Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
¿No
hubiera sido más fácil, barato y simbólico poner al ilustre visitante iraní a
Italia un capuchón o vendarle los ojos —como en las películas de mafiosos y
espías— que cubrir fría desnudez de las estatuas?
El
espectáculo vergonzoso no lo provocan las estatuas sino el gobierno italiano en
cadena ante la bajada de pantalones —la expresión me parece la más contextualiza
al hecho— que ha supuesto cubrir las estatuas al paso del virginal mandatario.
La polémica está servida, dirán algunos. Pero creo que no hay polémica
realmente, dado la huida de todos de su responsabilidad en este acto digno de
figurar como un episodio más de aquella vieja película de los 70 —en plena euforia erótica cinematográfica— dirigida y protagonizada
por el genial actor Alberto Sordi, titulada "El común sentido del
pudor" (1976). El eslogan que figuraba en los carteles españoles rezaba "Los
italianos en su salsa" habría sido valido para rotular la nueva versión.
Si la
provocativa Italia de los 70 hubiera recibido la visita de Rohani habría hecho,
a la usanza de Sordi, una coproducción titulada "A ciegas por Europa"
compuesta por episodios dirigidos por los directores principales de cada país. Cada
episodio, imitando lo ocurrido en Italia,
nos mostraría su visita a Francia, Alemania, Holanda, incluso España, y
lo que cada país había tapado para no ofender los castos ojos del visitante
iraní. El episodio español, por ejemplo, dirigido por Mariano Ozores, incluiría
una visita a la playa de Benidorm llena de miles de personas tomando el sol por
separado hombres y mujeres, vestidos todos con monos azules de mecánico. El
episodio francés, por su parte, mostraría la visita a un Hollande ingresando de
novicio en un monasterio de clausura al que se retiraría después de su intensa
vida política y sentimental. Y así seguiríamos, país por país, completando esta
Europa que está más pendiente de los contratos que de los principios.
Porque
se trata de eso. Mucha gente no entiende que cuando se visita Irán, las mujeres
tengan que modificar su aspecto. Pero entiende que el protocolo del país visitante
tiene preferencia y que siempre tienes la opción válida de no ir. Pero lo hecho
por y en Italia es algo más que una mera cuestión estética.
Con el
gesto de tapar las estatuas no se ha realizado un acto de amabilidad hacia un
visitante sino algo mucho peor. No se saca a Irán del oscurantismo puritano
sino que introduce a Italia en él. Y con Italia, a Europa. Como europeo me
siento avergonzado de lo hecho en Italia, igual que entiendo que en Italia se
avergüencen de lo que hacemos en España o hacen en Francia, Alemania o
Dinamarca. Me siento más chino solidario con lo que ha hecho Ai Weiwei al
retirar sus dos exposiciones en Dinamarca tras la decisión nazi de su gobierno
de confiscar propiedades a los inmigrantes. Es el "pudor común" que nos
debería acercar a los europeos como tales.
Pero es
difícil sentirse pare de ese común europeo ante tales diferencias de sentido
del "pudor". Tan difícil que hasta en Italia no lo entienden. En la
mejor tradición italiana, nadie parece haber tomado la decisión —nuestro episodio italiano reproduciría el caos
en los despachos ministeriales y las llamadas entre ellos— de cubrir las
estatuas. El diario La Stampa señala el asombro del ministro de Cultura, Dario
Franceschini:
Che definisce «incomprensibile» la scelta di
coprire le statue dei Musei Capitolini: «Penso che ci sarebbero stati
facilmente altri modi per andare incontro alla sensibilità di un ospite
straniero così importante», senza fare una scelta di cui, dice, «non era
informato né il presidente del Consiglio né il sottoscritto». Ma dalla
sovrintendenza capitolina ai beni culturali arriva una smentita sul suo ruolo
nella decisione: «Dovete chiedere a Palazzo Chigi. La misura non è stata decisa
da noi, è stata un’organizzazione di Palazzo Chigi non nostra». Il governo
avvia un’indagine interna sul caso. La delegazione iraniana, intanto, è già
volata a Parigi, seconda tappa del viaggio europeo.*
El
"Palacio Chigi" es la sede del gobierno. El ministro echa la culpa
hacia arriba, en un gesto insólito. Normalmente se culpa hacia abajo,
teniendo la culpa final seguramente el bedel, que sería quien tomó finalmente
la decisión de cubrir las estatuas.
Si en vez de ser una visita de Rohani, un
iraní, se hubieran tapado por la visita del Papa Francisco, el escándalo
hubiera sido mayúsculo. Pero el Papa Francisco se habría hecho un selfie con las estatuas con toda
probabilidad. Ahora que se abren algunas instituciones, apagamos la luz en
nombre del dinero.
Lo más
irritante de todo son dos cosas. La primera y más evidente es lo que ha
resaltado la prensa: Rohani viene repartiendo millones y oportunidades de
negocio. Las empresas (los gobiernos son ya interfaces de las empresas) se
frotan las manos pensando en los beneficios que obtendrán en un mercado cerrado
hasta el momento. Los países dictatoriales lo saben y sus dirigentes van con
los talonarios por delante. Hasta donde yo sé, lo único que ha hecho Irán es
decir que su energía nuclear no está destinada a fabricar bombas atómicas (es decir,
que pongan en peligro a Israel). Lo demás no ha cambiado. Sí; ha soltado uno
cuantos presos (creo que cuatro), pero para soltarlos antes los había tenido
que encarcelar.
Esto
nos lleva al segundo punto, Lo que hacemos siempre mal. Acabamos de dejar con
el culo al aire (vuelvo a recordar el contexto de la desnudez de las estatuas
para usar la expresión coloquial como figura retórica) a todas las personas que
no tienen la suerte de ser soltados, unos porque ya han sido ejecutados y otros
porque no le apetece al régimen de los ayatolas, que sigue siendo el mismo que
antes de la visita. Nada ha cambiado en Irán. ¿Tenía que cambiar algo?, se preguntarán los que han cerrado los
negocios con Teherán. ¡Pues, hombre, algo sí!
Lo que
sí ha cambiado, pero a peor, es la situación global del mundo. Si antes los países occidentales, democráticos,
etc. teníamos que cargar con la vergüenza de tener que llamar
"socio", "aliado", etc. a regímenes reaccionarios y
terribles como el de Arabia Saudí, con patente de corso para hacer lo que
quieran porque están protegidos por Estados Unidos, ahora tendremos dos, uno a
cada lado. La gran farsa es que se empieza con la economía y... se sigue con la
economía.
El
gesto de cubrir las estatuas es un mal gesto en muchos sentidos. Los primeros
que lo habrán lamentado serán todos aquellos que hayan sido encarcelados en
Irán por pedir una libertad de expresión a la que Italia renuncia por un puñado
de millones en negocios para sus empresas. El gesto italiano para no avergonzar
al dirigente iraní nos avergüenza en cambio a todos.
Tapando
las estatuas, ocultándolas, Italia ha tapado su historia, su arte, su
genialidad, en favor de un régimen que la niega por principio. Y en arte,
Italia somos todos, hijos de Grecia y Roma. No ha sido un gesto de amable anfitrión,
sino de falta de principios. El régimen iraní no tiene ya que mover ninguna
ficha y puede seguir, como de hecho hace, haciendo ver que es el mundo el que rectifica y que Irán es la normalidad hacia la que el planeta camina. Eso está vendiendo
ahora, su victoria ante Occidente.
Una vez
más dejamos sin argumentos a los que se enfrenta a sus dictaduras con la
dignidad que da la libertad de conciencia, expresión e información. El
progresista Mateo Renzi ha quedado bastante mal ante la beatífica sonrisa exterior
de Rohani y su carcajada interior. Estupefactos, en cambio, se han quedado
todos los que no entiende que Europa tape su arte, el orgullo que lleva a
millones de turistas de todo el mundo a admirar a Italia. Renzi tendrá que
explicarlo. Ha abierto la puerta de par en par a la censura, a que lleguen
tiempo peores (se avecinan) en los que algunos padres pidan que sean retiradas
las estatuas de los libros de texto de sus hijos porque su pudor es tan respetable como el de los dirigentes de Irán.
Estupefactos quedan todos los que han sido encarcelados, denostados,
perseguidos por querer tener un arte libre como el italiano.
Por no escandalizar
a los castos ojos de los que no se escandalizan con arrestos, ejecuciones o
flagelaciones, el gobierno de Renzi nos ha avergonzado a todos los demás.
Aquel "común sentido del pudor" del que se riera Alberto Sordi a través de la pareja que decide ir al cine después de cuatro años y se encuentra con que todas las películas son eróticas. y en su paseo por Roma ve cubierto el Coliseo con un gigantesco anuncio de una mujer desnuda, no es la pudorosa Italia de Renzi, que cubre las estatuas centenarias.
A Rohani habría que haberle dicho lo que Sordi decía a su escandalizada pareja durante las proyecciones: "¡No mires!", aunque ella no perdiera el hilo de lo que ocurría en pantalla. Y haberle recordado algunas cuestiones sobre derechos humanos, ya que estaba por allí.
*
"Franceschini: statue coperte? Scelta inspiegabile. La sovrintendenza:
“Chiedete a Palazzo Chigi”" La Stampa
http://www.lastampa.it/2016/01/27/esteri/rohani-le-statue-coperte-questione-giornalistica-ifZWYCaxxoQZTs0VnkvfXN/pagina.html
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