jueves, 25 de mayo de 2023

Como dos falsas gotas de agua

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Este mundo se debate entre una realidad aceptable y una apariencia plástica, manipulable, que cada vez se parece más a aquello de lo que procede y es más difícil de reconocer. Esto provoca inseguridad de diverso tipo. En un mundo reproducible, empaquetable, enviable de un sitio a otro, donde se llega a millones en segundos, que es imparable..., en un mundo así, ¿quiénes somos?

Varias noticias en el día me dejan pensativo, confundido. La primera se me llega a través del diario El Mundo con el siguiente titular "Videollamadas con la cara y la voz clonada de tu mujer para pedirte dinero: las estafas con inteligencia artificial se disparan en China". Aunque luego se matice inmediatamente que ese "se disparan" se trata de "varios casos", lo que se nos cuenta es ya un caso que nos advierte de este extraño presente que se ha plantado ante nosotros. Me sorprende, en primer lugar, el reclamo del "tu mujer", lo que le da a la noticia y a los roles representado un extraño sesgo machista, especialmente cuando el primer caso que se nos cuenta es el de Guo, que recibió el timo con la cara de su mejor amigo. Supongo que lo de la videollamada de la esposa es un reclamo teniendo en cuenta el público receptor de este tipo de artículos. Por cierto, para mayor confusión, la noticia aparece en la sección de "Macroeconomía", lo que nos hace dudar no solo de la realidad, sino del diccionario.

El hecho de que tu cara, tu voz, tus gestos... puedan ser clonados y recreados para que te llegue un mensaje pidiendo dinero es grave. Pusimos el acento cuando se empezó a mostrar esta tecnología en el peligro que saliera el presidente de un país declarando la guerra a su vecino, por ejemplo, o cualquier otra circunstancia de este tipo. Al final todo se ajusta a diferentes escalas, incluidos los estafadores de la vida cotidiana dando sablazos, que son los que le acaban sacando provecho, como se nos cuenta en el diario.

Estas cosas siembran la duda sobre la realidad, tal como la compra venta de votos siembra nuestras dudas sobre los políticos (¿han sido elegidos con votos comprados u honestos?) y la política misma (¿es solo una imitación de una democracia?).

Como profesor, me enfrento el próximo curso a la posibilidad de que los trabajos que reciba hayan sido elaborados por cualquier aplicación instalada en un simple teléfono. ¿A quién debo evaluar? ¿Cómo debo considerar lo que me entreguen si dudo de ello? Sé que hay compañeros a los que esto les motiva mucho, que los convierte en detectives platónicos de la realidad tratando de saber qué es verdad y qué ilusión y engaño, pero no es mi caso. De cualquier manera, nos obliga a enfrentarnos a nuestro trabajo de una manera distinta y, la verdad sea dicha, poco gratificante. ¿Qué haces si desaparece la confianza en lo que tienes delante?

El otro caso significativo de este necesario recelo ante lo que nuestros ojos ven es el de las falsas fotografías semidesnuda de la cantante Rosalía, lanzadas a la red por parte de un cantante deseoso de promocionarse. La posibilidad de simular una realidad de forma tan convincente es un peligro, de la misma forma que era la simulación de imagen, voz y movimiento del caso anterior. Con esta posibilidad se abre la manipulación del otro, que es utilizado para fines diversos y casi nunca buenos.

El caso tiene la trascendencia de su protagonista y permite al malversador de imágenes, al defraudador de realidades adquirir notoriedad en un mundo que necesita inventarse primero y falsearse después.

En un magnífico documental sobre Charles Chaplin que tuve ocasión de disfrutar hace unos días se nos contaba cómo el éxito de Chaplin se tradujo en un sinfín de imitadores que se lanzaban a las pantallas copiando bastón, movimientos, zapatos, chaqueta y todo lo identificable de su personaje. Chaplin demandó a uno de ellos, un tal Charlie Aplin. La defensa de Aplin frente a Chaplin es que no le imitaba a él, sino a un imitador de Chaplin. La genialidad de su abogado compensaba la falta de originalidad del defendido. Eran los inicios de un mundo que se reproducía y multiplicaba en pantallas. Miramos más a las pantallas que a la realidad de la que proceden o no. La Inteligencia Artificial nos preocupa. Pero debería preocuparnos más la duplicación manipulada de los que tenemos delante, Imagen Artificial, con referente real o irreal. Ver para creer, solemos decir. Esto ha adquirido un nuevo e inquietante sentido en nuestro mundo. 

Nos queda un consuelo: sin la realidad no puede existir la imitación, que la necesita de forma parasitaria. El primer interesado en que no desaparezca el original es el que le imita, de cuya notoriedad vive. Pero se puede hacer mucho daño.


* Lucas de la Cal "Videollamadas con la cara y la voz clonada de tu mujer para pedirte dinero: las estafas con inteligencia artificial se disparan en China" El Mundo 24/05/2023 https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2023/05/24/646e32abfdddffa0548b45a2.html

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