Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Egyptian Streets resume la publicación en Nature Middle East de un artículo titulado "Ending the scourge
of female genital cutting", con la siguiente descripción: "A look at
FGC practices using a cultural evolutionary approach can help policy makers
understand why eradication efforts are not very successful." Ambas
hacen alusión al estudio original, publicado por Janet Howard y Mhairi Gibson en
Nature Ecology & Evolution.
La cuestión de la mutilación genital femenina es importante
en Egipto por sus números, que afectan a más de 27 millones de mujeres en el
país. Es un ejemplo de absorción de una práctica precoránica y su "explicación"
en términos "religiosos".
El beneficio de muchas prácticas sociales no es real sino que
representa un valor meramente simbólico. Pero lo simbólico tiene el valor que
socialmente se le atribuye. La práctica de la mutilación no tiene un beneficio
por sí misma, más bien lo contrario para las personas, pero supone algún tipo
de "beneficio" en términos de valoración "social". El
estudio realizado por Janet Howard y Mhairi Gibson trata de establecer las
reglas de ese "valor" en términos calculados para predecir su
"evolución social".
Nos explican en Egyptian Streets:
Policies aimed at eradicating female genital
cutting, known as Female Genital Mutilation (FGM), since the 1950s have not
been working as successfully as planned. A new study, published in Nature
Ecology & Evolution, attempts to explain why.
One indicator of FGM prevalence is known as
evolutionary fitness. This is a measure of an individual’s reproductive success
or their genetic contribution to future generations, Janet Howard, one of the
study’s coauthors, told Nature Middle East.
Adaptive benefits have been observed that may
affect the frequency of FGM in a culture. In environments where it is
prevalent, cutting gives women social status, better marriage prospects, and
access to social support and networks, Nature Middle East stated. Conversely,
in societies where it is not the norm, victims of the practice can be socially
stigmatised.
In addition, FGM frequency in the mother’s
ethnic group is a significant predictor of the odds of having a cut daughter.
Nevertheless, women who are not victims of FGM
are less likely to have their daughters cut, even if it is the norm in their
ethnic group, the study has shown. This tendency is encouraging from an
eradication perspective as it suggests that once the behaviour is abandoned it
is unlikely to be taken up again, the researcher told Nature Middle East.*
Es importante entender los términos en que se expresa la
investigación para evitar errores y malas interpretaciones. Estos se producen
cuando se expresan en un campo los aspectos de otros. La idea de "evolutionary
fitness" expresa aquí en términos "naturales" una "evolución
cultural", es decir, algo referido al desarrollo en el grupo en donde esa
práctica —la mutilación genital femenina, en este caso— tiene lugar. La
adaptación aquí, por tanto, se refiere a los beneficios "dentro" del
grupo.
A diferencia de las adaptaciones referidas al entorno, en la
que son los cambios azarosos los que determinan la supervivencia —es decir,
elementos exteriores—, en el caso cultural, lo externo no es "azaroso",
ya que son las reglas del grupo lo que lo constituyen. En otros términos: lo
"beneficioso" de una práctica social determinada es sencillamente que
es "social", es decir, es valorada por el grupo como positiva.
Las implicaciones de esto son muy importantes y por ello es
esencial mostrar que aunque podamos realizar estudios sobre la
"evolución" dentro de las culturas en términos de "evolutionary
fitness", no debemos confundir el entorno natural con el cultural, ya que
sus funcionamientos no son iguales.
El entorno natural es físico,
tiene límites y evolutivamente es relevante
que esté "cerrado", creando nichos que se descuelgan de los cambios
en los espacios contiguos, como ocurre allí donde se producen barreras
naturales —islas, cuevas, cordilleras, etc.—, es decir, allí donde se dificulta
o anula el contacto. Un espacio aislado hace que los elementos que viven en él
evolucionen conforme a las condiciones de ese —y solo ese— espacio.
Por el contrario, el concepto de espacio aplicado a los
entornos culturales tiene unas condiciones que aceleran los cambios desde la
perspectiva de los encuentros reales y los comunicativos. Cuando las diferentes
culturas están aisladas, no hay otras referencias; todo lo que forma parte de
ella tiene un valor absoluto. En cambio, el aumento de las relaciones de
comunicación favorece la relatividad y, por ello, aumenta las posibilidades de
cambio. En esa relatividad que surge de la posibilidad de disponer de
alternativas, las diferencias entre la naturaleza y la cultura se disparan. Los
estudios naturalistas de la cultura tienden a pensar en términos excesivamente
grupales ya que son las normas sociales las que presionan a los individuos. Y
los individuos en la sociedad se comportan de una manera distinta a la presión
del entorno en la naturaleza que es la que selecciona los cambios favorables
mediante el azar. La cultura es lo contrario del azar, algo que no se tiene
muchas veces en cuenta.
En el estudio se llega a una explicación para la que no hacen falta muchas alforjas. No
siempre la Ciencia tiene que encontrar verdades sorprendentes, es cierto, pero
sí debe explicar bien lo que expresa:
Howard explains that eradication programmes are
based on the “tipping point theory”, a coordinated change among communities to
switch their behaviour en masse from cutting to non-cutting.
The cultural practice in the Arab and Muslim
world is very sensitive to the political environment, according to Nature
Middle East. Religious leaders influence the frequency of the practice and have
been applying a tipping-point approach in addressing the practice. Elsewhere
it is usually directed by the political climate.
Results from the study suggest that in ethnic
groups where prevalence is below 50 percent the practice is already declining.
They predict that if prevalence is brought below 50 percent in any society, the
same trend would follow, and the practice would slowly disappear. *
La denominada “tipping point theory” es sencilla: en términos
sociales, se ve como un "beneficio" lo que hace la mayoría, por lo
que tiende a crecer; por el contrario, cuando una práctica comienza a
reducirse, lo seguirá haciendo porque es signo que ya no se ve en ella un valor
en alza.
¿Cuáles son los valores "beneficiosos" selectivos
de la mutilación? La selección aquí es la matrimonial. Lo mismo, por ejemplo,
que la virginidad. Imaginemos una sociedad en la que la virginidad se considera
negativa y nadie quiere casarse con una mujer que lo sea. El mecanismo sería el
mismo: si te rechazan por algo, eso es considerado un "problema"
evolutivo para aquello que se busque (riqueza, prestigio, etc.)
Los que hayan visto la película Yentl, por poner un ejemplo, recordarán que el protagonista,
Avigdor (Mandy Patkin) es rechazado por la familia de Hadass (Amy Irvin) porque
tiene un estigma que trata de ocultar: el suicidio de su hermano. En la
comunidad judía se considera negativo —una pérdida de estatus— emparentar con
la familia de un suicida. Después del escándalo de la falsa boda con Hadass con
Yentl (Barbra Streisand disfrazada), la familia dará por bueno el matrimonio
que antes les parecía una pérdida de estatus. Ante el hundimiento del prestigio
familiar, lo que antes era malo, ahora es aceptable.
Las normas sociales no son la naturaleza, no son el azar
que determina nuestra supervivencia, sino lo que condiciona nuestra vida. No es
lo exterior que nos afecta, sino lo interior que determina nuestras conductas.
Por eso la apertura que implica la comunicación produce cambios porque muestra
que la norma no es un destino inamovible sino una presión que hace actuar a la
sociedad en una dirección u otra. Es presión se traduce en normas políticas,
religiosas, protocolarias, etc. Ninguna es "natural", aunque todas
traten de expresarse en esos términos. Su naturalidad procede entonces de la
costumbre o de la imposición divina.
La ablación se disfraza de norma religiosa para seguir
funcionando en una sociedad donde los números son altísimos, el 91% de las
mujeres. El hecho —como se señala en el estudio— de que las familias en donde las
madres no están mutiladas no mutilen a sus hijas implica precisamente que esa
decisión escapa de lo natural cuando
se "comprende" su sentido controlador patriarcal de las mujeres. El
miedo a que sus hijas sean rechazadas matrimonial y socialmente si no han sido
mutiladas es el factor determinante de la práctica. Por ello decir que si el
cincuenta por ciento no mutila, la mutilación ira descendiendo tiene una lógica
evidente: si se ha llegado a ese punto, la mutilación se considerará un
"atraso" y se volverá negativa.
Por eso, los integristas tratan por todos los medios de
aislar comunicativamente a la sociedad. Se trata de evitar que las perspectivas
de cambio se introduzcan en la sociedad. Lo mismo ocurrió con la práctica del
velo, minoritaria en la sociedad egipcia entre sus clases educadas tras la
llegada del socialismo nasserista, que representaba una modernidad frente a los
islamistas. La pérdida de prestigio por la derrota militar de Nasser frente a
Israel, sirvió para que los islamistas elaboraran una teoría explicativa: Dios
les había castigado por su impiedad. Eso hizo que la práctica del velo se
hiciera más frecuente aumentando ese punto del cincuenta por ciento. No fue el
único elemento para volver al velo: la invasión de las prácticas y teorías wahabitas
desde Arabia Saudí. Y lo que se dice del velo es válido para las barbas, por
ejemplo, en el caso de los hombres o también la vestimenta, cuando se
incorporan elementos distintivos.
En ese sentido, el artículo habla de la sensibilidad a la
influencia político-religiosa en el mundo árabe islámico. Evidentemente, cuanto
más se identifique lo político con lo religioso, los argumentos serán de un
orden distinto. Lo religioso se caracteriza por presentarse como una
imposición, mientras que lo político es una elección. Convertir la religión en
política es argumentar que lo que se hace se hace porque es Dios quien lo
quiere y ordena. Tener una idea distinta, no es visto como un derecho a la
discrepancia, sino como un desafío a lo divino, que la comunidad —siempre
virtuosa— se encarga de castigar.
Eso no ocurre en la "naturaleza". Las leyes sociales son de otro orden. Una
minoría puede dictar las normas, dirigir la vida, de la mayoría si posee el
prestigio o la fuerza suficiente. Una minoría puede cortar de raíz las
esperanzas o deseos de una mayoría. El que dispone de la fuerza necesaria puede
crear leyes, imponer costumbres, de la misma manera que los egipcios llevaron
el fez otomano.
El fez —creado en la ciudad marroquí de Fez, de la que toma
el nombre— de los turcos fue una imposición del sultán otomano precisamente
para erradicar el uso del turbante. El fez era un signo de modernidad frente al turbante musulmán. En el siglo XIX, Mahmut II
prohibió los turbantes e impuso el fez como forma de superación de divisiones
sociales y religiosas. Es un ejemplo como muchos otros en los que algo se
impone no por el 51% por ciento sino porque hay fuerza como para imponerlo. Los
egipcios lo llevaron porque eran parte del imperio otomano y por los mismos
motivos se lo quitaron.
Los factores que determinan la existencia de la mutilación
no son naturales. Son una forma de imposición que va fundamentándose en los argumentos
necesarios para mantener viva una forma de dominación sobre las mujeres. Antes
del islam, su fundamentación era una; cuando llegó la nueva religión, la
fundamentación pasó a ser otra.
Por ello la cuestión esencial es la capacidad de la sociedad
para moverse en sentidos distintos a los del estatismo que busca todo el que ha
logrado el poder. Es el cierre de la evolución. Si se produce un cambio, es
percibido y descrito en términos de degradación, degeneración, transgresión,
pecado, etc. Surgen entonces, como ocurrió frente a los movimientos
progresivos, movimientos reaccionarios, como el wahabismo o los salafistas, los
que quieren volver a fórmulas de pureza.
Es esencial la información, el establecimiento de
comunicaciones, que son los verdaderos aceleradores de los cambios. Así la
imprenta favoreció la Reforma y posteriormente la Ilustración, que contó con la
aparición de la prensa. La Primavera árabe se benefició de las nuevas
tecnologías y, por los mismos motivos, los autócratas las tienen en su punto de
mira. Antes se quemaban libros, se confiscaban en las fronteras, etc. y ahora
se busca bloquear redes, prohibir aplicaciones, etc.
Las prohibiciones legales de la mutilación no han tenido efecto social. No lo han tenido porque ha fallado el estado como en tantos otros campos. Muchas leyes egipcias son bonitos adornos a una modernidad que ha ido desapareciendo, justificaciones ante foros internacionales, etc. El poder social lo han tenido los que comenzaron la batalla en los años 60 minando la modernización y desviando el prestigio hacia lo religioso identificándolo con lo "egipcio". De esta manera, la reislamización contribuía al prestigio social frente a una minoría, una élite cuya modernidad se convertía en burocratismo autoritario. Los que aportaban alguna modernidad al pensamiento, alguna posibilidad de cambio en lo político o en lo religioso eran rechazados por unos y por otros, por el poder y por los que se habían hecho con el poder social. La que más claramente ha padecido esta regresión ha sido la mujer, que no ha logrado que los discursos de cambio realizaran un cambio real por el dominio del pensamiento tradicionalista que ha hecho de la mutilación un signo de identidad egipcio y musulmán. Así es posible que en el Parlamento egipcio, haya personas que pidan que las mujeres asuman voluntariamente la ablación y que el hecho de que políticamente se hayan agravado las penas sea una inutilidad, como lo eran las de 2008. Ahora se agravan en los casos de muerte de la mujer o "lesión irreversible", algo completamente ridículo e inútil porque no se ha modificado la percepción social. La reducción es muy pequeña para el enorme mal que representa para las mujeres. Pero es parte del pulso entre los poderes políticos y social-religiosos. No es una cuestión exclusivamente islámica; también se practica por el mismo motivo —el prestigio social— entre los coptos, por lo que afecta a la sociedad egipcia en su conjunto.
Si son las leyes que se aprueban las que se quieren realmente, lo eficaz sería hacer una campaña comprometida. Si se sabe que las cifras son tan abrumadoras como el 85-90%, todos saben de la inutilidad legal. Solo si alguien muere sale a la luz. Entiendo por una campaña comprometida que el presidente o cualquier ministro o persona influyente dijera "mis hijas no están mutiladas", algo que es difícil que ocurra, pero que explica porqué es tan lento su declive. habrá, según nos dicen que esperar a que se llegue al 50%. Entonces, si llega ese momento, las cosas irán más deprisa. ¡Pobre esperanza!
La cultura, una vez más, es nuestro entorno social. A
diferencia del entorno natural, tiene un componente político que determina las posibilidades mayores o menores de
cambio. Las sociedades cerradas acaban necesitando de la fuerza para evitar que
se produzca el cambio, para reprimirlo, y refuerzan sus sanciones a los disidentes. El cambio necesita de valor y mucha publicidad, mucha ejemplaridad, algo que no vemos.
Por eso
hay que apoyar a los que discrepan en su lucha por abrir lo que otros quieren
cerrar.
* Aya Bader
"Scientific Insights: Why Are Policy Tactics Against FGM Not
Working?" Egyptian Streets 28/03/2017
https://egyptianstreets.com/2017/03/28/scientific-insights-why-are-policy-tactics-against-fgm-not-working/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.