Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
fotografía de Santiago Abascal con Benjamín Netanyahu algo más que repulsiva.
Revela muchas cosas sobre Vox, sobre la política española y sobre la política
en general, si es que puede hablarse así.
Lo
primero es que todos los caminos pasan por Vox. De nuevo los ataques a la
política española, tal como ha ocurrido en el caso de la Argentina de Javier
Milei, el otro conflicto abierto, revela una conexión que se hizo manifiesta en su intervención insultante en
Madrid de la Internacional de la ultraderecha mundial. La internacional, en sí
misma, se presta argumentos para el ataque a los rivales internos. Milei
insulta al gobierno de España de la misma forma que lo hacen ahora desde
Israel. Mismas formas, misma estrategia... con la foto final junto a los
presidentes respectivos, Milei y Netanyahu.
Las
caras y las solidaridades de la ultraderecha mundial están cada vez más
presentes, con el consiguiente efecto de atracción: a mayor presencia, mayor
demostración de fuerza y mayor atractivo. Las informaciones que dejan
constancia de la preocupación por la presencia violenta de la ultraderecha en
diversos países no se deben tomar como una exageración ni utilizarla
electoralistamente, que es un peligro. Es un problema real, algo que afecta a
los partidos democráticos y a la ciudadanía, pues cuestiona la convivencia.
Israel
sigue jugando con lo que ha sido su activo: es más que un "estado",
es más que "un pueblo"; los demás juegan en otra liga, mientras que
ellos cumplen, como pueblo elegido, su misión siguiendo instrucciones divinas y
proféticas. La mezcla de todo ello les da el "derecho" de actuar
siempre contra los que se oponen a su "destino" Esto permite
convertir sus agresiones y crímenes sobre la población palestina en
"errores" y "malentendidos".
La
matanza de palestinos, con mayoría de mujeres y niños, se resuelve diciendo que
su preciso bombardeo alcanzaría algún depósito de armas, lo que causó las
explosiones y las muertes. "¡Cosas de la guerra!", suele explicar
Netanyahu sin perder esa sonrisa que le define.
Ahora
Netanyahu tiene, como Milei, un aliado que le suministrará los puntos débiles
del gobierno español, para utilizarlos en sus insultos e insinuaciones. De esta
forma, ambos quedan beneficiados de esta alianza. Tú te haces la foto con todos
los honores en Israel y yo insulto a España y al gobierno de Pedro Sánchez de
forma que tú lo puedas usar en tu provecho. Un pacto provechoso e innoble.
La
política —si se puede llamar a esto "política— se ha convertido en una
mezcla de patio de vecindario mal avenido centrado en golpes de efecto y, sobre
todo, en una política de yo hago lo contrario de lo que tú haces, sea esto lo
que sea.
La
declaración del reconocimiento de Palestina como estado tendría que haberse
pactado con el máximo de grupos. Sánchez no la ha hecho así. Pero eso no
significa que no sea "razonable" el paso dado. Significa que quiere
el protagonismo, no que no sea bueno. Sin embargo, este protagonismo ha llevado
al Partido Popular a intentar una equidistancia imposible entre "no es el
momento", una respuesta cobarde, y la negativa de Vox, asegurando que
revertirá la medida "cuando llegue al gobierno". Por su parte, el protagonismo
de Sánchez se ve nublado a su izquierda con los que afirman que se ha quedado
corto, que había que romper relaciones con Israel, embargar las armas, los
activos, etc.
Esto es
reducir a infantilismo la política española, su funcionamiento insufrible, su
carencia de fines reales y su respuesta reactiva dentro del tablero. Lo lógico
ante decisiones como estas es tomarlas mediante esa palabra olvidada,
"consenso", que es la forma de crear país y asegurar futuro. Lo demás
es un absurdo hacer y deshacer cuya culminación vergonzosa es la foto de
Abascal intentando convertir en héroe a un genocida reconocido por aclamación
universal, solo defendido por unos Estados Unidos que demuestran su dependencia
interior y exterior, y por las ultraderechas más ultras del planeta.
Abascal ha dicho representar a España, que el pueblo español está del lado de Netanyahu. No se equivoque. Es fácil hablar y decir estas cosas. La ultraderecha suele ser megalómana y visionaria. ¿Ganará votos Abascal blanqueando, honrando las matanzas, por el momento, de más de 36.000 personas? Espero que no. Prohibir libros y películas allí donde están no es el camino de deseable al futuro. Abrazar genocidas tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.