el político no puede prescindir en estos tiempos.
Hay
asesores de imagen, de vestuario y de insultos y excusas. Unos te recomiendan
el color más adecuado para el tono de lo que vas a decir según tu auditorio y
todas esas cosas exteriores, mientras que otros van a lo que dices y a lo que
debes responder en su caso. Luego están los gabinetes de crisis para cuando has
metido la pata y tratan de sacarte del lío que has montado.
No,
Oscar Puente, no se ha disculpado. Solo lamenta que los argentinos sean tan
picajosos, algo sobre lo que no estaba bien informado o lo estaba, pero no se
imagino que lo fueran tanto.
La
respuesta oficial, el "comunicado número 41" desde la Casa Rosada, ya
lo comentamos el otro día. Tampoco creo que se arrepientan de haberlo emitido,
de haberlo dejado colgado en su web. De hecho, hasta puede que les haya venido
bien y se hayan divertido. Quedará allí para la historia, para hacerse ver hoy
y para que vean los historiadores del futuro cómo se las gastaban unos y otros
cuando esa "sangre hermana" se calienta.
Parece que Óscar Puente le ha cogido el punto a eso de la disculpa y ya tiene otras preparadas.
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