Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
A las
múltiples críticas que están surgiendo contra las redes sociales hay una que
debe ser tenida en cuenta de forma inmediata: la de los activistas sociales que
son bloqueados gracias a las maniobras de persecución y denuncia de los
ejércitos montados para silenciarles por los regímenes autoritarios.
La
cuestión no es nueva. Si algún lector presente tiene memoria y ha tenido paciencia
suficiente recordará que dedicados dos largos post a explicar por qué
abandonábamos la cuenta de Twitter, que lleva ya unos cuantos años silenciada.
Fue como resultas de la explicación de la compañía de plegarles a las ·legalidades
vigentes" en cada espacio, lo cual entra en un mundo global dentro el
maquiavelismo comercial y político. Deseoso de entrar en países en los que los
activistas democráticos son detenidos, decidió aceptar las condiciones de
censura y denuncia de los países, lo que implicaba dejar totalmente expuestos a
los que poseían este medio para poder expresarse. Recordemos los carteles que
presidieron los levantamientos de la Primavera árabe, "We want
Facebook" o "We want Twitter" o uno más genérico "We want
Internet". Cualquiera de ellos expresaba el deseo de libertades de entonces y dónde ponían sus esperanzas. No todas se han cumplido; más bien pocas lo han hecho.
Mada
Masr no trae estos días la noticia de la suspensión de la cuenta de Twitter de
un conocido activista de derechos humanos:
On December 12, 2017, Twitter shut down the
account of prominent Egyptian cyberactivist Wael Abbas (@waelabbas), along with
subsequent accounts he set up. He received a message from Twitter notifying him
of the action, saying, “Your account has been suspended and will not be
restored, because it was found to be violating Twitter’s Terms of Service,
specifically the Twitter Rules against hateful conduct.”
Abbas is well known for his work on exposing
corruption, human rights violations and challenging social norms online. Just
before his account was closed, he criticized Alaa Mubarak, ousted president
Hosni Mubarak’s son, on Twitter, after Alaa accused the January 25 revolution
of being an Israeli conspiracy.
The closing of Abbas’ account by Twitter is
believed to be in response to a large wave of violation reports by accounts
linked to supporters of Mubarak’s regime. Such mass reporting by electronic
committees — individuals mobilized by a single entity or group — is easy to
spot, due to the sharing of identical posts and violation reports by several
Twitter users, some of whom had Mubarak’s photo as their cover image.*
La facilidad para cerrar cuentas sin saber lo que se cierra
es fruto de la desidia de Twitter, cuyo mecanismo contable no tiene más lógica
que la comercial. La respuesta a la facilidad con la que el Estado Islámico o
los hackers de diversos países abren cuentas desde las que difunden propaganda
contrasta con la facilidad para cerrar las cuentas de los activistas de los
derechos humanos.
No vamos a incurrir en el error de pensar que esta actividad
es consciente, sino que, por el contrario, es completamente irreflexiva y va en
la misma línea de complacencia comercial que su decisión "política"
de hace unos años. De no ser por las protestas y advertencias de su propio
gobierno, Twitter no movería un solo dedo que fuera en detrimento de la
política comercial, solo importa el número y no el contenido. Como una actitud
así solo le traería problemas, Twitter se pliega de forma automática, es decir,
establece unos protocolos de denuncia que son manipulados en los conflictos
políticos. Basta con sincronizar las protestas contra un activista para que su
cuenta sea eliminada y, por ende, su voz silenciada. Es esta política de la
indiferencia la que pierde a Twitter, es su falta de compromiso real.
En el artículo —firmado por Sherif Azer— se reconoce que el
lenguaje de Wael Abbas no es el más "correcto" en busca de la
eficacia, pero también que es fácil de diferenciar del estrictamente "grosero".
Por lo que parece esta circunstancia solo molesta a sus opositores políticos,
Señala Azer en su artículo:
Abbas is a renowned blogger, known for his
posts on Misr Digital exposing human rights violations committed by Egyptian
security forces. He played a key role in spreading a video in 2007 showing two
police officers assaulting microbus driver Emad al-Kabir. The officers in the
video were eventually convicted and sentenced to three years in prison, partly
due to the awareness created by Abbas and other bloggers. This was a landmark
case that sparked a wave of cyberactivism, specifically against torture, and
contributed to the establishing of an online solidarity and advocacy group
“Egyptians Against Torture.”
Abbas documented his personal experiences and
aspects of daily life in Tahrir Square during the 18-day uprising in 2011, in
addition to details of the arrests and assault of protesters by security
forces. He took a strong stance against the intervention of Sisi in 2013,
warning early on about the return of the military to daily life. He is also
known for engaging brazenly with sensitive issues in Egyptian society, such as
the death penalty and homosexuality.
Twitter protocol has systems for the reporting
of vulgar or offensive language, which were easily used against Abbas. When
large numbers of users report such alleged abuse, Twitter is obliged to close
the account, often before fully investigating the content.
Abbas often writes in the vernacular to reach a
large audience, converting the language of human rights and politics into a
discourse people can understand and relate to. It is essential that media
platforms like Twitter are able to distinguish between such language, which is
often highly opinionated, and intentionally abusive discourse.
This tactic of mass reporting was also used to
suspend the Twitter account of Reuters journalist Amina Ismail on December 13,
although it was reinstated a couple of days later.*
Lo malo es que Twitter no distingue, solo aplica. El caso de
que exista una fuerza que obligue a rectificar, lo hace para evitarse males
mayores, como es el caso de la periodista de Reuters señalado, ocurrido hace
dos semanas.
Las críticas a Twitter por lo que no hacía se han convertido
en críticas por lo que hace. Quizá esté condenado a ello, pero la única
solución es que deje de automatizar los procesos de anulación de cuentas y
dedique algo de tiempo a pensar en lo que hace.
En Egipto se está produciendo un movimiento de
silenciamiento mediático que está condenando a la "verdad oficial".
Con medios cerrados o bloqueados y otros comprados para ponerse al servicio del
poder, la voz de los activistas o de los simples ciudadanos es cada vez más
importante.
Podemos comprobarlo en el caso de ayer en el atentado contra
la iglesia copta en Helwan. Las primeras noticias oficiales hablaban de tres
policías muertos. Finalmente fue uno, junto a 9 cristianos y un musulmán, según
iban pasando las horas.
Como ya ha pasado en otras ocasiones, la emergencia de un
vídeo subido a la redes, en este caso, YouTube, permite tener una versión
diferente a la oficial. Alguien, desde su balcón situado frente a la iglesia
atacada, grabó los acontecimientos permitiéndonos ver diferencias con la
versión oficial.
Egypt
Independent, que reproduce el vídeo, titula "Video: Civilians fire back against
Helwan church attacker"**. Hay otros más que desde las ventanas
muestran toda la secuencia final y cómo, tras ser derribado, son cientos de
personas las que le rodean y patean. En el interminable tiempo anterior, coches
y personas han pasado junto a él mostrando la inexistencia de cualquier cosa
parecida a un cordón policial. Disparan contra él ciudadanos que se han hecho
con el arma del policía de plantón junto a la iglesia atacada. No pudo entrar,
como decía uno de los sacerdotes que hablaban para Euronews porque la puerta
estaba cerrada. Solo así se evitó la masacre dentro del templo.
Son varios los vídeos en YouTube, incluso algún reportaje, que
en estos momentos muestran lo ocurrido. Solo hubo un muerto entre la Policía
porque solo había un agente. Pese a tener claras imágenes de lo ocurrido, los
medios siguen dependiendo de lo dicho por los ministerios, por los únicos que
pueden informar sin ser acusados de expandir "falsas noticias". Es
curioso como el texto que acompaña al vídeo en Egypt Independent muestra algo distinto
de lo que se puede ver, incluso el titular lo es. Es prevención. Mantienen la versión
oficial, pero dicen lo que el vídeo muestra: civiles disparando al terrorista.
Gracias a la existencia y circulación de estos vídeos se
puede acceder a los hechos sin los filtros e interpretaciones habituales. Lo
ocurrido con el atentado contra la iglesia cristiana muestra una vez más, que
la vigilancia no era la suficiente y la tardanza de la Policía.
El asesino terrorista acumuló dos víctimas más entrando en
la tienda de un cristiano copto y matando a dos de los hijos presentes. Después
siguió en busca de su objetivo hacia la iglesia. Indudablemente, los coptos
eran su objetivo. Pudo pasearse por las calles con total tranquilidad sin que
nadie más que las personas que tuvieron el valor de recoger el arma del guardia
muerto le hiciera frente. No se escucha una sirena en todo el tiempo ni se ve
la llegada de efectivos policiales. Solo la gente que sale por decenas a
patearle en el suelo. Todavía estaba vivo cuando le esposaron, como se encarga
otro vídeo de mostrar.
El papel de los ciudadanos en la información es creciente y
se muestra cada día. Hay un lado negativo es el acoso, en la trivialidad. El
otro es el que permite que cada dispositivo de transmisión pueda sea capaz de
recoger la realidad y mostrarla sin filtros ni tapujos.
El activista cuya cuenta ha sido cerrada por Twitter pudo
dejar en evidencia la brutalidad y la represión. Los vídeos subidos a YouTube
permiten ver lo que ocurrió ayer. Hoy uno de ellos acumula más de medio millón
de vistas. Los que quieren silenciarlos y que solo quede la verdad oficial lo
tienen demasiado fácil.
Los responsables de las redes deberían ser bastante más
sensibles al papel importante que desempeñan en determinadas situaciones. Puede
que no sea lo que buscaron, pero forma parte de la filosofía de la red —para
bien o para mal— que son los usuarios los que determinan el "uso".
Las dictaduras y demás formas autoritarias están buscando siempre la forma de
cerrar, obstruir... las redes para silenciar a los activistas y opositores. El
control de los medios ya no asegura el control social. Los micromedios son
eficaces ofreciendo alternativas. Unos han optado por usarlos difundiendo
contrainformación e información falsa; otros apuestan por la censura y el
silenciamiento. Estas herramientas mediáticas han desbordado su origen inocente y se
han convertido en parte de la vida política. Trump es un ejemplo.
Es difícil que Twitter o Facebook puedan seguir ignorándolo.
Por eso es necesario que dejen de jugar a una imposible neutralidad que solo
favorece a los que quieren controlar las sociedades. Este año que acaba se presentaron en Egipto iniciativas para tener que sacar licencias para poder acceder a Facebook. Otros países se han cerrado para evitar que se abran las
sociedades y se pierda el monopolio de la verdad.
Los vídeos que muestran el ataque a la iglesia ponen lo
ocurrido en manos de cualquiera que quiera verlo. Eso es importante y difícil
de parar. Decenas vídeos, desde puntos diferentes, acompañan el largo paseo terrorista mostrando su impunidad hasta que finalmente cayó.
Probablemente no haya un atentado tan documentado como este.
*
"Twitter suspends more accounts of Egyptian activists" Mada Masr
28/12/2018
https://www.madamasr.com/en/2017/12/28/opinion/u/twitter-suspends-more-accounts-of-egyptian-activists/
**
"Video: Civilians fire back against Helwan church attacker" Egypt
Independent 29/12/2017
http://www.egyptindependent.com/video-civilians-fire-back-against-helwan-church-attacker/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.