Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
analistas norteamericanos y probablemente el resto del mundo comienzan a estar
preocupados porque Trump, ese intelectual fino, no se desploma en los sondeos
y, por el contrario, sigue confirmando que su pretensión de competir por la
Casa Blanca frente a Hillary Clinton es sólida.
The Washington Post titula "If Donald Trump can win the
Republican nomination, he could probably win the presidency". La
perspectiva de que esto ocurra aterra a una parte sensata del planeta. Los
analistas comenzaron preguntándose cuando se desinflaría Trump después de
ofender a John McCain; pronto dejaron de poner límites a los efectos de los
insultos. Ahora ya no se cuestionan si será el nominado republicano —¿qué
tendría que hacer para bajar en las encuestas?—, sino la posibilidad de ganar a
Clinton. Algunos lo dan por hecho.
En su artículo se comienza recogiendo esta afirmación en
boca de uno de los líderes del Partido Republicano, Reince Priebus:
In The
Post's exhaustive look at the exhausting first year of the 2016 cycle, an
unexpected person comes to Donald Trump's defense.
"I’m not one of these people that think
that Donald Trump can’t win a general election," Republican National
Committee Chairman Reince Priebus told The Post. "I actually think there
is a huge crossover appeal there to people that are disengaged politically that
he speaks to. ... Donald Trump taps into the culture."
Priebus is in the occasionally unpleasant
position of always having to put a positive spin on his party's chances, so
it's not clear if he actually believes this argument. But let's take him at
face value. He thinks Trump could win a general election because there is a
group of "disengaged" Americans — which is to say, Americans who vote
rarely or never — that will show up to give him their votes.*
Es triste que los sistemas democráticos vayan generando esta
especie de bolsas de "apatía", de "desenganchados" o
"indiferentes", que acaban siendo movilizados por personas como
Donald Trump y sus argumentos. No se trata de otra cosa.
Cuando un sistema democrático se consuela con la baja
participación porque es más fácil conseguir unos votantes activos, como es el sistema electoral estadounidense, que
tener que movilizar a mayores cantidades de votantes, es que algo está
fallando. No hablamos de personas que se abstienen, sino de personas que no creen en el sistema, que piensan que
los políticos no se ocupan de sus problemas y creen que están abandonados.
Estos improbables votantes pueden sentirse movilizados cuando se encuentran con
un candidato que se presenta como de "fuera de la casta", alguien del pueblo, por más millonario
que sea Trump.
Es "alguien del pueblo" es el que Trump ha usado
como estrategia de penetración y que se concreta en las pancartas que sus
seguidores sostienen en los mítines: "The silent majority stands with
Donald Trump". Esa figura encarna y asume el odio hacia los políticos, que
se encarga de acrecentar mediante todo tipo de descalificaciones.
El último día del año, un día de resúmenes informativos, The Washington Post tuvo la humorada de
publicar "The (at least) 68 people Donald Trump insulted in 2015, in 1
video"**. El vídeo iba superponiendo a las fotografía de las personas
insultadas las barbaridades que Trump había dicho de ellas. Todo entrecomillado
para señalar que era lo que literalmente había salido de la boca de Trump.
La estrategia de las personas como Trump está proliferando
en los sistemas políticos democráticos. Una vez comprobado que la estrategia
funciona, por todas partes se pone en práctica esta política no-política, del alguien del pueblo. Son los populistas.
Una vez señaladas las expectativas de Trump si consigue llegar
a la nominación, algo más que probable —y que para algunos será enterrar al
Partido Republicano, desbordado por un outsider
como Trump—, el artículo entra en los meollos estadísticos del fundamento de
esa posibilidad. Una de las consecuencias de las encuestas es comprobar que las
personas con menor educación son más favorables a Trump que a Clinton, que
sería votada por personas con niveles de estudios más elevados.
La esperanza de los que están detrás de Trump es movilizar a
lo más inculto de Estados Unidos porque es más fácil de convencer. Sus
argumentos no están hechos para personas que puedan razonar sobre ellos y sus
implicaciones, sino para personas que acceden a ellos desde la visceralidad de
los sentimientos primarios, de forma esencial el miedo y la frustración.
Los
discursos de Trump solo buscan esa estrategia: reforzar miedos y fobias,
despertarlos si es necesario. Su introducción en la campaña de los temas según
se van produciendo en la opinión pública —los atentados de San Bernardino, las
armas, la inmigración, la islamofobia...— muestra ese aprovechamiento de lo
cotidiano para prolongar el miedo a lo que ocurre cada día. La campaña no está
planeada; esta meticulosamente
improvisada. Esta paradoja no es más que el desarrollo de los temas de
conflicto de cada día e irlos desgranando con intensidad hasta que hay otro que
puede llevar más allá el umbral del descontento, miedo u odio.
Uno de los artículos del Post publicados ayer describe la
expulsión de una mujer musulmana, tocada con hiyab, que asistió al mitin de
Trump en Carolina del Sur:
ROCK HILL, S.C. -- As Donald Trump questioned
the motives of Syrian refugees at a Friday night rally, saying they
"probably are ISIS," a woman sitting in the sports-arena stands
behind him silently stood. She was wearing a white hijab and a blue T-shirt
reading, "Salam, I come in peace."
Trump kept speaking, but soon the crowd
erupted, holding up their campaign signs and chanting: "Trump! Trump!
Trump!" That was the formal signal for security to remove her from the
rally -- even as she stood quietly, not saying anything. She was joined by
several other protesters, all wearing yellow stars similar to those once worn
by Jews during the Holocaust with the message: "Stop Islamophobia."
The woman is Rose Hamid, a 56-year-old flight
attendant who is Muslim, according to CNN. After being escorted out by security
officers and campaign representatives, Hamid told CNN in an interview that some
of the Trump supporters sitting near her were kind and apologized as she was
led out. But she said others accused her of having a bomb or shouted: "Get
out!"
"This demonstrates how when you start
dehumanizing the other it can turn people into very hateful, ugly people,"
Hamid told CNN. "It needs to be known."
Hamid was one of a handful of protesters
removed from the rally at the Winthrop Coliseum in this college town in
northern South Carolina in the suburbs of Charlotte, N.C. Trump's spokeswoman
and campaign manager have yet to respond to a request for comment.***
La frivolidad de Trump introduciendo el tema de los
refugiados, que haría escandalizarse a cualquier otro, es aceptada como una
verdad sin cuestionamiento posible. Una vez que se produce esa identificación
con quien alienta tus propios pensamientos todo se vuelve de una circularidad
evidente. Trump es el que dice lo que otros no dicen; lo que dice es verdad
porque él lo dice.
Estas grandes bolsas de desenganchados de la política que se
convierten en ruidosa mayoría silenciosa tras personas que alientan lo peor que
hay en la sociedad es un fenómeno cada vez más preocupante y que debería ser
analizado con más detalle. Hay muchos factores que indudablemente intervienen.
La profesionalización de la política basada en las encuestas
y no en los principios conlleva este problema: quien lo acepta, recurre a él de
forma incondicionada, no hay límites. No avanzamos en nuestras ideas, en
mejorarlas, sino en las herramientas que nos permiten acercarnos con más
eficacia a los votantes. Se trata de decir lo que se quiere escuchar, que no es
otra cosa lo que hace Trump. De los políticos llenos de una verborrea retórica
que sigue el principio de no decir nada para no verse comprometido, se pasa así
al otro extremo.
También el hecho del embrutecimiento de las sociedades
privándolas de instrumentos críticos a través de la educación, que se vuelve
tecnocrática, es otro factor importante. Cada vez nuestras sociedades están
menos provistas de defensas frente a los extremismos y su retórica emocional.
Esos desenganchados carecen de elementos con los que someter a revisión lo que
se les dice, que les seduce ampliamente porque es comprensible. Trump y los que
actúan como él pueden inventarse la Historia, la Economía, la Teología o cualquier
otro campo del conocimiento porque saben que nadie les va a discutir en esos
terrenos.
La dirección de las campañas, en manos de los teóricos de la
comunicación política, advierte a los contendientes que no aburran a sus
viscerales oyentes con datos o explicaciones. Basta con que señalen culpables.
La gente no quiere argumentos, quiere culpables. Y ellos se los dan siempre.
Tienen el dedo pronto para señalar en la dirección adecuada: allí está el problema. Y hacia allí —persona, pueblo, religión...— se
dirige el odio. Emoción, emoción, emoción.
Tus discursos se deben poder recoger en un tuit
o en una camiseta. No hace falta más.
Como bien señalaba en al artículo la expulsada del mitin de
Trump en Carolina del Sur, esas prácticas convierten a esa mayoría silenciosa —que no significa que sea cierto, sino que es
así como se sienten— en una masa
peligrosa. La palabra masa ya no está
de moda, pero hay que recordar quizá a los teóricos del XIX, con Le Bon y
Freud, que señalaban el retroceso de estas "masas" o
"multitudes" que hoy ya no necesitan la copresencia física debido a
su realimentación por redes y medios para ver descender su inteligencia individual. Trump embrutece; es su estrategia. Pues
embrutece el que busca anular la capacidad crítica para hacernos llegar a una
falsedad que sea tomada visceralmente como verdad.
Si a Hitler le funcionó, ¿por qué no a Trump?
* "If
Donald Trump can win the Republican nomination, he could probably win the presidency"
The Washington Post 5/01/2015
https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2016/01/07/female-activist-killed-by-the-islamic-state-posted-this-final-defiant-message/?tid=pm_pop_b
**
"The (at least) 68 people Donald Trump insulted in 2015, in 1 video"
The Washington Post 31/12/2015
https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2015/12/31/the-at-least-68-people-donald-trump-insulted-in-2015-in-1-video/
***
"Muslim woman escorted out of Trump rally in South Carolina" The
Washington Post 8/01/2016 https://www.washingtonpost.com/news/post-politics/wp/2016/01/08/muslim-woman-escorted-out-of-trump-rally-in-south-carolina/?tid=pm_pop_b
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