Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En la entrevista
en La Vanguardia, Naomi Klein responde así a una pregunta sobre Donald Trump:
"Veo a Trump como arte distópico que se ha convertido en realidad. De la
misma manera que una mala película de ciencia ficción exagera lo peor de
nuestro mundo, Trump es una versión exagerada de lo peor de la cultura."*
A la entrevistadora, Ima Sanchís, le choca que Klein use la palabra
"cultura", pero no creo que haya error. Trump no es un alienígena; es
el resultado de un cambio social que lo ha convertido en "aceptable",
una deriva histórica hacia esa "distopía" de la habla la periodista
norteamericana. Para Klein, esa cultura se define como "la adicción a los
medios sociales, es decir a periodos de atención muy cortos; el insulto
constante, la falta de curiosidad; una lógica basada en el dominio contra las
mujeres, los negros y la tierra; y la adoración a la riqueza."* No está mal
la definición de esta nueva forma de cultura que eleva la ignorancia
adulándola.
Cuando
Donald Trump ganó las elecciones contra todo pronóstico lo que no entraba en la
cabeza de las personas medianamente sensatas era cómo había sido posible. Es precisamente la pregunta que se hace
una persona sensata. Pero puede ser que la sensatez haya comenzado a ser un
bien escaso y que no sea precisamente a lo que una mayoría aspira. Eso
convertiría su elección no en una anomalía
sino en el comienzo apoteósico de la nueva anormalidad.
La
ironía, resaltada por un senador demócrata que ha debido renunciar tras unos
casos de acoso sexual, es que él lo haga mientras que una persona que presumía de realizar tocamientos a las mujeres ocupa hoy la Casa
Blanca. Pero la vida es así de dura en un mundo cada día más duro, parecen
decir sus defensores. Trump ha llegado lo suficientemente alto como para poder
parapetarse. Lo que no lograron hacer cuando estaba en campaña, no van a
conseguirlo en la presidencia. Uno dimite por vergüenza o por debilidad,
y ninguno de los dos conceptos está presente en el cerebro de Donald Trump.
¿Qué ven en él de admirable? Es ahí cuando la descripción de
la nueva normalidad de Naomi Klein encaja en el tipo. No es sorprendente que el
votante de Trump se mantenga firme, resistiendo todo. Los que le han votado sabían lo
que era y lo que haría. Como dijimos en su momento, Trump ha sacado lo peor de
cada uno de sus votantes eliminando la idea de corrección. La gente ha dejado de querer imitar; quieren que les imiten. Es natural en una sociedad que reivindica el derecho a los defectos y al error como parte de la identidad.
Schopenhauer escribió "La ignorancia no degrada al
hombre más que cuando va acompañada de la riqueza" ("Pensar y leer",
en Pensamiento, palabras y música
1998, p. 51). Trump es la imagen degradada del rico ignorante.
The New York Times
nos trae unas interesantes reflexiones sobre el cambio que se ha producido en
la política. El artículo lo firma Greg Weiner y su título es "The
Scoundrel Theory of American Politics". En él se señala:
To elect a candidate is not only to choose
incorporeal policies but also the prism through which unpredictable information
and events will be assessed. If it were only incorporeal policies, it would not
matter who the candidate was.
Another reason the statesman’s character
matters is that American notions of political representation assign
statesmanship an essential role in the constitutional regime. James Madison’s
Federalist 10 says the representative’s role is to “refine and enlarge,” not
simply reflect, the public’s views. This is particularly true of the Senate,
which Madison’s Federalist 63 says must serve as a “temperate and respectable
body of citizens” that delays rather than indulges the people when they are
stampeding toward error.
This requires something in the statesman’s
composition, which is the quality that thinkers from Aristotle to Aquinas to
Burke have called “prudence” — not mere caution but rather a deep capacity for
judgment that enables one to choose the most appropriate means toward worthy
ends. This capacity requires not just reacting to events but also anticipating
them. It is a product of moral cultivation, broad education and political
experience and as such, it is inseparable from the statesman’s character.**
Nada más alejado que la figura de Donald Trump. Nada más
distante de esa colosal maquina de provocar estampidas
hacia el error, por usar la expresión de Greg Wiener. Que la alternativa a
esa idea inicial de personas preocupadas no solo por el bienestar material sino
por la mejora de las personas —es decir dando ejemplo ético y moral de
comportamiento— sea Donald Trump hace tambalearse muchos principios. Pero ha
sido posible por la erosión paralela de sociedad y política. Los políticos han
buscado la adulación para conseguir sus fines y eso solo ha logrado hacer
aflorar lo peor. Nadie duda de que los Estados Unidos de Trump han abierto la
puerta a cosas que se creían controladas: misoginia, racismo, xenofobia,
destrucción del medio ambiente. Ese es el orgulloso programa de la presidencia;
ese ha sido el mensaje demoledor: no necesitáis virtuosos, necesitáis ricos
ignorantes que os aplaudan lo que lleváis tiempo reprimiendo: el odio a la igualdad,
a los extranjeros, a los de otras religiones.
La explosión de denuncias contra los acosadores es
probablemente una reacción a la presencia de Trump en la Casa Blanca. Fueron
las mujeres las que salieron al día siguiente a protestar contra él. Y lo
siguen haciendo. Es la forma de frenar lo que podrían quedar enterrado para
siempre desde esta presidencia, consagración de un denunciado por abusador.
Los mundos que describen Naomi Klein y Greg Wiener son
antagónicos. Entre la política pensada como responsabilidad y moderación hasta
los provocadores de estampidas hacia el error hay una enorme distancia moral.
La tentación aduladora es la base del populismo. El líder dice hacer suyas las
aspiraciones populares, sus sueños y deseos. Lo malo es que esa sociedad es
arrastrada cada día hacia fórmulas más egoístas e insolidarias convenciéndola
que es ahí donde reside el éxito. Trump promete un mundo que le importa poco.
Solo buscaba cubrir una parte insatisfecha de su ego. Ni voluntad de servicio
ni deseo de moderar... Nada. Solo el poder que da el poder.
Él está allí, dice, para cumplir la voluntad del pueblo.
"Dios, el pueblo y yo", les dijo tras la campaña, lo que viniendo de
alguien que no cree en nada es todo un sarcasmo. Los acosadores que salen a la
luz manifiestan, como lo hizo el propio Trump, la idea de que el poder implica
la excepcionalidad. Es volver al
ideal del libertino amoral del XVIII: el poder lo es todo, solo los débiles
tienen principios.
El conflicto innecesario que ha creado ya tiene su primera
sangre. Pero, ¿le importa? La soledad a una persona con el ego de Trump es un
estado natural. Hoy la ONU ha condenado el error de Jerusalén, Así lo refleja
El País:
Donald Trump está cada día más
solo. Su explosiva decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y
trasladar ahí su embajada, sometió hoy a una insólita humillación a Estados
Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ningún país salió en defensa de
Washington y prácticamente todos le alertaron de que su anuncio vulneraba las
resoluciones de Naciones Unidas y amenazaba con incendiar Oriente Próximo.***
El arte de Trump es convertir esa soledad y humillación en
una victoria a los ojos de quienes le siguen y jalean. Tiene el sentido teatral
suficiente para venderlo así. Ha podido vender xenofobia y racismo en un país
de inmigrantes. Pero ahora la opinión es unánime y mundial. La soledad ya no es una figura retórica.
Trump pasará, como cualquier otro huracán. Los daños quedarán
mucho tiempo, los internacionales y los morales. La distopía llegó y no es fácil el optimismo. Es necesario hacer examen de conciencia.
* "“El deliberado show de Trump nos distrae de lo
esencial”" La Vanguardia 9/12/2017 http://www.lavanguardia.com/lacontra/20171209/433498956364/el-deliberado-show-de-trump-nos-distrae-de-lo-esencial.html
** Greg
Weiner "The Scoundrel Theory of American Politics" The New York Times
8/12/2017 https://www.nytimes.com/2017/12/08/opinion/roy-moore-scoundrel-theory-politics.html?hpw&rref=opinion&action=click&pgtype=Homepage&module=well-region®ion=bottom-well&WT.nav=bottom-well
*** "Repudio global a EE UU en la ONU por su
reconocimiento de Jerusalén" El País 9/12/2017
https://elpais.com/internacional/2017/12/08/estados_unidos/1512758981_886432.html
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