Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Dábamos
cuenta aquí hace un par de días de la primera, tumultuosa y sorprendente —en
palabras de la periodista "shocking"— conferencia organizada sobre
"Teatro y censura". Cualquier persona razonable pensaría que con ese
título se trataba de hacer una reivindicación clara de la libertad del teatro y
los artistas y, con ellos, del público asistente, pues no es otra la relación
que en cuestiones como estas se plantean. Sin embargo, las autoridades y una
parte de los intervinientes sorprendieron a aquellos a los que les queda margen
para la sorpresa en Egipto haciendo un canto a la censura y su necesidad.
Tras
unos días de debate, Dania Basiouny titula de forma teatral su artículo resumen
en Ahram Online como "Much Ado About 'Theatre and Censorship': strong debates,
hazy harvest", en alusión a la obra de Shakespeare que aquí traducimos
habitualmente como "Mucho ruido y pocas nueces". El "nothing"
del título de la obra es sustituido por el de la conferencia "Theatre and
Censorship". Más claro no se puede decir ni con menos elegancia teatral.
Por si quedaran dudas sobre los resultados, la segunda parte del titular abunda
en ese sentido de discusiones fuerte y conclusiones que se quedan en nada, un
mal nacional, mucho discutir y poco resolver. Más todavía si el encuentro se
planteó, como gusta hacer al gobierno egipcio, como una forma de obtener una
declaración en la que los amantes de la censuran se identificaran con la
protección del "pueblo", reducido al estatus infantil al que entre
unos y otros lo quieren reducir a perpetuidad.
Finalmente,
apareció de la nada en manos del organizador, Assem Nagaty, una "difusa"
declaración final, un texto genérico. Señala la periodista:
The Cairo Declaration, which came in place of a
conference recommendation, proposed some interesting notions such as:
challenging censorship, cancelling any guardianship over the audience,
activating the role of civil society, dealing with legislative challenges in
censorship laws and applying pressure to create law changes.
Unfortunately, the declaration was not
supported by any action plan explaining how it is supposed to be implemented.
Accordingly, most of these noble ideas are likely to remain just words.*
Todos esos loables principios se quedan en nada en cuanto
alguien se convierte, como ocurre, en portavoz del "pueblo", en intérprete
de sus aspiraciones y necesidades. Un ejemplo lo tenemos en lo que el propio
organizador hizo con los participantes, a los que ignoró para sacarse de la
manga la "declaración".
Todo queda en nada, efectivamente, si no se concretan las medidas
y compromisos. Esto no está lejos de la realidad. El oficialismo de la convocatoria
y de los intentos de manipular sus resultados es una vez más el intento de
crear una sensación de "normalidad" en la excepción egipcia. Es
decir, es el mismo argumento de que los "derechos humanos" que violan
entran en contradicción con la religión o las tradiciones, algo absurdo e
impresentable, o el intento de justificar en la opinión pública muchas otras
cosas. En este sentido, nos dice Ahram Online:
Equally astonishing was how [Assem] Nagaty used
the conference platform to declare that "Egypt has no oppression",
clarifying his point only in Arabic, hence leaving the international guests
unable to understand his statement.
His statement nevertheless enraged a few
attendees.
Most vocal was Egyptian writer and critic
Mohsen El-Merghany, a co-founder of Critics of the Continuing Revolution
Movement.
“You are altering what happened and making a
statement that misrepresents what took place at this conference," said
El-Merghany, standing up to challenge Nagaty’s declaration. "Not one
presenter or commentator or attendee at the three-day conference mentioned that
there is no oppression in Egypt. The opposite is true!”
Nagaty did not respond to this statement.*
Como puede apreciarse, no le valieron de mucho las
manipulaciones de la conferencia. No hay disculpas, por más que se busquen, y
es lo que les han dicho. La idea de que en "Egipto no hay opresión"
deberían preguntárselo a los activistas de la revolución o defensores de las
libertades que se ven encerrados mediante la aplicación de la Ley
antiprotestas.
La "fantasía" egipcia sigue insistiendo en que hay
un país perfecto rodeado de problemas con los que solo hay una forma de acabar.
En modo alguno se consideran parte del problema. Y eso es inaceptable para
cualquiera que no esté cegado por la propaganda o por el miedo.
Organizar una conferencia sobre la "censura y el teatro"
para defender la censura y no el teatro es un absurdo que solo tendría lugar
hoy en la Rusia de Putin, que tiene desparpajo para eso y mucho más, o en lugares
similares.
El régimen egipcio intenta dar una sensación de
"modernidad" frente al islamismo, pero está consiguiendo una
represión mayor. La lucha no es entre liberales e islamistas, sino entre viejos
enemigos a los que gusta la represión como método de defensa de sus verdades
particulares y privilegios propios. El debilitamiento de la sociedad civil, que
se va alejando ante el panorama, la huida de los artistas que reclaman más
libertad para establecer los propios límites de lo pensable, que es la función
del arte, casan mal con una alianza conservadora en lo religioso y autoritaria
en lo político-militar, que es lo que hay ahora al frente del estado.
El estado quiere reunir voces de artistas que proclamen su
servidumbre al poder, que acepten que las censuras son una necesidad para
evitar el avance del islamismo radical, cuando ellos mismos están practicando
una presión religiosa, concesión a las autoridades clericales de Al-Azhar que
desean mantener su poder de delinear los límites admisibles desde su visión. Se
trata de evitar que la sociedad evolucione, que haya un pensamiento posible al
margen de lo oficial, que se muestra como voz del pueblo y actúa en su nombre.
Pero esa falacia no
puede contar con los artistas que reivindican su arte como expansión y búsqueda
de nuevas formas frente a lo que el pobre oficialismo puede ofrecerles. Esa
falacia necesita decir que la subida al poder de Al-Sisi permitió recuperar una
"libertades", salvando al pueblo de la oscuridad. Ahora descubrimos
que hay muchos tonos en la oscuridad, que los eclipses pueden ser de sol o de
luna, pero que ambos traen su propia oscuridad a la tierra.
Al menos la conferencia sirvió para reunir a personas
deseosas de crear un mundo mejor para el arte, que redundará en el futuro en la
expansión de sus mundos propios.
One interesting initiative proposed at the
final session was establishing a Network for the Protection of Arab Artists.
Jordanian artist Ghannam Ghannam said he would take immediate steps to activate
this much-needed network, as a platform to ensure the safety of Arab artists.*
Son este tipo de iniciativas las que harán que los artistas
jueguen en el mundo árabe el papel que se les niega. Se les quiere cantores de
regímenes, entretenedores de sus pueblos. Ellos reivindican, al contrario, una
libertad creativa que abra la conciencia de sus espectadores o lectores, que
les permita otra visión distinta a la monolítica que habitualmente padecen.
El final de la información vuelve a poner el dedo en la
manipulación que ha supuesto la conferencia:
At the end of three days of sessions and
conversations, a question arises about the selection criteria needed to make
this kind of gathering truly a conference, not just a meeting between different
voices.
Missing from this conference were both the
independent and most established artists who have waged long battles with the
censors in Egypt. Their absence could have been the result of a lack of
sufficient advertising, or them "boycotting" the event. In either
case, the absence of some of the major players neither served the conference,
nor helped reach any possible future resolutions.
Unfortunately, the enlightened voices of
renowned theatre critic Nehad Selaiha and former culture minister Emad Abou
Ghazi made limited contributions, as their role was assigned mainly to
facilitating sessions.
At this Egyptian conference, organisers focused
on presenting and honoring the Arab and international guests, while ignoring
the Egyptian participants.
The Second Cairo Declaration did not even include
the input of Egyptian participants. This raises serious questions about who
this conference is supposed to serve, and how it could possibly help Egyptian
artists dealing with censorship.*
Creo que no se puede decir más claro. Se ha dejado fuera a
todas las voces críticas o simplemente se han negado a ir a hacerse una
fotografía que sirva de coartada al régimen en su control de la artes. A muchos
les queda, al menos, la dignidad de no prestarse a estos espectáculo, que como
titulábamos el otro día no son más que puro teatro.
Egipto tiene un enorme potencial creativo, como demuestra su tradición artística cuando se ha dejado fluir, algo que no ha sido en demasiadas ocasiones. La revolución del 25 de enero fue una explosión de creatividad y de deseo de conectar los jóvenes intelectuales y artistas con un pueblo olvidado y desmoralizado. Hoy ese impulso se manifiesta en actividades culturales al margen del poder, que busca recabar voceros. Los jóvenes se reúnen y hacen de las calles su escenario. Allí está su público, allí su futuro.
Interesante de nuevo fijarse en que el mensaje no llega
desde la "oposición", sino desde el diario Ahram. Las críticas no les llegan de fuera, sino de dentro. Y crecen.
*
"Much Ado About 'Theatre and Censorship': strong debates, hazy
harvest" Ahram Online 28/05/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/5/35/131405/Arts--Culture/Stage--Street/Much-Ado-About-Theatre-and-Censorship-strong-debat.aspx
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