Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
régimen egipcio sigue empeñado, según nos cuentan en Mada Masr, es crear su
propia oposición para hacer un parlamento con dos partidos. No deja de ser sorprendente
la idea toda vez que el movimiento no surge de una división del voto sino de un
reparto de los escaños una vez realizada la votación. Es decir, sus señorías
saldrán de un planificado partido mayoritario que apoyará al presidente y de
una planificada oposición que será la que ejerza de "poli tonto". No
llegará a lo de "poli malo", porque aquí, maldad la justa.
No
contentos con tener un ridículo candidato opositor al presidente, el señor
Moussa Mustafá Moussa, frente al que todos esbozaban una sonrisa recordando
cómo media hora antes de lanzarse a la carrera presidencial era un ferviente
apoyo de al-Sisi, el sistema se empeña en parecer democrático dividiéndose en
dos.
El
final del artículo en Mada Masr nos sintetiza el proyecto:
“The state needs to fill the political vacuum
around the president, who has been relying on his popular support for the past
four years, through a new party,” Eissa previously told Mada Masr. The
discussions internal to the coalition have included establishing a second party
and the creation of a framework like the United States’ two-party system.
“[They would be] the two strongest parties in Egypt, or if one party is formed,
there would be support given to another party that the public sees as an
opposition group, such as the Free Egyptians Party or the Wafd Party,” Eissa
added.
State institutions have been involved in the
discussions around the formation of the party since they began, coalition
sources previously told Mada Masr. This inclusion has taken the form of helping
to establish a clear vision for the party, one of the coalition leaders stated.
The coalition leader tells Mada Masr the office
of the presidency has pushed to establish a party ahead of local elections
planned for next year and announced after Egypt’s March presidential election,
which it hopes will secure majority representation.*
Una vez más se confunde el efecto con la causa. Un sistema
no es democrático porque haya dos partidos; lo es porque la gente es libre de
votar o de formar aquellos partidos que representen sus ideas. La confusión es
reveladora porque muestra el mismo razonamiento seguido en las elecciones
presidenciales. No han sido democráticas porque se pusiera a Moussa como
alternativa. Por el contrario, han sido evaluadas como una farsa por toda la
prensa internacional y los observadores.
La comparación con el sistema estadounidense es ridícula
porque los norteamericanos pueden votar a muchos más partidos; otra cosa es que
haya unos partidos mayoritarios que acaban dominando las cámaras con sus
representantes electos. Pero a nadie se le ocurriría limitar el voto a dos
partidos. Son los votos de los ciudadanos los que dan la fuerza a los partidos
y no al contrario.
Se corre el riesgo de nuevo de que lo que se perciba sea una
farsa partidista en la que ya estén repartidos los papeles: los que apoyan al
presidente y los que dicen que son la oposición por decir algo. Su papel sería
el mismo que el de Moussa.
Lo que Egipto quiere es llegar a una especie de comedia del
arte política en la que estén repartidos ya los papeles, con claridad notable
para todos. Son como dos payasos, el torpe augusto y el clown de cara blanca, formando pareja
política y en cuyo diálogo uno se burlará del otro eternamente.
El problema egipcio es, una vez más, la parte oculta,
aquello que no se puede manifestar y que sin embargo está ahí, dispuesto a
salir en cualquier momento. Si Egipto quiere creer que su "problema"
son unos cientos de terroristas que campan a sus anchas por el Sinaí u otras
regiones y que puede acabar con ellos a base de expediciones militares, puede
creerlo. Pero todos saben que el problema es otro, más profundo, el que hizo
que allí nacieran las bases ideológicas del terrorismo fundamentalista islámico
en los años 20. Hoy eso está latente y aflora en ocasiones con violencia hacia
el estado o los vecinos de un pueblo cualquiera, contra iglesias coptas o
mezquitas sufís.
Fabricar una oposición después que la oposición democrática
se negó a participar en las elecciones presidenciales es mucho anticiparse. Esta forma de fabricarla parece tener un fin claro: anular a la verdadera oposición creando una pseudo oposición. Esta servirá para las fotos mientras que la oposición democrática será progresivamente eliminada acusada de cualquier cosa contra la imagen de Egipto, el orden, el estado, etc.
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