Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cada
cierto tiempo los egipcios reciben una dosis oficial de victimismo a través de
los medios de comunicación a cargo de los que expanden la teoría de que todo lo
que les pasa es responsabilidad de otros y que sus gobiernos lo hacen todo
bien. Cada cierto tiempo, cuando la situación se deteriora, se les envuelven en
cantos tristes sobre el destino y cómo no son los primeros del mundo en todo a
causa de las zancadillas que el envidioso resto les pone. La teoría es muy
sencilla: lo bueno es suyo; lo malo se lo traen otros.
Cuando
interesa, los egipcios son "egipcios", cuando no son
"árabes" y en otras ocasiones "musulmanes". Así, los que
explican los problemas señalan que unas veces quieren destruir y dividir el
país, otras que los árabes son colonizados y finalmente se saca lo de la
islamofobia por si hubiera alguna duda. Todos los males vienen de la envidia
por ser egipcios, el colonialismo occidental por ser árabes y el odio religioso
por ser musulmanes, la única religión verdadera y a la que todos están abocados
por su bien.
Tras estas raciones teóricas,
el intelectual de turno encuentra explicación a todo y puede seguir disfrutando
de su estatus, normalmente privilegiado, entre tanto desastre del que solo otros son responsables. Todos los
discursos con los que les han mecido la cuna, el nacionalista, el étnico y el religioso, les hablan de su "superioridad",
mientras que la realidad muestra lo contrario.
Cada
uno de estos discursos, además, tiene su propio interés detrás: el nacionalista,
el arabista y el islámico. Cada uno trata de ser controlado por un grupo y una
ideología según los tiempos y es utilizado para manipular. La especificidad
egipcia es notable porque no basta con ser "egipcios", sino que se
consideran el centro del mundo árabe y, con Al-Azhar al frente, el centro
doctrinal del que debe salir la ortodoxia. Esto, por supuesto, es una forma de
ver el mundo que entra en contradicción con otras. Lo que queda claro es el
protagonismo que desde la época de Nasser se ha querido tener. Otros países
tienen menos conciencia "nacional" por ser más "tribal" su
estructura, como estamos viendo cuando se desmoronan los estados. Egipto tiene
esa conciencia nacional y superpuesta la idea de ser el centro del mundo árabe,
por lo que entra en conflicto con los que tratan de usar ese centro por otras
vías, como Arabia Saudí. En la parte religiosa, Egipto es el origen de los
Hermanos Musulmanes, el internacionalismo islamista, un hecho capital para su
desarrollo histórico, que muestra una vez más que el país no solo quiere ser
él, sino la referencia para los demás (panarabismo e islamismo).
Esta
vez toca nueva ración de Filosofía de la Historia, en clave nacional, por medio
del artículo publicado en Ahram Online por Taha Abdel Alim con el título "Egypt’s
image around the world". El artículo, según lo visto anteriormente, se
apoya en la línea del régimen, el nacionalismo egipcio.
Seis
años después de la Revolución, podemos leer:
After the 25 January Revolution and Mubarak’s
departure, US President Barack Obama declared there are rare moments in our
lives when we can watch history in the making. The Egyptian revolution is one
of these moments, he said. The British newspaper The Guardian wrote at the time that the Egyptian revolution is the
greatest in the history of humanity — even surpassing the French and American
revolutions.
But the truth that Obama and The Guardian spoke was retracted after
the 30 June Revolution when Obama said he was deeply concerned that the armed
forces deposed Mohamed Morsi, suspending the delivery of weapons to Egypt that
were needed to fight terrorism. The New
York Times claimed the army toppled President Morsi in a full-fledged
military coup.
Although it was the people who created both
revolutions and the army supported their choice by deposing two presidents to
prevent civil war, those who paint Egypt’s image in the US and other ally
countries had a different view. That is nothing new, since many official
circles and media outlets hide or monopolise or distort information to channel
public opinion in the direction that serves their goals and policies. The
purpose of singing the praises of the 25 January Revolution was to empower the
Muslim Brotherhood in return for fracturing and bringing Egypt to its knees.
Hostility towards the 30 June Revolution was a reaction to a lost bet and
attempts to reinstate the same plan.*
El primer párrafo nos trae las glorias de la revolución,
cantadas por todos. En efecto, prácticamente todo el mundo saludo las
revoluciones (no solo la egipcia, sino la Primavera árabe) como el inicio de un
cambio importante: por primer vez tras los procesos de descolonización y en
plena globalización, los distintos países árabes había cogido una fuerza
considerada generacional (los "jóvenes") para acabar con unos regímenes
que habían surgido en los periodos de descolonización, que habían surgido nacionalistas
y revolucionarios, partidarios del socialismo muchos de ellos, (el mismo
nasserismo lo era), con el afán de sacar adelante a sus pueblos de la miseria y
la ignorancia y recuperar sus destinos nacionales.
Desgraciadamente, aquellos movimientos de liberación se
convirtieron en centros de corrupción, nepotismo y tortura. En los países en
que se produjeron los movimientos, los mismos o sus herederos acabaron haciéndose
con el poder y pasando del socialismo al liberalismo que les permitía recibir
sobornos de las multinacionales. ¡Por supuesto que se cantó la "Primavera
Árabe" como un gran logro político, como un despertar después de 60 años
de dictaduras disfrazadas de populismos!
En el segundo párrafo, el autor hace un ejercicio retórico y
una violación histórica de los hechos, con la clave de todo este gigantesco
trucaje. Se trata de cantar el apoyo del Ejército egipcio a las dos "revoluciones"
para salvar al país de la guerra civil.
El ejército egipcio no ha salvado a nadie de un problema que
no haya creado antes. Mubarak estaba sostenido por el Ejército, era su cabeza.
Las protestas iban contra el régimen y el régimen se sostenía por el triplete
ejército, judicatura y policía. La fantasía posterior es que la gente solo
protestaba contra Mubarak, que debió ser un gigantesco titán para gobernar él
solo durante treinta años sin la ayuda de nadie.
La astucia del Ejército egipcio, el verdadero dueño del país
y el estado, junto con la alianza civil involucrada en sus negocios, es haber
sabido ofrecer una imagen de repartidor de panes y ganador de guerras, las dos
bastante dudosas. Hasta Mubarak tuvo que falsificar alguna que otra foto para
recoger algo del prestigio de lo militar. La Policía hacia el trabajo sucio del
régimen, pero no se puede considerar que el Ejército estuviera fuera. Poli
bueno, poli malo.
La idea de que fue el Ejército quien dio el golpe que acabó
con Mubarak es realmente cómica. Lo que hizo el Ejército, precisamente, fue
esperar lo suficiente como para que la salida de Mubarak se convirtiera en una
heroicidad. No consta que entre ellos hubiera discrepancia. Cuando les dijeron
que fueran a visitar a visitar al presidente, fueron. Y lo trataron con toda
delicadeza. Se trataba no de evitar una guerra civil, sino una masacre militar
de civiles que les hubiera colocado en una situación complicada en la que
algunos podrían haberse rebelado.
De esta manera, la retórica oficial adula al pueblo —que es
quien marca la dirección— y coloca al Ejército como fiel brazo ejecutor de los
deseos del pueblo. ¡Qué pena no haberlo hecho durante los treinta años
anteriores!
La segunda parte del artículo introduce, en cambio, la
cuestión del "arabismo" y su distorsión a través de otros tipos de
medios y textos. El autor entremezcla los artículos académicos con las
películas de Hollywood, que ya es mezclar.
Academic curricula in the US were a main source
of negative perceptions of Arabs for Americans, and are hard to change. The US
movie industry was built on a distorted image of Arabs and their just causes.
The 9/11 attacks gave the US media an opportunity to promote the standard
negative stereotype, connecting Islam with terrorism, but the media has an even
more critical role in forming the mental image of peoples and regimes since it
is a vital source of information in foreign countries. This impact multiplied
with the information technology and communication revolutions.*
Es cierto que Hollywood y las televisiones norteamericanas
han creado una imagen ridícula del mundo árabe. El diario El País nos describe
al presidente Trump, buen amigo del presidente Sisi, como una persona que solo ve la televisión y no lee libros.
La comunidad académica tiene algo más de visión.
Lo que ha hecho Hollywood con el mundo árabe, lo ha hecho
antes con los hispanos (sucios y durmiendo la siesta), con los asiáticos, etc.
es una máquina de distorsionar el mundo y con ello su percepción de él. Pero no
es el único, claro. Basta con leer la prensa para comprobar que muchos países también
tienen una imagen distorsionada de eso que llaman "Occidente", al que
se refieren como algo global y agresivo, de donde vienen todos los males. Los
malentendidos crecen en dos direcciones con la distorsión comunicativa.
Lo malo es que la visión que tienen muchos de lo que ocurre
en el mundo árabe (en cualquier parte) viene en gran medida ofrecida por
académicos que han tenido que salir de sus países por persecuciones religiosas,
políticas y hasta estéticas. Resulta también que mucha de la información que se
maneja proviene de los mismos medios locales. Por supuesto, todo periodista que
informa lo contrario de la versión oficial, está faltando a la verdad. El
presidente egipcio y el norteamericano comparte la visión de que "la es el
enemigo del pueblo". Lo de Trump es reciente, pero lo del presidente Sisi
viene de antiguo, de en cuanto empezó a disolverse la sisimanía. La compra de
medios para anular las críticas, el silenciamiento de profesionales en cuanto
discrepan, la anulación de permisos de residencia a periodistas que llevaban
años ejerciendo su trabajo en Egipto, la expulsión de medios extranjeros o el
apercibimientos a sus corresponsales, los artículos intimidatorios, etc. forma
parte de la vida política de Egipto. Y, por ello, de su imagen exterior.
La gran ironía es que muchos medios oficiales tienden a no
comprometerse demasiado con lo que ocurre, entrando en los diversos incidentes
que se producen, para no deteriorar las relaciones que consideran que se deben
mantener abiertas por temas de seguridad. Es el "mal menor", que tanto daño ha hecho a Egipto.
Es en este aspecto cuando se produce el segundo truco
histórico: todos los que no asumen la visión oficial del régimen (ya sea en
tiempos de Nasser, Sadat, Mubarak, Morsi o Sisi) son enemigos del país, no del régimen, son antiegipcios. Son traidores, terroristas, agentes extranjeros, etc.
Muchos de los que hicieron la Revolución del 25 de Enero están en la cárcel. Defender
los derechos humanos, por ejemplo, te convierte también en conspirador contra
el régimen, en un vendido a países extranjeros que tratan de evitar que Egipto
cumpla su misión histórica de liderar el mundo.
Los políticos egipcios y muchos de sus poyos profesionales
de la información, acampados en los medios estatales, siguen sin comprender el
papel de los medios de comunicación. Siguen considerándolo como una banda
militar dispuesta a lanzar a los cuatro vientos la propaganda del régimen.
Según ellos, cualquier crítica a la política es un ataque a algo que consideran
patrimonio propio: el país. Como excluyen a los que discrepan o se oponen, lo
que puedan decir es anti egipcio. Confunden la información periodística con el
"National Branding". Por eso sus medios ignoran lo negativo y tratan
de promover informaciones que gusten al
turismo y a los inversores.
Escribe el autor:
The media is a window of knowledge and
information on specific situations, especially if the audience has no direct
experience of them, and it promotes and spreads perceptions and stereotypes.
Directing information via media outlets is one of the effective ways to form an
image of one nation to another. The image is greatly changed by those in
control of media outlets who choose scattered information based on their
political inclinations. Media outlets create mental images of regimes or
countries by focusing on biased viewpoints that promote specific characteristics
targeting a country, culture, or entire people according to specific whims and
interests, and prior generalisations and ideas that do not reflect the true
picture in its entirety.*
En su concepción y en la de quienes comparten la mentalidad
conspiratoria contra Egipto, todos los medios del mundo están controlados por
oscuros poderes para difamar a los egipcios y a sus gobernantes actuales. El
hecho de que cada vez que el presidente sale fuera de Egipto los medios locales
le pregunten por la situación en el país de los derechos humanos, de las
libertades de expresión e información, por los presos, por los censurados, por
aquellos a los que se prohíbe salir o entrar, etc. no es porque tengan ganas de
hacerlo y especial retorcimiento. Lo hacen porque el mundo hoy no se puede
maquillar ni convertir en un decorado de pueblo del Oeste en Almería. Hoy
sabemos más porque podemos conocer muchas más versiones que las oficiales.
La prensa egipcia sufre muchas presiones. Una parte se
dedica a la propaganda, haciendo aparecer cantos al régimen y artículos
tendenciosos contra el resto del mundo. La otra, la que trata de informar
críticamente de lo que ve, sufre ataques, descalificaciones y amenazas de
fiscales. El caso egipcio con la prensa es especialmente escandaloso después de
lo ocurrido con la cúpula del Sindicato tras las informaciones sobre el destino
de las islas de Tiran y Sanafir, un trama tratado aquí en muchas ocasiones.
Los artículos de este tipo suelen incidir en que las
revoluciones o fueron unas conspiraciones o fueron "secuestradas" por
los islamistas y "rectificadas" por el vigilante y servicial
ejército. La primera parte es absurda y una ofensa a la inteligencia y a la
memoria de los que murieron. ¿Fueron los islamistas los que se beneficiaron? Evidentemente,
sí. Los únicos con organización eran ellos. De que los demás no la tuvieran se
habían encargado los aparatos de represión durante años, encarcelando
demócratas y sustituyéndolos por pseudo políticos al servicio de los regímenes.
En el caso de Egipto, los parlamentos ya contenían salafistas y Hermanos
musulmanes para aparentar ante el mundo que eran regímenes liberales. Con
elecciones apañadas, no había problema de quién gobernaría. Se ahorraban así
mala imagen.
La excusa de los islamistas ya no vale. Los islamistas han
sido astutos, eso hay que reconocérselo. Han engañado a muchos gobiernos
fingiendo una moderación que les sobra. La demostración más evidente es el
quitado de careta de Erdogan y el régimen turco, de la cuerda islamista de los
Hermanos.
La situación egipcia tiene muchos responsables, con
distintos grados de participación. Pero no hay nadie que tenga más
responsabilidad que el Ejército egipcio y sus representantes que son quienes
gobiernan el país, vestidos de militar o de paisano, según toque.
Los Estados Unidos y algunos países occidentales han sido
responsables de mantener los regímenes dictatoriales para mantener la zona bajo
control y evitar conflictos mayores, como ocurre con Palestina. Son
responsables de haber confiado en las palabras de los islamistas tras el 11/09
que se ofrecieron como solución moderada para controlar la zona. Engañaron a
todos, como engañaron al electorado egipcio, que también les votó, libremente.
Pero es responsable Sadat, que los volvió a meter en el juego y Mubarak que les
dejó crecer en la sombra mientras no le molestaran, a sabiendas de que contaba
con el Ejército, la Policía y un buen presupuesto para construir cárceles, algo
que Sisi ha aumentado.
Una de las perversiones tendenciosas que recoge el artículo—ya
lo hemos citado—, tras decir que la revolución se hizo para promover a los
Hermanos Musulmanes, es señalar que los recortes a las ayudas militares tras el
golpe, el "no-coup" que llevó a al-Sisi al poder se hizo para dejar a
Egipto frente al terrorismo ("suspending the delivery of weapons to Egypt
that were needed to fight terrorism"). Esto es una verdadera perversión
que solo es posible tras un proceso de desnaturalización del otro. Los recortes
se hicieron para evitar más muertes y tratar de frenar lo que se había
comenzado. Se trató de frenar la violencia, que es lo que distingue a un estado de un grupo terrorista.
El Ejército egipcio es quien ha estado recibiendo dinero de
los Estados Unidos, más de 1.200 millones de dólares anuales. Un presupuesto en
ayuda solo superado por Israel. Es sencillamente increíble que se pueda
sostener un argumento así. Solo es posible por esa ceguera frente a lo que
supone el Ejército para el pueblo, una imagen cultivada (se ha estudiado con
frecuencia) día a día desde los años 50. Lo único constante en Egipto es su
ejército. Es, por ello, el mayor responsable. No ha querido un gobierno civil
de ningún signo, como se demuestra hoy día. Egipto está presidido por el que
fuera ministro del Ejército de Mohamed Morsi, y cuyo gobierno, junto con el
ministro del Interior, hizo caer.
Los egipcios han recibido su nueva ración de doctrina que
les explica que:
a) todo lo que se hace está muy bien:
b) todo lo malo es fruto de ideas y gobiernos exteriores
c) Todo el que diga lo contrario, dentro y fuera, de la
versión oficial miente y es un traidor.
Es necesario hacerlo para evitar que la pintura se
resquebraje dejando al descubierto la pobreza de los materiales. Si el mundo se
alegró por ver a distintos países intentando recobrar un destino, por el
mismo motivo dejó de hacerlo cuando comprobó que se volvía a las viejas
prácticas y que no existía ninguna o poca voluntad de convivencia y entendimiento. No se trata de
estudiar los medios e invertir en relaciones públicas, comprar canales para
promocionarse en el exterior, etc. como se propone finalmente, comparándose
absurdamente con Taiwán. Se trata de cambiar la realidad a mejor para que pueda
ser aceptada por los que están dentro y fuera. Se trata de crear un sistema que permita vivir juntos respetando las diferencias y la diversidad. Pero esa voluntad es la que falta y hasta muchos la consideran traición. Por ello es fácil ser arrastrados por los extremismos.
Los que escribían sobre el futuro posible del país, han dejado de hacerlo.
Solo se mantiene orgullosamente la zanahoria para seguir caminando hacia un mundo imaginario.
* Taha
Abdel Alim "Egypt’s image around the world" Ahram Online 2/03/2017
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/258753/Opinion/-Egypt%E2%80%99s-image-around-the-world.aspx
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