Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
problema de la aplicación y consecuencias de la Inteligencia Artificial se hace
cada vez más presente en los medios. Probablemente tenga que ver con la preocupación
de los propios medios y de sus profesionales por la aplicación en su propio
campo. ¿Cómo quedará configurado un campo en el que la producción de noticias
(contenidos) es posible en manos de la IA, capaz de seleccionar y redactar, de
dar forma a las noticias, que es capaz de configurar "noticias a la
carta" para cada lector? Muchos ya ven la situación complicada, solo con
dos puntos claros: el que recoge la noticia inicial y el lector al que llega
mediante procesos que pueden ser configurados de múltiples maneras con una
gradual y variable tendencia a la automatización de los procesos.
Es
obvio que alguien tiene que establecer el inicio, el punto de partida. Esto no
quiere decir que ese punto primero quede en manos de los periodistas. Su tarea
ha ido siendo sustituida por los productores de información, las entidades que
disponen ya de una fuente propia con la que dar salida a los comunicados.
No
necesariamente el comienzo está en los medios. Pero las consecuencias de esto
sí son previsibles: un aumento de la información sesgada y de la
desinformación. Es obvio que quien pone información sobre el tablero lo hace
buscando un beneficio, que puede ser la propia promoción o la puesta en marcha
de desinformación que perjudique a terceros beneficiándole a ellos.
Los
ejemplos más claros los estamos viendo ya. Una parte de la información que los
medios nos ofrecen ya en sus páginas está elaborada por bancos, empresas, etc.
que tratan de ponderar la importancia de la IA en sus campos. Las propias
empresas de IA son las primeras interesadas en hacerlo, como es lógico. En
estos tiempos en que muchas voces lo hacen críticamente, el propio sector pone
en circulación informaciones sobre sus beneficios. Casi siempre se apela a los
efectos sobre la salud, un campo en el que siempre se investiga con
"generosidad" por el bien de todos. Otras veces se nos cuenta sobre
la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector, sin contarnos, claro,
los que puedan ser destruidos.
En la
BBC, Kate Morgan firma el artículo titulado "The jobs AI won't take
yet". En su comienzo se
señala: «Amid the talk of artificial intelligence replacing
workers, experts say there are some jobs computers aren’t taking – at least for
a while.»* No son
muchas las esperanzas dadas con ese "yet", que viene a indicar que no
falta mucho para ese desembarco final que se espera en los diferentes sectores.
Hay diversos campos en los que se señala que hay "resistencia" por su propia naturaleza. Consultados los "expertos" —los oráculos de hoy—, concretamente a Martin Ford, autor de libros Rule of the Robots: How Artificial Intelligence Will Transform Everything, este identifica estos tres;
“I think there are generally three categories
that are going to be relatively insulated in the foreseeable future,” says
Ford. “The first would be jobs that are genuinely creative: you’re not doing
formulaic work or just rearranging things, but you're genuinely coming up with
new ideas and building something new.”
[...]
The second insulated category, he continues,
is jobs that require sophisticated interpersonal relationships. He points to
nurses, business consultants and investigative journalists. These are jobs, he
says, “where you need a very deep understanding of people. I think it’ll be a
long time before AI has the ability to interact in the kinds of ways that
really build relationships”.
The third safe zone, says Ford, “are jobs that really require lots of mobility and dexterity and problem-solving ability in unpredictable environments”. Many trade jobs – think electricians, plumbers, welders and the like – fall under this umbrella. “These are the kinds of jobs where you're dealing with a new situation all the time,” he adds. “They are probably the hardest of anything to automate. In order to automate jobs like this, you would need a science fiction robot. You’d need Star Wars’s C-3PO.”*
En
resumen: a) lo genuinamente creativo;
b) aquello que requiera de interacción humana sofisticada; y c) la resolución de
problemas muy específicos in situ. Las preguntas son: a) hasta dónde llegará la
necesidad de creatividad (el que quiera que la pague); b) si se hará una unidad
especial de trato humano (el que lo quiera que lo pague); y c) cuánto tiempo
puede esperar mi problema. De estos tres casos, el más resistente es el
tercero. ¿Se va a desplazar la IA a mi casa a resolver un problema de un grifo,
de una gotera, etc.?
Lo de
la creatividad es relativo; no hablemos ya de la interacción humana. Le darán a
elegir entre ser atendido por una máquina humanizada o por un humano artificiosamente
amable. Pagará la diferencia, por supuesto.
En el diario El mundo tenemos varios artículos: "Llega la 'ciborgdocencia' o robots capaces de enseñar a leer y escribir a los alumnos con inteligencia artificial", que se introduce señalando "Profesores explican cómo usan la inteligencia artificial en sus clases y piden regulación para evitar el mal uso". En otro reportaje (esta vez pagado) se nos habla de un sistema de monitoreo con GPS para el ganado. El ganadero o pastor puede controlar desde la distancia las constantes y movimientos de las reses. Una buena aplicación.
Es indudable que todos los sectores se van a ver afectados por las automatizaciones y los controles de la IA, de la docencia a la ganadería pasando por todo tipo de actividades. La cuestión es: ¿justifica el abaratamiento todo? Indudablemente, desde una perspectiva de la empresa, se contestará que sí. Pero esto es algo más, es un cambio de modelo de sociedad con consecuencias imprevisibles (o quizá lo contrario).
En un país de camareros donde los jóvenes ya no quieren serlo por la explotación y la ausencia de promoción que supone, habría que empezar a pensar en las consecuencias. Pero las consecuencias no suelen tener mucho espacio mediático, mientras que sí hay abundante apoyo económico para promocionar la automatización creciente de los sectores.
Desarrollar una sociedad a enorme velocidad sin tener en cuenta los efectos sociales de las transformaciones es, en el mejor de los casos, irresponsable. ¿Pero quién define la responsabilidad social? Este ritmo de limitar el empleo y redirigirlo en una pequeña parte al sector innovador y una mayoría a sectores como la fontanería y ocupaciones similares, a la hostelería y poco más es un serio reto. Digo "reto" porque mantengo la esperanza en que alguien, en alguna parte, esté pensando en cómo se puede realizar el cambio afectando al menor número posible de personas, algo difícil y que requiere personas del caso primero, la creatividad. Y va a hacer falta mucha creatividad para frenar lo que viene.
Hablamos de la IA, pero parece que renunciamos a nuestra inteligencia histórica, por llamarla así, y no calculamos los efectos de los cambios que provocamos con la esperanza de que no nos afecten. Pero nos afectan. Cuanto antes nos demos cuenta, mejor.
La Inteligencia Artificial es uno de los grandes logros humanos. El problema, como en cualquier otro sector, es cómo afecta a nuestro entorno, actividades y relaciones. En un momento crítico, debido a las crisis energéticas y al cambio climático, la entrada de un elemento tan poderoso y a tal velocidad de desarrollo, puede provocar efectos masivos que sea difícil detener o evitar sus consecuencias.
* Kate Morgan "The jobs AI won't take yet" BBC 8/05/2023 https://www.bbc.com/worklife/article/20230507-the-jobs-ai-wont-take-yet
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