Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
sangre derramada de Farkhunda sigue teniendo consecuencias en Afganistán. El
brutal linchamiento de la joven por una multitud incitada a la venganza por la
falsa acusación de haber quemado páginas del Corán ha despertado la conciencia
de muchos y el temor de otros. Las mujeres que han salido a las calles a
recordar a la mujer asesinada por la ira de los piadosos han pintado sus caras
de rojo, tal como las fotos tomadas a la joven la mostraban. Su rostro
ensangrentado se ha convertido en un signo de rebeldía en quienes la imitan en
su denuncia del fanatismo. Ya es un símbolo y los símbolos se extienden y no es
fácil pararlos.
Esto,
evidentemente, no gusta a muchos que llevan mucho tiempo manejando el fanatismo
a su antojo, presentándose como moderados
frente a quienes les interesa y como radicales defensores de la tradición cuando
atisban signos de que la sociedad pide cambios y ya no están dispuestos a que
sigan manipulándolos o amenazándolos.
Hay
mucha hipocresía entre los que se presentan como "moderados". Solo
asistimos a un fariseo juego de poder. Los radicales
les disputan el control de la sociedad y ellos aprovechan para convertirse en preferibles, pero en modo alguno se
trata de una "apertura" sino solo una disputa interna por lo que
siempre se ha luchado, por el control social. No hay nada como la brutalidad
para hacerte brilla como opción moderada.
El
diario Egypt Independent nos traía una noticia de Reuters (también en el
contexto egipcio tiene una lectura interesante) sobre la situación afgana tras
la muerte de Farkhunda y los movimientos sociales de rechazo que se están
produciendo:
Powerful religious leaders in Afghanistan are
growing uneasy about the challenge to their authority posed by rare civil
rights protests in Kabul and widespread anger over the lynching of a young
woman wrongly accused of burning a Koran.
The highest religious authority, the Ulema
Council, exerts considerable influence in a country that remains deeply
conservative despite significant changes since the hardline Islamist Taliban
fell in 2001.
But a series of demonstrations in the capital
Kabul promoting women's rights has prompted the clerics to threaten to withdraw
support for President Ashraf Ghani in a challenge to his new government.
Some Ulema members say that Ghani, who took
office in September, has failed to consult with them and seek their advice to
the same extent that his predecessor, Hamid Karzai, did.
Numbering some 3,000 clerics and scholars, and
headed by a 150-strong National Council, the Ulema can sway public opinion
significantly through mosques across the country that are still the main source
of Afghan social cohesion.*
La preocupación porque las mujeres puedan manifestarse por
sus derechos preocupa a los que creen que esos derechos deben ser pocos y que
existen límites que son infranqueables.
Si pides poco, son moderados; si
exiges mucho, son radicales. Son
conceptos en clave interna, relativos, no en términos reales. Cuando, por
ejemplo, en Egipto los "moderados" de Al-Azhar han sentido que la
gente exigía más renovación, han autorizado a los salafistas, más
"radicales" a predicar contra los enemigos. Es como ser pacifista en
tiempo de paz y convertirse en belicista a las primeras de cambio.
Lo que ocurre en Afganistán tiene peor cariz. Las críticas
obvias que surgen por el asesinato de Farkhunda y las circunstancias que se dieron, la apatía
de la policía que lo consintió y las posteriores reacciones justificativas que
obligaron a ceses de ministros y altos funcionarios, muestran que el sistema no
quiere perder un poder que lleva siglos manejando.
Señala el
diario:
During ensuing demonstrations, some people in
the crowd shouted "Death to Mullahs" and "Death to the
Koran", language most often used to denounce the United States.
Religious council leader Abdul Basir Haqqani
recently told a gathering that the Ulema had been more insulted during Ghani's
seven months in power than at any time in Afghanistan's history.
"These episodes have angered the mullahs
(clerics) and I can see they are now drawing a line between this government and
the former," said Borhan Osman, a researcher at the Afghanistan Analysts
Network.
"They see the current government as evil,
a foreign conspiracy that is allowing a struggle against Islam."*
Lo rutinario de las respuestas, siempre son conspiraciones
internacionales contra el islam, demuestra la incapacidad de abrirse a
cualquier renovación real y no en meras sonrisas cosméticas. Cualquier persona
que piense de forma diferente es considerada un agente extranjero y un enemigo del pueblo. Y esto no lo están
diciendo los radicales, sino los aparentemente moderados, pero cuya moderación
no incluye libertad o derechos para los demás.
El agravio creciente que dicen sentir los ulemas, no es más
que el resultado de su resistencia a los cambios, palabra que no entra en su
diccionario mental. Por el contrario, ellos son los agentes anti evolutivos, la
negación de la Historia a cuyo origen hay que regresar. La presión es sobre el
nuevo gobierno que tiene un compromiso mayor (al menos alguno de sus miembros)
con los derechos de las personas.
Las sociedades cambia, lentamente, pero cambian. Si se
intenta evitar el cambio, aumentan las demandas y también las reacciones retrógradas
que tratan de mantener la situación estable. Durante siglos, esos cambios ha sido controlados y cuando han avanzado algo, rápidamente se han producido retrocesos. Hoy estamos en un mundo distinto en el que es difícil mantener cerrado y aislado un país entero. El Estado Islámico lo intenta, como lo intentaron los talibanes. Pero la demanda de cambios se plantea constantemente intentado asentarlos socialmente, algo que no es fácil.
In recent months, a women's rights activist
walked around Kabul in a body suit with large breasts and buttocks. In another
demonstration, a group of men assembled in public wearing all-covering blue
burqas worn by most women in Afghanistan.
"We ask the government to tell them (civil
rights groups) to stop. Otherwise, we know how to stop them," Ulema
Council member Enayatullah Baligh, an adviser to the president and university
lecturer, told Reuters at his office.
"I have 7,000 supporters who will obey any
orders I give them. I can turn Kabul city upside down."
Baligh blamed the government, which has been
hobbled by internal power struggles, for failing to enforce laws that would
require it to punish those who offended Islam.*
La
amenaza es directa y no se molesta en ningún tipo de disimulo. La cuestión está
en que son un poder "real", por lo que llevan sus amenazas a la
práctica sin temor. De nuevo se plantea en qué término se produce una modernización real si los que tienen el
poder lo tienen precisamente porque la evitan. Se produce así un círculo
vicioso, disfrazado de virtud, en el
que el virtuoso es el que se resiste al cambio porque es en la tradición en
donde reside el bien. El blindaje, evidentemente, es el castigo de la blasfemia, mecanismo por el cual a
cualquiera que se permita dudar se lanza contra él toda la artillería verbal y
humana disponible, convertida en acción loable y responsable, como el
linchamiento de Farkhunda. De esta forma, la autoridad se protege asegurando
que mantenerla forma parte del orden natural de las cosas, es decir, que quien
manda seguirá mandando y los demás serán felices en obedecer, auténtico éxito
de la manipulación. El poder además solo se justifica si se mantiene el
círculo, en el momento en el que alguien intenta una reforma real, se le
retiran los apoyos y se lanza contra él la artillería piadosa.
El
asesinato de Farkhunda ha sido horrendo porque ha revelado los mecanismos sobre
los que se construye el poder. El vendedor de talismanes junto a la mezquita no
quiere que le arruinen el negocio y usa la acusación de blasfemia para provocar
una reacción piadosa para que linchen a la mujer y la arrojen como una basura.
Pone al descubierto el funcionamiento del sistema en un solo acto. Igualmente,
los que se derivan de él revelan el control del poder. El que se atreva a dudar
o intente zafarse del control corre el riesgo de que se ponga en marcha una
movilización en su contra hasta eliminarle, negándole la
obediencia o poniéndolo en el punto de mira para que sea eliminado. ¿Quién va a
soltar este engranaje?
Por
supuesto, el sistema funciona mejor si la obediencia es ciega y no se hacen
preguntas, algo que no está bien visto. El movimiento de los derechos y
especialmente los de las mujeres en Afganistán es de gran importancia y muy
activo ya que han experimentado cómo las negociaciones con los talibanes se resuelven
siempre en la retirada de derechos para acercarse a ese paraíso que era el régimen talibán.
Cuando
algunos hablan de tradiciones, no suelen preguntarse por cuál es el coste de
"mantener" las tradiciones vigentes. También se olvida que estos
países tuvieron un estatus anterior muy diferente al que viven ahora, resultado
del retroceso social y democrático, de convivencia que han supuesto los movimientos
islamistas que nunca han avanzado hacia una sociedad en la que las personas
pudieran convivir y que cada cual viviera su fe como un elemento esencialmente
personal, tanto el religioso como el que no lo es, sino que por el contrario
han tratado de eliminar cualquier atisbo de conducta o pensamiento que pudiera
implicar un debilitamiento de la unidad férrea que se pretende. Los moderados
nunca serán creíbles hasta que su moderación no implique dejar de perseguir a
los que quieren pensar o vivir de otra forma.
En
Egypt Independent de ayer se recogía la narración y el clip de vídeo de la
defensa que la actriz Mona Hala ha hecho públicamente de la diversidad en todos
los terrenos, de género, religión o sexualidad. Lo ha hecho con toda
naturalidad y sin perder la sonrisa. Le han preguntado y ha dicho que no
entiende por qué tiene que ser asunto de nadie, que ni debería constar en el
documento de identidad, una antigua aspiración de la revolución del 25 de
enero.
"I am opposed to discrimination against
any human being, whether on the basis of skin color, religion, gender or sexual
orientation. Anything," Hala added.
Hala also spoke out against the recent ruling
by an Egyptian court, giving precedent to deport foreigners for being gay.
"Let's say someone has homosexual relations in his country and wants to
come to Egypt to see the antiquities and so on. What right do you have to
prevent him from doing so? I don't get it," she said.
The statement from a celebrity is a rare show
of public support for Egypt's homosexual community, which has been under tough
crackdown since the installation of the military-backed government of President
Abdel Fattah al-Sisi. Political analysts say the persecution of gays in Egypt
by the Sisi government is a move to win over Muslim conservatives who could
doubt the new president's committment to traditional family values.**
Las palabras de Mona Hala son una declaración valiente en un
país que, como se señala en la información del diario, ha extremado su cruzada
contra los homosexuales (y activistas de derechos) en un intento de los
"moderados" de frenar el "radicalismo", tal como hemos
estado mencionando. De esta forma, se ha retrocedido porque se intenta
contentar al poder social, igual que ocurría en Afganistán. Los gobernantes
deben ser ejemplares y la mejor manera es convertirse en conservadores
persiguiendo a todos los que se asfixian en un clima irrespirable en unos
tiempos como los actuales.
Cuando ella dice que no le gustan las "etiquetas", que son fuente de conflictos al clasificar a las personas, que no le gusta que en su carnet ponga "hombre" o "mujer" o la religión que profesa o ninguna, el presentador el presentador le plantea que alguien puede ser "homosexual". Ella le contesta que es libre de serlo, que no es su función juzgar a la gente, que es asunto de cada uno.
No sé cómo les habrá sentado
el razonamiento de que aunque Alejandro Magno era homosexual, construyó la
ciudad de Alejandría, y que no por eso habría que cambiarle el nombre.
Esperemos que
Mona Hala no pague más de la cuenta su naturalidad, sinceridad y sonrisa. Hay
un proverbio egipcio que dice "come lo que te gusta, pero vístete como le
guste a los demás". Explica algunas cosas. Mona Hala se viste como se
siente más a gusto ella y procura no juzgar los vestidos de los demás. Y eso es esperanzador para muchos. Es valiente e inteligente. No se lo perdonarán fácilmente.
En el Afganistán de Farkhunda, señalan las activistas de los derechos:
"What will future generations do? Stay in
the same, brutal society?" asked Leena Alam, who played Farkhunda in a
recent public re-enactment of her murder designed to raise awareness of abuse
against women. "We have to start somewhere."*
Y la señal de que ya han empezado es que hay nerviosismo en
muchos lugares. Farkhunda, Mona Hala y otras muchas son mujeres valientes. La primera pagó con su vida en las calles afganas, pero ha dado sentido y luz a las vidas de otros; Mona Hala ha sabido dar una contestación dejando claro que tiene voz y criterio, que no le gusta que se esté etiquetando a las personas para restringir sus libertades. Ni que lo hagan con ella, ni hacerlo con los demás.
Son puntos de un dibujo que va tomando forma. Todo es parte de un mismo camino, de una misma marcha. Será duro, pero no están solas.
*
"Afghan clerics uneasy as civil rights movement gains momentum" Egypt
Independent 11/05/2015
http://www.egyptindependent.com//news/afghan-clerics-uneasy-civil-rights-movement-gains-momentum
** "Video: Egyptian actress Mona Hala defends Egypt's
homosexuals" Egypt Independent 12/05/2015
http://www.egyptindependent.com//news/video-egyptian-actress-mona-hala-defends-egypt-s-homosexuals
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