Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
espectáculos en el parlamento egipcio no cesan. Si ayer comentábamos aquí las
amenazas de ese ejemplo de finura que se llama Mortada Mansour amenazando a los
periodistas y pidiendo que se tomaran medidas para evitar la difamación del
parlamento, lo cierto es que eso es prácticamente imposible dados los esfuerzos
de los parlamentarios para difamarse ellos solos.
El
diario estatal Ahram Online dio la información de uno de esos casos en los que
este parlamento, resultado del 29% de la población, compuesto para debilitar la
definición de los partidos en beneficio de los "llamados"
independientes que más tarde se agrupaban para defender "al Estado",
interpretado habitualmente como la figura del presidente. Un parlamento al que
los candidatos a entrar ya estaban denigrando señalando que había que disminuir
sus poderes de fiscalización del ejecutivo. Será quizá porque el parlamento en
sí no tiene sueños proféticos, a diferencia de los que
ocurre con los candidatos presidenciales, que los tienen para presentarse o para retirarse.
Pero el
caso esta vez es bastante más grave, tanto en el fondo como en la forma.
Vayamos al fondo primero: como sabemos, la primera tarea que le compete a este
parlamento es la revisión de todas aquellas leyes que han sido aprobadas en el largo
periodo que comenzó cuando fue disuelto el parlamento de mayoría absoluta
islamista, con Hermanos y salafistas copándolo. Los jueces egipcios tienen una
histórica tradición de disolución de los parlamentos y esta vez lo hicieron de
nuevo como antesala de lo que sería el golpe de estado de 2013. Desde el momento
de la disolución se gobernó por decreto, primero Morsi y después el gobierno
interino que dio paso a la presidencia del presidente Abdel Fattah El-Sisi.
Después de debatir qué se debía elegir primero si el presidente o el
parlamento, prevaleció la idea (con la lógica del poder y las manos libres) de
elegir primero al presidente. Salía así una presidencia con las manos libres
para despejar el campo, que gobernaba
en el nombre de su popularidad en las urnas (el 98% en la mejor tradición).
Desde entonces, en ausencia del parlamento —que
quedaba como el final de la "hoja de ruta" aprobada—, han sido los
gobiernos los que han asumido las funciones del inexistente parlamento.
Ahora es el momento de la rendición de cuentas, tal
como se estableció en la constitución egipcia. Lo que se hiciera debería ser
refrendado por los representantes electos del pueblo egipcio. Se entiende,
desde esta perspectiva, que las reticencias a ese poder del parlamento se transformaran en una ley que definía desde
la propia presidencia el diseño del propio parlamento. Era, por decirlo así, el
acusado diseñando el jurado que tendría que ver su causa en el futuro. No es
otra cosa el parlamento egipcio actual: el artefacto creado para justificar las
decisiones tomadas anteriormente. Ni independencia ni autonomía.
Si los actos escandalosos y las declaraciones han
marcado los inicios de su vida, el parlamento dio el otro día una muestra clara
de esto. Vayamos ahora al detalle del caso. Tras el golpe de estado —el
"no-coup"—, se pusieron en marcha leyes que trataban de demostrar que
se trataba realmente de una prolongación
del espíritu de reforma del alzamiento popular del 25 de enero, la
"primera revolución" durante la Primavera Árabe. Era la forma de
mostrar la equidistancia tanto de la época de Hosni Mubarak como de los
islamistas, que habían supuesto un verdadero fiasco tras su llegada al poder,
poniendo en marcha leyes sectarias y desoyendo a todos haciendo una constitución
a su medida y no a la de todos los egipcios que les votaron para salir de la
era de Mubarak. Una forma de hacerlo era ganar la confianza de los inversores internacionales en la seriedad del nuevo Egipto.
Nos cuenta ahora Ahram Online lo que ha sucedido con una
de esas 350 leyes —la 32— que deben ser
ratificadas o rechazadas en un periodo de quince días. ¿Cuál es el objeto de
esta ley?
Law
number 32, which was passed in April 2014 under then-interim president Adly
Mansour, aims to assure investors that their deals with the Egyptian government
would be shielded from lengthy legal disputes incurred by citizens' legal
complaints.*
Como
puede apreciarse por la somera descripción, la función de la ley es permitir a
los ciudadanos la denuncia de la corrupción en los negocios con el Estado, algo
absolutamente común en la época de Mubarak. Durante la revolución y
posteriormente, ha aparecido un sinnúmero de casos de corrupción de
funcionarios en los negocios con el Estado. La ventas fraudulentas, por debajo
de su valor, ha sido frecuente y hay todo tipo de casos en los que se ven
envueltos desde los que han vendido terrenos públicos a precios de risa a
familiares a los que han aceptado sobornos para las adjudicaciones. Los
negocios del estado (incluidos los dejados en manos de los militares, la
primera fuerza económica del país) son la gran fuente de la corrupción. Esa ley
trataba de abrir las posibilidades de denuncias en la medida en que es el
propio estado —a través de los funcionarios— el que es parte del problema.
Lo
ocurrido en el parlamento con la Ley 32 es insólito. Ahram Online nos cuenta:
Egypt's
parliament passed a law Wednesday barring third-party challenges to state
contracts even though it was rejected earlier this week, MP Medhat El-Sherif
told Ahram Online on Wednesday.
[...]
The law
has caused major controversy since it was passed, with critics alleging that it
opens a door to corruption by restricting appeals to the parties involved only;
the government and investors.
"We
thought that once a law is voted down in the 15-day period [since parliament
first convenes] it cannot be put up for another vote… but the parliament
speaker said that [taking another vote] is legal, and he is a constitutional
expert," said El-Sherif, who is a member of the parliamentary economic
affairs committee.
The
decision to have another vote was taken based on a government recommendation.
El-Sherif
said that parliamentarians who initially voted down the law were convinced to
change their vote after the minister of parliamentary affairs clarified the importance
of the law and how rejecting it would “negatively impact investment.”
Legal
and parliamentary affairs minister Magdy El-Agaty told the assembly that
"the government does not protect corruption" with this law, but
rather is “claiming its right to protect its deals.”
The vote
on the bill comes as part of parliament's review of 341 laws within 15 days as
of its first session, which took place last week. This includes laws issued by
Mansour and current President Abdel-Fattah El-Sisi since the new constitution
was passed in January 2014.*
El
hecho de que no se apruebe una ley y después, por indicación del gobierno, se
vuelva a votar para ratificarla es en sí mismo poco serio independientemente de su contenido. Pero es
doblemente escandaloso dada la naturaleza de la propia ley, es decir, por lo
que trataba de combatir, la corrupción. Dejamos en un tercer nivel, el
previsible, la impresión de caos, de desorganización que el parlamento egipcio
está dando en estas primeras andaduras.
Las
explicaciones del "speaker" de la cámara son realmente divertidas
pues cada vez que alguien trata de decir algo siempre tiene la misma respuesta:
"la constitución la he hecho yo". Apela así a que fue uno de los "expertos"
encargados de reformar la constitución de los islamistas, que luego sería
refrendada. Es la segunda vez que da respuestas similares, por lo que más que
un presidente de la cámara parece un novelista preocupado por los derechos de
autor.
Una ley
que impide la denuncia de la acción popular ante casos de corrupción no es
buena nunca y menos en la larga tradición de corrupción del estado egipcio en
sus contratos con terceros, de la realización de placas de matrícula con una
empresa alemana al negocio del gas con Israel. La ley blinda contratos para según
la versión oficial "atraer inversores" y según otras lecturas para
evitar que se denuncien los casos corruptos y que nadie interfiera. A alguien
se le debió pasar por alto la "importancia" de la ley acabaron con
ella. Cuando se dieron cuenta, tras una "sesión explicativa", los que
habían votado en contra cambiaron su voto. Todo con el beneplácito del
"experto constitucionalista".
Una ley
de este tipo, controvertida desde el principio de su presentación, es una llamada a los inversores fraudulentos y a los negocios
oscuros. Los inversores que Egipto necesita, en cambio, se sentirán desconfiados
por lo que la ley supone. Eso es lo que marcan los indicadores de
"confianza" para los inversores internacionales. La seguridad jurídica es otra cosa.
Probablemente quedan
muchas cosas por ver todavía. Lo que nos preguntamos es cuándo las personas
interesadas en el futuro de Egipto y que se sientan en ese parlamento tardarán
en sentirse verdaderamente incómodas
por lo que se les hace votar una, dos o las veces que haga falta.
Es poco serio para el parlamento. Nos dice que ya sea retirando la ley primero o aprobándola después, se hace más caso al ministro y al presidente de la cámara que a lo que debería ser la conciencia parlamentaria. La ley no es "importante" porque lo diga cualquiera de ellos y es ridículo que se vuelva a votar tras que te hagan caer en ello. Has sido imprudente la primera vez o has sido sumiso en la segunda. O ambas cosas.
* "Egypt MPs pass controversial law shielding
state deals after earlier rejection" Ahram Online 20/01/2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/164/183502/Egypt/Egypt-Elections-/Egypt-MPs-pass-controversial-law-shielding-state-d.aspx
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