viernes, 24 de mayo de 2024

La realidad del suicidio

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Los indicadores de la patología pueden ser muchos, pero nuestra capacidad de mirar hacia otro lado puede evitar que nos enfrentemos a ellos por más próximos que estén. La sociedades modernas "quieren" ser "felices", así lo afirman los mensajes que nos rodean en pantallas, vallas y demás lugares en los que se ofrecen nuestra imagen ajustada a lo que deseamos. Nada es más manipulable que el deseo y deseamos vivir en un mundo feliz a lo Huxley.

Hace unos días hemos tenido un suceso terrible, el atrincheramiento de un abuelo con sus dos nietos menores. Los mató y luego se suicidó. Habían estado horas intentando convencerle de que saliera dejando la escopeta que tenía. A las cinco de la mañana, despidió al negociador diciendo que tenía que prepara a los niños para ir al colegio. Los encontraron muertos a ambos. Él se disparó. Dicen que esto se produjo tras una discusión con su yerno. También nos dice que mes y medio antes el conducía el coche en un accidente en el que murieron su esposa y su hija, la madre de los niños.

No hace falta especular demasiado sobre el estado de un hombre que se siente responsable de la muerte de su esposa y su hija y pasadas unas semanas acaba con el resto de la familia, con sus nietos.

Todo el pueblo ha manifestado sus condolencias, declarado luto, etc. Son todas las acciones que, aunque muy sentidas, no sirven más que para mostrar un dolor que no se había manifestado antes como observación del estado peligroso de ese hombre. ¿Cómo no se había previsto una vigilancia de ese estado posible de autodestrucción, en este caso agravado con el asesinato de sus nietos?


Muchas veces se nos cuentan casos en los que nos resulta chocante la falta de previsión. Se nos cuentan casos de bullying en los colegios, con finales trágicos, en los que los centros, los profesores, etc. dicen no haber notado nada y se responsabilizan unos a otros por la falta de atención ante lo que ocurre en clases y patios, en las redes sociales en las que se ejerce la burla y el acoso a distancia. Luego todo son minutos de silencio.

Me llama la atención el reportaje de RTVE.es sobre un nuevo programa televisivo sobre el problema del suicidio. El protagonista es un bombero: 

"He visto más fallecidos por suicidio que en accidentes de tráfico e incendios de viviendas juntos". Cuando Sergio Tubío Rey pensaba en ser bombero, le venían a la mente las imágenes de incendios, rescates o accidentes de tráfico, pero cuando entró a formar parte del grupo de bomberos del Ayuntamiento de Madrid se dio cuenta de que el tipo de intervenciones más habituales en su trabajo era otro. El creador y actual coordinador de la Unidad de Intervenciones en Tentativa Suicida (ITS) de los bomberos de Madrid habla sobre una realidad aún desconocida sobre su profesión en Suicidio, el dolor invisible, el nuevo, la nueva serie documental original de RTVE Play que aborda uno de los mayores tabú de nuestra sociedad.

Los bomberos españoles atienden a personas en crisis suicidas a diario, solo en Madrid se producen 350 intervenciones en tentativa suicida al año. Sin embargo, cuando Tubío se encontró con esta realidad, en España no existía ningún plan de actuación, ni formación adecuada para encarar las tentativas de suicidio. El silencio que rodea al suicidio es una de las razones por las que hasta 2017 no se crease el primer plan de actuación. "A mi alrededor nadie era consciente de lo que estábamos viviendo los servicios de emergencia, porque nadie hablaba de ello. Es un elefante en la habitación", confiesa Tubío en el segundo capítulo de la serie documental.*


Pensamos cuando se habla del "tabú" del suicidio que se trata de un tópico, algo que se repite sin demasiado fundamento, más una costumbre. Sin embargo, esto no es cierto y el hecho de que sean los bomberos los que se tengan que enfrentar a una pequeña parte de estas situaciones, ya nos dice mucho. Hay muchas otras por las que no llegan a tiempo o por las que no son avisados.

Creo que va siendo hora de que nos olvidemos de ese mundo feliz sin grietas que se nos vende, un mundo de consumo, de turismo y viajes en los que todo son bellos paisajes y sonrisas, como el caso de los tres turistas españoles muertos en Afganistán. Pronto han descubierto que el mundo es diferente a las fotos que se nos muestran de él. La señora de 82 tiroteada y ahora repatriada no trataba de hacer "turismo de riesgo" como se nos repite; era ya un poco mayor para eso. Más bien forma parte de esa capacidad de vender irrealidad que nos rodea. 

Las luchas por convencernos de que el mundo es un parque recreativo, que lo que ocurre en las pantallas es la verdad conlleva el esfuerzo por abaratar la realidad. De ello resultan carencias de médicos, de maestros y profesores, de vigilancia. Aumentan por contra esos negocios que tratan de cubrir la realidad embelleciéndola o adormeciéndonos.

Que un bombero nos diga que la realidad de su trabajo es enfrentarse a lo cotidiano del suicidio, tratar de impedir que mucha gente acabe con su vida, es algo muy significativo.  Es la realidad que no se quiere ver, pero que los datos de las encuestas, los hechos y sus testimonios aclaran.

El Economista 19/09/2023

Más allá de los medios de comunicación, el arte —la novela, el cine, la pintura, el teatro...— deberían sacar a la luz estos procesos de descomposición social, de ceguera múltiple e interesada. La fórmula que han elegido en RTVE.es, la del documental, permite indagar en los casos, buscar sus raíces. Esperemos que no se queden en lo anecdótico y vayan al fondo.

Hacen falta más medios para atajar algo demasiado cotidiano, pero invisible. Corremos el riesgo de acostumbrarnos demasiado a no querer ver lo que tenemos delante. El suicidio no es cosa de "especialistas"; es algo que nos atañe a todos porque somos responsables unos de otros, de dejar crecer esa sensación de que no nos importa, que no es cosa nuestra. El suicidio sale del silencio, de la soledad, de la falta de atención, del abandono, de que te hagan sentir que no importas, que sobras. Eso ocurre entre jóvenes y niños y entre ancianos. Es el fruto de una sociedad fría, una sociedad que delega su humanidad en técnicos y protocolos y se considera liberada de más. Pero el crecimiento de los suicidios, el aumento de los problemas mentales, nos hablan de que tras esta aparente felicidad hay una realidad muy diferente. Otra cosa es que nos neguemos a verla, a preocuparnos por los otros y su sufrimiento. Hay muchas formas de llamar al egoísmo sin que suene mal.

Tratamos aquí frecuentemente el problema del suicidio. No hay que dejar de hacerlo porque el silencio contribuye a la falta de recursos y a la creencia que es un problema de otros. Preocupante el aumento constante entre niños y jóvenes, entre gente mayor. No sé si la pandemia es la culpable del aumento, como muchos se preguntan. Pero eso no debería ser óbice para crear más medidas y aportar recursos. El aumento de las enfermedades mentales tampoco es una explicación, pues estas pueden estar ligadas a las situaciones que se viven, que son más estresantes.

Sea lo que sea, la realidad del problema está ahí.

 

21/12/2023

* Raquel Elices "Suicidio, el mayor fuego al que se enfrentan los bomberos: así es su trabajo de intervención" RTVE.es 23/05/2024 https://www.rtve.es/television/20240523/suicidio-mayor-fuego-se-enfrentan-bomberos-asi-su-trabajo-intervencion/16114922.shtml

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