Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
sentencia a muerte anunciada ayer de Mohamed Morsi, junto con otros dirigentes
de los Hermanos Musulmanes, no aclara el futuro egipcio sino que lo oscurece
aún más. En el fondo de todo este período dramático está la frustración
inconfesa de la incapacidad para haber establecido una democracia plena. Egipto
está secuestrado por su propia historia. La Historia, parece, no se detiene en
seco y no es fácil cambiar el rumbo de lo que ha comenzado durante décadas. No
hay atracción del futuro sino un impulso incontrolable del pasado cuya fuerza
hace que el presente se controle con dificultad.
Creo
que el escenario actual nunca estuvo en la mente de los que se lanzaron a la
calle a pedir libertades y un futuro posible en el 2011, arrastrados por el
ejemplo tunecino y la ira local por la muerte de una joven a manos de una policía
brutal. La única constante en el proceso egipcio ha sido la brutalidad. La
represión ha marcado todas las etapas en las que se ha movido en estos años el
proceso. Y lo ha marcado porque quienes se han hecho con el poder no han creído
nunca realmente en la democratización de Egipto, sino solo en el control del
poder.
La
revolución de 2011 fue, pasado el tiempo, un exceso de utopismo por parte de quienes habían nacido y crecido bajo el
régimen aburguesado y corrupto de Hosni Mubarak. Lo que los jóvenes pedían era
futuro, no la eternización de un régimen frustrante que prolongaba a un
gobernante que mantuvo durante treinta años al país bajo una Ley de Excepción. Con
esa herramienta en la mano, se podía hacer y deshacer el país. El Estado estaba
en manos del régimen y el régimen era, bajo todo los camuflajes, militar y
policial, arropado por una burocracia servil y prepotente, en la que se incluye
la judicatura.
Lo
cierto es que la Revolución no triunfó, al menos en el sentido deseado; se convirtió en canciones y
grafitis, en unos días de celebración, pero solo cambiaron los que deseaban cambiar. Cuando se vio que aquello iba en serio,
los militares decidieron "actuar" y ponerse "al lado del
pueblo". El Ejército egipcio es un mito cuidadosamente construido por una
retórica patriótica. Mubarak había creado literalmente un estado policial, un
policía sesteando en cada esquina, en cada monumento. Eso mantenía mantener el
mito romántico militar frente al terror en manos de las fuerzas de seguridad.
Como mito, el Ejército es muy consistente. La parte romántica está respaldada
por ser una parte importantísima de la economía, de los negocios egipcios. Realmente
controlan el país a través de los negocios, del suelo que poseen, de las
fábricas, etc.
El
Ejército egipcio tiene la rara habilidad de presentarse siempre como salvador.
Así lo hizo en la Revolución del 25 de enero y así lo hizo en el golpe que
derrocó a Mohamed Morsi. En ambas ocasiones se presentó diciendo que se trataba
de "evitar una guerra civil", argumento repetido y justificativo de
las intervenciones militares. Es el argumento que el presidente Al-Sisi le
contó a Casimiro García-Abadillo, director entonces de El Mundo, cuando fue a
entrevistarlo a El Cairo con motivo de su reciente visita a España.
Pero el
argumento salvador esconde el hecho principal: que el Ejército es el verdadero
responsable de la situación de Egipto. Es el Ejército quien ha controlado el
país desde su constitución moderna. No puede eludir su responsabilidad quien ha
gobernado el país desde Nasser a Mubarak y ahora con Abdel Fatah Al-Sisi. El
paréntesis civil de un año fue protagonizado por el ahora condenado a muerte,
Mohamed Morsi.
El
drama egipcio es que la misma lucha que se había desarrollado durante décadas
entre dos fuerzas antagónicas, el Ejército y los islamistas, no pudo resolverse
democráticamente. El año de Morsi, elegido democráticamente, no fue democrático, el que necesitaba Egipto
para asentarse y recuperar el pulso social, sino un ejercicio de asalto al
poder de los islamistas, imponiendo una constitución a su medida, desarrollando
leyes restrictivas de derechos e imponiendo finalmente un "decretazo"
que hacía poseedor a Morsi de más privilegios que el dictador Mubarak. No,
Mohamed Morsi no es ningún campeón de la democracia. Para nada. Los islamistas
desperdiciaron la oportunidad de haber llevado adelante a Egipto, de haber sido
el carro al que se podrían haber enganchado la sociedad hasta lograr normalizar
el país. Pero no fue eso lo que ocurrió.
La
sociedad internacional advirtió seriamente a Morsi. Este episodio se trata de
evitar cuando se habla de él como "el primer presidente egipcio elegido
democráticamente", una especie de coletilla junto a su nombre. Si Morsi
fue el primer presidente elegido democráticamente, entonces fue el primer
presidente que pervirtió la incipiente democracia egipcia. Si Morsi no hubiera
incumplido sus promesas, una mera estrategia para conseguir el voto de los egipcios,
que no querían votar al representante del antiguo régimen —pues hubiera sido un
absurdo hacer una revolución para después lavar la dictadura contra la que se
había levantado—, estaríamos en otro escenario. El Morsi sonriente y abierto de
la campaña electoral, un hombre que se presentaba sin pretensiones de conseguir
el poder, según afirmaba constantemente, no es el que llegó al poder. No tuvo
ni la prevención de esperar un poco. Puso en bandeja la reacción militar.
Ahora
se le condena a muerte por parte de un régimen que también ha frustrado las
demandas del pueblo egipcio en la medida en que ha vuelto al punto de partida y
lo ha hecho cerrando de nuevo las puertas al futuro de forma sangrienta. De
nuevo Egipto se encuentra sumido en una espiral de violencia. La respuesta a la
condena a muerte de Morsi ha sido la muerte de tres jueces asesinado en un
atentado en el Sinaí, nos cuentan en Gulf
News:
Shortly after the sentences were announced,
unknown gunmen killed three judges in the town of Al Arish in Egypt’s troubled
Sinai.
The judges were travelling in a car when the
assailants attacked them in a drive-in shooting, according to security sources.
The attackers are believed to be Islamist
militants.*
La condena a muerte a Morsi sirve para activar una nueva
campaña de violencia y, sobre todo, de rechazo del régimen actual egipcio, al
que se le empezarán a cerrar las puertas internacionales. De no ser por la
situación de la zona, muchas puertas permanecerían cerradas por las
restricciones a las libertades que se viven en el país.
La guerra actual en la prensa, de la que hemos dado cuenta
en diversas ocasiones, es el resultado de la brutal situación que ya no permite
el silencio, con pactos o sin ellos. La situación en las cárceles, las muertes
de los detenidos no dejan ya mirar hacia otro lado. En estas purgas, caen
islamistas y todos aquellos que denuncian la situación porque no entraba en sus
cálculos de futuro una situación como esta. Señala Francisco Carrión en su
artículo titulado "Pasión y muerte en las cárceles egipcias", publicado
hoy mismo, en El Mundo:
El retorno al Estado policial que
alentó las revueltas contra Mubarak hace cuatro años despierta tal pánico que
la prensa afín al Gobierno no ha tenido más remedio que comenzar a hacerse eco
de las violaciones. "No queremos retroceder a la época de Mubarak. Nuestra
función debe ser evaluar el trabajo de la policía y denunciar a aquellos
agentes que asesinan, violan, roban o aceptan sobornos", reconoce a este
diario el periodista Yusri al Badri, uno de los autores del amplio reportaje
que hace unas semanas publicó el rotativo privado Al Masri al Yum. Un
pormenorizado y espeluznante relato de asesinatos, violaciones y torturas
cometidas por polizontes egipcios que causó controversia y despertó en muchos
una extraña sensación de 'déjà vu'.**
Con un frente abierto en el interior y otro en el exterior,
donde ya se ha manifestado la administración norteamericana señalando su "gran
preocupación" por la condena de Morsi y los demás dirigentes. Esto,
además, obliga a los gobiernos a escuchar las quejas de la Hermandad Musulmana
en el interior. La persecución les permite reconstruir a su gusto la imagen de
la moderación que tantos éxitos les
ha dado.
El gran problema es la deliberada destrucción del tejido
político durante décadas fomentada por un régimen de casi partido único, el
burocrático gubernamental, y después decenas de partidos construidos alrededor
de un líder débil, cuyas pretensiones, en la mayoría de los casos, son
conseguir algo de las migajas del poder. Los nuevos partidos no han cuajado y
se enfrentan a una ley electoral que les condena a una representación mínima en
un parlamento controlado por el ejecutivo. El mapa que se ha trazado deja poca
esperanza. El panorama es bastante desesperanzador interna y externamente.
Como anticipo de la sentencias de muerte, el sábado se
realizaron seis ejecuciones. No son las primeras en lo que va de año:
This is the third execution to take place in
2015. Mahmoud Ramadan, who was sentenced to death on charges of throwing a
child off a rooftop in Alexandria in 2013, was executed on 7 March.
Ramadan was filmed during violent clashes in
the Sidi Gaber area of Alexandria, where a group of alleged pro-Morsi
supporters chased a group of children to a building’s rooftop.
On 26 April, five men convicted of murder and
possession of arms were executed in Assiut, Upper Egypt.***
Ninguno de los caminos elegidos servirá para salir de la
situación actual. Mientras siga esta guerra abierta, el Ejército podrá ejercer
el poder a su manera y considerar traidores a todos los que le critiquen. El
"bien nacional" se levantará como bandera de enganche. A lo que
asistimos no es solo a una guerra contra los islamistas y demás grupos, sino a
una guerra más amplia que se libra en la zona y a otra local, que trata de aislar
a los activistas de la democracia, los que están intentado infructuosamente
ofrecer alguna esperanza a Egipto que no sea continuar como un estado policial.
Pero los grupos de derechos y libertades son pocos y se evita que crezcan. No
hay liderazgo consistente más allá de los que ofrecen los militares. Los que
traten de oponerse saben que acabarán saliendo del mapa político egipcio, como
sucedió con El Baradei. Los que se quedan acaban siendo piezas en una partida
que tendrá siempre como ganadores a los militares y el régimen que ellos puedan
controlar.
Es previsible que el régimen egipcio trate de conservar a
Morsi y al líder supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, también
condenado a muerte. Son las piezas centrales del tablero y es previsible que las
quieran mantener con vida. La ejecución de cualquiera de ellos podría desencadenar
una situación imprevisible, pero el ejército egipcio es gran experto en los
errores de cálculo. Ejecutar a ambos sería algo más. Ya no son los tiempos de
Nasser, aunque parecen ignorarlo.
Mientras tanto, los egipcios escogen la fantasía más
adecuada para racionalizar sus miedos. La crítica que se está abriendo paso a
través de las declaraciones y escritos en la prensa u otros medios es el
resultado del aumento de la presión sobre ellos para que se mantenga la ficción
de que el régimen actual es el resultado de dos revoluciones. ¿Hasta dónde se
podrá llegar? Eso, por el momento, es impredecible.
Egipto se encuentra en pocos días con la liberación de Hosni
Mubarak y la condena a muerte de Mohamed Morsi. Destinos diferentes para dos
desastrosos políticos cuyo sentido de la democracia es nulo. ¿Qué piensa la
gente de esto?:
Saturday’s sentences generated no street
protests from backers of Mursi, who is serving 20 years in prison after being
convicted of arresting and torturing opponents when he was in power.
Observers are not surprised about no-showing of
Mursi’s loyalists either at the courtroom or out on the streets.
“The security crackdown, which started months
ago, has obviously depleted the Brotherhood ranks and street base,” said Salah
al-Hadi, a political expert. “The group [the Brotherhood] is officially blacklisted
as a terrorist organization. Its leaders are either locked in jail or have fled
abroad. Therefore, don’t expect significant street reactions to this ruling or
the next ones.”*
Miedo y seguramente hartazgo por una situación que no se
acaba de enderezar. Es un triste futuro el que espera por delante, según los indicios a la vista. No es de
extrañar que los egipcios se apunten masivamente a países virtuales en los que
no ocurren estas cosas.
En los cálculos del Ejército debe estar que la situación en
Oriente Medio está lejos de arreglarse, que la violencia quedará enquistada y
móvil por toda la zona. Mientras eso ocurra podrá apelar al patriotismo, pero
quizá ya no sea suficiente. En esas condiciones será muy difícil que se den las
circunstancias para poder mejorar.
Peor cara plantea la cuestión interior, las reacciones de la gente. Puede que la Hermandad ya no mueva a la gente de la misma manera, pero el descontento vendrá por otros caminos. El problema grave es que no se ve salida democrática a un régimen que ha hecho de la fuerza su carta de presentación. y de las sentencias a muerte una gimnasia diaria.
*
"Mursi first head of state to face gallows" Gulf News 16/05/2015
http://gulfnews.com/news/mena/egypt/mursi-first-head-of-state-to-face-gallows-1.1511879
** "Agonía y muerte en las cárceles egipcias" El
Mundo 17/05/2015 http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/17/5557843ae2704e087b8b458f.html
***
"Egypt executes 6 convicts in ‘Arab Sharkas cell’ case" Daily News
Egypt 17/05/2015
http://www.dailynewsegypt.com/2015/05/17/egypt-executes-6-convicts-in-arab-sharkas-cell-case/
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