Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Un
chiste es un chiste; un insulto es un insulto. Un chiste puede ser insultante,
igual que un insulto puede ser gracioso sin dejar por ello de ser un insulto. De lo que estoy seguro es que el
concepto "libertad de expresión" no tiene nada que ver con los
insultos, sino con el respeto. Se hizo para las ideas, no para faltar a nadie.
Pero queda muy "legal" y hasta da un tono distinguido forzar el
concepto para convertirlo en una especie de refugio de la mala educación. Y
España está siendo cada día un espejo de defectos, en especial, de perversión
de los conceptos sanos y respetables para hacer parecer la mala educación un ejercicio de
libertad. De verdad, creo que la libertad está para otras cosas y que hay
diferencias entre un hermoso poema y un eructo. Los dos expresan al que lo
hace, sí, pero dejan a cada uno a su altura.
Todo
esto viene por la maldita manía de los chistes regionales y locales, cuna de estereotipos
manidos y perversos y el enésimo caso en el que alguien tiene que pedir
disculpas por ser chistoso. Me refiero al caso,
contado por El País, titulado "Un chiste sobre andaluces de un guionista
de ‘Allí abajo’ revoluciona Twitter". Confieso que no entiendo el sentido
que se le da en el titular al verbo "revolucionar", quizá sea por
darle un poco de épica al asunto. El caso es este:
"La primera vez que escuché
la Salve Rociera pensé que el estribillo decía: 'Leo leo leo leo leo', pero
luego caí en que era una canción andaluza y eso no podía ser". El viernes
30, Sergio V. Santesteban tuiteó este chiste con la etiqueta #ViernesSanto y
desató la polémica. Santesteban es guionista de la serie de Antena 3 Allí abajo, en la que los tópicos sobre
andaluces y vascos es uno de sus principales elementos de humor. Sin embargo,
el mensaje generó una lluvia de reacciones por parte de numerosos usuarios que
pedían explicaciones tanto a él como a la cadena y la productora por el chiste,
incluso llegando a pedir su despido.
La reacción de la productora
Plano a Plano fue desvincularse del comentario, destacando que se trataba de un
comentario personal y un "chiste desafortunado". Otros compañeros de
la serie como el actor y también guionista Óscar Terol o el actor Jon Plazaola
afearon al autor del tuit su mensaje. Ambos han borrado sus tuits (Terol
incluso ha borrado su cuenta de Twitter), que, junto al mensaje de la
productora, provocaron una reacción de apoyo al guionista por lo que muchos
otros tuiteros consideraban un simple chiste que no debería haber tenido mayor
repercusión.*
Ni me indigno ni lo aplaudo. Solo lamento que el "humor"
se haya quedado en esto y, sobre todo, que se apele a la libertad de expresión
por parte de algunos. Evidentemente, el ingenioso guionista puede seguir
haciendo chistes de este cariz o de otro, pero con no reír las gracias es
suficiente. Lo malo es que ahora ya no vivimos de hacer reír, sino de causar
escándalos, controversias e irritación con los chistes.
Ha habido en estos años más de uno que se llama a sí mismo
"humorista" que ha alcanzado notoriedad por hacer este tipos de
chistes insultantes. El autor del chiste ha pedido disculpas relativas, en otro rebuscado ejercicio de ingenio, no se sabe muy
bien si por haberlo pensado o por haberlo enviado con esos dedos inquietos a lo Trump.
El tuit, como le gustaba decir a Breton de la escritura,
puede ser más rápido que el pensamiento. Por eso acuñó el concepto de escritura automática tratando de burlar
la censora razón. A veces da la impresión que algunos hacen lo mismo, primero
lo mandan y luego lo piensan.
No creo que haya que darle mucha más importancia al caso en
sí, pero sí algo más complicado en estos tiempos de gatillo fácil, reflexionar
un poco, que nunca viene mal. Los insultos disfrazados de chistes no son
muestras de creatividad real, solo camuflaje para el tópico y la mala leche,
que es el punto de sazonado del humor español.
Hace mucho que huyo de las comedias españolas porque
recurren en abundancia a este tipo de humor en donde se combinan sexo,
regionalismo, política y religión en distintas proporciones. Sencillamente, no
entro en este humor. En vez de aprender de Lubitsch, lo han hecho de resacones y despedidas de soltero. No le veo la gracia a Torrentes y similares desde hace mucho. Y han creado escuela. Me
resulta incomprensible ver a personas desternillarse con ciertas cosas. Quizá sea
un problema de educación, mía o de los otros.
En vez
de dejar claro que es un error, es muy español "sostenerla y no enmendarla".
Se trata por ello de construir un gigantesco conflicto, recurriendo a la
perversión de la mayor, que es la libertad de expresión. Así lo ha hecho el
sindicato de guionistas:
El sindicato de guionistas ALMA también salió
en defensa del escritor: "En ALMA defendemos y creemos en la libertad de
expresión dentro y fuera de las series, películas y programas que escribimos.
Un chiste jamás debería ser razón para penas de prisión o para que nadie pierda
su trabajo. Esperamos que productoras y cadenas estén a la altura y protejan de
la hoguera de Twitter a los trabajadores que escriben cada semana sus
éxitos".*
Esto sí
que es un buen chiste, un poco desproporcionado, pero chiste. No se entiende
bien a qué viene ese tremendismo. No sé qué tipo de "pena de prisión"
se me ocurre para un chiste así. Tampoco que tenga que perder su trabajo por
hacer chistes malos, aunque por eso sí se despide a la gente. El chiste era
malo, sin más. Pero, cuidado, no vaya a ser que algunos hagan chistes malos
para evitar que les despidan y hacer que otros les defiendan. El ingenio da para mucho.
Los
chistes basados en estereotipos sexistas, racistas, xenófobos, etc. son peligrosos
y no tienen gracia, aunque sí hacen gracia a los sexistas, racistas,
xenófobos, etc. Eso es parte del problema. He pasado mucho tiempo con personas de diferentes países y culturas. En vez de reírme de ellos, procuro aprender. Me han enseñado muchas cosas y algo muy importante: a respetar.
En
Estados Unidos son muy dados a hacer chistes sobre "canadienses"
(vecinos del norte) "mejicanos" (vecinos del sur),
"polacos", "judíos", "chinos", "italianos"
e "irlandeses". Demasiados clubes de la comedia que llenar.
Hace
poco volví a ver una película de los años ochenta sobre cómicos. Son dos
comediantes interpretados por Sally Field y un juvenil Tom Hanks. A ella le
venden chistes sobre polacos para sus actuaciones. Él se dedica a hacer
imitaciones de taxistas chinos dando explicaciones sobre sus recorridos por
Nueva York. En Saturday Night Live le
dedicaron el otro día un sketch a los irlandeses; era para celebrar el día de
San Patricio, decían. A los norteamericanos, como a los británicos, les gusta
reírse de las familias grandes y de los matrimonios llenos de hijos, como los católicos.
Es uno de sus temas favoritos, como buenos protestantes. Quizá los irlandeses
están muy ocupados con sus familias y no tienen tiempo de ir a los clubes a
escuchar chistes sobre nacimientos, familias numerosas y bodas. Igualmente los
ciudadanos chinos están trabajando duro para sus familias y nunca los verán
sentados en clubes de la comedia donde se les insulta.
Es un
gran defecto convertir el hecho de nacer en un sitio u otro en motivo de
escarnio. Los prejuicios son los padres de los estereotipos. Ambos nos impiden
viajar más allá de la zafiedad acumulada. En España tiene además peligros
añadidos porque parece que nos sienta mal vivir juntos sin levantar barreras de
desprecio y superioridad.
Hacer
chistes sobre otros implica presuponer una superioridad
sobre ellos. Cuanta más violencia o insultos transmite el chiste, más
desprecio se acumula. Lo malo del chiste es que está hecho para que otros se
rían, es decir, para que asuman nuestros puntos de vista. Y ahí es donde se
produce la tensión. Los malos chistes, como las malas hierbas, donde caen salen
sin remedio. Sembrar machismo o racismo despreciando a grupos humanos por el
solo hecho de serlo es un mal camino. Como los boomerangs, siempre vuelven y
nos dan en el cogote con fuerza proporcional a nuestra estupidez.
El País
incluye un vídeo que han titulado así: "VÍDEO: Entrevista con el experto
en Derecho Laboral, Daniel Cifuentes, sobre las consecuencias jurídicas para el
trabajador". No sé si forma parte del mismo chiste o es otro nuevo.
No hace
falta mandar a nadie a la cárcel, amenazarle, insultarle, etc. Pero por favor,
no usen el argumento de la libertad de expresión, que es algo por lo que mucha
gente muere cada día en el mundo, para justificar una metedura de pata o un mal
chiste. Y el que lo ha hecho, que aprenda y procure
evitarlo refinando su humor. Insistir en algo que no tiene gracia es condenarse
a tener un público que le jaleará, sí, pero no por su ingenio sino porque es
incapaz de entender algo más allá. Algunos buscan ese público porque es el más fácil de satisfacer.
Por el tuit que ha hecho público el autor, me temo que no ha entendido o no ha querido entender dónde está el problema. Ha elegido el camino del orgullo ingenioso. Allá él.
"Un
chiste sobre andaluces de un guionista de ‘Allí abajo’ revoluciona
Twitter" El País 2/04/2018
https://elpais.com/cultura/2018/04/02/television/1522666201_972953.html
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