Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tras el
atentado terrorista de Túnez, nos dan el dato de que es el país que más
participantes ha dado a la yihad en Siria. También se nos dice que es el único
país de la "Primavera árabe" del que se puede decir que tiene una
democracia. Creo que ambos datos está relacionados y señalan una idea que hemos
ido trayendo en diversas ocasiones: el yihadismo como reverso la democracia.
Lo que
se había mantenido a presión bajo las dictaduras era tanto a los demócratas
como a los islamistas. Estos últimos se dividen en los medios, pero no en los
fines. Como todo fenómeno ideológico radical, no entiende que la democracia sea
un sistema de alternancias con elementos en común que permiten evitar los
cambios traumáticos, las transiciones bruscas. Para ellos es un camino y allí
donde ganan inician una transformación cuya intensidad depende de la resistencia
con la que se encuentren. Pero allí donde pierden o de donde son desplazados,
comienzan el asalto a las instituciones y a la convivencia.
El plan
de los islamistas es incompatible con la alternancia y la convivencia con otros
que piensen de forma distinta; es "invasivo", por decirlo así, en la
vida de los demás, ya que les obliga a vivirla en las condiciones que va
imponiendo a todos. Los islamistas no son partidos son "formas de
vida" y "formas de pensamiento". Puede que algunos tengan la
posibilidad de ocultar sus pensamientos disidentes, pero se verán forzados a
vivir la vida como una representación escénica, interpretando los papeles
posibles y abandonando aquellos que solo podrán mantener en una intimidad muy
recóndita.
La
fachada es esencial porque se ofrece a los otros como ejemplo. Lo que se ve es
esencial, volviendo a las sociedades profundamente hipócritas, acostumbradas a
una doblez entre lo que se es y de muestra, entre lo que se dice y lo que se
piensa.
De
nuevo el terrorismo ataca a Túnez, esta vez las víctimas no son turistas de
visita, sino un ataque frontal a la guardia presidencial, a la que se ha hecho
saltar por los aires en el momento de subir a un autocar. El golpe tiene un
sentido profundo de desmoralización pues está dirigido contra la élite de la
vigilancia, mandando un segundo mensaje a la sociedad sobre la seguridad de
quienes deben asegurarles la suya.
La
condena de los atentados debe ser contundente para demostrar al Estado Islámico que la unidad de todos los que se les enfrentan es absoluta. La
sociedad tunecina es la que ha demostrado tener mayor capacidad de resistencia
al islamismo y a las formas autoritarias que la guiaban hasta la Primavera
árabe. Por ello es castigada doblemente tratando de doblegar su resistencia y
determinación.
El
Estado Islámico no admite juegos —como los de Turquía— porque es una amenaza
real a la vida y la convivencia de millones de personas no solamente en el
mundo árabe, sino a todos aquellos que se opongan a sus terribles
planteamientos y prácticas.
Túnez
debe tener todo el apoyo porque es el único que ha empleado las libertades para
oponer al fanatismo islamista. No hay solo condena, sino una práctica de los
derechos como semilla del futuro, como la mejor arma contra la violencia
implícita y explícita de esta forma de terror con pretensiones paradisiacas.
Si hay
algún lugar en el que debería triunfar el camino de la educación en las
libertades es en Túnez. Contra el yihadismo no vale solo la fuerza, que es
necesaria para evitar que creen más caos, dolor y muerte. Vale sobre todo el
deseo de democracia, de tolerancia y convivencia. Y ese es el camino que Túnez
eligió a través de su constitución, defendiendo los derechos de todos, en
especial de las mujeres, un núcleo importante en el paquete de las libertades
porque implica un concepto de igualdad que ellos —y muchos otros— no aceptan.
Hace
poco dedicábamos este espacio a los jóvenes tunecinos, señalando cómo en ellos
estaba el deseo de libertades y cómo corrían el riesgo de ser de nuevo privados
de un futuro por las acciones del yihadismo. Primero atacan y arruinan; después
recogen la siembra del odio en forma de activistas, pagados con sueldo y paraíso.
Túnez se merece ese futuro que demuestra a los países de la zona que el camino
de las libertades —todavía largo, pero asentado en las mentes de muchos— es
también productivo para el país a medio y largo plazo, eliminando a los que quieren
hacerles vivir bajo el terror y el control del fanatismo. Es ese camino el que
se quiere evitar que Túnez recorra.
Nuestras
condolencias a Túnez por este atentado. De nuevo, es un atentado contra todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.