miércoles, 12 de abril de 2023

Tres mil manadas

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

De nuevo nos abren el día con noticias de violaciones en grupo de menores en grupo. Esta vez ha sido en Logroño lo que días antes ha sido en Badalona, Sabadell o Valencia. Es una trágica rutina que no debería dejarnos indiferentes ni caer en la "normalidad". Por el contrario, debería hacernos reflexionar e investigar con detalle en las causas más allá de los expertos. No estamos hablando de algo lejano, sino de algo que ocurre ante nuestros ojos y a los que se responde muchas veces —ha ocurrido en un par de casos recientes— con indiferencia manifiesta, con desentendimiento por parte de quienes deberían velar por nuestra seguridad.

Pero nadie está más obligado que nosotros mismos a hacerlo. Este tipo de delitos, las violaciones en grupo, tiene una serie de componentes psicosociales que los convierten en indicadores de la salud de nuestra sociedad e instituciones, de las familias a las judiciales, de los que deben vigilar los centros donde se producen a las escuelas en donde se nos forma.

Indudablemente, estamos fallando. A la repetición se le suma un descenso de las edades y un aumento de los grupos agresores participantes. En este nuevo caso se nos dice en RTVE.es:

La Policía ha detenido a cinco menores en el marco de la investigación de una presunta agresión sexual grupal a dos niñas de 14 años en Logroño en la que habrían participado unos diez o doce adolescentes, con edades comprendidas entre los 13 y los 16 años. Los hechos ocurrieron en la tarde del pasado domingo, 9 de abril, en un local privado de la capital riojana.

El lugar donde se produjeron los hechos se encuentra en concreto en la zona de avenida de Navarra de la capital riojana, en las inmediaciones del Casco Antiguo, según han indicado a fuentes de la investigación. Al parecer, los menores quedaron con las víctimas y, cuando estas accedieron al local, hacia las 20:15 horas, fueron agredidas sexualmente.

Alrededor de una hora y media después, las dos menores, nacidas en 2009, se encontraron en las inmediaciones con agentes de la Policía Local de Logroño, a los que relataron los hechos.

[...]

En el local donde ocurrieron los hechos todavía se encontraban algunos de los presuntos agresores, según pudieron comprobar los agentes y han señalado a Efe fuentes de la investigación.

Los menores de 14 años presuntamente implicados en estos hechos, según fuentes de la Jefatura Superior de la Policía de La Rioja, quedaron bajo la tutela de sus padres y los mayores de esa edad han sido detenidos, sin que aún se conozca el número exacto, según recoge Efe. *  



Ya son raros los días en los que no se producen casos como estos. Los argumentos sobre que "ahora se denuncia más", que se utilizan de forma habitual en estos y otros casos, no son satisfactorios. Ahora los expertos lo señalan como influencia del "porno", que tampoco acaba de explicar el fenómeno de la actuación en grupos, que ha ido teniendo mayor presencia desde la tristemente célebre actuación de la "manada" de Pamplona, en 2016. Recordemos que el grupo, originario de Sevilla, se encontraban un guardia civil y un militar de la Unidad de Emergencia. Los miembros del grupo, que se autodenominaban como "La manada" en su grupo compartido de WhatsApp, habían nacido en 1988 y 1991, es decir, contaban entre 28 y 25 años, bastante superior a los 13-13 que se nos están señalando en el caso de hoy.

Echarle la culpa al "porno" no explica lo que ocurre, solo las formas. Pensar que los adolescentes confunden la realidad con la ficción de la pornografía no puede ser sostenido de forma demasiado coherente y es demasiado mecánica y convierte en personas aisladas parcialmente de la realidad. No digo que esto no sea un factor más, pero creo que lo determinante de estas acciones es que los miedos individuales a ser castigados (indudablemente son conscientes de que lo que hacen está mal, que es un delito) son desplazados por la actuación grupal. La clave está en el grupo, en su formación, en las relaciones entre sus miembros y en lo que parece ser una forma de ritual. El grupo es fuerte y la responsabilidad se diluye entre sus miembros; tiene ya su estructura de poder, sus líderes, sus machos alpha.

Fallamos como sociedad. Por mucho porno que exista, es precisamente la incapacidad de distinguir las fantasías de la realidad tanto o más preocupante que las fantasías mismas. Una parte del porno, precisamente, incorpora al principio y al final imágenes directas del consentimiento y de que aquellas relaciones que se han mostrado son una ficción, que no hay una agresión real, que es una ficción. Sin embargo, lo que nos traen las noticias no es la satisfacción de la imaginación, la incapacidad de distinguir realidad y fantasía, sino precisamente lo contrario: un acto de poder.

Las violaciones en grupo no son "fantasías" mal asimiladas, sino manifestaciones del poder real sobre las personas. Son prácticas anticipadas de lo que la propia sociedad fomenta a través de prácticas muchos más "honorables" de dominación. Lo que se aprende hoy es que esta sociedad en la que vivimos se divide en dominadores y dominados, ya sea de forma económica, política o sexual. Lo que se ha hecho es una versión sexualizada y violenta de la propia violencia social.

Los medios son precisamente una forma privilegiada del análisis de esta violencia simbólica que traduce la violencia social textualizándola, convirtiéndola en discursos, y que se vuelve a traducir en violencia real a través de las violaciones y de otros comportamientos violentos que han ido descendiendo en las edades.

Ha aumentado la violencia sexual porque ha ambientado la violencia general. ¿Qué otra cosa es el aumento de los delitos por agresiones con arma blanca, el otro caso constante en nuestros medios? La vida de los niños y adolescentes está marcada por la violencia, por el acoso en las aulas, por el acoso en las redes, por casos de violencia familiar.

Nos gusta pensar que estas cosas son excepciones, pero ya no lo son. Son consecuencias, síntomas, indicadores de una situación que muestra el fracaso de muchas cosas y el triunfo de una sola: el poder, la agresividad, etc. disfrazados de múltiples formas. Se disfraza con ese fondo ruidoso al que contribuyen nuestros dirigentes, mostrando unos niveles de violencia verbal nada ejemplares y llamando la atención sobre ellos más que sobre los problemas.

No analizamos el mundo que nos rodea ni sus causas. Seguimos pensando que existe algo que se "cura con la edad". Pero no hay "cura", solo transformación. El violador de 13 años sabe lo que hace, pero no sabemos lo que hará. Si las víctimas quedan traumatizadas toda su vida, ¿por qué pensamos que un par de años después los violadores serán ciudadanos ejemplares, maridos ejemplares, padres ejemplares, cuando lo que han aprendido es precisamente lo contrario, que pueden borrar sus huellas?

Vivimos en una sociedad compleja y complicada. Los indicadores de problemas en la salud mental se disparan, especialmente entre los jóvenes. Los ignoramos, pero son claros. No sabemos dónde poner los bueyes y dónde el carro; no sabemos si colocar a los violadores como "víctimas" o como "agresores", mientras que las víctimas lo tienen muy claro que lo son y quiénes les atacaron. Nos hemos convencido que los problemas sociales son cosa de "expertos", de las instituciones, etc. que son quienes deben arreglar los problemas. Sin embargo, somos parte del problema, el caldo de cultivo y muchas veces el riego que lo hace crecer. Somos una sociedad que se inhibe de muchas cosas y que cree que guardar un minuto de silencio a la puerta de un ayuntamiento resuelve algo; una sociedad que asiste al espectáculo vecinal del maltrato de ocho hijos sin mover un dedo, pero que luego lava sus culpas declarando ante los periodistas que pensaban que algo raro ocurría, como en el caso reciente de Colmenar Viejo. ¿Buena vecindad?

La violencia nos rodea en múltiples formas, reales y simbólicas. Lo que absorbemos es que se sobrevive a ellas siendo implacables. Y eso ya lo vivimos en las escuelas, cuyo profesorado dice sentirse desbordado por la violencia y los problemas mentales de los estudiantes. Nadie ve el acoso; solo las desgracias lo hacen visible.

Los casos se han normalizado y ya no escandalizan. ¡Pobre sociedad la que da por normal todo esto, la que no ve en sí misma el origen! Nos dicen que desde "La manada" se han producido tres mil violaciones grupales en España. ¿Imitadores? ¿De qué?  


* "La policía detiene a cinco menores por una agresión sexual en grupo a dos niñas de 14 años en Logroño" RTVE.es 11/04/2022 https://www.rtve.es/noticias/20230411/investigan-agresion-sexual-grupal-dos-ninas-rioja/2438097.shtml

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