Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cada
día es más difícil "saber", obtener un conocimiento cierto sobre
algo. Hay tantas mentiras que apartar en cada caso que nos hemos hecho adictos
a lo atractivo, a lo intenso, a lo emocional, más que a lo verosímil, a lo
cierto. Solo así se puede explicar la facilidad de los rumores infundados, de
las mentiras hechas a medida, de la construcción medida de lo falso. ¡Es tan
barata la mentira, el primer arma!
La
mentira se ha convertido en un recurso de bajo coste que mantiene la intensidad
receptiva, una "irritación" constante que crea adicción. De las
mentiras infantiles a las del presidente de los Estados Unidos, el más
mentiroso de su historia, según el marcaje realizado por instituciones
dedicadas a contarlas cada día. De la mentira estratégica a la venganza
personal; de la mentira política a la comercial. Nuestros viejos filósofos se
retuercen en la tumba arrepintiéndose de habernos definido como racionales y aspirantes a la verdad,
palabra demodé para ingenuos,
idealistas o perdedores.
¡Verdades
las justas y en su campo!, parecen decir algunos. Desde que la Ciencia se hizo
complicada y dejó de ser evidente —el Big Bang, el ADN, la Física cuántica...—
la mentira se ha hecho verosímil y asequible, lo que explica su éxito. Hay que
ser experto o requiere mucho esfuerzo comprender el conocimiento que la Ciencia
nos aporta.
El País publica hoy un artículo titulado "“Tramas
secretas” de la UE y otras 678 mentiras que alimentaron el Brexit". Nos señala:
Que la Unión Europea obliga a pintar las
ambulancias de amarillo “en contra de las tradiciones británicas”, que prohíbe
“juguetes infantiles ruidosos”, que silenciará “las gaitas escocesas” o hasta
que borrará a “Gran Bretaña del mapa”. Estos son solo algunos de los bulos que
ha desmentido Euromitos, el blog que
desde 1992 publica la oficina de representación de la Comisión Europea en Reino
Unido para contrarrestar informaciones que fomentan la eurofobia difundidas en
ciertos medios de comunicación británicos. Algunas son disparatadas, como la
supuesta prohibición de Bruselas de comer los pasteles presentados en concursos
de repostería. Otras desinforman sobre cuestiones más serias, como el pago de
impuestos. Pero todas ellas tienen algo en común: si hay algún mal, la culpa es
siempre de la Unión Europea.*
Los
británicos votaron un cambio de rumbo en su historia rodeados de mentiras y
cánticos patrióticos. Hoy se debaten entre la rabia callada y la queja
apesadumbrada. "Brexit es Brexit" parece ser la única conclusión a la
que llegaron, una tautología que evitaba explicaciones a lo ya complicado.
La
mentira no es un invento nuevo, desde luego. La novedad está en la gran cantidad
de medios para propagarla, su institucionalización, la enorme cantidad de
recursos que se le dedican sin pudor y el atractivo laboral que tiene para
muchos en distintos campos.
La
época que estamos viviendo creo que no tiene precedentes. Ha habido épocas
oscuras, de ignorancia, pero no se puede encontrar una época con tan enormes
avances científicos y tecnológicos, tantas herramientas a nuestra disposición
para el conocimiento, y un desprecio mayor por las verdades y los hechos.
Al construir
una sociedad de la información, no nos hemos preocupado de los efectos de la
mentira circulando por sus entramados de forma constante. La historia de la
humanidad es la de el progreso de nuestras formas de comunicación, de las
formas almacenar y transmitir nuestra palabra. Las artes de la memoria, la escritura, la imprenta, los medios eléctricos
y ahora los digitales nos han permitido guardar información creando una memoria
colectiva, interconectada, y poder construir sobre ella nuestro conocimiento
del mundo.
La
socialización de los medios, reservados tradicionalmente a las elites, nos ha
traído una enorme batalla por la "influencia", una forma de
"poder" de un orden distinto al de la fuerza. Tradicionalmente, la
ignorancia ha sido la mejor arma para tener controlados a los pueblos. Ya no
funciona así. La manipulación por la desinformación es mucho más eficaz en un
mundo semi-ilustrado. Hemos pasado del adoctrinamiento para blindar la
ignorancia a la sutileza de las mentiras que hacemos propias a través de la
manipulación. Eso ha provocado un aumento del fanatismo. Es la base sobre la
que trabajan los populismos, que vuelven a los viejos mitos emocionales de la sangre
y la raza.
La
tendencia a romper el universo global de la información para protegerse de la información
exterior y promover la propia es ya un hecho en diversos países que reivindican
el monopolio de la información en el espacio propio y crean plataformas (legales
o escondidas) para exportar desinformación o mentiras funcionales que
modifiquen la situación de los países y los desestabilicen.
Las
mentiras del Brexit son un pequeño (aunque trascendental) ejemplo. Las mentiras estratégicas se esconden entre
miles de ellas, muchas zafias o absurdas. Son una forma de camuflaje que
intenta modificar nuestros filtros, ir modulando la credulidad que lleva a la
aceptación de otras más sutiles. La mentira nueva se afianza con nuestras
formas de procesamiento de la información, introduciéndonos en escenarios de lo
posible modificados. Aceptamos poco a poco mentiras que van encajando dentro
del contexto receptivo en el que hemos pasado a vivir. Nos bombardean para que
aceptemos la verdad de lo dicho y para transformarnos en agentes de difusión.
Pasamos a formar parte de una cadena de rumores; nos convierten en difusores
aprovechando nuestros propios lazos.
Los
ocurrido con Cambridge Analytica y Facebook no es más que la punta de
iceberg. Las guerras son ya guerras con desinformación intensiva (Siria y las
armas químicas que nadie utiliza);
las paces, también. Es la respuesta al predominio tecnológico occidental y al
encogimiento del mundo fruto de la globalización. Los que pensaron que el
control de las redes y medios garantizaba el control global de los contenidos
se encuentran con que las redes que han creado se han convertido en fuentes de
desinformación y trabajan contra ellos. La lección
norteamericana: la mayor democracia del mundo presidida por un mentiroso aupado
al poder por su enemigo tradicional usando sus propias armas tecnológicas.
Nota: los sellos iniciales de la República Centroafricana son falsos.
*
"“Tramas secretas” de la UE y otras 678 mentiras que alimentaron el
Brexit" El País 29/04/2018
https://elpais.com/elpais/2018/04/28/hechos/1524940594_944017.html
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