Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo
decíamos ayer: la segunda víctima son las instituciones. Hay que ser cuidadoso
y medir las palabras, pero como decía el poeta Yeats, no se puede separar el
bailarín de la danza. Pero es esencial separar el respeto a las instituciones
con las críticas a una sentencia que no ha dejado a nadie satisfecho.
La
demagogia viene cuando son los políticos, con los que tampoco estamos muy
contentos de forma general, los que quieren ponerse al frente de la pancarta
reivindicativa. Su función no es esa. Ellos son los máximos responsables de la
erosión institucional, como acabamos de ver en un caso reciente.
Podemos
tirar los dardos contra la sentencia, los jueces o la justicia. La sentencia es
criticable, los jueces forman parte de un sistema en el que se puede apelar, y
la Justicia un bien que todos debemos proteger. Lo decíamos: una cosa es
criticar una sentencia y otra arremeter contra la Justicia; una cosa es
repudiar lo hecho por Cifuentes y las personas que le regalaron un título y
otra cargarse el sistema educativo, negando todo lo que hay en él. Hemos visto
ambas cosas. Es muy español aprovechar las heridas para hacer maximalismo.
Señalan
en el diario El Mundo:
La comunidad judicial recibió ayer alarmada
la «virulenta» respuesta social a la sentencia de La Manada. Portavoces de las
asociaciones, magistrados y miembros del Consejo General del Poder Judicial
consideraron «preocupantes» y «excesivas» las críticas lanzadas contra los tres
miembros de la Audiencia de Navarra que juzgaron el caso.
La indignación con la decisión de considerar
lo sucedido como abusos sexuales y no como agresión (violación) se reflejó en
nuevas manifestaciones en muchas ciudades, con lemas como No es abuso, es
violación y Estos jueces no nos representan. También en las redes sociales.
Como ejemplo, en la plataforma Change.org la solicitud de inhabilitar a los
magistrados rebasó el millón de adhesiones.
El alud de críticas desembocó a que a media
tarde el presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, emitiera un comunicado defendiendo
al tribunal y centrando los reproches en los dirigentes políticos, a los que
reprochó que pongan en riesgo la confianza en el poder judicial.
«Todas las decisiones judiciales están sin
duda sometidas a la crítica pública y [...] debe respetarse el derecho a la
libertad de expresión», afirma la nota. «Ahora bien, cuando las críticas
consisten en descalificaciones emanadas de personas que ostentan
responsabilidades públicas, se compromete gravemente la confianza que nuestro
sistema de justicia merece de los ciudadanos».*
Hay
muchas formas de demostrar desacuerdo con una sentencia que va más allá del
caso concreto. Yo lo hice ayer de la forma que considero más adecuada,
escribiendo. Otros lo habrán hecho de otra manera. Pero advertía que hay que
tener cuidado al intentar cazar al ratón con no destruir la casa.
Van a
ser los jueces los que —así terminaba ayer— los que nos dejen la Esperanza de
poder confiar en el sistema de la Justicia, cuyo problema proviene de una serie
de conceptos que queda lo suficientemente difusos como para que se pueda
producir una discrepancia tan amplia. Uno de los contertulios televisivos de la
mañana de RTVE señalaba, con razón, que lo que más le había preocupado era la
propia divergencia entre los expertos en derecho en la interpretación de un
concepto para encuadrar un hecho, es decir, la "intimidación".
Cualquiera
que trate con el lenguaje sabe que esto ocurre, que si bien muchos hechos son
encuadrables fácilmente otros no lo son tanto. El escándalo y la indignación
populares se han producido por la poca duda que le merece a la sociedad el
hecho de la intimidación, que hubiera considerado el hecho como
"violación" y no como "abuso sexual". Como señalaron los
propios abogados de la víctima, no era una cuestión tanto de que creyeran o no
en lo que contó, sino en si se había producido intimidación o no.
La
preocupación de los jueces es justa. Es respuesta a otra preocupación justa.
Cuando se ve un desacuerdo de tal categoría entre unas instituciones y la
sociedad es preocupante y se debe tratar de ver dónde está el problema.
Unos
quieren verlo en la mentalidad de unos jueces que consideran "retrógrados";
otros van contra el sistema judicial al que consideran parte del "patriarcado";
otros, en tercer lugar, va a por la indefinición de la ley en ciertos
supuestos. Otros una mala sentencia.
La
cuestión es que llueve sobre mojado. La sentencia se produce en mitad de una
imparable ola de reivindicaciones sobre los abusos sexuales, violaciones, etc.
producidos en los Estados Unidos primero y el resto del mundo después. Cada
caso es un caso distinto, pero la indignación y la rabia se acumulan en las
mismas cabezas y se traslada la sensación de complicidad, de silencio
encubridor de las empresas o instituciones. Esto vale para Hollywood o para la Academia
sueca. Todo esto forma un intenso rechazo que aflora en cada una de las
situaciones que vamos viviendo en la sociedad. La indignación crece y se
acumula.
El diario
ABC** ofrece un repaso de las reacciones internacionales, que van del error de
The Guardian, que habla de "absolución" a la información detallada de
la BBC, pasando por medios franceses, alemanes, etc. Asociaciones de mujeres
del mundo también critican la sentencia y a personalidades con visibilidad
mediática como las actrices Jessica Chastain o Rose McCoogan (firmes activistas
del #metoo) les resulta increíble que no se considere una "violación"
que cinco varones arrinconen a una chica de 18 años ebria en un portal, la
violen en grupo mientras lo filman para presumir de ello.
Sí, es
difícil, muy difícil entender esta sentencia. La esperanza es que esto se
enmiende en las apelaciones porque si se queda así, vamos a tener varios
problemas sociales amplios y duraderos. No solo es una agresión sexual machista
contra una mujer, sino la percepción de que la justicia es insensible a esta
cuestión social.
Los
jueces dirán que juzgan con las herramientas que la sociedad les da. Pero la
sociedad les está diciendo que no están de acuerdo con ello. También a los
legisladores, los políticos, a quienes les
toca retocar las leyes para que se ajusten a la percepción social de lo justo.
El
artículo de El Mundo recoge las respuestas desde la judicatura a lo ocurrido en
el juicio, en las calles y en otras instituciones:
El comunicado de [Carlos] Lesmes resalta el
«minucioso» trabajo del tribunal, recuerda que las discrepancias se pueden
resolver mediante recursos y, finalmente, afirma que los jueces son lo que las
protestas niegan que sean: «El más importante baluarte para la protección y
defensa de todas las víctimas».
Antes de que se pronunciara el presidente del
CGPJ, responsables de las asociaciones judiciales habían reaccionado al
contenido de la sentencia y a las críticas al tribunal. El portavoz de la
Asociación Profesional de la Magistratura (APM), Celso Rodríguez, lamentó los
ataques «tan inmediatos», sin haber leído una sentencia «que no es un churro,
que no son tres ideas al azar, sino que está bien construida, aunque se pueda
discrepar sobre lo que dice de la intimidación».
«La calle ha reaccionado con una dimensión
pocas veces conocida. Es la reacción más virulenta e impulsiva contra una
sentencia que recuerdo», afirmó.
El portavoz de la asociación judicial
mayoritaria -que es magistrado de la Audiencia de Madrid y juzga con frecuencia
ataques a la libertad sexual- quiso resaltar que el tribunal sí creyó a la
víctima. «En las manifestaciones hay carteles de Yo sí te creo. La Audiencia
también le ha creído y lo ha expuesto en la sentencia. El debate no puede ser
ese».
Celso Rodríguez también lamentó que
dirigentes como los ministros de Justicia, Rafael Catalá, y de Defensa, María
Dolores de Cospedal, plantearan la reforma de la ley. «No tendríamos que cambiar
el Código Penal por las manifestaciones. Eso no es una política coherente»,
dijo, poco antes de que fuera el propio portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de
Vigo, el que se sumara a esa opción.
Desde la asociación Francisco de Vitoria, su
portavoz, Raimundo Prado, criticó una reacción de «desproporcionada» que
refleja «una falta de educación general y cultura democrática que recuerda a la
ley de linchamientos del Oeste».
Desde la progresista Jueces para la
Democracia (JpD), su portavoz, Ignacio González Vega, declaró a Efe que «es
legítimo que la sociedad se indigne» pero que «la crítica pública debe estar
fundamentada con un cierto rigor» y no basada en «falacias o falsedades».
Por último, el Foro Judicial Independiente,
resaltó que la sentencia estaba «trabajada», y redirigió parte de la crítica a
una legislación «mal redactada».
Tres de las asociaciones -se quedó fuera JpD-
emitieron más tarde un comunicado contra las «descalificaciones que,
excediéndose del ámbito de la libertad de opinión, suponen un ataque desmedido
frente a quienes han resuelto en conciencia». Aunque el comunicado critica que
no hubiera una reacción más rotunda del Consejo, coincide con el de Lesmes en
apuntar especialmente hacia «quienes tienen una posición de responsabilidad
frente a la sociedad, especialmente desde un cargo público».*
Como
puede apreciarse, en las repuestas críticas de los jueces hay varios factores.
Hay un factor importante: los jueces están para defendernos incluso de los propios
jueces, pues para eso está el sistema de recursos. No son enemigos, viene a decir, por más que no nos gusten las sentencias.
En
segundo lugar, se puede discrepar
sobre la interpretación de lo que significa "intimidación", lo que
también nos lleva a las apelaciones y a las divergencias entre los jueces, como
la propia sentencia pone de manifiesto.
En
tercer lugar, no dejarse manipular o incurrir en errores distorsionantes. Ayer
citábamos al propio abogado de la víctima diciendo que "el tribunal sí la
creyó", en contestación a una pregunta en televisión. Hay que tener
cuidado con las ideas previas. Las pancartas con el "Yo sí te creo"
nacieron para otras situaciones, aquellas en las que se pone en duda la palabra
de alguien. No es el caso. Si alguien las tiene en casa de antes, estupendo,
pero no son apropiadas. Aquí el centro del problema sigue siendo el concepto de
"intimidación", demasiado ambiguo y por ello interpretable. Si no se
está de acuerdo en cómo se ha interpretado, entonces recurso. Es lo que ha
hecho el fiscal del caso.
Las
críticas a la "falta de educación" quizás estén fuera de lugar, pues
no es la función de las personas ser expertas en derecho. Los que se han
manifestado lo han hecho en su mayoría con un sentido de la injusticia que los
magistrados deberían también valorar. La indiferencia absoluta ante lo que se
considera un error judicial debe tomarse también como una señal social de
preocupación por ciertos temas.
Ha
habido muchas veces manifestaciones, pero —como señalaba uno de los citados—
nunca se había visto algo así. Si los ciudadanos deben tener una mejor
educación sobre el mundo jurídico, siempre será loable poder contar con el Poder
Judicial para que nos enseñe. La indignación tiene motivos. Otra cosa es que
haya errores también en las reacciones en cuanto al mecanismo o funcionamiento.
Si los jueces se pueden equivocar, la calle también. Es tarea de los medios
ayudar haciendo la menor demagogia posible y difundiendo las voces de
especialistas en el campo para que la opinión pública esté mejor informada.
Creo
que, por encima de otras consideraciones, se ha hecho bien en mandar un mensaje
de respuesta a la sentencia, que es también un mensaje en sí misma. La participación
ha sido importante por más que muchos hayan estado mal informados de lo
ocurrido. Esa es parte de la queja de los jueces, pero deben valorar la enorme
sensibilidad social en estos temas.
Las
acusaciones entre unos (mal interpretada) y otros (mal redactada) solo hacen
ver que es necesario trabajar mucho en este sentido. Los delitos que tienen que
ver con las agresiones sexuales están muchas veces llenos de matices complejos
que una legislación ambigua o demasiado interpretable complica.
Lo
lamentable es que los debates no se centren en estos aspectos esenciales para
la vida social y se centren en cuestiones muchas veces absurdas para disfrute
de los políticos. En las cuestiones sobre la violencia sexual los mensajes
tienen que ser nítidos y debatidos por los legisladores y la judicatura. Decir
ahora que "está mal redactada la ley" es tarde; se debe hacer antes.
No solo hace falta justicia, sino buenas leyes. La una necesita de las
otras para poder funcionar.
El juicio
de "la manada" puede servir para mejorar la justicia y, sobre todo,
ofrecer la reparación moral a quien se ha visto atacada, llevada a un juicio y finalmente
defraudada porque lo que le quitan de "intimidación" a unos se le
pone a ella. Todos queremos una justicia mejor, con leyes que representen el
sentir de la ciudadanía y sentencias con las que podamos identificarnos. Para ello el sistema debe funcionar.
España
ha salido a la calle y ha mostrado su enorme sensibilidad contra la violencia
de género, algo por lo que se lleva luchando décadas para salir del machismo tradicional. El compromiso social e institucional está probado sobradamente. No dejamos de ver manifestaciones en puertas de instituciones como repulsa ante este tipo de actos o de asesinatos machistas Por ello hay
que tener cuidado con los casos que actúan como jarros de agua fría. Hay que seguir avanzando con paso firme.
Debemos
reflexionar, como sociedad, sobre por qué estos depredadores sexuales tienen un concepto de
"diversión" en el que acorralan jóvenes y las violan en grupo, lo graban y se sube a las redes sociales. La pregunta se
vuelve hacia la sociedad que produce este tipo de individuos capaces de
encontrar "placer", "diversión" y "orgullo" con estas prácticas. Quizá estamos mandando
mensajes contradictorios sobre los valores. y sobre lo importante.
Yo,
como muchos, quiero sentirme orgulloso de tener una justicia con cuyas
sentencias pueda identificarme. Se dice que siempre se aplican las leyes, en la duda, a favor de los acusados. La cuestión está en que los únicos que han tenido dudas sobre la "violación" han sido los que han redactado la sentencia y, más lejos, el magistrado del voto particular.
El proceso sigue y esperemos que hacia la luz. Lo necesitamos todos. Más juicio.
* "Alarma entre los jueces ante la
"excesiva" reacción por la sentencia de La Manada" El Mundo 28/04/2018
http://www.elmundo.es/espana/2018/04/28/5ae37750268e3e94468b45b7.html
** "La prensa internacional también se
hace eco de la sentencia a «La Manada»" ABC 27/04/2018
http://www.abc.es/sociedad/abci-prensa-internacional-tambien-hace-sentencia-manada-201804272134_noticia.html
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