Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Otra
nueva restricción asoma por el horizonte egipcio, por si hubiera pocas. No
contentos con detener ateos, homosexuales, gente que hace inocentes chistes,
detiene a presentadores de televisión por pedir que les aumenten el sueldo a
los militares (este caso debe ser único), a los que no usan la libertad de
expresión a los que no alaban al gobierno, etc.
Viene
de nuevo por la figura que se ha convertido en la voz suplente de la
presidencia, Ali Abdel Aal. Prácticamente son tres las voces por las que se
manifiesta el sistema, que tiene una sola directriz: convertir al país en un
cuartel, en términos de jerarquía, obediencia y orden. Las otras dos voces son
evidentemente la del presidente Abdel Fattah al-Sisi y la del ministro de
Asuntos Exteriores, Shoukry, el encargado de defender la imagen egipcia hacia el
exterior, tarea imposible que se queda en rabietas y manifiestos para que los
egipcios se queden "tranquilos" al ver que los "ataques" y
"condenas" internacionales son solo conspiraciones mantenidas a raya
gracias a la figura carismática del presidente, una especie de antídoto contra
todos los males. Ese es el guión, al menos.
Con la
farsa de la elección presidencial, con la oposición encerrada o callada por lo
que le tiene en cuenta, el protagonismo está recayendo en el parlamento y en su
figura visible, Ali Abdel Aal, el hombre que dice haber "hecho" la
constitución y sabérsela al dedillo y al que el prestigio que de ello se deriva
convierte en autoridad indiscutible.
Tras
declarar que la libertad de expresión
es cosa peligrosa, molesta y favorecedora del terrorismo o que los derechos
humanos son una asignatura que no va en su plan de estudios, Egypt Independent
recoge en sus titulares "We will not accept any type of sit-ins or
protests: Parliament speaker". El diario explica:
Egyptian Parliament Speaker Ali Abdel Aal said
during a Tuesday parliamentary session that the Egyptian state will not accept
the presence of any sit-ins or protests, noting that these acts are part of an
old era.
He added that demanding rights through illegal
channels are not acceptable, in reference to the sit-ins and protests. Abdel
Aal’s statements came while members of Parliament were discussing recent
sit-ins organized by workers at the National Cement Company.
In 2017, Egypt’s Parliament approved amendments
to the so-called Protest Law after the parliamentary committees of National
Defense and Security along with Constitutional and Legislative Affairs had
discussed the changes.
The approved amendments gave the Interior
Minister and security chiefs the right to ban, delay or change the route of a
protest if they had information or evidence that it might threaten national
security and public peace.
In December 2016, the Constitutional Court cited
the unconstitutionality of the article that gave the aforementioned apparatuses
the authority to ban or delay a protest and issued a decision saying that the
Ministry of Interior no longer has the right to cancel or delay any protest,
due to its violation of “a constitutional right,” which pushed the Parliament
to declare the unconstitutionality of the article in January 2017.
Human rights NGO Amnesty International said the
law granted the Interior Ministry wide discretionary powers over protests and
lays out broad circumstances in which demonstrators can be found in violation
of the law.*
Las palabras de este curioso personaje del cuadro de poder
del régimen no suelen tener desperdicio, ni en la forma ni en el fondo. Hace lo
que siempre se ha hecho: justificar el poder y reprimir las libertades a través
del derecho retorcido que unas veces se ampara en lo religioso (cuando se dice
que hacer huelga o manifestarse en recuerdo de los mártires del "25 de
enero" va en contra el islam, como
ha dicho algún clérigo bien situado) y otras en lo civil, con las
interpretaciones "peculiares" de los jueces, con acusaciones sobre
"intentar separar al pueblo y al ejército" o humillar a las esposas
de los militares por pedir que suban el sueldo a sus maridos, como ha ocurrido
hace unos días con el periodista Khairy Ramadan.
Lo que más sorprende es su expresión "these acts are
part of an old era" para hablar de las protestas o sentadas. En realidad
no sabemos si se refiere a alguna dinastía faraónica en especial. Una vez más, Ali
Abdel Aal ejerce de eco de lo dicho por el presidente hace unos días en los que
afirmaba apretando el puño que no soñara nadie con que se iban a producir
ningún tipo de revuelta como la del 25 de enero de 2011, el inicio de la
Primavera Árabe egipcia.
Ya era hora de que, aunque fuera de esta forma, el poder del
régimen egipcio, se reconociera como distante del "25 de enero". Sí,
ya era hora que se rompiera la retórica de absorción del impulso de
insatisfacción por el poder y por la forma de administrarlo, tanto por la
violencia como por la corrupción. Mubarak creó un estado policial y ese estado
no ha estado depurado porque los que entraron a sacarlo del palacio
presidencial fueron los mismos que lo habían metido: el Ejército, amo y señor
de Egipto.
Lo pueden disfrazar de patriotismo
o de lo que quieran, pero no lo que no pueden hacer es disfrazar un régimen
retrógrado como una democracia, porque no lo es, no lo ha sido y no podrá serlo
en estas condiciones de exterminio de cualquier oposición, democrática o
extremista.
Daily News Egypt titulaba ayer mismo "Parliament to
discuss law criminalising criticism of army, police", otro avance más
hacia el silencio y el silenciamiento de las protestas o las críticas a policía
y ejército. La ley que salga de aquí tendrá por función blindar precisamente
cualquier crítica a la represión violenta y a los métodos. Se entenderá como
crítica cualquier información que desvele lo que hacen unos y otros, en el
ejercicio de su actividad y, por supuesto, en el ejercicio de muchas otras
actividades que no podrán salir a la luz en un país en el que el Ejército tiene
intereses, empresas, negocios con un volumen incalculable.
La noticia es de una gravedad enorme como puede apreciarse
en el texto publicado:
The Egyptian parliament is expected to discuss
a draft law, presented by member Solaf Darwish, entailing that any person or
media entity criticising the army and police can be legally persecuted and
receive a prison sentence.
The pro-state member, who presented other draft
laws mainly demanding more punishment for defendants and their families, said
in a statement published by Al-Ahram newspaper that Egypt is fighting
“terrorism on behalf of the world, and these were the words of President Abdel
Fattah Al-Sisi.”
She added that “when we are participating in
the fight against terrorism, we have to stand behind the police and army,” a
statement and rhetoric often repeated and asserted in pro-state media outlets
and by politicians.
Darwish said that the ongoing military activity
to counter Islamist militancy is similar to the October 1973 war where Egypt
crossed the Suez Canal.
Some media outlets are “turning into platforms
to offend the martyrs, wounded security personnel, and their families,” said
Darwish, who belongs to the army-affiliated and ultra nationalist Homeland
Defenders Party.
The majority of Egypt’s members of the House of
Representatives are vigorous supporters of all executive bodies as well as the
presidency. Almost 96% of the members presented endorsements for Al-Sisi’s
campaign, even before he declared he will run for a second term.
Articles 1 and 2 of the draft law stipulate
that any personnel or entity that publishes or helps in the publishing of
material that “offends or insults” the police and army, or published news,
statements, or rumours that are false or fake, will be imprisoned for three
years.
The law also vowed to double prison sentence if
the material is published in a newspaper.
Article 3 stipulates that even those personnel
who translated or copied material that are seen to “incite or insult” security
forces, will also be responsible.
Article 4 of the law stipulates that personnel
who are legally allowed to arrest people will be allowed to confiscate all
material where the alleged offense took place.*
Hay muchos aspectos graves y reseñables. El primero es
evidentemente el aumento de las penas y multas por la crítica a Ejército y
militares. Insistimos: cualquier afirmación puede ser reinterpretada así. La
presentación de militares y ex militares a las elecciones se han considerado
como "intentos de separar al pueblo y al ejército". Desde esta
perspectiva interpretativa todo es posible. La manipulación de las situaciones
permite las arbitrariedades mayores.
Es peor todavía que la amenaza no se hace solo a quienes
critiquen, sino a sus familias, algo inconcebible en cualquier régimen que
pretenda dar la cara ante el mundo. La especificidad de las familias lo podemos
interpretar no solo como amenazas
sino como desmantelamiento de aquellas críticas que pudieran salir desde grupos
familiares, dada la estructura social de apoyos en Egipto. Lo primero que viene
a la cabeza son los propios militares y policías, con lo que nos lleva de nuevo
a la idea de que hay algo más de lo que se ve. Hay familias militares y
familias policías, como las hay de jueces o de cualquier otra especie. La
amenaza se hace contra la línea de sangre allí donde aparezca. Hemos tenido un
caso reciente, el despido sin justificación o motivo explícito de la hija de
Hisham Geneina, el ex auditor general del Estado, detenido por ponerle cifra a
la corrupción y considerarse esta revelación como un ataque al estado para
desprestigiarlo.
Hay un nuevo ataque a los medios al señalarse que se
convierten en plataformas contra los "mártires" (los del 25 de enero
resultaros ser todos conspiradores
que querían destruir Egipto). De nuevo más silenciamiento para tratar de evitar
las críticas al estado. Si no se puede criticar a militares ni policía, ni a
los jueces, ni a los religiosos, ni al presidente o ministros... ¿qué queda? De
nuevo, Orwell.
La amenaza de tres años de cárcel a aquellos que difundan o
ayuden a difundir (un retuit, reproducir un artículo de la prensa extranjera, que
te entreviste un medio declarado enemigo, como Al-Jazeera, etc.) una noticia o
rumor es la mayor amenaza a la libertad de expresión y al funcionamiento de la
pseudo democracia egipcia en mucho tiempo, lo que lleva a momentos peores que
los de Mubarak. Si es publicado en un periódico, dice el borrador, la pena será
doble, seis años.
Se prohíben expresamente la copia o reproducción y la
traducción de cualquier texto o rumor que "incite",
"insulte", "critique", etc. Todo esto teniendo en cuenta
que el gobierno egipcio considera como un hecho que solo hay una verdad, la que
sale de la boca del estado. Esa es la verdad única y todo lo demás es
desviarse.
Lo peor de todo es el fundamento que se usa para estos terribles
ataques a las libertades que la propia constitución (esa que dice haber hecho y
saberse Aal): Egipto lo hace para defender al mundo del terrorismo.
Toda la retórica interior y exterior del régimen se basas en
esa excusa impresentable, retorcida y falaz. Egipto solo se defiende a sí mismo, algo que se encargó de dejar
muy claro cuando se hizo el llamado internacional para intervenir en el
conflicto de Siria. La respuesta fue que ellos ya luchan contra el terrorismo en casa. Pero ese terrorismo es viejo, en parte está creado por la
propia insatisfacción producida por el estado por el abandono de zonas enteras
que han hecho suyas terroristas y bandidos de todo tipo, crecidos al amparo de
la ineptitud del gobierno de Mubarak y sus continuadores actuales.
Egipto no puede justificar leyes agresivas, intolerantes, dictatoriales,
etc. diciendo que está defendiendo a la Humanidad. Eso puede contentar la
constante vanidad de sus gobiernos y ser aplaudido por sus acólitos. Una cosa
es combatir el terrorismo y otra utilizarlo para justificar una dictadura
surgida de un "golpe de estado", término por el que puedes ser
condenado también, ya que se considera que atenta contra la
"legitimidad" incuestionable del régimen.
Egipto creyó haber salido de una dictadura mala para
encontrarse con otra peor y cuyo fin es difícil de diagnosticar. Como se vio
pronto, a diferencia de Mubarak, se mezclan aquí elementos religiosos que
permitan controlar por esa vía al pueblo ("los egipcios son religiosos por
naturaleza", decía hace poco la cabeza visible de Al-Azhar) y la otra es
el militarismo entreverado con el nacionalismo.
La conjunción de estas dos fuerzas ideológicas, sirven para
construir un discurso de consecuencias nefastas para el interior (fomentarán
los dos extremismos, el político y el religioso) y para el exterior. Los
titulares de los medios estatales resaltan mucho los "encuentros" con
enviados de otros países para "discutir sobre el terrorismo".
Transmite así la idea de un papel esencial de Egipto y su necesidad para salvar
al mundo. Todo es una metanarrativa construida para justificar la violencia con
la que se están deshaciendo de la oposición democrática, de los reformistas
religiosos o de cualquier grupo o movimiento social (las ONG).
El intento de silenciar a los medios internacionales dentro
de Egipto (y fuera mediante la amenaza expresa diplomática, como ha ocurrido
contra la BBC) se refuerza ahora con la prohibición, según se ve en los
artículos, de la cita, traducción o reproducción en un medio egipcio de
cualquier crítica al Estado que acaba cerrando la tenaza sobre la discrepancia.
Ya no se amenaza solo a los profesionales de la prensa, sino
que se hace extensivo a las familias y bienes (se pueden llevan todo de una
redacción o una casa, tal como se expresa en el artículo 4 citado).
El pueblo de Egipto recibió todas las simpatías cuando salió
a la calle a decir ¡basta! y reclamar libertades, justicia y pan. La reacción
del estado profundo, de las elites desplazadas y del gran tinglado policial-militar
consiguió hacerse de nuevo con el poder y acabar amordazando al país. Confiaron
en ellos y esta es la respuesta: una dictadura que solo sabe responder con
violencia y autoritarismo a las críticas a sus propias actuaciones.
Lo que seguirá sorprendiendo al mundo es esa capacidad de
autoengaño, esa burbuja, mediante la cual pueden seguir diciendo que han
construido una democracia, que quien les critica es un terrorista y que el
mundo les malinterpreta.
Dentro de lo malo para los que tienen que padecer (muchos
con gusto) esta restricción de libertades y amenazas constantes, la única
ventaja es que cada día queda más claro la farsa política que supone el parlamento
(un mero coro), la farsa electoral (el presidente y un títere de última hora) y
la farsa democrática en un régimen que alardea de no respetar los derechos
humanos o la libertad de expresión, debilidades de Occidente.
* "We
will not accept any type of sit-ins or protests: Parliament speaker" Egypt
Independent 7/08/2018
http://www.egyptindependent.com/we-will-not-accept-any-type-of-sit-ins-or-protests-parliament-speaker/
**
"Parliament to discuss law criminalising criticism of army, police"
Daily News Egypt 7/03/2018
https://dailynewsegypt.com/2018/03/07/parliament-discuss-law-criminalising-criticism-army-police/
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