miércoles, 29 de mayo de 2024

La foto infame

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La fotografía de Santiago Abascal con Benjamín Netanyahu algo más que repulsiva. Revela muchas cosas sobre Vox, sobre la política española y sobre la política en general, si es que puede hablarse así.

Lo primero es que todos los caminos pasan por Vox. De nuevo los ataques a la política española, tal como ha ocurrido en el caso de la Argentina de Javier Milei, el otro conflicto abierto, revela una conexión que se hizo manifiesta en su intervención insultante en Madrid de la Internacional de la ultraderecha mundial. La internacional, en sí misma, se presta argumentos para el ataque a los rivales internos. Milei insulta al gobierno de España de la misma forma que lo hacen ahora desde Israel. Mismas formas, misma estrategia... con la foto final junto a los presidentes respectivos, Milei y Netanyahu.

Las caras y las solidaridades de la ultraderecha mundial están cada vez más presentes, con el consiguiente efecto de atracción: a mayor presencia, mayor demostración de fuerza y mayor atractivo. Las informaciones que dejan constancia de la preocupación por la presencia violenta de la ultraderecha en diversos países no se deben tomar como una exageración ni utilizarla electoralistamente, que es un peligro. Es un problema real, algo que afecta a los partidos democráticos y a la ciudadanía, pues cuestiona la convivencia.


Que la ultraderecha española adquiera protagonismo con este tipo de mensaje, del fotográfico a las declaraciones de futuro, es preocupante. Mientras Israel incluye a Yolanda Díaz en su lista de "genocidas" y "criminales de guerra", convirtiéndola en partidaria de Hamás y del exterminio judío, por haber utilizado la expresión "desde el río hasta el mar", Abascal se convierte en el adalid de un presidente y gobierno de Israel que se convierten en objeto de una orden de detención de la Corte Penal Internacional.

Israel sigue jugando con lo que ha sido su activo: es más que un "estado", es más que "un pueblo"; los demás juegan en otra liga, mientras que ellos cumplen, como pueblo elegido, su misión siguiendo instrucciones divinas y proféticas. La mezcla de todo ello les da el "derecho" de actuar siempre contra los que se oponen a su "destino" Esto permite convertir sus agresiones y crímenes sobre la población palestina en "errores" y "malentendidos".

La matanza de palestinos, con mayoría de mujeres y niños, se resuelve diciendo que su preciso bombardeo alcanzaría algún depósito de armas, lo que causó las explosiones y las muertes. "¡Cosas de la guerra!", suele explicar Netanyahu sin perder esa sonrisa que le define.

Ahora Netanyahu tiene, como Milei, un aliado que le suministrará los puntos débiles del gobierno español, para utilizarlos en sus insultos e insinuaciones. De esta forma, ambos quedan beneficiados de esta alianza. Tú te haces la foto con todos los honores en Israel y yo insulto a España y al gobierno de Pedro Sánchez de forma que tú lo puedas usar en tu provecho. Un pacto provechoso e innoble.

La política —si se puede llamar a esto "política— se ha convertido en una mezcla de patio de vecindario mal avenido centrado en golpes de efecto y, sobre todo, en una política de yo hago lo contrario de lo que tú haces, sea esto lo que sea.


El gobierno de Sánchez ha desaprovechado la ocasión de un acuerdo ante algo que se hace bastante aceptable para el conjunto: el cruel exterminio que se está haciendo de la población palestina con la más flagrante violación de los derechos internacionales. Los muertos recientes lo han sido en una zona a la que se habían desplazado por estar definida como "segura". Ha sido una reagrupación para bombardearlos.

La declaración del reconocimiento de Palestina como estado tendría que haberse pactado con el máximo de grupos. Sánchez no la ha hecho así. Pero eso no significa que no sea "razonable" el paso dado. Significa que quiere el protagonismo, no que no sea bueno. Sin embargo, este protagonismo ha llevado al Partido Popular a intentar una equidistancia imposible entre "no es el momento", una respuesta cobarde, y la negativa de Vox, asegurando que revertirá la medida "cuando llegue al gobierno". Por su parte, el protagonismo de Sánchez se ve nublado a su izquierda con los que afirman que se ha quedado corto, que había que romper relaciones con Israel, embargar las armas, los activos, etc.


De esta forma nadie renuncia a su protagonismo. Lo malo de todo esto es que perjudica a todos, a unos por exceso y a otros por defecto. De lo que se trata de de llevar la contraria, no de actuar con justicia. Si el hecho es bueno, me lo apunto; si de dejan fuera, entonces es criticable.

Esto es reducir a infantilismo la política española, su funcionamiento insufrible, su carencia de fines reales y su respuesta reactiva dentro del tablero. Lo lógico ante decisiones como estas es tomarlas mediante esa palabra olvidada, "consenso", que es la forma de crear país y asegurar futuro. Lo demás es un absurdo hacer y deshacer cuya culminación vergonzosa es la foto de Abascal intentando convertir en héroe a un genocida reconocido por aclamación universal, solo defendido por unos Estados Unidos que demuestran su dependencia interior y exterior, y por las ultraderechas más ultras del planeta.

Abascal ha dicho representar a España, que el pueblo español está del lado de Netanyahu. No se equivoque. Es fácil hablar y decir estas cosas. La ultraderecha suele ser megalómana y visionaria. ¿Ganará votos Abascal blanqueando, honrando las matanzas, por el momento, de más de 36.000 personas? Espero que no. Prohibir libros y películas allí donde están no es el camino de deseable al futuro. Abrazar genocidas tampoco.

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