Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Dice
The Washington Post que Donald Trump ha dicho en 406 días en el poder 2.436
embustes o afirmaciones inexactas*. Es mucho. No sé si alguien había hecho un
cálculo anteriormente de cuantas mentiras podría decir un presidente desde la
Casa Blanca, pero es mucho. Hay días, por ejemplo, el 25 de julio pasado, en
que dijo 52 afirmaciones falsas, equívocas, con chuleta o sin ella. Pero algo
ocurrió, por ejemplo, el 11 de marzo en que solo dijo una, lo que me parece
extraño. Tiene que haber alguna estabilidad incluso en Trump, alguna teoría del
caos que lo explique. Así, a ojo sobre la gráfica de los 406 días, yo calculo
que un día mentiroso normal de Trump
está entre 8-12 mentiras, que no está mal para un país tan adelantado.
Hay que
tener en cuenta que no es lo mismo mentir en los Estados Unidos, que está en
todos los fregados del mundo y hace mucha política exterior, aunque Trump viaje
poco, que hacerlo en los países pequeños a los que nadie lleva la cuenta de las
mentiras porque importan poco a los demás. Los países pequeños, como los grupos
parlamentarios mixtos, pueden tener voto, pero muchos no tienen
"voz". Y sin voz, el arte de la mentira es difícil de practicar. A
veces tienen otro país más grande que miente por ellos y les hace el favor.
En
Egipto también se miente mucho, pero allí tiene la peculiaridad que le llaman
"mentira" a lo que no les gusta escuchar. Así están todo el día
acusando a la gente de decir mentiras y mandándolas entre rejas, como a la
pobre cantante Sherine que dijo de broma que no bebería agua del Nilo porque
había un parásito desde hace miles de años, de hecho se estudia en las momias
que ya lo padecían cuando estaban sin envolver. Pues la llamaron mentirosa.
Aquí la contabilidad que debería hacer The Washington Post no es tanto cuántas
mentiras dice el poder (que también las dice, y gordas) sino a cuántos llama
mentirosos o imprecisos en un día,
En
Reino Unido también se pasaron con las mentiras durante el proceso de votación
del Brexit, como todos reconocieron después. Nunca he entendido muy bien porque
todo era mentira 48 horas después de las votaciones pero no lo dijeron 24 horas
antes. ¿Quizás una forma extraña de fair
play de los británicos que los demás no entendemos? Lo cierto es que hay
muchos problemas por el Brexit y muchos de ellos están producidos por la falta
de respeto a la verdad.
Lo
complicado que resulta saber, por ejemplo, si Puigdemont declaró la república
catalana, aunque fuera por unos instantes, o fue de mosqueo. Los que han pasado
por los jueces unos días decían una cosa y otros decían otras, así que se lo
han puesto difícil a los de hoy para saber qué era verdad y qué no lo era.
Todavía recuerdo aquel día de la "proclamación" en el que la pareja
de periodistas que retransmitían el extraño acto, casi una cosa cuántica, discutían
sobre a qué habían asistido. Ese momento, hay que reconocerlo, estuvo a la
altura de Trump.
El
diario El País ha establecido un sensor de las mentiras que nos llegan desde el
frío, es decir, desde Rusia. Rusia echa mentiras a la calle como otros echan
sal en las aceras, a paletadas. Lo ha vuelto a comprobar con la activación de
las redes para la desinformación, una palabra más técnica para no llamarse
"mentirosos", que es más de patio de colegio. Muestra El País cómo
les están calentado las elecciones a los italianos: "Algunos ejemplos de
las informaciones publicadas por Sputnik son “En 2065 la cuota de inmigrantes
en Italia podría superar el 40% de la población total” o “El caos de los
inmigrantes es el inicio de una guerra social”."** Esto es más barato que
el misil que Putin se ha sacado de la manga, el "misil infalible". Los
norteamericanos no se lo acaban de creer. Putin ha hecho su presentación en
sociedad a lo grande. Y da igual que sea una mentira o afirmación dudosa porque
el problema no es que sea "infalible" (como el papa), sino lo que
pase después.
A
Vladimir Putin no hay que le cuente las mentiras, como hace The Washington Post
con Trump. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Tiene tan controlados los medios que ha
logrado convencer a los rusos que Stalin fue un santo y la gente lleva su
imagen a las procesiones como un icono más. Y es que siempre pasa lo mismo,
cuanta mayor es la ignorancia, más fácil es colar estas cosas.
Lo
científico del caso de las mentiras es que se trata de acertar con el gusto de
la gente. No vale cualquier cosa. Es ahí donde entra el componente científico,
que detecta cuál es tu punto flojo, tu talón de Aquiles del embuste. Se trata
de localizar lo que estás deseando escuchar y decírtelo. Unas veces te doran la
píldora y otras te asustan, pero siempre tiene que ser con algo que tú quieras
creer, como aquello de que Barack Obama era un musulmán infiltrado para
destruir los Estados Unidos. En Oriente Medio, en cambio, Obama era un agente
sionista cuyas acciones tenían como fin destruir países financiándoles el
Ejército. Obama, además, hacía como que combatía al Estado Islámico que él
mismo había creado para desprestigiar al islam.
No
recuerdo cuándo fue la última vez que escuché una verdad, pero recuerdo que fue
una sensación agradable, aunque durara poco.
* Fact
Checker "In 406 days, President Trump has made 2,436 false or misleading
claims" The Washington Post 1/03/2018
https://www.washingtonpost.com/graphics/politics/trump-claims-database/?utm_term=.f0df50da1e74
**
"Las redes rusas se activaron para impulsar a la ultraderecha en
Italia" El País 2/03/2018
https://elpais.com/internacional/2018/03/01/actualidad/1519910356_562686.html?rel=lom
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