Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
concejal de Cultura del pueblo de Burriana ha decidido vetar dos películas para
su biblioteca municipal, Barbie y 20.000 especies de abejas, una norteamericana
y otra española. De la primera ha dicho despectivamente que es sobre el "género"
y de la segunda un curioso argumento, que ha recaudado lo mismo que recibió en subvenciones.
El argumento de la española no vale para la norteamericana, que ha sido récord
de taquilla donde se ha estrenado.
Ya
hemos tratado aquí la avidez de los políticos de Vox por los cargos de los que
depende la Cultura. Este interés está ratificado por ejemplos de la Historia
pues ellos ven esos cargos desde su vocación de censores natos, una mentalidad
entre eclesial preconciliar y neonazi, con toques claros de ambos.
En otras ocasiones han sido libros para bibliotecas los que han sido prohibidos o eliminados, retirados de sus estantes. Los de Vox son los talibanes de nuestra cultura. Tienen una vocación por salvar tu alma a golpes, en su veta preconciliar y de conseguir votos en la otra, la neonazi, otra ideología emergente que acaba de redimir a parte de las SS diciendo que no todos fueron criminales. Por ahí se empieza y se termina con los campos de exterminio, que seguramente serán reivindicados dentro de muy poco como campamentos de vacaciones.
En su
afán controlador, piensan que el mundo está lleno de tentaciones y falsedades.
Es el mismo espíritu purificador, la misma espada flamígera, que busca eliminar
rodo lo que ellos consideran erróneo, "político" o tentador de la
carne.
Es curiosa la interpretación que los de ese partido político dan a político, para lo que practican la tan hispánica "ley del embudo". Ya he oído a varias personas usar el término "ideología" aplicado, en su furor, incluso a las películas de Disney. Según ellos, todo es "política", todo es "ideología"... menos lo suyo, que es una verdad eterna, sancionada por la historia y ratificada por diversas apariciones en los momentos adecuados. Los nazis pensaban lo mismo; los talibanes también. Es una mala costumbre que suelen tener los totalitarios: pensar por ti, decidir por ti.
Escuchar
en sus propios términos al concejal de Burriana, con ese aplomo soberbio, con
esa pasmosa seguridad en sí mismo, de algo de lo que evidentemente ni sabe ni
entiende porque ¿para qué se va a molestar? es muy educativo. Tienes ante ti a
un clarividente desilustrado que se siente con la fuerza de pensar por los
demás o, con más precisión, de evitar que los demás tengan que hacerlo bajo
riesgo de equivocarse.
Ante
las elecciones europeas está reflejándose en la prensa del continente el temor
al ascenso de la ultraderecha, ya instalada en algunos países, lo que debería
hacernos reflexionar sobre el fenómeno. Sin duda, una parte de este fenómeno es
la extensión de la incultura, de la que son representante por méritos propios.
Nuestras instituciones educativas y sociales fallan demasiado con estas
políticas restrictivas que se han ido extendiendo por diferentes causas pero
con un mismo fin: la desaparición del pensamiento crítico. El fondo de todo
esto es el efecto destructivo que se realiza sistemáticamente mediante la sustitución
de la idea de "sociedad" por la de "mercado". Si la
sociedad necesita de "ciudadanos", el mercado necesita de
"consumidores", para lo que se excitan mecanismos que bajan las
defensas. Esto es aprovechado, a través de la polarización, para arrastrar a
las personas hacia soluciones populistas. En vez de fomentar la tolerancia y la
crítica al radicalismo, se produce el efecto contrario: se busca la
radicalización simplificando lo complejo y buscando culpables que nos pongan a
la defensiva. Entonces censuras, ataques, etc. se ven como maniobras para la
defensa frente a los agresores.
Vox es un ejemplo de esta forma de ver el mundo y de actuar. La celebración en Madrid de su internacional ha sido todo un ejemplo de hacia dónde se va y las acciones del concejal de Cultura de Burriana otro de su mundo censor y autoritario.
No es
casual la obsesión con la "ideología de género", las restricciones a
los derechos de las mujeres o de las personas. La idea central que hay que
defender es el "modelo" tradicional de familia, que se ve
"atacado" desde la diversidad de la sexualidad y, en especial, de la
falta se "sumisión" de la mujer al varón, algo que cuenta con el
apoyo de la Historia y de la palabra divina. Las sociedades "sanas",
para ellos, son las que se fundamentan en una sociedad jerarquizada en donde
cada uno se adecúa socialmente al sexo de nacimiento y en donde se obedece al pater familias, que representa la autoridad
del Creador en cada célula familiar. Los talibanes también piensan así. Por el
mandato de obediencia de la mujer, esta no debe estudiar, trabajar o salir a la
calle sin un "vigilante" encargado de que no siga su naturaleza
viciosa en cuanto esté sola.
La
vieja idea de "la mujer con la pata quebrada y en casa" nos muestra
que el refranero no siempre es sabio, aunque a algunos les quede la nostalgia
de la mujer sumisa. De nuevo, la ley del embudo. Lo podemos apreciar en el caso
Trump en los tribunales: sus múltiples aventuras extramatrimoniales y sus sustituciones
periódicas de esposas con las que aparecer en público y engañar en privado.
Trump es otro de los impulsores de esta ultraderecha anti género.
Los de Vox ya no van solo contra la Historia, también lo hacen contra la inteligencia. La insistencia en censurarlo todo en nombre de valores eternos es una manera de intentar controlar las mentes. Que vaya creciendo su presencia en las instituciones es una mala señal, una señal del abandono de lo que debería ser una educación amplia, extensiva, diversa. Debería haber una mayor militancia en la cultura y en su diversidad, en la interculturalidad para comprendernos mejor. Pero tenemos la extraña idea que ofreciendo a la gente lo que le gusta escuchar esta evoluciona. La tendencia a la trivialidad, a diseñar el mundo como "producto", la vida como un "muestrario", etc. nos hacen más incultos y, por ello, más indefensos, más manipulables y controlados.
Antes
una "persona leída" era alguien que leía, alguien formado; ahora son las personas las que son "leídas"
diariamente a través de sus datos, de sus compras, conversaciones, espiadas por
teléfonos y televisores, etc. Todo ello con una sola finalidad: dirigirnos,
hacernos votar, comprar o asaltar el Capitolio o un ayuntamiento si es
necesario.
En
Burriana tenemos otro ejemplo local de que el autoritarismo no está lejos, que
tiene todo claro, que decide qué debemos leer o ver. Las excusas del concejal
eran pintorescas, van de la recaudación
a si la gente tiene reproductor de DVD o no.
La película española es una gran película que no se merece esa "censura" por alguien que no ve más allá de sus ideológicas narices. El señor de Burriana, el concejal, no sabía decir su nombre, añadiéndole "submarinas" a las "abejas". Es puro teatro. Se trata de dar a entender que nadie conocía la película. Si tienen ocasión, véanla, aunque sea para que ese señor lo entienda.
Ahora que el señor concejal ha llegado a la fama por censor, los miembros del partido tienen un nuevo héroe al que tendrán que promocionar por los servicios prestados y ponerle un caballo blanco.
Ahora veremos qué ocurre en las elecciones europeas, cuántos concejales de Burriana andan sueltos por la Unión.
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