Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
"Estamos
en ello" fue la frase que más escuché en boca de Mark Zuckerberg a lo
largo de interrogatorio al que fue sometido por senadores y congresistas
norteamericanos. "Estar en ello" es una interesante y ambigua
expresión metafórica que no precisa demasiado, apenas una consciencia del tema
y estar pensando algo con qué arreglarlo. No anticipa mucho de las vías de
solución elegidas y tampoco precisa cómo se enmarcará el problema.
Cuando,
por ejemplo, nos dice que una de las soluciones es que los usuarios pueden
acceder al fichero de información que se dispone sobre él, no se cuestiona la
propia existencia del fichero, que es la fuente del problema. Sin
almacenamiento organizado de datos el problema se reduce a nada. La cuestión es
que la mercancía son los datos. Y los datos somos "nosotros": una
versión digitalizada y procesable, dinámica y evaluable que conecta todas
nuestras acciones en busca de patrones de comportamiento más o menos definidas
que hacen nuestras reacciones más o menos predecibles.
Hay un
párrafo relevante entre las distintas informaciones publicadas estos días de
comparecencia por el diario El País:
El empresario se encontró con unos legisladores
duros, republicanos y demócratas, que le cuestionaron por todo lo ocurrido, así
como por la fiabilidad de sus explicaciones. La prensa americana ha recopilado
estos días las múltiples disculpas que Zuckerberg ha expresado en 14 años de
carrera, desde que inventó la red en Harvard. Una pregunta del republicano John
Thune resumió bien la inquietud general en la Cámara: “Después de diez años
diciendo que podían haberlo hecho mejor, ¿qué hay de diferente en la disculpa
de hoy?”, inquirió. Zuckerberg insistió en el aprendizaje de los errores. “No
espero que nada de lo que diga aquí cambie su visión”, dijo el empresario, pero
“confío en que los cambios se vean y se valoren en adelante”.*
Creo
que muestra bien el espíritu del "estamos en ello", una expresión
medida que refleja el estado de disculpa permanente convertida en leit motiv de la vida tecnológica. Sí,
"estamos en ello" es casi una definición heideggeriana del ser arrojado al mundo, de un Da-sein virtual, por si no tuviéramos ya
bastantes problemas existenciales con el real.
Lo que
se está cuestionando (o debería hacerse) es el modelo surgido a mediados de los
90 con la explosión social de las redes que dio lugar a la canalización
posterior de las "buenas ideas" para establecer las verdes praderas
virtuales sobre las que disfrutar de una segunda vida, de una vida paralela,
hiperrelacionada, de interacción constante con los otros y de cuyo roce surgía
no el cariño sino el beneficio de los que la posibilitaban.
El
problema es de percepción: no vemos a estas empresas como lo que son, sino como
servicios básicos que dan forma canalizando una manera de vivir. Es como si se
hubieran abierto las puertas de un parque público en el que cada uno hubiera
construido una pequeña cabaña para estar junto a los amigos, familiares,
compañeros de trabajo, etc. Hasta allí hemos trasladado nuestra vida y
recuerdos, depositado lo que pensamos. Siempre me ha llamado la atención estos
mensajes directos de Facebook: "Joaquín, ¿en qué estás pensando?" o
la afirmación "Joaquín, hace mucho tiempo que tus amigos no saben nada de
ti". Podría haber contestado "estoy en ello", como Zuckerberg.
Pero me mantengo distante porque sé que es una pregunta trampa y que cualquier
respuesta, incluso las más ingeniosas serán anotadas concienzudamente.
A Mark
Zuckerberg le han hecho muchas preguntas los legisladores norteamericanos. Se
trata de una escenificación cuidadosa pero de eficacia relativa. Mientras no se
ponga sobre la mesa el modelo y se discuta el atractivo de las redes y la
seducción para que nos traslademos a vivir a los nuevos barrios virtuales, no
servirá de mucho.
En los
últimos años han salido películas en las que la gente vive segundas vidas en
espacios no materiales, pero sí reales. El error es seguir pensando que lo
virtual no es "real" cuando sí lo es, ya que forma parte de nuestra
propia vida. No es solo una expansión de nuestra memoria, sino una ampliación
de nuestras posibilidades vitales.
Los
movimientos de desconexión provienen tanto por los que consideran trivial la
vida en las redes como por aquellos que, por el contrario, consideran que se ha
convertido en algo demasiado importante para nosotros.
La
cuestión relevante es que cuanto más valiosas y decisivas sean en nuestras
vidas, más vulnerables no harán dentro de las propias redes, por un lado, y en
el exterior. Es decir, las redes serán los caballos de Troya de la intimidad.
Todo aquel que quiere manipularnos dentro o fuera lo hará por el punto más
débil, el más difícil de controlar. Y ese control, ya sea por una legislación
interior o exterior, le corresponde al gigante tecnológico que acapare nuestros
datos en cualquiera de sus cuevas: Facebook, Google, Twitter, Instagram, WhatsApp,
etc. Todos ellos son hermosos envoltorios de un ansia de datos. Nos dan lo que
queremos para quedarse con lo que necesitan para hacer sus negocios fuera.
En su
enésima disculpa, Zuckerberg señaló: «“No hicimos lo suficiente”, para
evitar un uso dañino de los datos, admitió Zuckerberg al inicio de su
comparecencia, un mea culpa que extendió a “las noticias falsas, la
interferencia extranjera en las elecciones y los discursos del odio”. “Fue mi
error y lo siento”, insistió.»* Sí, pero son muchos errores y en cuestiones
capitales. No son menudencias, sino cuestiones como la presidencia o la ruptura
de Europa por el Brexit, la expansión de grupos ultra o del terrorismo
internacional, etc.
"Estamos
en ello" no deja de ser echar balones fuera y reconocer que las
condiciones que ha creado han favorecido las actividades destructivas en esas
sociedades en las que la red ha servido para elaborar estrategias de
penetración. Pedir perdón está bien, pero es solo un momento de la cuestión. Lo
que de verdad importa es que ocurrirá ahora. La prensa norteamericana considera que Zuckerberg se les ha escapado a los senadores y congresistas. No han sabido, dicen ir más allá de lo que Zuckerberg les ha querido enseñar.
La
pregunta es si hay soluciones a un modelo que permita a los usuarios vivir en
ellas y que sus huellas no puedan ser rastreadas primero, analizadas después y,
finalmente, usadas para manipularlos en cualquier dirección.
"Estar
en ello" no es bastante.
*
"Zuckerberg pide perdón en el Senado y advierte de la amenaza de
Rusia" El País 11/04/2018
https://elpais.com/internacional/2018/04/10/actualidad/1523380980_341139.html
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