Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
espectáculo dado en el nuevo parlamento egipcio es insólito. Pero está bien que
así lo sea, que cada cual quede en el lugar que le corresponde y diciendo lo
que es y cómo ve el mundo. Con el titular "Egypt's 2011 revolution against
Mubarak attacked in new parliament", el diario estatal Ahram Online da cuenta sintética de la
sesión de apertura de, parlamento egipcio.
Si Ahram Weekly titulaba el otro día
"Back to Military" para describir los nuevos nombramientos de
gobernadores por parte del presidente El-Sisi, señalando la vuelta masiva de
los militares a los cargos civiles que controlan el país, hoy le toca a Ahram Online describir el esperpento
parlamentario producido durante la inauguración después de tres años si cámara
de representantes, tras la disolución por los tribunales del anterior, en época
de Mohamed Morsi.
El
parlamento actual, sin partidos fuertes y con la tarea de hacerlo dócil al gobierno a
través de una suma de diputados cuya finalidad era evitar que el parlamento
pudiera fiscalizar a la presidencia, se ha llenado de viejos conocidos de la
época de Mubarak. Sin partidos políticos con capacidad real de liderazgo,
jaulas de grillos muchos de ellos, el parlamento nuevo —como ya se dijo por la
prensa— trae el retorno de muchos de los que fueron sacados por el pueblo en la
Primavera árabe, en la revolución del 25 de enero. La novedad son las mujeres,
en mayor cantidad que anteriormente; de ellas puede venir alguna esperanza.
El
esperpento que describe Ahram Online
de los ataques a la revolución de enero es la venganza de los que han conseguido
regresar tras el blanqueo que el
nuevo régimen ha hecho con ellos convertidos oficialmente en "representantes
del pueblo egipcio".
El
diario estatal ha dado cuenta de uno de los episodios más vergonzosos de la
historia parlamentaria de Egipto. Sus señorías han puesto de manifiesto la
distancia que hay entre las llamadas dos revoluciones, la del 25 de enero y la
del 30 de junio. La primera derribó a Mubarak; la segunda fue un golpe de
estado inconfeso —el "no-coup"—, como confirman las actuaciones
posteriores de los intervinientes con la vergüenza del final de esta "hoja
de ruta" que debía llevar a la democracia.
Nos
cuentan en Ahram Online cómo se desencadenó el conflicto en el momento de la
toma de juramentos:
The attacks against the anti-Mubarak revolution
began when independent MP Mortada Mansour said he has so far not been able to
"digest" it, and as a result cannot take the national oath because
the preamble of the country's new constitution praises the 18-day revolt.
"The preamble of this constitution says
that it reflects the principles of the 25 January revolution and the 30 June
revolution, and I only believe in the second revolution," said Mansour.
Mansour also attacked Article 104 of the new
constitution on the grounds that "it obliges MPs to pledge support for a
part of the constitution we do not believe in."
In his speech after being elected parliament
speaker, Constitutional law professor Ali Abdel-Al called on MPs to observe a
minute of silence in respect for the "martyrs of both the 25 January and
30 June revolutions, as well as those among the police, military and
judiciary."*
El conflicto producido es el resultado evidente del estado
de autoengaño en el que Egipto vive desde enero de 2011. Los treinta años de
Hosni Mubarak no eran realmente una dictadura propia, sino la degeneración de
la revolución de los 50 que acabó
convirtiéndose en pura retórica patriótica y el abandono del pueblo en manos de
una clase política, surgida del empresariado y del ejército, corrompiendo las
instituciones y dejando el control del país mediante una ley de excepción a
unos servicios de seguridad con mano libre para hacer desaparecer a quien
desearan.
La apatía del sistema se contagió al propio pueblo, que apenas
respondía antes la situación,
prefiriendo moverse por el aparato corrupto del estado antes que oponerse a él.
La mecha que se enciende en Túnez hace saltar lo que no esperaban, una revuelta
popular incontrolable que la única forma de cortar es con un baño de sangre.
Los sucesos de Alejandría con la tortura y muerte del joven Khaled Said, que
había denunciado los manejos de la policía con la droga, colman en vaso. Y la
gente sale a la calle, sobre todo los jóvenes, los que no tienen futuro, ante
ese mundo sin aspiraciones que les han fabricado. Resisten a los intentos de
calmarlos, de engañarlos y solo piden ya una cosa para irse de las plazas: que
salga Mubarak del poder. Y el Ejército, el sostén del régimen, los que no han
movido un dedo por cambiar la situación y se han beneficiado de ella, retira a
Mubarak a un lugar más tranquilo y de presenta como "liberador". Se
sale de un régimen militar y se llega a una junta militar, la SCAF, en un
periodo siniestro.
Como siempre ocurre en las dictaduras corruptas de larga
duración, mucha gente se adapta a ellas y medran y hasta hacen fortuna en
muchos campos si son discretos y se suman al aparato del régimen, que se
convierte en un sistema de recompensas y castigos según el comportamiento.
"¡Ya se ha conseguido que se vaya Mubarak!",
dicen, "¿qué más queréis?". Pero muchos recelan de lo que realmente
está haciendo el gobierno militar y quieren seguir manteniendo el nivel de
reivindicaciones para asegurarse un sistema de libertades y progreso reales y
no solo un cambio de caras. Comienzan ya las maquinaciones de militares e
islamistas, cada uno intentando hacerse con el liderazgo de la entonces
prestigiosa, gloriosa revolución de enero y la memoria de sus mártires.
Lo que llega después es una serie de errores garrafales
provocados por los militares para poder imponer un candidato que gane a los
islamistas jugando a lo de siempre: nosotros
o el caos. Han medido mal sus fuerzas y, sobre todo, han socavado las posibilidades
reales de cualquier candidato a la presidencia que no esté controlado por ellos
o que sea parte de la misma institución. Shafiq, el candidato que se opone al
islamista Morsi tras la primera vuelta, es un militar. Mucha gente vota a Morsi
doliéndoles la mano porque saben que votar a los militares es votar al régimen
anterior, al que quieren dejar atrás. Y la gente cree las promesas islamistas
de que se gobernará para todos.
Siempre se había barajado que los islamistas no serían más
allá del 20% de electorado. Esa era una cifra casi simbólica que todos
manejaban. Pero el éxito de los islamistas es arrollador y su soberbia y falta
de inteligencia política les pierde. En menos de un año, entre lo que la gente
ve que hacen y las campañas en contra, se ganan la oposición de una mayoría del
pueblo egipcio. Los islamistas quieran sacar una constitución a su media solos,
sin contar con ningún grupo; no los necesitan, tienen el 80% del parlamento. La
estrategia de los militares, para variar, ha sido un rotundo fracaso.
Llega entonces la "hermanización". Así es como
llaman al asalto institucional que los islamistas realizan en todos los niveles,
de las universidades a la Ópera de El Cairo. Comienzan los conflictos sectarios
con los cristianos, se queman y atacan iglesias. La visita de Morsi a Europa lleva
el desaire de advertirle Merkel que debe respetar los derechos humanos y a las
minorías, especialmente las religiosas, y a las mujeres. Morsi se ríe y dice
que no es asunto de nadie más que de los egipcios. Comienzan los
enfrentamientos sectoriales contra los islamistas, que quieren controlarlo todo.
Morsi da un decretazo y asume más poderes que los que tenía Mubarak. Los
siguientes seis meses son de enfrentamiento y protesta, de prepotencia
islamista.
El movimiento Tamarod (Rebel) se propone mandar tantas cartas de
protesta como votos había tenido Morsi en las elecciones. Pronto consigue
doblar la cantidad y pasan de los veinte millones de cartas. La gente sale a la
calle a protestar y el gobierno islamista, que no entiende lo que ocurre, se
planta sin aceptar las reivindicaciones ni dar soluciones. El-Sisi es el
ministro de Defensa.
La gente sale a la calle a respaldar la propuesta de
Tamarod, un movimiento juvenil de gran protagonismo sobre el que posteriormente
caerán sospechas de que puede haber sido manipulado. Exigían la dimisión de Morsi y del gobierno y la
convocatoria de elecciones anticipadas. Eso es lo que pedía Tamarod en sus
cartas; eso y otros puntos como la ruptura con los Estados Unidos, a quien
acusan de haber apoyado a los islamistas para conseguir el poder.
Tras las inmensas manifestaciones callejeras que piden la convocatoria
de nuevas elecciones, el ministro de defensa "urge" al presidente
Morsi a que atienda a las peticiones del pueblo y dimita. Se le da un ultimátum.
Morsi no lo acepta y se produce el golpe de estado. Así se quiere ver, como una
segunda y definitiva etapa de la revolución, algo absurdo, pero retóricamente
necesario para justificar el derrocamiento de un gobierno. Es la voluntad del pueblo. Todo eso después
de más de treinta años ignorándola. Hoy son esos diputados que se niegan a
aceptar la constitución los que se reivindican como héroes de la segunda
revolución, considerándola la negación de la primera.
Evidentemente en este relato faltan muchos pasos, pero creo
que permite llegar a la idea que me interesa exponer aquí: el pueblo egipcio no pidió un golpe de estado militar, sino la dimisión
de Morsi. Una vez más, fueron engañados para acabar en manos de los
militares y del aparato de la época de Mubarak. Ese engaño es relativo porque,
hay que decirlo, una parte importante de las clases medias de Egipto forman
parte de esa élite que no ha tenido reparos en vivir en una dictadura,
justificando que el régimen de Mubarak representaba una modernidad frente a los peligros islamistas, algo que ya Nasser
utilizó después de haberlos manejado para tener apoyos en su revolución.
Toda la retórica desde el 30 de junio de 2013 ha tratado de
justificar el golpe de estado militar como una petición del pueblo. Todos los discursos han intentado unir el 25 de enero de 2011 —con sus
reivindicaciones y sus muertos— a lo que ocurrió en junio y julio de 2013.
Inicialmente se forma un gobierno de amplio apoyo popular,
con todos los grupos e instituciones menos los Hermanos Musulmanes para dar a
entender que allí están todos unidos para evitar
un enfrentamiento civil. Pero lo que ocurre después es una manifestación
multitudinaria, no prevista inicialmente, a la que se pide que se vaya a manifestar
su apoyo en el uso de los medios que sean
necesarios para restablecer el orden. Probablemente nunca se haya hecho
algo tan burdo en la historia de la manipulación política.
Se concentran cientos de miles de personas en una
manifestación de apoyo al nuevo gobierno para que haga lo que tenga que hacer, según los que la organizan. Lo que ocurre
después está en los periódicos: las matanzas de cientos de personas para
desalojarlas de las sentadas de protesta. Tras días persistiendo en el
mantenimiento de los campamentos, se producen las cargas policiales brutales
que lejos de evitar un enfrentamiento civil, lo provocan y consolidan. El
gobierno comienza a ver las dimisiones de personas que, como El-Baradei, se dan
cuenta de que han sido utilizados y que quien gobierna realmente es el ministro
de defensa El-Sisi y el de Interior, un verdadero carnicero represor ya experimentado
en la época anterior.
Se pueden discutir muchas cosas sobre los manejos,
manipulaciones, actuaciones encubiertas, etc. pero lo que es indiscutible es
que el pueblo egipcio no pidió un golpe de estado sino elecciones anticipadas. Lo
que le dieron, en cambio, fue un "golpe", claro y duro. La prueba es
el abandono sucesivo de los miembros del grupo de gobierno. Fueron quedando
como apoyo, los salafistas y los fieles del aparato de la época de Mubarak.
Este largo resumen trata de servir de introducción necesaria
a lo que ha ocurrido hoy domingo (ya ayer) en el parlamento: la furia de los
que fueron sacados del poder y ahora regresan. Nos explica su rechazo, su odio
a una revolución, la del 25 de enero y su apego, en cambio, al golpe de estado
que les ha permitido regresar al poder y la influencia.
Señalan en Ahram Online sus historiales:
Fierce critic
After Mubarak left office on 11 February 2011,
Mansour faced charges that he had hired "armed thugs" to attack
pro-democracy protesters at Tahrir Square on the first of February in what came
to be known as "the Battle of the Camel."
Mansour and others, mostly leading officials
who were affiliated with Mubarak's now-defunct ruling National Democratic Party
(NDP), were acquitted of the charges in 2013. Since then, however, Mansour has
been a fierce critic of the anti-Mubarak revolution.
Although Mansour was forced by Bahaaeddin
Abu-Shoqa, an appointed MP who chaired the parliament's opening procedural
sitting, to read out the oath completely and verbatim, his negative remarks
about the anti-Mubarak revolution struck a chord with a lot of MPs.
Tawfik Okasha, an independent MP and owner of
the private TV channel Al-Faraeen, also insisted that the new parliament
"represents the 30 June revolution only".
Okasha, who submitted a bid for the post of
parliament's speaker, said "it is a big honour for me to be one of those
who urged people to revolt on 30 June and as a result the new parliament should
represent the 30 June revolution only."
"I decided to run for the speaker's post
because I was one of those who were about to sacrifice their life during 30
June and because this parliament represents its principles."
Okasha was an MP in 2010's parliament, which
was dissolved after Mubarak's ouster. He used his Faraeen channel to defend the
ruling military junta that took over in Egypt after Mubarak was ousted and to
attack president Morsi.*
Esta es la nueva-vieja fauna
egipcia que ha entrado en el parlamento, los pagadores de matones para
episodios bochornosos como "la batalla del camello", en la que unos
camelleros entraron en la plaza de Tahrir golpeando a diestro y siniestro a los
manifestantes para sacarlos de allí. Mansour y Tawfik Okasha, otro espécimen de
la misma calaña moral, presumiendo de ser héroes de la gloriosa revolución protagonizada por el Ejército. ¡Qué ironía!
Es en ese periodo cuando el que estaba al frente del gobierno,
un militar, jura que no se presentará, que los militares no tienen ningún
interés en estar en el poder. Hoy, sin embargo, gracias a los sueños proféticos y a su sentido del
deber, es presidente de Egipto. No había interés militar, pero acaba de nombrar
a los gobernadores sacándolos de los cuarteles. Back to Military, titulaba Ahram
Weekly.
La hoja de ruta que había prometido debía llevar a la
democracia ha traído a los corruptos del partido de Mubarak y del entorno
económico de la dictadura. Ante los egipcios, se justificó todo ello por evitar
una división de la sociedad y nunca ha estado tan dividida como ahora. El
rechazo exterior no se debe, como se señala, a conspiraciones y presiones de
los islamistas por el mundo; solo a los propios errores y abusos del nuevo
régimen.
Resulta patético lo que se nos cuenta después, el intento de
intervención de un joven diputado tratando de salvar la memoria de la revolución
del 25 de enero:
One MP, Mohamed El-Itmani, was silenced by his
peers when he attempted to defend the 25 January revolution.
Mansour and Okasha, alongside other MPs,
intervened to prevent El-Itmani, a young MP affiliated with the pro-government
bloc entitled The Pro-Egyptian State Coalition, from speaking about the 25
January revolution.
El-Itmani, who was introducing himself as a
nominee for the speaker's post, said "we are here to represent the two
great revolutions of 25 January and 30 June." No sooner had El-Itmani
uttered the words when Okasha and Mansour led a chorus of MPs in attacking him.
El-Itmani defended himself by saying, "I,
as a young man, had the honour of participating in the 25 January revolution,
but I admit that the 30 June revolution came to correct the mistakes of 25
January revolution."
"But nobody can forget the people who
sacrificed their lives in 25 January to build a more democratic Egypt and we
have to respect their souls."*
Sin embargo, sobre aquellos que se dejaron la vida ya se ha
escupido bastante, directa e indirectamente. La sola presencia de esos
personajes en el parlamento es un insulto a su memoria, el hecho de que ellos
mismos se proclamen héroes es un
insulto a la inteligencia.
No hay forma de casar los dos acontecimientos, el 25 y el
30. Son de signo contrario y seguirán haciendo vivir en constante contradicción
a muchos egipcios. Oficialmente, el 30 de junio "corrigió" los "errores" del 25 de enero, como señaló el joven diputado progubernamental. Pero
eso es un intento imposible, histórica y lógicamente. Por eso —es en lo único—
tienen razón los viejos admiradores y beneficiarios de Mubarak, no deben ir
juntas, como ellos expresan, y se niegan a usar una constitución que "dice
mentiras". La revolución del 25, dicen, fue una maniobra de los Estados
Unidos. Nadie explica porqué si Mubarak era su aliado, pero eso da igual. Simplemente
aprovechan el antiamericanismo galopante de los egipcios.
El artículo sobre el esperpento político de la inauguración
del parlamento, después de tres años sin cámara de representantes, se cierra
con algunas explicaciones conclusiones:
Egypt's new parliament includes a large number
of MPs who were members of Mubarak's ruling party and who insist that the
January uprising was a conspiracy led by the United States.
Saeed Sadek, a political analyst and a
professor of sociology with the American University in Cairo, told Ahram Online
that "early attacks against the anti-Mubarak revolution in Egypt's new
parliament come as no surprise" to him.
"This parliament includes a large number
of former Mubarak ruling party MPs who have a grudge against the Muslim
Brotherhood and America, taking both to task for spreading chaos in Egypt in
the past four years," said Sadek.
"It is not good for Egyptian MPs to begin
their work by alienating a big sector of the Egyptian society who believe in
the January revolution."
The opening procedural sitting of Egypt's new
parliament comes one day after the Court of Cassation – the country's highest
judicial authority – upheld the conviction of Mubarak on corruption charges.*
El párrafo último es de una fina ironía. Mientras los recién
elegidos diputados defienden el régimen de Mubarak y atacan la revolución que
le hizo caer o echarse a un lado, los tribunales han mantenido estos días los cargos
por corrupción contra él.
Espero que en el parlamento pueda haber más voces sensatas
que este tipo de personajes influyentes de los que Egipto no se libra. El presidente
ha declarado 2016 el Año de la Juventud. ¡Triste futuro si no se libra de lo
peor del pasado, un pasado-presente altanero y desvergonzado!
La descripción de la esperpéntica sesión inaugural del
parlamento ha servido de recordatorio de lo ocurrido en episodios anteriores, como se dice al comienzo de los seriales.
Triste panorama, si no se remedia, el que se presenta en el parlamento en un
momento en el que Egipto necesita de toda la sensatez a su alcance para salir
de la situación complicada, en todos los terrenos, en que se encuentra.
¡Y todo esto era para mantener unidos a los egipcios! El delirio pasa factura; la Historia también. No conviene alterar demasiado los hechos porque acaban volviéndose incontrolables. Cuando la realidad se retuerce demasiado, surge el esperpento.
*
"Egypt's 2011 revolution against Mubarak attacked in new parliament"
Ahram Online 10/01/2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/180611/Egypt/Politics-/Egypts--revolution-against-Mubarak-attacked-in-new.aspx
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.