domingo, 1 de abril de 2018

Primeras reacciones


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Conforme pasan los días tras las elecciones egipcias y se espera la proclamación de los resultados oficiales, el clima se complica por las reacciones más allá de las esperadas. No ha habido, por ejemplo, ninguna reacción de la defenestrada oposición sobre los resultados. No hemos visto, al menos, en estos días ningún análisis por parte de los ex presuntos candidatos. El motivo de algunos es obvio, están encarcelados; otros decidieron cambiar libertad por silencio y apoyo, como Shafiq. Pero todavía quedan algunos que podrían haber salido a decir algo, una sencilla interpretación.
Por eso podría sorprender que los ataques más virulentos contra el gobierno (no contra el intocable presidente al-Sisi) provengan del parlamento, tal como hemos tenido ocasión de comprobar en el estatal Ahram Online.
Tras discutir algunos si deben dimitir los gobernadores provinciales (recuerden que eran los principales responsables de algo que no lograron, reducir la abstención), llegando a la conclusión de que la constitución egipcia no exige que dimitan, el diario recoge las opiniones de los diputados sobre lo que debe ocurrir con el gobierno tras las elecciones:

Many MPs said on Saturday that they expect that the current government – led by Prime Minister Sherif Ismail – will submit its resignation following the end of the first presidential term.
Alaa Abed, head of parliament's human rights committee, said in a statement on Saturday that "Egypt is in desperate need of a new government."
"We need fighters, not cabinet ministers and provincial governors with trembling hands," Abed said, adding that "the current government of the prime minister includes a considerable number of cabinet ministers who were not up to the people's expectations, and they should be replaced by new ones who can deliver on reforms and improved services in the second presidential term.”
Ahmed Ismail, a member of parliament's defence and national security committee, said "there should be a sweeping cabinet reshuffle that should include no less than half of the government's cabinet ministers."
Mohamed Abdallah Zein, deputy chairman of parliament's Transport Committee, said "the current government led by Prime Minister Sherif Ismail has done all it can in the first presidential term, and it should be changed in the second term.”
"This government has lost its shine and there should a new one with young faces,” Zein said.
Ashraf Reheim, an MP affiliated with the Nile Delta governorate of Beheira, said "in the second presidential term, Egypt needs a new government with a new mentality.”
"As the government of Sherif Ismail shouldered the burden of implementing the IMF's package of harsh economic reforms in the first term, it is important that this government be changed to reflect a new term based on compensating citizens who can no longer afford the costs of another wave of difficult reforms," Reheim said.*


No es fácil encontrar un caso en el que, tras ganar unas elecciones presidenciales, el parlamento que apoya al gobierno busque cortar cabezas con tanta precipitación. Puede que no todo haya ido de la forma esperada y haya que buscar unas cabezas que cortar. Hay que recordar que recientemente se produjo la entrada de cuatro ministras, de la que se presumió como de modernidad por la entrada de mujeres. También entró un ministro con mal pie, el que se permitió reprochar a los pobres del sur contaminar con su presencia ciudades como El Cairo.
El gobierno egipcio ha estado en crisis permanente desde que asumió el poder al-Sisi. Por aquí han pasado personajes tenido vidas políticas efímeras o que han tratado de marcas su paso por el gobierno, como El-Zind, el ministro de justicia (famoso por hacer que en los llamados "matrimonios de verano" mediante los cuales los árabes ricos se podían comprar esposas menores egipcias tuvieran que dejar una fianza en bancos por si las devolvían a las familias) que tuvo que dimitir por decir que encarcelaría al mismísimo Mahoma si cometiera algún delito. El escándalo salpico al ministro, antiguo presidente del Club de Jueces, haciendo que dimitiera.
Pudiera sorprender la virulencia contra el gobierno. Lo que hasta hace unos días todos eran logros y modernidades, ahora es un clamor parlamentario pidiendo cambios y acusando al gobierno de no gobernar, estar quemado y necesitar mano dura.


Es evidente que lo ocurrido en las elecciones, la baja participación y todos los incidentes con los candidatos en la precampaña, pasan ahora factura y que, para dejar limpia la figura presidencial, se arremete contra el gobierno y los gobernadores provinciales.
Los ataques a los gobernadores provinciales  estaban cantados después de la abstención. Pese a haber prometido agua a los pueblos que no la tenían o mejoras en las infraestructuras de los pueblos que más votaran, pese a haber amenazado a los electores con multas de 500 libras si no votaban, etc. su misión no se ha cumplido. Lo que se esperaba, la legitimación del sistema, de los hecho y de la presidencia no se ha producido. Por mucho que se puedan manipular las cifras para llegar a unos mínimos de participación aceptables, que puedan ser vendidos como apoyo al régimen, lo cierto es que el objetivo no se ha cumplido. Se ha votado menos pese a las enormes inversiones y recursos de todo tipo para llevar a los egipcios a las urnas.
Este desenfreno renovador que le ha entrado al parlamento egipcio muestra también la apetencia de cargos más allá de las cámaras. La labor parlamentaria es motivo de ataques continuos desde todos los ángulos. Sobre ellos cae lo que no cae sobre el presidente o el propio gobierno, que tiene más acceso al poder. Los parlamentarios saben que ha podido llegar su hora si se pretenden hacer cambios constitucionales. Y su hora significa más poder y acceso al gobierno de lo que se hayan hecho fuertes allí.
Llama la atención por su rotundidad el llamamiento a la fuerza del cabeza del Comité de Derechos humanos (antiguo policía) con su "we need fighters" en el gobierno, acusando a los actuales ministros del gabinete de demasiado "blandos" e inactivos.


La mayoría de las palabras recogidas por Ahram Online responsabilizan al gobierno y apuestan por la renovación para poder hacer los planes. Durante este tiempo, el gobierno egipcio y el propio presidente se han encargado de "prometer". De todas esas promesas hay muy poquito cumplido y muchas cosas es difícil que salten del papel a la realidad. Pese al intento de mostrar un mando eficaz, los egipcios saben que decir "que se haga" no significa que se haga. Y muchas de las intervenciones presidenciales han sido ese tono firme poco confirmado por los hechos.
Con el título "How Egyptians’ attitude toward voting has changed over 7 years", Mada Masr nos describe la forma en que se han percibido estas elecciones presidenciales dentro del proceso abierto en 2011:

Following the 2011 revolution, there were several elections in the path to build the post-January 25 state. In the seven years afterward, the enthusiasm of Egyptians has steadily waned from the elation of the 2011 constitutional referendum through to the parliamentary elections that same year, followed by a presidential election and two more constitutional referendums, before reaching the indifference that washed over the 2014 presidential elections and the 2015 parliamentary ones.
“In the 2011 and 2012 elections, people were very keen on participation,” 37-year-old Salma says. “Many were voting for the first time. People were serious about elections and had big hopes for change.”
Elections in Egypt have been through several transformations in the past few years: From the pre-revolution parliamentary elections in 2010, in which the ruling National Democratic Party won a sweeping majority amid flagrant vote-rigging, to the fierce competition witnessed in the 2011 parliamentary elections and the 2012 presidential elections, and back to elections with predictable results for the 2014 presidential vote, in which Sisi won by a landslide against his only competitor, Hamdeen Sabbahi. Then came the 2018 presidential bid, in which competition was completely eliminated, featuring one little-known Sisi supporter who ran at the last minute in an apparent effort to ensure that the elections did not turn into a referendum.
Voter turnout soared during the 2011 parliamentary elections at 66.5 percent, and remained high at 51.8 percent during the second round of the 2012 presidential elections, before falling to under 50 percent in all votes that followed.**


El entusiasmo inicial de los egipcios por tratar de cambiar al país tras el apático periodo de Hosni Mubarak se ha ido desvaneciendo conforme se enrarecía más el clima político. De la inicial esperanza democrática a hoy han pasado muchas cosas en Egipto. Las esperanzas se fueron perdiendo como desencanto y solo algunos jóvenes mantienen la esperanza en cambiar aquello que se esfuerza en volver al punto de partida, con un escenario social y político dividido.
Ha sido un error político muy grave identificar democracia con caos y eficacia con autoritarismo. Las cosas no funcionan así. La situación económica de Egipto ha demostrado que había que hacer reformas que casaban poco con los deseos de la presidencia.
La insólita demostración de arbitrariedad manifiesta al hacer promesas de mejoras de servicios, de inversión en infraestructuras en las zonas que más fueran a votar frente a aquellas que se abstuvieran habrá dejado perplejos a los inversores y a las instituciones financieras internacionales que están prestando a Egipto para cambiar su perversa economía, acostumbrada a este tipo de criterios y a la corrupción.
El gobierno egipcio ha invertido mucho dinero, necesario para el país, en tratar de llevar a los ciudadanos a las urnas. El gasto está hecho y los resultados son malos, muy malos. Pero es peor la imagen que se ha transmitido con todo esto. Es algo que los propios egipcios han percibido. Mada Masr cuenta en el artículo citado el reclamo de pagar 150 LE a mujeres reclutadas a través de Facebook para permanecer el día delante de los centros de votación y a traer a los electores, entre otras tácticas desarrolladas.
Pese al enorme esfuerzo realizado, la abstención creció. Se sigue pensando en términos festivos en vez de trasladar al electorado la idea de que se está creando un país habitable. La política del miedo seguida puede llevar a los miedosos a las urnas, pero no despertar esperanzas en casi nadie. La ampliación del Canal y algunos edificios de la nueva capital no estaban en los sueños de ningún egipcio, que los tiene mucho más modestos y cercanos.
El movimiento pidiendo cambios en el gobierno seguirá. Una vez terminado el proceso electoral, se alzarán más voces pidiendo cambios. Los que esperan se impacientan. Sus voces reclaman ahora mayor acercamiento a las demandas del pueblo, a sus necesidades. Temen que si el pueblo  sigue alejándose las urnas, el gobierno y la presidencia, el parlamento mismo, queden fuera del juego. Y entonces se puede producir un serio problema, porque significará que se cree muy poco en lo que les prometen.



* "Egypt's parliament would swear in President Sisi for second term in early June: House spokesman" Ahram Online 31/03/2018 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/293813/Egypt/Politics-/Egypts-parliament-would-swear-in-President-Sisi-fo.aspx
** "How Egyptians’ attitude toward voting has changed over 7 years" Mada Masr 31/03/2018 https://www.madamasr.com/en/2018/03/31/feature/politics/how-egyptians-attitude-toward-voting-has-changed-over-7-years/

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