Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Por
mucha lógica que pueden aparentar tener las guerras, acaban siendo una maraña
de razones que se anulan unas a otras. Solo es real el dolor. La lectura de
prensa en ambos "lados" es sorprendente por lo opuesto de las
posiciones y por los despropósitos que representan a través de elecciones
binarias que se van alejando del centro real. En realidad no se ha producido un
avance con el ataque, sino un
retroceso, es decir, a la invocación de momentos negativos anteriores. Basta con ver las diferentes
interpretaciones del bombardeo y sus consecuencias desde los prejuicios
establecidos, que actúan provocando una auténtica ceguera.
Como guerra civil, la de Siria solo
tiene la opción de un ganador, un líder poderoso. Su poder se manifiesta
precisamente porque ha podido exterminar al rival, lo que le ganará el respeto
o el miedo. Siria no sale de una democracia, sino como Libia, Egipto o Yemen, lo hace de unas dictaduras acostumbradas a hacer desaparecer a sus rivales,
exterminándolos. Han podido tolerarlos por momentos, pero siempre y cuando
caminaran por el sendero marcado y sin dejarles crecer demasiado. Por eso han
resultado estados autoritarios y falsas democracias.
Tras
siete años de la "Primavera árabe", es una constatación que es más
importante el poder que la democracia. El poder asegura el statu quo, mientras que la democracia puede hacer
perderlo. No se lucha por las libertades, sino por conseguir el poder. El "ideal"
es un gobierno fuerte que reparta privilegios entre los que le sirven. Bajo ese
manto tratan de acogerse aquellos que se encargan de perpetuar su propio estado
personal y el del poder general. El pueblo llano solo quiere tranquilidad y
poder desarrollar su vida en mitad del caos y la indiferencia. Se ha pasado de
combatir al "club de los dictadores" al aplauso a los que les han
sustituido o, como en el caso de Siria, a los que han resistido con el apoyo
exterior.
A los
que querían más libertades, modernidad y democracia, simplemente los han
barrido, como ha ocurrido en Egipto, dejando la cuestión democrática en una
farsa electoral, un gobierno bajo estado de excepción y la conversión en
traidores de todos aquellos que discrepan.
Las
reacciones ante los ataques sobre objetivos estratégicos de Estados Unidos,
Reino Unido y Francia son muy diferentes en cada lado. En Estados Unidos, el
electorado de Trump se ha sorprendido al ver a su presidente ordenando un
ataque después de decir días atrás que Estados Unidos saldría fuera de Siria.
Lo más
sorprendente de la ceguera es que quienes no dan ninguna importancia a las
bajas por armas químicas son los países que deberían estar más preocupados. Sin
embargo, esa "línea roja" solo parece preocupar a los países
occidentales, cuyas opiniones públicas se horrorizan ante lo que ven, pero
cuyas reacciones son contra la propia intervención en muchas ocasiones.
El
antiamericanismo no ha surgido con Trump, pero sí está ayudando a darle nuevos
bríos. Nada más significativo que la respuesta egipcia. Trump es el "amigo"
del presidente al-Sisi. Egipto presumió de ser el primer país en felicitar a Trump
y alegrarse de la derrota de Hillary Clinton, la continuadora del odiado Obama,
que fue el que apostó por las democracias árabes, y al que por allí consideran
creador del Estado Islámico. Es el caos absoluto.
Las
reacciones a la intervención no se ven como un intento de frenar el uso de
armas químicas contra los sirios. Es preferible aceptar la versión del montaje y
de la intervención imperialista. Unos días importan las vidas de los sirios más
y otros importan menos, en función de quién sea el que les ataca. Eso en una
guerra en la que participan dos países no árabes, Rusia e Irán.
Como
veíamos el otro día, como parece imposible probar nada, si se niega todo,
funciona. La guerra siria está llena de calamares arrojando su tinta en cada
acción. Ya no hay interlocutores capaces de orientar sin manipular a la opinión
pública mundial.
Con el titular "Egypt MPs denounce 'Western tripartite
aggression' against Syria", el parlamento egipcio, con un ejército
financiado por los Estados Unidos, firmante de los acuerdo de Camp David, y
amigo de Donald Trump, escenifica su rechazo a la intervención de la siguiente
manera:
Egypt's MPs issued statements Saturday
condemning what they called "the West's tripartite aggression against
Syria," urging the Arab summit in Saudi Arabia to take a united stand.
Parliamentary spokesman Salah Hassaballah said
the American-led attack against Syria comes to serve Israel.
"It is in the Israeli interest that Syria
remains divided and plagued by armed struggle," Hassaballah said, adding
that "America's attack comes without first investigating in a transparent
way whether Syria's Bashar Al-Assad has used chemical weapons."
"We all remember how the Americans used
fabricated and bogus evidence on Iraq's possession of nuclear weapons to attack
it in April 2003," he said, adding that "The same scenario is being
used to destroy another Arab country."
The United States, Britain and France carried
out a wave of punitive strikes against Bashar al-Assad's Syrian regime on
Saturday in response to alleged chemical weapons attacks that President Donald
Trump branded the "crimes of a monster."
Tarek Radwan, head of the Egyptian parliament's
foreign relations committee, said Trump's aggressive policies come after Syria
was able to stem the tide of terrorist organisations on its territories.
"Their attacks today come to help
terrorist organisations spread chaos in the Arab world, help Israel and settle
old accounts with Russia at the expense of the Syrian people," Radwan said.
Alaa Abed, head of the parliament's human
rights committee, said in a statement that the Arab summit scheduled to be held
in Saudi Arabia Sunday should take a united stand against "America's
aggression against an Arab country".
Abed said the attack on Syria comes to serve
the interests not only of Israel, but all terrorist organisations that aim to
disrupt the Arab world.
"I think it is now high time that Egypt's
proposal, that a joint Arab armed force be formed to defend the Arab world
against foreign aggression, be discussed," he said.
Mostafa Bakri, an independent MP, said
America's bullying and aggressive practices in the Arab world represent a
violation of international laws and legitimacy.*
Como puede apreciarse, la figura de Bachar Al-Asad ya no es
la del monstruoso dictador, sino la
del heroico salvador de la patria, aquel que trata que la perversas fuerzas
occidentales no destruyan su país dividiéndolo. Hasta hace poco era un criminal
que debería responder en los tribunales internacionales por sus actos contra el
pueblo sirio. Hoy ya no toca.
Está claro que nadie va a sacar a Al-Asad del poder, que es
de lo que se trata. No habrá ninguna conversación si se pone eso sobre la mesa.
Por eso se hace necesaria la expulsión o el exterminio de todos aquellos que
puedan perturbar el futuro del régimen.
Las declaraciones de los diputados egipcios son un brindis
al sol, claro. Su dependencia de Estados Unidos es grande y ellos no renuncian
a nada, especialmente si se financia al Ejército, centro y motor del país. Su
"antiamericanismo" es precisamente lo que la gente quiere escuchar,
una peligrosa argucia que puede salirle mal en cualquier momento. No es fácil
estar jugando siempre a recibir dinero de Estados Unidos, ayudas de Europa y
después jugar al antioccidentalismo. No hablamos ya de la doble cara en la
cuestión israelí. Mientras se trabaja conjuntamente con Tel Aviv, los políticos
siguen aparentando que Israel es el enemigo,
evitando así convertirse ellos mismos en "aliados sionistas" ante sus
propios agitadores, tanto la izquierda nasserista como los islamistas.
Podrían parecer sorprendentes las palabras del presidente
del parlamento egipcio, Alaa Abed, llamando a la creación de un "ejército árabe"
para defenderse de las agresiones "extranjeras". No lo son tanto si
se entienden dentro de la esquizofrenia existente en Oriente Medio, en su
contradicción permanente, donde nunca se piensa en ninguna solución que se
pueda construir sobre el diálogo, sino sobre el poder.
Los restos del
conflicto sirio se sumarán a los restos de Egipto, a los de Libia, a los de Yemen, creando un
fondo conflictivo que seguirá produciendo un espacio de represión como única
salida a la irresolución de sus propios conflictos históricos. Por muchas
intervenciones extranjeras en la zona, el conflicto de muchos países es el
resultado del choque entre dos mentalidades en el mundo árabe ambas manipulando
a sus propios pueblos para acceder al poder. No hay salida entre el autoritarismo
de unos y otros y la debilidad de los demócratas que no tienen más remedio que
salir de allí ante el ataque de ambos contendientes.
The New
York Times, por su parte, titula irónicamente "‘Mission Accomplished!’ But
What Is the Mission in Syria?", dejando clara la confusión creada por la
iniciativa de un Trump que quería sacar a Estados Unidos de Siria hace unos días.
WASHINGTON — On the morning after, President
Trump declared success. The surgical strike against chemical weapons facilities
in Syria had been executed perfectly, he said on Saturday. “Mission
Accomplished!” he wrote on Twitter.
That’s a phrase presidents and politicians have
studiously avoided since President George W. Bush’s ill-fated aircraft carrier
visit prematurely declaring success in the Iraq war. But aside from the curious
choice of words, it raised the essential question regarding Syria going beyond
the one-time strike: What exactly is the mission?
For most of Mr. Trump’s presidency, it has been
to defeat the Islamic State and then get out. But what Mr. Trump outlined in
his televised speech to the nation on Friday night was something more
complicated. He promised a sustained campaign to stop Syria’s government from
again using chemical weapons on its own people, while also emphasizing the
limits of America’s ability or willingness to do more to stop the broader
bloodletting that has devastated that country for seven years.
Mr. Trump finds himself in a position not all
that different from that of his predecessor, President Barack Obama, and with
no easier answers. The strike brought home Mr. Trump’s competing impulses when
it comes to Syria — on the one hand, his manful chest-thumping intended to
demonstrate that he is the toughest one on the international block, and on the
other, his deep conviction that American involvement in the Middle East since
the attacks of Sept. 11, 2001, has been a waste of blood and treasure.**
Las contradicciones de Trump son grandes, pero sus errores son los que cuentan. Y no son pocos. No hace mucho se paseaba triunfante por Oriente Medio y juntaba sus manos con las autoridades de Arabia Saudí y Egipto, Desde entonces todo ha empeorado. Nadie sabe ya a estas alturas cuáles son las acciones más adecuadas sobre Oriente Medio. Se haga lo que se haga, todo parece ser contraproducente.
Castigar a Bachar Al-Asad por masacrar a su pueblo se vuelve contra quien lo haga, cuyo argumentos serán negados en esta guerra de negaciones , desmentidos y fake news. Al-Asad ya ha utilizado anteriormente arnas químicas y también las prohibidas bobas de racimo, con enormes efectos sobre las poblaciones. Quien debería frenarlo, Rusia, no lo hace. Ya todo vale.
Los republicanos se ven entre sus promesas de apartarse incumplidas, el gusto de escuchar gritar "¡victoria!" a su presidente y el horror a seguir comprometidos en algo que ya no entienden. ¿Qué misión se ha cumplido realmente? Aparte de la mala
elección de la expresión (todos han recordado la frase en la época de Bush),
algo frecuente en Trump, los norteamericanos se preguntan qué han hecho
realmente o para qué ha servido lo hecho.
La versión de oriente medio es que han atacado antes de que
pudiera probarse que el régimen de Al-Asad fue el autor del ataque con armas
químicas, aunque parezca tener todas las papeletas. Ha servido para alentar de
nuevo el antiamericanismo y el antioccidentalismo en medio mundo árabe y volver a
revivir la teoría de que los Estados Unidos ayudan a los terroristas. Han aprendido a meter en el saco del terrorismo a todos los que les llevan la contraria.
Occidente se encuentra siempre en la misma tesitura: si
actúa es culpable y si no lo hace también. Nadie cuestiona, en cambio, la
intervención rusa, que a todo el mundo le parece normal. Hoy es Rusia quien
reparte los chicles y chocolatinas en la zona. Ellos nunca están en ningún
sitio, solo pasan. Como en Ucrania, ellos no estaban allí, pese a las quejas de
las madres de los soldados rusos muertos en suelo ucraniano, víctimas no
declaradas de un ataque inexistente. Sus hijos había muerto en combate, pero ni eran soldados rusos ni
Rusia intervenía. ¡Paradojas de las guerras!
2011 |
Cuando comenzó la primavera árabe en 2011, todo el mundo
tenía claro que Bashar Al-Asad era un criminal que castigaba a su pueblo.
Conforme aquello fue adquiriendo diversas dimensiones, Al-Asad se fue mutando
en un defensor de las libertades frente al terrorismo del Estado Islámico y el
mundo dejó de fijarse en los combatientes por un estado laico con libertades
que se habían alzado contra la dictadura de los Asad. Pronto empezó a mezclarse
todo allí: islamistas, kurdos, iraníes, yihadistas internacionales, turcos,
rusos, norteamericanos, saudíes, franceses, británicos, etc. Algunos se han
dado cuenta que ocurra lo que ocurra, quedará Bachar Al-Asad en pie, que Rusia
no contempla otra opción. No ha invertido para que haya una salida negociada,
le guste a Occidente o no el resultado. El problema no será Occidente, desde luego,
sino cómo va a administrar Arabia Saudí y demás la presencia iraní y si esto es
solo el comienzo.
Lo que Trump ha hecho no es mucho, un ataque quirúrgico,
como decía The New York Times, pero ha dado alas al régimen, que ahora
presentará —por si no pensaba hacerlo ya— la retirada de las tropas de Siria
como una gran victoria. Dejará a los grupos anti Al-Asad no islamistas al aire
y a Turquía las manos libres con los kurdos. Los yihadistas desaparecerán para
reaparecer en cualquier otro sitio. Igual ocurrirá con los kurdos.
Si observamos las reacciones en ambas orillas del conflicto,
vemos que solo ha aumentado la confusión, ingresando más conflictos latentes. Con
un Trump imprevisible, de palabra y obra, no resulta fácil a los estrategas
avanzar en el tiempo por el escenario que, pese a los siete años trascurridos,
sigue siendo imprevisible. Los únicos destellos que salen ya son los de crueldad
contra la población sitiada, cuyos acuerdos humanitarios no se cumplen, con niños
y adultos gaseados. Cualquier intento de razonamiento con alguien que hace algo así es absurdo. Seguirá haciendo lo que quiera, como siempre ha hecho.
Siria es más que una guerra. Es el escenario donde se cerrará la posibilidad del establecimiento de democracias reales en el mundo árabe. Es la confirmación del modelo de "club de dictadores" que durante décadas se hizo con los países, creó su propio mundo de los negocios turbios, y enseñó que solo una mano fuerte puede mantener un orden sangriento en los países. Esa mano es y será besada una y otra vez.
Nadie apuesta nada por Siria, un país en ruinas sobre el que desfilar
victorioso.
*
"Egypt MPs denounce 'Western tripartite aggression' against Syria"
Ahram Online 14/04/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/297663/Egypt/Politics-/Egypt-MPs-denounce-Western-tripartite-aggression-a.aspx
**
"‘Mission Accomplished!’ But What Is the Mission in Syria?" The Bew
York Times 14/04/2018
https://www.nytimes.com/2018/04/14/us/politics/trump-syria-policy.html
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