Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Pese a
lo que diga el diario El Mundo, con un texto de EFE, las reacciones internacionales ante la
condena a muerte de Mohamed Morsi en Egipto no son lo que podrían llamarse una
"avalancha". Las condensa del turco Erdogan y de Amnistía Internacional,
la "profunda preocupación" de los Estados Unidos y un mensaje de
Martin Schulz no es demasiado, dadas las circunstancias.
Ayer comentábamos lo que la sentencia abría políticamente, tanto en lo interno como en el exterior. La confianza del gobierno de poder mantener esta situación por contar con la fuerza del Ejército no significa que no sea un gran error político, como se ha señalado desde ámbitos periodísticos, como ha hecho el propio diario El Mundo. Otros lo consideran como reacciones naturales de una dictadura y recriminan a los gobiernos la excesiva transigencia con el régimen de al-Sisi. Pero, como señalábamos ayer, mientras no se aclare la situación de la zona, tendrá a su favor la falta de firmeza frente a lo que ocurra.
El
gobierno egipcio, por su parte, ha emitido un comunicado considerando "inaceptables"
las críticas y una injerencia en los asuntos internos. Pero lo hacen de una forma muy "egipcia", desviando la atención hacia los jueces, de los que se muestran defensores. De esta forma intenta mantener una aparente "distancia" respecto al veredicto. Es decir, reafirmando la independencia de los jueces, parece que la condena no fuera cosa suya y que se hubieran enterado por la prensa. Se señala en El Mundo:
"El ministerio de Exteriores cree
inapropiado comentar los pronunciamientos de la justicia egipcia por lo que
supone de injerencia en los asuntos internos del país", precisó un
comunicado oficial.
Asimismo, recalcó que "cualquier señal
negativa hacia la justicia egipcia es totalmente inaceptable, a nivel tanto
oficial como popular, por el prestigio y el respeto del que goza la
magistratura egipcia entre todas las partes del pueblo".
[...] Países como Turquía y organizaciones
internacionales, como Amnistía Internacional (AI), condenaron ayer la pena
capital impuesta a Mursi. AI calificó el juicio de "farsa" y afirmó
que esta condena "muestra el deplorable estado del sistema judicial"
de Egipto.*
Las notas oficiales egipcias siguen demostrando la misma falta de sentido de la realidad que ya les
es habitual y parecen más dedicadas a evitar las respuestas internas que las exteriores. El que se considere "inaceptable" cualquier "señal
negativa" respecto a los jueces egipcios debe ser una especie de broma
dado el historial acumulado por una judicatura que ha dejado en libertad a
todos los represores institucionales, que ha avalado las tropelías del poder sin
frenarlas y dado bendiciones a los miembros de un régimen corrupto que hizo
levantarse al pueblo. Es un sistema judicial en el que entras como testigo y
sales como imputado, como en el caso del asesinato de la activista socialista
Shaimaa al-Sabbagh, muerta a tiros por la Policía cuando llevaba unas flores a
los caídos en Tahrir.
La
honorabilidad de personas e instituciones se logra mediante los hechos, día a
día, no por pomposas declaraciones políticas rasgándose las vestiduras. Ha
habido momentos en la historia en la que los jueces egipcios —algunos jueces—
tuvieron un sentido de la justicia suficiente como para frenar algunas
tropelías del poder, pero no han sido demasiados. Ni jueces ni momentos.
El cese
del ministro de Justicia hace unos días por decir que solo deberían llegar a la
judicatura los que no fueran ni demasiado ricos ni demasiados pobres, dejando
fuera a los "hijos de los basureros", dejó en evidencia la visión de
un clan elitista que ha defendido los intereses del régimen y de una clase.
Recordábamos el otro día cómo se había exigido para participar en las
oposiciones a la fiscalía, antesala de la judicatura para muchos, que los
padres de los opositores tuvieran nivel universitario, en un gesto legal sin
precedentes y que habla mucho sobre lo que significa ser juez en Egipto, la
pertenencia a una casta.
Para
hablar de la judicatura no basta con hacerlo con la condena de Mohamed Morsi,
del que se discute más el proceso que ha llevado a la condena, considerando que
no ha tenido las garantías suficientes. Puede hablarse de otros procesos en los
que los acusados han sido exonerados o reducidos a penas ridículas las
acusaciones más graves. Tal es el caso, que ha suscitado menos rechazo
internacional, de la liberación de Hosni Mubarak, juicio tras juicio. La falta
de entusiasmo de los fiscales ha sido notoria y escandalosa.
Los
egipcios se mueven entre la indignación de la condena a muerte de Morsi a la
indignación por la liberación por rebaja de las penas a Mubarak, su familia y demás
corruptos colaboradores por parte de los demócratas y opositores islamistas.
Cada uno se indigna y escandaliza por aquello que le afecte en su ira. A unos
les parece bien que condenen a Morsi, a otros mal; a unos les parece bien que
liberen a Mubarak y a otros mal. A otros, pocos, les parecen mal ambas cosas. Y
a otros, finalmente, les parece que no es bueno para el turismo.
Los
jueces egipcios han salido todos ellos de un régimen que no era transparente ni
justo. Egipto no revisa su pasado para mirar por qué están en la situación en
la que están. Su memoria es floja y selectiva.
El
artículo ayer de Ahmed El-Sayed Al-Naggar, Jefe del Consejo de Al-Ahram,
titulado "Mubarak verdict opens the door to what he was not tried
for", puede ser invocado como parte de esa crítica a un mundo oficial al
que los jueces pertenecen. Tras señalar los grandes casos de corrupción que
permanecen en la sombra, después de ir desestimando los otros casos presentados
contra el expresidente, Ahmed El-Sayed Al-Naggar señala:
Corruption became monstrous and infiltrated
almost everything, leading to the creation of a general culture based on being
tolerant towards corruption or participating in it. This is the worst thing
that happened in to Egypt in its entire history and it needs an enormous
educational and cultural effort to treat it, in addition to legal treatment
most definitely.
One of the biggest crimes of this era was
establishing the culture of public office inheritance, starting from the lowest
rungs to the post of the presidency itself, which instigated the people's
revolution against the deposed dictator and removed him from power. This public
office inheritance has led to degradation in the efficiency of state
institutions, as well as grievous social injustice represented in depriving
citizens who are not sons of public officials of their just rights in working
in state institutions. Despite the fact that the constitution stipulates that
accessibility to public office is based on the criteria of merit and
efficiency, abuses of this constitutional stipulation were a salient feature during
Mubarak's rule, and is still continuing now.**
La carrera judicial no se libra de estos males, como lo están
otros ámbitos de la administración egipcia. El régimen de Mubarak se construyó
de esta manera, estableciendo una seguridad para algunos y dejando fuera, a su
suerte, a una mayoría. Poner filtros "universitarios" a la familia,
en un país donde serlo no es sencillo, es perpetuar la justicia como patrimonio
de un grupo cuyas familias se infiltraban en las administraciones.
En un artículo firmado por Sahar Aziz, profesora de la
Universidad de la Texas A&M School of Law, se explicaba en agosto de 2014:
Egypt’s politics of patronage and clientelism
have further compromised judicial independence. Like other state institutions,
the judiciary is wrought with nepotism, and the appointment process is far from
meritocratic. Judges’ family members and relations are often appointed to
judgeships despite poor academic records that disqualify them. The president of
the Tanta Court has 21 sons and nephews who are either judges or prosecutors,
for instance, even though some have academic records that should have
disqualified them from the judiciary. Upon appointment, these judges also
benefit from special treatment, such as generous leaves of absence or
secundments, and stand a higher likelihood that their requests for favorable
court transfers are approved.**
El artículo, titulado "Egypt’s Judiciary, Coopted",
hace un repaso por las vicisitudes y servidumbres de los jueces en Egipto. Se
señala que ha habido jueces que han sido feroces defensores de la independencia
judicial, pero que no han sido así todos, desde luego. Explora los distintos
mecanismos por los que desde el poder judicial se ha ido mandando a las zonas
más remotas a los jueces molestos o se les ha marginado si no eran los
suficientemente obedientes a los dictados.
El artículo en Sada, de la Carnegie Endowment for International
Peace, tiene un solo comentario, curiosamente firmado por un tal "Ahmed El-Sayed", en el que
se señala:
Though we could not agree more that the
Egyptian judiciary is defective, it is my belief that this article misses out the
real reasons for the current repressive attitude of the Egyptian judiciary.
Most importantly, however, the article is full of either outdated information
or information-gaps that misrepresent the situation. By the way of example
since 2006 all appointees to the judiciary have to have an academic grade of
"good" (70%) which by all standards is enough to join the judicial
institution in any country. Also, some of the names the article mentions like
El-Khodeiry and Mahmoud Mekki, the author does not reveal that the former
became the parliamentarian/legal adviser of the Muslim brotherhood and the
latter was the Minister of Justice under the ruling of Morsi where both of them
supported flagrant encroachment on the judiciary under Morsi, the approach that
largely dismissed their previous activism as mere loyalty to political Islam.***
Lo
triste del caso es que efectivamente, unos y otros, los islamistas y los
partidarios de un régimen que ya no puede ser llamado históricamente "de
Mubarak", pero del que no se ha separado porque no hace nada por alejarse
y porque los que se fueron regresan, han tratado de manejar la judicatura
políticamente. Nadie está libre de ese pecado tan útil. Solo un perverso sentido de la justicia la confunde con las sentencias, que pueden ser injustas. Y Egipto está lleno de sentencias injustas, como están sus cárceles llenas con muchas personas que no deberían estar allí. Eso no es justicia.
El prestigio de los jueces, al que alude la
nota ministerial egipcia, es la herramienta para la aceptación de unos
veredictos que pueden tener muy poco de justos y mucho de políticos, si es
necesario. Morsi intentó hacerse con el control judicial, como bien señala el
autor del comentario al artículo, y colocar a sus jueces en los puntos clave.
El
Estado de Mubarak tendía a controlarlo todo, aunque funcionara poco. Le bastaba
con que funcionara a su servicio cuando lo necesitara. No todos los jueces son
corruptos, evidentemente, pero se necesita uno solo para que te arreglen un
problema. Ha habido algunos casos en los que han manifestado su independencia y
buen criterio, pero no se les ha dejado acceder a los casos especiales que requieren condenas a
muerte masivas —siempre a manos del mismo juez— o exoneraciones vergonzosas. La
peor parte se la están llevando los que sufren en sus carnes la Ley
anti-protestas y acaban en las cárceles, con el beneplácito de esos jueces.
Señalan
en el texto de EFE de El Mundo:
La nota de Exteriores, que en ningún momento
cita a ningún país u organización en concreto, denunció que los estados que
criticaron el juicio contra Mursi no condenaron la muerte de tres jueces
egipcios en un ataque armado en la ciudad de Al Arish, en el norte de la
península del Sinaí. Los asaltantes, cuya filiación se desconoce, mataron a
balazos a los tres magistrados y al conductor del vehículo en el que se
desplazaban e hirieron a otro juez.*
Por
supuesto que hay que condenarlo, por muy mal que esté el sistema judicial. No
es un acto de justicia, sino
terrorismo de represalia. Dentro de esta guerra abierta, no hace sino aumentar
el grado de enfrentamiento y alejar cualquier posibilidad de futuro en paz. La
pena sería que esos jueces asesinados fueran, además, de aquellos que se
encontraban en un lugar peligroso precisamente por su independencia incómoda.
En cualquier caso, lo condenamos.
Egipto, como muchas otras cosas, necesita jueces que le hagan creen en la justicia. Su honor no se defiende con notas ministeriales sino dejándolos hacer su labor con independencia. No se hace justicia agradando a los que mandan, sean quienes sean en cada momento.
*
"Egipto considera 'inaceptables' las críticas internacionales a la condena
a muerte dictada contra Mursi" El Mundo EFE 17/05/2015
http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/17/5558ba5622601dd35e8b4577.htmlhttp://www.elmundo.es/internacional/2015/05/17/5558ba5622601dd35e8b4577.html
**
"Mubarak verdict opens the door to what he was not tried for" Ahram
Online 17/05/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/130389/Opinion/Mubarak-verdict-opens-the-door-to-what-he-was-not-.aspx
***
"Egypt’s Judiciary, Coopted" Sada - Carnegie Endowment for
International Peace 20/08/2014
http://carnegieendowment.org/sada/index.cfm?fa=show&article=56426&solr_hilite=
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