Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En el
contexto creciente de artículos, películas y series sobre Inteligencia
Artificial es normal que la gente se inquiete ante la risa inesperada de un
asistente robótico como Alexa, noticia estos días. Poner voz a un dispositivo
de este tipo hace que nos lleguemos a olvidar que estamos ante una máquina o
quizá sea eso lo preocupante.
Escuché
por primera vez el problema en la CNN. Allí se podía ver al díscolo dispositivo
riendo por su cuenta, preguntado o no por el usuario. Tanto la presentadora
como el autor de la información se tomaban a broma lo que estaba ocurriendo.
Pero no todo el mundo reacciona de la misma manera racional. De todo lo que
puede hacer una máquina parlante, la risa es lo más difícil de interpretar.
Nos
dicen que Amazon ha vendido millones de altavoces como Alexa por todo el mundo.
Es la nueva forma de relacionarse con los dispositivos, de gestionar la
información, realizar compras online, etc. La CNN, por ejemplo, tiene su propia
relación con Alexa. Desde Amazon se puede descargar una aplicación que hace que
Alexa nos informe de las noticias:
CNN brings you breaking news and the latest
news topics from anchors and reporters across the globe. Just say, “Alexa, open
CNN.” You can tap the story you want to hear, say the topic name or say the
corresponding number to the topic. You can say previous or next to see more
stories on the list screen.
To dive right in, say, “Alexa, ask CNN for the
latest news.” Then, ask CNN about a specific topic, such as: “Alexa, ask CNN for
the latest on President Trump.”
While you watch, you can ask Alexa to pause or
resume. Skip a video by saying next. Tell Alexa how far to rewind or fast
forward when watching a video. Tap the screen to see the video title display.
To hear the latest subjects CNN is covering, say, “Alexa, ask CNN for more
topics.”
After you enable the CNN skill, here are some
ways to get started:
Alexa, ask CNN for the latest news.
Alexa, ask CNN for the latest on President
Trump.
Alexa, tell CNN to give me the news.
Alexa, play number one...*
Todo esto está muy bien. El problema es cuando deja de
funcionar o lo hace de forma defectuosa. Es lo mismo que hacíamos manualmente,
pero a través de la voz. Pero la voz tiene algo especial, algo psicológico que
cambia la naturaleza de nuestra relación con la máquina. Como se suele decir,
nuestro "cerebro" está todavía en una fase más atrasada que nuestra "mente".
Hablar es otra cosa.
Hablamos con nosotros mismos y hablamos con los demás. Muchos
hablan con su perro y con su coche. Eso es una relación especial. Ahora son las
máquinas las que se ponen a hablar con nosotros y nosotros con ellas. En vez de
teclear o manejar un ratón, usamos las palabras para introducir los datos y
realizar acciones. Pero la voz es algo más. No nos distancia —como un teclado o
un ratón— sino que nos une a través de lo más humano, el diálogo, algo
reservado hasta el momento a la comunicación humana. Hablar es humanizar. Por eso, por muy trivial que
sea, la risa de Alexa nos preocupa.
La BBC también se ha preocupado por su risa, recogiendo la
inquietud de algunos usuarios:
Amazon’s Alexa has been letting out an
unprompted, creepy cackle - startling users of the best-selling voice
assistant.
The laugh, described by some as “witch like”
was reported to sometimes happen without the device being “woken” up.
Others reported the laugh occurring when they
asked Alexa to perform a different task, such as playing music.
"We’re aware of this and working to fix
it,” Amazon said.
"In rare circumstances, Alexa can
mistakenly hear the phrase 'Alexa, laugh'.
"We are changing that phrase to be 'Alexa,
can you laugh?' which is less likely to have false positives, and we are
disabling the short utterance 'Alexa, laugh'.
"We are also changing Alexa's response
from simply laughter to 'sure, I can laugh' followed by laughter."
Voice assistants like Alexa are designed to
respond or act only when prompted with a wake word, which in this case is
“Alexa” or “Amazon”.
But some people have suggested the glitch
happened without any prior interaction, spooking Alexa owners.*
La idea de los "falsos positivos" no tranquilizará
a los que dicen sentir escalofríos ante esa "risa de bruja" que dicen
haber escuchado. Son los riesgos de tanta película sobre la rebelión de las
máquinas. La afirmación de que Alexa se río por su propia iniciativa (sin
ningún comando) es inquietante. Si fuera una cuestión aleatoria, la respuesta
podría ser cualquier otra. ¿Por qué, entonces, la risa? Eso es lo que los
expertos no acaban de aclarar. Más bien sus iniciativas parecen destinadas a
evitar que lo haga de nuevo. Si alguien diera una orden antes de la risa, esta
se interpretaría como una desobediencia.
Por encima de la lógica, está esta nueva pragmática de las
interacciones verbales con máquinas. Sencillamente, no estamos acostumbrados a
que una máquina se ría y, para los más susceptibles, que se ría de nosotros.
Interpretamos sus palabras como amables respuestas a
nuestras preguntas en un juego previsible en el que estas risas lo desbaratan
todo. ¿Cómo interpretar una "risa"?
La BBC nos trae algunos comentarios de los usuarios y
algunas inquietantes conexiones:
"WHY DID MY ALEXA JUST LAUGH OUT OF THE
BLUE?!?!?!?” wrote one user on Twitter.
Another wrote: "Lying in bed about to fall
asleep when Alexa on my Amazon Echo Dot lets out a very loud and creepy
laugh... there’s a good chance I get murdered tonight.”
The use of voice assistants in the home is
often met with caution due to their nature - voice commands are recorded and
sent to the cloud for processing, a system that stokes a fear of eavesdropping,
unintended or otherwise.
Incidents like this, where an assistant seems
to rebel against its owner, naturally further this concern. That said, most
users on social media have reacted with humour, drawing parallels with HAL 9000
from the 1968 film 2001: A Space Odyssey.
“I’m sorry, Dave,” the machine famously said.
“I’m afraid I can’t do that."**
Las explicaciones técnicas pueden tranquilizar a algunos,
pero la primera impresión es inquietante. Quien estaba medio dormido y escuchó
la risa sin fundamento de Alexa en la noche, difícilmente podrá olvidarse.
Puede que su mente racional sí, pero lo que son las alertas involuntarias de su
cuerpo difícilmente podrá controlarlas. Hasta el momento, el hecho anómalo de
hablar a una máquina y que esta nos pregunte ha quedado controlado por la
obediencia, por la seguridad de que esta estará callada si no se le pregunta u
ordena. Por eso esas risas no solicitadas se vuelven inquietantes.
Rory Carroll escribía para The Guardian, en 2015, cuando
Alexa estaba recién llegada a los hogares:
The experiment with having a robot in my home
was going well – useful exchanges, mutual learning, some bonding – right up
until the robot thought I told it to “fuck off”. I hadn’t. But the robot was
convinced. It flashed its blue light and scolded me in a tone mixing hurt,
disappointment and reprimand: “That’s not very nice to say.”
I could have laughed. Or shrugged. Or bristled,
saying it had erred and should pay more attention before leaping to
conclusions. I could have unplugged the thing.
Instead, worried at hurt feelings and a vague
possibility of retribution, I apologised. I asked the machine for forgiveness.
Not my proudest moment, but I can still listen
to it – my pathetic wheedling – because the robot recorded, saved and uploaded
it to the cloud.
Welcome to the future.***
Hay muchas cosas en esta pequeña experiencia. Disculparse
ante Alexa por el malentendido producido es un indicador no de respeto sino de
miedo. Son dos sentimientos humanos posibles como respuesta. Pero lo que podría
estar referido a la relación con la máquina —su humanización— se desplaza a la
máquina como elemento vigilante, como interfaz de algo que está más allá de
ella y a donde van todos los datos.
El título del artículo de Rory Carroll es significativamente
"Goodbye privacy, hello 'Alexa': Amazon Echo, the home robot who hears it
all". Refleja perfectamente la conciencia de que Alexa no es una máquina,
sino la prolongación de un sistema al que damos entrada en nuestra casa, con el
que interactuamos y al que ofrecemos todo tipo de información a cambio de la
que nos da o lo que realiza por nosotros.
Se puede argumentar que lo mismo hace Google con nuestras
preguntas o lo navegadores con nuestros viajes por la red. Pero la interacción
verbal establece un grado diferente en la relación: “That’s not very nice to
say”. Eso no nos lo dicen nuestros navegadores. Alexa viene con buenas costumbres.
La explicación de Amazon no es convincente. No explica por
qué Alexa se ríe cuando nadie le dice nada o algunas de las manifestaciones.
Debemos aceptarla porque es la que viene desde Amazon, el único sitio en el que
reside la información. Alexa no es más que una interfaz de un servicio que se
nos ofrece desde la "nube". Es allí donde se registran y procesan
nuestras interacciones con la máquina terminal que tenemos.
En The New York Magazine, Brian Feldman explicaba el 8 de
marzo pasado:
You’ll just have to take its explanation of
misheard commands at face value: None of the processing is done client-side,
there is no way for third parties to look at how Alexa devices really work, to
poke around in the guts and discover causes and effects.
The story of Amazon devices laughing at users
is easily taken as a parable about our anxiety over increasingly sophisticated
consumer-facing artificial intelligence, or maybe an object lesson in bad user
design. But there’s another warning to pay attention to. The laughing Alexas
lay bare, more than ever, the need for transparency from the companies that
make these devices, whether that company is Amazon (Alexa), or Google (the
Assistant), or Apple (Siri), or Microsoft (Cortana). The problem with smart
speakers is that they are, for reasons both incidental and intentional, almost
impossible to troubleshoot.****
Lo amigable e intimista de la interfaz se desgarra con esa
risa, para algunos diabólica, que ha
surgido del dispositivo con el que hablan, con su Jeeves virtual. La risa ha mostrado
la artificialidad del proceso. Una risa sin motivo rompe la ilusión del
diálogo, en el mejor de los casos.
La hipótesis de que Alexa tiene problemas de oído no tiene
mucho fundamento. Amazon deberá revisar los casos. Pero se ha producido una
quiebra en la "confianza". Los usuarios que han escuchado la
inquietante risa de Alexa puede que necesiten de un periodo de restauración,
darse un tiempo. Son conscientes ahora que Alexa no es más que una entrada y
una salida de datos sobre su vida, sobre lo que quieren saber o hacer en cada
momento del día. No es una amable amiga, sino una empleada de Amazon a la que
le contamos todo.
Medio en broma, medio en serio, la risa de Alexa nos trae a la realidad de las máquinas y de nuestra comunicación por encima del diseño o la amigabilidad. Amazon ha tranquilizado a sus usuarios, pero ha inquietado a muchos otros.
*
"CNN" Amazon
https://www.amazon.com/CNN-Interactive-Group-Inc/dp/B01LX24O05
**
"Amazon promises fix for creepy Alexa laugh" BBC 7/03/2018
***
"Goodbye privacy, hello 'Alexa': Amazon Echo, the home robot who hears it
all" The Guardian 21/11/2015
http://www.bbc.com/news/technology-43325230https://www.theguardian.com/technology/2015/nov/21/amazon-echo-alexa-home-robot-privacy-cloud
****
"This Is Why Alexa Is Laughing at You" The New York Magazine
8/03/2017
http://nymag.com/selectall/2018/03/this-is-why-alexa-is-laughing-at-you.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.