viernes, 19 de mayo de 2023

Egipto y el discurso identitario

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Ha habido épocas de la historia en las que "pueblo" se refería a un pequeño grupo de casa. Uno pertenecía al "pueblo", a ese territorio poblado por unas pocas familias, unidas por lazos. Se nacía en el pueblo y, generalmente, se moría allí. La mayoría lo hacían; se miraba con cierto recelo a los pocos que pasaban. Ser del pueblo era ser de ese pequeño núcleo. Luego crecieron y se hicieron pueblos más grandes y se les llamó "ciudades". Después llegaron los "reinos" y después los "imperios", que crecieron y crecieron hasta donde les dejaron.

Cada una de esas "unidades" lo era porque establecían ciertas "señas de identidad". Es decir, las personas no notaban apenas cambios, pero se enteraban de que pertenecían a unidades cada vez más grandes en las que se creaban lazos entre gentes que antes estaban separadas o incluso eran enemigas. Ahora pertenecían a algo que ya no era físico, sino sobre todo era emocional, algo dotado de unos valores frente a otros que se diferenciaban con elementos reales o ficticios. Podían ser elementos "raciales", "religiosos" o de cualquier otro tipo. Deben ser visibles y si no lo son, se hacen visibles.

El "pueblo" dejó de ser un grupo físico para convertirse en una serie de gentes unidas por una serie de discursos de todo tipo, textos diversos que iban del himno a la estatua del héroe en las plazas; los historiadores empezaron a darle forma cuando más se necesitaba, es decir, cuando la gente perdió las referencias de tener un amo común, ya fuera rey o emperador que les mantenía bajo su yugo. Las revoluciones trajeron al pueblo y le dieron forma; después hubo que buscarle las raíces, los héroes, los lugares clave en donde habían ocurrido los acontecimientos que lo explicaban todo. El arte con sus grandes cuadros; la música recogiendo las melodías del folclore (otra vez el "Volk", el pueblo, no es casual que se haya quedado con su fórmula alemana, hija del romanticismo que veía en el "pueblo" una forma de vida orgánica), el cine, el teatro, las danzas... y también los nombres de calles y plazas. El entorno nos recordaba eso que llamamos identidad, que es el espejo en que nos reflejamos y en el que somos reflejados. Todas esas señas de identidad nos crean como "pueblo", nos permiten compartir y diferenciarnos de otros. Son problemas que muchas veces vemos incluso dentro de nuestras propias fronteras cuando surge el desacuerdo identitario, es decir, unos que se niegan a ser etiquetados como los demás y quieren crear sus propias formas identitarias.


La cultura es etiqueta, discurso, diferencia. Pero a esas formas construidas alrededor de los hechos, reales o ficticios, se le van adjuntando valores, afrentas, frustraciones, destinos.

Leo en el diario estatal egipcio Ahram Online el siguiente titular "Egypt National Dialogue explores guardianship and national identity". El artículo comienza informándonos de un elemento de conflicto entre el pasado y el presente: el paso del control financiero a las esposas tras la muerte de los maridos, los "complejos casos de la tutela económica y educativa", tal como se refleja en el texto. Este debate se da en el interior de un comité específico, el "Family and Community Cohesion Committee", integrado en el Dialogo Nacional. La propuesta de que las madres ejerzan la tutela económica sobre los hijos menores es "revolucionaria". En una sociedad históricamente patriarcal y machista, que se proponga cambiar el control y la administración de la familia en favor de las madres y que se entienda que esto es "bueno para los hijos" es un cambio que se puede enfrentare a resistencias. Muchos dirán que eso es parte de la "identidad egipcia", pero el hecho de que se pueda plantear y resolver posteriormente legislativamente muestra que se pueden ciertas cosas que anteriormente amenazaban con el caos, la perdición y la condena divina. ¿Son menos "egipcios" porque sean las madres las que ejerzan la tutela económica y educativa? Dependerá del escalón anterior, es decir, de qué consideremos que es "ser egipcio".

En el artículo de Ahram Online se nos habla de lo ocurrido en otro de los comités:

Meanwhile, the participants in the Culture and National Identity Committee's session explored the modern challenges to national identity.

Several participants viewed national identity as essential to national security, stressing the pivotal role of culture, education, and sports in developing such an identity.  

The Rapporteur of the committee, Ahmed Zayed, highlighted the challenges that the Egyptian identity faces in an era of globalization, the internet, and social media.

"The question of who we are has been further blurred by different interpretations of modernity and faith," Zayed solemnly declared. 

He argued that culture is the very backbone of society and that it permeates all aspects of a nation’s existence, including economy and politics.

"There need to be mechanisms to assert Egypt’s culture and identity", Zayed continued, adding that the committee will discuss the role of cultural institutions as well as creative freedom. 

Chairman of the Culture and Information Committee in the House of Representatives, Duria Sharaf El-Din, said she believed that the Internet and social networking channels adversely influenced youths. 

Sharaf El-Din highlighted that Egypt's documentary channel (Al-Wathakeya), launched in February, reflects the state's awareness of the crucial role that accurate portrayals of Egyptian history play in bolstering national identity.  

For his part, media figure Gamal El-Shaer stressed the urgency of bridging the gap between the cultural elite and the masses.*


Creo que los debates en este comité, diferentes a los del anterior en el que se apostaba por una "modernización" o cambio en favor de los hijos, que dejan de depender de otra "familia" y lo hacen de la madre, nos ilustran perfectamente los mecanismos identitarios antes señalados. No dejan claros los elementos que crean y refuerzan la identidad frente a aquellos que los debilitan.

Entre los identitarios, se señalan tres de importancia cuando escriben sobre " the pivotal role of culture, education, and sports in developing such an identity". Qué se introduzca dentro de "cultura" (un término ambiguo, manipulable) es decisivo. El escándalo causado en Egipto sobre el color de la piel de Cleopatra en una serie de Netflix, con todo tipo de reacciones desde la petición que se prohíba la recepción de la cadena en el territorio egipcio es un indicador de qué se entiende por "identidad". En la identidad egipcia, la cultura afecta al pasado faraónico y al desarrollo islámico, dos elementos opuestos en tantas cosas que es difícil conciliarlos; solo el espacio lo hace. La actitud identitaria hacia lo faraónico no es una constante, sino algo reciente, construido desde el párrafo primero de la constitución egipcia, donde se la proclama "madre de la Humanidad", que es una etiqueta que permite salvar la contradicción. Para los islamistas, en cambio, toda esa cultura es externa, no egipcia, una parte de un pasado que se borra con el Islam, la verdadera identidad. El "nacionalismo egipcio", en cambio hallará en ese pasado una especificidad que otros no tienen, por ello se convierte en un elemento identitario diferencial.

La educación —el segundo punto— es vista no como una formación individual, sino como una forma de crear la identidad conjunta, es decir, compartida. La educación es el escenario en el que se muestra y transmite el "quiénes somos" y "cómo somos" de forma compartida. Es en la educación —el sistema educativo— donde se aprende el "yo conjunto", el "nosotros" y el "ellos". Esto no es privativo del sistema educativo egipcio, sino que es un rasgo esencial de la educación desde que precisamente se empezaron a construir las identidades nacionales diferenciadas. El programa ilustrado incluía ya la formación del "ciudadano" frente a la mera obediencia del súbdito. Aprender es aprender a ser, derechos y obligaciones, principios, valores y verdades. Es en sistema educativo donde se plasman esas líneas de la identidad, las fronteras del ser y el no ser.

agosto 2018

Desde esta perspectiva se comprende mejor ese enemigo llamado "globalización" y cuya manifestación más importante es "internet", un nuevo espacio transnacional, percibido como enemigo en la medida en que borra líneas existentes y define otras esencialmente ambiguas. Las palabras de la presidenta del comité son claras: "...she believed that the Internet and social networking channels adversely influenced youths". Es una forma de debilitar los lazos identitarios, una forma incontrolada de disgregación. De nuevo, esto no es privativo de Egipto y se ve reforzado este tipo de discursos especialmente en los regímenes autoritarios, ya que la "identidad" férrea incluye los aspectos esenciales de cómo relacionarse con el poder y la autoridad, que se presenta siempre de forma populista como la encarnación del "espíritu nacional". En este sentido, es difícilmente aceptable para el sistema de autoridad la penetración de discursos que lo erosionen, por lo que lo primero que hacen es elevar cortafuegos. El propio Egipto lo hizo cuando las autoridades militares se enfrentaron a la revuelta de la Primavera Árabe. El corte de acceso a las redes fue absoluto hasta que se controló la situación reprimiendo el levantamiento. Después, la vigilancia sobre redes ha sido constante, al igual que el control de los medios, de los que ha desaparecido la crítica de forma casi absoluta. Por el contrario, ahora los medios son una forma de construcción esencial de la figura del presidente y del Ejército, considerados la encarnación del espíritu auténtico, fiable, perenne de Egipto. Cualquier crítica se considera delito, pues se entiende que busca "separar al ciudadano del Estado", especialmente del Ejército, institución en la que se encarnan todos los valores identitarios.

Puede que choque la inclusión del deporte como tercera pata del identarismo nacionalista, pero es perfectamente coherente. ¿Qué es un partido de la selección nacional de Fútbol, por ejemplo, si no un estallido emocional repleto de banderas que se agitan al viento mientras resuenan los himnos y los jugadores lucen los colores y escudos? El deporte —Hitler organizó unos juegos olímpicos ejemplares en este sentido— es el espacio emocional donde se borran las barreras racionales. Hasta los más críticos pueden llorar ante una victoria o una derrota, alegría o tragedia. La figura más importante en Egipto, después del presidente Sisi, es el futbolista Mo Salah, héroe triunfador, el portavoz de Egipto en el extranjero, la bandera viva. Aquí hemos tratado en algunas ocasiones su figura y su simbolismo.

Creo que el breve texto del artículo es todo un tratado sobre la construcción de la identidad. La autoridad egipcia ve como un problema otras formas de ser egipcio, que probablemente se podrían dar enriqueciendo al conjunto. El problema egipcio es la lucha entre intentos de definir "qué es ser egipcio" y cómo convivir con diferentes ideas "fuertes" y "excluyentes". El régimen egipcio está acostumbrado, en cualquiera de sus ediciones, en marcar con claridad. Esto lleva al control de los elementos fuertemente identitarios, es decir, aquellos que proponen modelos, los estándares.

No sé en que quedaran estas discusiones de comités, pero me imagino que algunos principios se pueden aceptar con más facilidad que otros. El problema de esto es que no siempre hay gente dispuesta, como se señala en aquellos que se resistirán a los cambios en la custodia económica y educativa de las madres respecto a sus hijos cuando queda viudas. Habrá quien diga que eso va contra "ser egipcio". La lucha política es también identitaria, como lo es la religiosa. "Ser ateo" es "no ser egipcio"; "ser feminista", igualmente. Todo aquel que va contra alguna de esas líneas identitarias, es rechazado.

Hacer el mapa de la identidad es una tarea de enorme interés para tratar de comprender esa construcción y sus movimientos y reacciones.

Women of Egypt Mag 5 deMarzo 2010

El ser de la identidad no viene con la naturaleza, sino que es producto absoluto de la cultura y, por ello, el campo de trabajo de las instituciones que le dan forma dentro de sus propios proyectos, cambiantes en ocasiones a lo largo de la historia. Me han contado en ocasiones ese gesto acusador acompañado de las palabras "¡tú ya no eres egipcio!", aplicado a personas que se salen de esos estrechos márgenes identitarios. Ya fuera por creer en otras ideas o por no compartir las oficiales, vivir fuera de esa ficción se puede pagar con creces.

No es solo el caso egipcio (muy marcado). El problema es qué hacemos con los que piensan de otra manera y si consideramos que sentirse de otra forma es delito, traición o aberración. Cambiar los tópicos identitarios puede significar simplemente un nuevo tipo de etiquetado con las mismas fatales consecuencias que los anteriores. Si para ser "egipcios" hay que cerrar internet, exigir profesión de fe, controlar a las mujeres y aplaudir a rabiar los discursos de la autoridad de turno, etc. no se habrá ganado nada. Se fomenta, además, una forma de hipocresía social ante un sistema de vigilancia, siempre atento a lo que es diferente en cualquier sentido, siempre sospechoso, siempre peligroso.

Edward Said explicó en su celebrado "Orientalismo" como se veía desde occidente el mundo árabe islámico. Nos queda por comprender cómo se ven a sí mismo, el conflictivo espejo en el que verse "imaginado", más que reflejado.

No sé si el comité logrará definir a través de sus discusiones cuál el verdadero sentir y ser del "egipcio". Espero que no queden muchos fuera del reparto y definición identitarios. Muchos signos que iban a ser para la totalidad de la Historia, se quedaron por el camino. Dejaron de ser útiles o simplemente se olvidaron. Los signos identitarios sale de forma discreta, pero entran de forma escandalosamente ruidosa. 

 

* "Egypt National Dialogue explores guardianship and national identity" Ahram Online 18/05/2023 https://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/501121/Egypt/Politics-/Egypt-National-Dialogue-explores-guardianship-and-.aspx

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