Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Muy
interesante y nos debería hacer reflexionar el artículo de ayer de Berta
González de Vega en su blog "Mejor educados", del diario El Mundo. Con
el título De cómo el debate ayudó a los chicos de Parkland con el
#NeverAgain", la periodista da cuenta de la importancia que ha tenido para
la reacción posterior a la matanza de 17 jóvenes en el instituto de Parkland el
hecho de que algunos líderes del movimiento estuvieran entrenados en las
técnicas de debate y argumentación, practicadas en su Club de Debate, una
actividad a la que muchos dan importancia esencial.
La
matanza ha servido para poner en marcha un importante movimiento por todos los
Estados Unidos que traduce en diversas acciones (manifestaciones, debates,
entrevistas, etc.,) la indignación que se produce tras cada asesinato en las
escuelas. A las manifestaciones en las calles, se junta algo importante: la
capacidad de organizar esa causa en ideas razonadas, en argumentos que convenzan
a los que han sacralizado las armas como una forma "norteamericana"
de vivir.
Señala la
periodista en su blog:
[...] Si el asesinato de 17 chavales del
instituto Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, ha sido de alguna
manera un punto de inflexión se debe a un grupo de sus alumnos, algunos de
ellos miembros del equipo de debate que nunca imaginaron que toda la
documentación que estaban estudiando
para argumentar a favor y en contra de un mayor control sobre la posesión de
armas les iba a servir para algo más que un torneo. Esos chavales son los que han argumentado con
políticos en las televisiones con un
aplomo, con una corrección, que incluso provocó que teorías conspiranoicas
dijeran que eran actores y no estudiantes para desprestigiar el movimiento
#NeverAgain. Unas afirmaciones que uno de sus líderes, David Hogg, agradeció
por la publicidad que les dieron.*
El
mejor indicador de la calidad de las argumentaciones de los alumnos de Parkland
ha sido la cantidad de insultos, amenazas y descalificaciones personales a las
que se han visto sometidos, para vergüenza de muchos. Se han enfrentado a políticos dejándolos en
evidencias, arrinconados, pulverizadas sus excusas sobre el dinero que reciben
en las campañas electorales de los donantes de la Asociación Nacional del
Rifle. Han sabido controlar en los debates a los muy entrenados representantes de
la Asociación, artistas en el manejo de las justificaciones, pero que de poco
les ha servido.
No han
tenido bastante con sobrevivir a una matanza en su instituto. Han debido
soportar de todo en su camino hacia su objetivo, el control de las armas. Se
demuestra así la enfermedad de las armas
como causante de eso constantes incidentes en los centros de educación. La
violencia de las armas, la violencia verbal por encima de la argumentación, de
la racionalidad. A la argumentación racional, sus opositores solo han sabido
oponer insultos o "falsas conspiraciones" (son actores, espías, etc.).
A una
de sus líderes, Emma González, le han gritado a modo de insulto
"¡lesbiana!" y por sus apellidos la han ligado en su paranoia con la
Cuba de Castro. Tener un apellido hispano ya da todo por explicado. Se ve aquí
la pobreza de los argumentos.
Berta
González de Vega señala la diferencia con el sistema educativo español, aunque
habla de "un momento dulce en nuestro país", en alusión a los
campeonatos escolares desarrollados en torno a la Cánovas Fundación. Queda,
pese a ello, un enorme recorrido por hacer en este país en el que se habla mucho
y se dice poco en todos los niveles, de una pobreza escandalosa en lo que a
argumentación se refiere. Más allá de los loables intentos escolares (¿participa
la enseñanza pública?), el panorama es desolador ante las evidencias de los
mínimos niveles de argumentación y expresión, oral y escrita, con los que nos
encontramos. Es una enorme sorpresa encontrarse con alumnos que sean capaces de
argumentar, exponer de forma ordenada argumentos y, más difícil todavía,
defenderlos.
Hay una
enorme diferencia entre lo que es la argumentación y lo que es hablar bien en público. La argumentación
tiene una primera fase analítica en la que se diseccionan las ideas y se
encuentra su fortaleza. En esta fase se estudian sus puntos fuertes y débiles
tratando es organizar tanto el ataque como la defensa desde el punto que se
defiende. Implica conocer profundamente las ideas, dominarlas y poder así, construir
argumentos sólidos, expresión metafórica con la que tratamos de representar su
impenetrabilidad a los ataques exteriores. La segunda fase es aquella en la que
las ideas se transforman en expresiones claras, sin ambigüedades que las hagan
débiles ante los ataques del contrario. La argumentación es una maquinaria muy
dinámica y precisa. Necesita establecer una estrategia inicial y una adaptación
constante a los movimientos del otro. No basta con tener una estrategia; hay
que observar cuál es la del contrario y decidir rápidamente la mejor respuesta,
la que deshaga sus argumentos.
Los
beneficios del debate argumentativo son muchos: capacidad de análisis, anticipación,
rapidez de reflejos, elasticidad mental, adaptabilidad, estrategia, precisión
expresiva... Frente a una educación estática o basada en la mera habilidad,
trabaja con conceptos y con construcciones de conceptos; necesita de una
importante capacidad verbal y de precisión léxica.
El
debate no es la "exposición", un mero hablar bien. Va mucho más allá.
Se puede exponer si saber lo que se dice (algo más frecuente de lo que
pensamos), pero no se puede debatir si no se tiene el conocimiento suficiente
de lo propio y lo ajeno, es decir, de nuestra postura y la de los otros.
No
tenemos modelos. Basta con ver la práctica ausencia de debates reales en el
parlamento. Se leen las preguntas y se leen las respuestas, es decir, no hay
diálogo, sino una escenificación hacia el exterior, hacia un público al que se
trata de satisfacer con lo ya sabido.
La
argumentación, por otro lado, va más allá del debate. Es la construcción lógica
de un discurso para que el argumento se sostenga en pie y no caiga en
contradicciones. Su ausencia la percibimos en exámenes y redacciones.
Argumentar es ordenar las ideas hacia un fin determinado, nuestra conclusión,
aquello a lo que hemos llegado. Es un viaje intelectual. En un debate, se juega
con la solidez de los argumento frente a los intentos desestabilizadores del
contrario. Lo contrario del debate argumentativo es precisamente el diálogo de
sordos en el que vivimos.
Antes
estudiábamos los discursos políticos, los ensayos filosóficos, etc. piezas en
las que se ordenaban las ideas para ser expuestas. Un movimiento anti
argumentativo es la base del llamado "storytelling", que es la
conversión del discurso racional en emocional a través de la personalización del
relato. El storytelling es una forma
de narrativizar buscando la empatía con el receptor. La idea se transforma en
historia que trata de vencernos más
que convencernos. Ha sido un cambio
de modelo comunicativo desde hace unas décadas que ha buscado precisamente vencer
resistencias por esa vía más emocional. Lo ha utilizado con profusión la
comunicación política. Frente a la idea,
la imagen; frente a la construcción
lógica, la lógica emocional del relato.
¿Qué otra cosa hacen los populismos, los nacionalismos, los fundamentalismos,
que apelar a las emociones frente a las razones? Con cualquiera de ellos, el
razonamiento es imposible porque sus historias están hechas para ser recibidas
emocionalmente.
Necesitamos
urgentemente introducir la argumentación en el sistema educativo. Se percibe en
muchos la incapacidad de construir un argumento de forma lógica, la incapacidad
de construir por pasos razonados, en donde uno te lleva al otro.
Argumentación
y debate son necesarios más allá de la formación de líderes, obsesión constante
de algunos. Pensar con lógica no debe ser una exclusiva, sino por el contrario
debe estar al alcance de cualquiera como forma de pensar.
Hoy
estamos empeñados en que las máquinas piensen por nosotros, que tomen
decisiones evaluando las situaciones con
mejores resultados. Puede que las máquinas hagan cosas mejor que nosotros, pero
no por ello se debe renunciar al pensamiento ni a la libertad e independencia
que nos da. Hemos llegado a la conclusión equivocada de que como las máquinas lo
hace, no debemos hacerlo nosotros. Un enorme error.
Hay de
recuperar la idea de autonomía como formación, es decir, la de una persona
capaz de pensar por sí misma, capaz de reconocer la fortaleza de sus argumentos
o su debilidad, capaz de dialogar escuchando al otro como fuente de corrección
de los argumentos propios. El debate no es solo ganar al otro, sino construir ideas que puedan ser mejor para
todos.
Hace
décadas que se comenzó un movimiento de desprestigio de la teoría y de las
ideas con las que se construyen. Todo el mundo quería aprender por la práctica. No del cerebro a la mano, sino
de la mano al cerebro. Hoy lo pagamos con la enorme incapacidad de pensar con
lógica, con la reducción del sentido. Somos víctimas así de aquellos que han
profesionalizado la seducción. No somos capaces de oponernos a sus prácticas
que nos atrapan sin poder salir de ellas.
Los
alumnos de Parkland han dado un ejemplo de capacidad de resistencia ante la seducción pensando por ellos mismos,
rechazando la fragilidad emocional y construyendo argumentos sólidos con los que han puesto contra la pared a muchos políticos y periodistas de medios afines. La formación en debates les ha sido de enorme ayuda. Han sabido exponer sus razones, que no han dejado a otros. Han arrinconado a los que querían jugar con ellos.
Ojalá se
hiciera esto en más lugares. Nunca se sabe cuándo se va a necesitar, cuando van
a envolverte en redes de mentiras, a acallarte con insultos, a fabricar
conspiraciones para estigmatizarte. La mejor defensa son las ideas sólidas.
Hace mucho que carecemos de un modelo de "persona" o "ciudadano". Nos limitamos a enseñar sin modelo, de forma centradas en las asignaturas y no en las personas. Todo parece muy "moderno", pero solo es tecnocrático. Nos preocupan más lo que quieren las empresas de nosotros que lo que nosotros podemos aportar a nuestro entorno, incluidas las empresas.
La terrible frase "no te pagan por pensar" se traduce hoy en la proliferación de protocolos y algoritmos con los que la importancia de la mente se diluye y con ella la persona en favor de máquinas y procedimientos que nos eximen de pensar. Por eso es cada vez más importante aprender a pensar, a argumentar, a expresarse con precisión, el aprender a debatir. A muchos no les interesa, pero debería ser una tarea prioritaria ante las carencias diarias terribles que observamos.
* "De cómo el debate ayudó a los chicos
de Parkland con el #NeverAgain" blog Mejor Educados, El Mundo 7/04/2018
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/2018/04/07/de-como-el-debate-ayudo-a-los-chicos-de.html
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