sábado, 4 de marzo de 2017

La máquina de las audiencias o ellos perdieron a Ryan

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No hay guerra pequeña en la mente de Donald Trump. Eso le suele ocurrir a todos aquellos con personalidades como la suya, una derrota nimia es un gigantesco drama. No es, como alguno supondrá, perfeccionismo, sino un ego galáctico, el gusto por ver en las caras de los otros gestos de la derrota, es decir, su puntito sádico.
De todas las intensas guerras en las que está metido —en lo que ya muchos califican como el mejor arranque de temporada presidencial de todos los tiempos, algo que tiene a todos enganchados— se encuentra la que mantiene con Arnold Schwarzenegger, su sustituto en el programa que le ha llevado a la Casa Blanca, "El aprendiz", del que sigue apareciendo como "productor" en sus créditos.
El actor —es decir, Schwarzenegger— ha decido abandonar el programa por dos causas, la crítica constante de Trump y la caída de las audiencias. Con todas las cosas que Trump debería tener en la cabeza, además de ver la televisión y tuitear frenéticamente, puede chocar este marcaje a su sustituto en el programa. Creo, por el contrario, que se trata de un rasgo característico de su personalidad que nos confirma en el detalle lo que vemos a grandes brochazos.
El País nos cuenta el desenlace de la refriega:

El actor añadió en su entrevista que el motivo de su decisión no es el programa sino el hecho de que ‘la gente venía a mí y me decía ‘me encantaba, pero en cuanto leía el nombre de Trump tenía que apagarlo’”. La última temporada del programa terminó en el mes de febrero y se desconoce si la NBC buscará un nuevo presentador o interrumpirá su emisión de manera indefinida.
La llegada de Schwarzenegger a El Aprendiz, un concurso con dosis de telerrealidad que ha consolidado la fama de Trump en EE UU durante catorce temporadas, fue recibida con duras críticas por el mandatario. El republicano se burló del actor en Twitter al conocerse el descenso en los datos de audiencia y pidió “rezar” por Schwarzenegger durante la celebración de un evento religioso en Washington.
“Los espectadores están cayendo en picado”, afirmó Trump en un discurso con motivo del Desayuno Nacional de Oración, el pasado mes de febrero. Uno de los asistentes era Mark Burnett, productor de El Aprendiz. “Mark nunca volverá a apostar en contra de Trump. Yo solo quiero rezar por Arnold, aunque solo sea por esos datos de audiencia”. En Twitter, el presidente añadió que Schwarzenegger “hizo un trabajo realmente malo como gobernador de California y mucho peor en El Aprendiz, pero por lo menos lo intentó”.*


Que mucha gente esté empezando a huir de todo lo que huela a Trump y familia no tiene nada de particular. La bajada de las audiencias entra en lo normal, como la bajada de su aprobación como presidente. Sin embargo, Trump está ciego para cualquier cosa que le muestre negativamente, algo patológico. Su visión de sí mismo le impide ver los errores o fallos que pueda tener. Por eso cuando le llegan los resultados de las elecciones tiene que decir que ha habido fraude porque no soporta (literalmente) que alguien haya tenido más votos que él o considera "fake news" todas las encuestas que reflejan su baja aprobación.
La pérdida de audiencia del programa, en su opinión, no puede obedecer a rechazo social sino a errores de los demás. Sobre la catadura moral de Trump ya había pruebas, pero aprovechar la cita del Desayuno de Oración para hacer que todos recen por "Arnold" es poner el listón alto y, sobre todo, muestra su incapacidad para distinguir los distintos planos en los que los seres humanos nos movemos o lo que también se llama "saber estar". Los detalles que nos deja cada día nos lo muestran como una persona incapaz de establecer las diferencias entre los distintos planos en los que se mueve ni jerarquizarlos para dar prioridades. Que una persona que ocupa la Casa Blanca esté pendiente de los datos de audiencia del programa que dejó para presentarse a la presidencia nos dice algo sobre su mentalidad.


Arnold Schwarzenegger se lo ha tomado con más humor y le ha propuesto el intercambio de puestos, ya que está tan preocupado por las audiencias:

"Hey, Donald, tengo una gran idea. ¿Por qué no intercambiamos trabajos?", dijo Schwarzenegger. "Tú te haces cargo de la televisión ya que eres tan experto en índices de audiencia y así la gente puede dormir tranquila finalmente"**

No cabe duda de que el concepto de "normalidad" ha quedado en un estado difícil de definir. Desde antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, la normalidad comenzó a desvanecerse ante la omnipresencia de Trump. Su afán de protagonismo muestra la incapacidad de entender qué es la política y, peor, su incapacidad para entender qué es la presidencia de los Estados Unidos.

Trump afronta la política y sus implicaciones como una cuestión mediática, tal como afrontó la campaña electoral. A ello se han referido los que han considerado que Trump actúa como un "candidato" y no como un "presidente". Hacer electoralismo cuando ya has sido elegido puede parecer una incongruencia, pero es una forma populista de considerar el gobierno. Todo se convierte en gestos hacia el exterior. Si Trump invitó a varias mujeres que habían acusado al expresidente Bill Clinton y las sentó entre el público en su debate televisivo con Hillary Clinton, hace unos días ha usado en su discurso ante el senado otro golpe de efecto: la invitación a la esposa de un soldado fallecido en combate.
El patetismo del momento le garantizaba la emoción del auditorio y la posibilidad de subir el tono emocional del discurso en el que, como muchos han señalado, no dijo nada. El hecho ha sido criticado como mera "manipulación emocional".
The Washington Post titula "Among Gold Star families, strong feelings about whether Trump exploited the grief of a Navy widow", para resaltar la división que, una vez más, Trump crea en lo que toca. Trump es el gran divisor; se alimenta de la polémica y por ello necesita crear este tipo de conflictos que le permiten el ataque, es decir, dar salida a su agresividad, que él entiende como un rasgo competente. Muchas familias militares no pueden olvidar el insulto que Trump dirigió a los padres musulmanes de otro militar laureado caído. Entonces no tuvo reparos en el insulto. Ahora, en cambio, los usa.


En otro artículo titulado "How Carryn Owens ended up in the balcony to create the emotional high point of Trump’s speech"***, el mismo diario nos da cuenta de cómo la esposa no quiso asistir ante la invitación inicial, pero que fue finalmente convencida.

President Trump, then just 10 days in office, called Carryn Owens, the grieving widow of Navy SEAL William “Ryan” Owens, to express his condolences, according to a White House account, and to invite her and her three children to visit him at the White House.
“By the way,” Trump told Owens, according to the White House, “I’m going to be giving this speech in February. If you feel comfortable, I would love to have you as a guest.”
Owens was overcome with emotion from the past 24 hours. She told the president that she appreciated him asking, but was noncommittal. Trump directed a military aide to follow up with her until, ultimately, she accepted.
The story of how Owens made it to the balcony of the House chamber Tuesday night to create the emotional high point of Trump’s joint address to Congress was recounted Wednesday by White House press secretary Sean Spicer in his briefing with reporters.
Near the end of his 60-minute speech, Trump recounted the counterterrorism raid — his first as president — and recognized Carryn Owens, whose eyes were filling with tears. He said of her late husband, “Ryan’s legacy is etched into eternity,” as she looked to the heavens. The crowd of lawmakers, administration officials and military leaders stood to applaud her for two full minutes.
“I’ve been in this town 25 years, probably watched ‘State of the Unions’ for 30,” Spicer said. “I’ve never seen a sustained applause like that.”***


Y no esperaba menos el presidente. Cerrar su discurso con las apelaciones a la viuda presente, a sus hijos, al marido fallecido, es un recurso tan burdo como de mal gusto. Sobre todo si sabes que vas a tener un clima frío. Pones a la oposición entre la espada y la pared, en la tesitura de aplaudir o no a la viuda de un militar caído para apropiarte del aplauso. No es una genialidad, es una cobardía. También una forma de promoción de la hija, situada junto a la viuda (El Mundo la llama "La viuda de América"), como han señalado los detractores del escaparate promocional en que han convertido los actos presidenciales.
Así lo ha entendido el padre del militar fallecido:

Bill Owens said in an interview last Friday with the Miami Herald that he had reservations about the decision to launch his son’s fatal mission in Yemen and called for an investigation. He also said he was troubled by Trump’s incendiary comments during last year’s campaign about another Gold Star family.
Bill Owens also said that when Trump and daughter Ivanka visited Dover Air Force Base to pay their respects to the Owens family as Ryan’s flag-draped casket was carried off a military jet, he declined to visit with the president.
“I’m sorry, I don’t want to see him,” Bill Owens recalled telling a chaplain in his interview with the Herald. “I told them, ‘I don’t want to meet the president.’”***

El enfado del padre es el mismo de todos los que piensan que la operación en Yemen en la que falleció el militar ha sido la primera que montó Trump pocos días después de llegar a la Casa Blanca. Muchos pensaron que era precipitada y que simplemente el nuevo presidente quería más titulares. La invitación a la Casa Blanca es un intento de comprometer a la familia y alejar las responsabilidades. De ahí el rechazo del padre y su petición de una investigación.
Quizá el padre recordaba la vergonzosa entrevista del flamante Comandante en Jefe tras la precipitada intervención en Yemen, con la pérdida de su hijo:

In an interview with Fox & Friends Tuesday, President Donald Trump refused to accept responsibility for the risky special operations raid in Yemen earlier this month that resulted in the death of Navy SEAL Chief Petty Officer William “Ryan” Owens.
Never mind the fact that Trump personally approved and ordered this flawed raid; never mind the fact that he personally signaled during his campaign that he wanted to order more aggressive counterterrorism actions like this. When things went bad, it was the fault of the military — not Trump.
“This was a mission that was started before I got here. This was something they wanted to do,” Trump said. “They came to me, they explained what they wanted to do ― the generals ― who are very respected, my generals are the most respected that we’ve had in many decades, I believe. And they lost Ryan.”****


Este "ellos perdieron a Ryan" final es una afirmación vergonzosa, otra forma de rechazar los fracasos en una mente que solo se ve en el espejo del triunfo. Se hace difícil para muchos militares aceptar esto. Eran ellos los que querían hacerlo, él se limitó a complacerles. Y fallaron, se perdió a uno de ellos. Muchos militares no aceptarán a Trump.  
Trump aprobó la operación en Yemen para conseguir titulares mostrándose como el Comandante en Jefe que lleva a la victoria. El mismo Trump monta el espectáculo ante los congresistas para hacer ver que América tiene "héroes" y no "víctimas" de su narcisismo e inexperiencia.
La preocupación por las audiencias de "El aprendiz" no es casual. A Trump no le importa que bajen en el programa televisivo. Es una forma retórica de atraer la atención sobre que, no estando él, el programa ha bajado en audiencia. Esa y no otra es su atención. Responsabiliza a Schwarzenegger como responsabiliza a los militares de lo que estaba bajo su mando. Lo primero que hizo al ver el resultado de la operación fue decir que estaba montada desde antes.
El fracaso nunca está en su mente ni asumir las responsabilidades. El tuit que lanzó cuando se dieron las audiencias de Arnold Schwarzenegger no deja dudas. Lo recoge la CNN en español:

"Guau, llegaron los índices de audiencia y Arnold Schwarzenegger quedó "abrumado" (o destruido) en comparación con la máquina de ratings, DJT" , tuiteó el entonces presidente electo el mes pasado.
Schwarzenegger respondió a esos comentarios deseándole a Trump "toda la suerte del mundo" y diciéndole que espera que Trump "trabaje por TODO el pueblo estadounidense con la misma agresividad con la que ha trabajado para conseguir audiencia".**


En un segundo tuit, continuación de este, explica el fracaso porque Schwarzenegger apoyó a Hillary. Alguien que se describe a sí mismo como "una máquina de las audiencias", la DJT, no tiene mucho problema en usar lo que haga falta. No hay distinción entre la vida y el reality, en ambos se trata de sumar seguidores, tener audiencias. Todo es espectáculo.
Los datos de la CNN dicen que consiguió un 78% de aprobación por su discurso. Lo ha conseguido.



* "Schwarzenegger abandona el programa ‘El Aprendiz’ en el que sustituyó a Trump como presentador" El País 4/03/2017 http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/04/television/1488583311_602687.html
** "Schwarzenegger responde a Trump: "Intercambiemos trabajos" CNN es Español 2/02/2017 http://cnnespanol.cnn.com/2017/02/02/schwarzenegger-responde-a-trump-intercambiemos-trabajos/
*** "How Carryn Owens ended up in the balcony to create the emotional high point of Trump’s speech" The Washington Post 1/03/2017 https://www.washingtonpost.com/news/post-politics/wp/2017/03/01/how-carryn-owens-ended-up-in-the-balcony-to-create-the-emotional-high-point-of-trumps-speech/?tid=a_inl&utm_term=.c05634005663
**** "Trump just blamed the military for the botched Yemen raid. That's a disgrace" Vox 28/02/2017http://www.vox.com/policy-and-politics/2017/2/28/14766918/trump-blame-military-yemen-seal-botched-raid-pentagon-fox



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