Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario francés Le Figaro planteaba
hace unos días una cuestión repetida: "L'acronyme «Daech» peut-il encore
désigner la réalité de l'Etat islamique?". El artículo lo firman dos
especialistas, Pierre-Jean Luizard —director de investigación en el CNRS, autor
del ensayo Le piège Daech (La
Découverte, 2015)— y Olivier Roy, politólogo, especialista en el Islam y autor
de La peur de l'Islam (L'Aube, 2015)—.
Cómo llamar a las cosas no suele ser una cuestión baladí, pero que esto se
plantee ahora no deja de ser significativo. Más vale tarde y no está mal que
esto se ponga sobre la mesa en estos momentos.
La
tesis del diario, en cualquier caso, debe ser debatida porque se plantean dos
líneas que provienen precisamente de esa "réalité" a la que se hace
referencia en el titular de Le Figaro, por un lado, pero también a los
intereses de Francia en cuanto al reconocimiento y designación de lo que tiene
delante en su respuesta militar.
Partimos
del principio de que todo nombre es convencional. Con ello queremos señalar que
el hecho de que algo "sea" es independiente del "nombre"
que podamos asignarle, que puede ser más o menos adecuado según diversas consideraciones. En muchas ocasiones
el nombre que le asignamos a algo proviene de nuestros intereses más que de su adecuación.
También se lucha a través de los nombres, pues implican un reconocimiento de
factores que no siempre son neutros.
El hecho —por ejemplo— de que se llame "conflicto armado" a una
situación y no "guerra", implica un punto de vista específico sobre
lo que ocurre, un reconocimiento de una parte respecto a las otras. de la misma forma "grupo terrorista" tiene unas implicaciones que no tiene "estado".
Comienza
el artículo de Le Figaro reconociendo el cambio producido:
Plusieurs hommes politiques ont
volontairement abandonné le mot «Daech» pour désigner l'Etat islamique,
estimant que l'organisation djihadiste était désormais un proto-Etat.
Explications.
Le débat, déjà ancien, a ressurgi ces
derniers jours à la suite des attaques de Paris: comment désigner
l'organisation radicale qui prospère entre Raqqa et Mossoul? Si l'appellation
«Daech» a fait consensus dans un premier temps, plusieurs hommes politiques
utilisent désormais le terme «État islamique», considérant que la donne a
changé. Parler de Daech, «c'est encore une manière de ne pas nommer notre
adversaire», estime aujourd'hui François Fillon, à la suite de Nicolas Sarkozy.
Même revirement sémantique à gauche: «Ces deux appellations, je les assume,
parce que c'est une guerre, et qu'il faut bien comprendre qui nous combattons»,
explique le premier ministre Manuel Valls sur le plateau du Petit Journal.
«Nous sommes en guerre contre un État», abonde Patrick Kanner, ministre de la
Ville, de la Jeunesse et des Sports. Mais peut-on vraiment parler d'Etat, où même de proto-État pour désigner
le califat d'Abou Bakr al-Baghdadi? Pas si simple.*
Nos
interesa aquí resaltar la idea del "voluntariamente" y después el
cambio de situación que lo ha provocado.
Ante
fenómenos nuevos —en este caso, un grupo armado— los medios no saben muy bien
qué términos usar. Existe el nombre propio con el que se presentan, pero pueden
presentarse dudas sobre fórmulas más genéricas de encuadramiento: "grupo
armado", "terroristas", "ejército"... Lo que nos dice
el periódico es que la cuestión ha cambiado después de modificarse la relación
con Francia tras los atentados de París y la consiguiente reacción militar.
En un
primero momento se ha evitado deliberadamente referirse a "él" como
"estado islámico" porque la palabra "estado" implicaba un
reconocimiento excesivo del estatus
que se le quería conceder. Esto es evidentemente una cuestión política, pero la
política tiene mucho que ver con la semántica y viceversa, en ocasiones. Una
vez que el desafío ha superado los límites aceptables por Francia, se modifica
el estatus mediante el cambio de nombre: de "Daech" a "Estado
Islámico".
Como plantea el ministro: «Nous sommes en guerre contre un
État». Desde el momento en el que se usa la palabra "estado", se
pueden encadenar los términos relacionados con la "guerra" o, si se
prefiere, solo se puede usar el término "guerra" si se relaciona con
un "estado". Mediante esta operación retórica queda en el lugar adecuado la intervención militar con sus
bombardeos y demás acciones.
Los autores explican:
Tout d'abord, «Daech» est synonyme d'État islamique, le premier étant l'acronyme arabe du second. Daech signifie «al-Dawla
al-Islamiya fi al-Iraq wa al-Sham», c'est-à-dire État islamique en Irak et au
Levant. Le Levant désigne traditionnellement la zone géographique incluant le
Liban, la Syrie, la Palestine, Israël, la Jordanie et le Sinaï égyptien. Mais
utiliser l'acronyme «Daech» n'est pas neutre. «L'expression, considérée comme
“péjorative” par l'organisation terroriste, n'existe pas en tant que telle dans
la langue arabe», explique Wassim Nasr, journaliste à France 24 et spécialiste
du mouvement djihadiste. «Mais d'autres mots, proches phonétiquement, existent.
À l'instar de “Daes” - celui qui écrase avec son pied - ou de “Dahes” - celui
qui sème la discorde ou la zizanie.» L'expression a d'abord été utilisée par
les médias du monde arabe, suivis par les opposants à l'organisation
djihadiste, au premier rang desquels les gouvernements syrien et irakien. En France, Laurent Fabius avait
publiquement appelé à utiliser «Daech» plutôt qu'«Etat islamique». «Il voudrait
l'être, il ne l'est pas. Et c'est lui faire un cadeau que de l'appeler “État”»,
disait le ministre des Affaires étrangères devant les députés.*
Si "Daech" no es "neutro", tampoco lo es
"Estado Islámico". Pero las consideraciones señaladas son
interesantes. La asociación con otras palabras que pudieran tener un carácter
peyorativo puede tener interés en los medios árabes, pero no en Occidente,
incluido Francia. Pero las declaraciones de Fabius negándose a concederle el
estatus de "estado" son significativas al respecto.
Sin embargo, la expresión "Estado Islámico" tiene
dos términos. Ahora interesa el de "estado", pero nos olvidamos del
de "islámico", la otra —y decisiva— mitad del término, la que
realmente importa a los grupos islamistas.
Aquí hemos utilizado siempre el término "Estado
Islámico". Lo hemos hecho a sabiendas de que es el que el propio grupo
quería que se le aplicara, lo que es revelador de sus intenciones. Lo de menos
es si es un "estado" o no;
lo importante es cómo se ven ellos, su intencionalidad, que es la reveladora de
sus acciones. Lo que decía Le Figaro sobre su "réalité" es
secundario, pues siempre es convencional.
El porqué muchos medios árabes han preferido
"Daech" tiene en muchos casos un interés parecido al de Francia en no
llamarle "estado", pero la prevención proviene del término
"islámico" que querían evitar a toda costa. Aquí hemos comentado los "esfuerzos"
del gobierno egipcio para imponer una terminología que evitara términos como
"yihad" o "islámico" y se centrara en llamarlos
"terroristas". Se pretende así evitar la interpretación
"religiosa" de la violencia, algo a todas luces absurdo.
Hemos señalado en muchas ocasiones que los teólogos pueden
decir lo que quieran, pero que lo que no se puede es desoír a las ideas de
quien las practica. No se evita la islamofobia tratando de ocultar el fondo
religioso que el fenómeno tiene. Hacerlo es ser cómplice de una ocultación del
radicalismo posible que hay en todas las religiones cuando se llevan al
extremo. Se puede decir que están equivocados o que el 99% de los creyentes no
comparten su punto de vista, pero no se puede decir que el fenómeno no tiene
una raíz religiosa porque es faltar a la verdad, al sentido común y, sobre todo,
a las formas de combatirlo y de intentar erradicarlo.
La expresión "estado islámico" no se utilizaba en
Occidente por "estado" y en los países árabes por
"islámico". Son dos posturas políticas que trataban de evitar el
reconocimiento que el término pudiera tener. Da igual que no sean realmente un
"estado" y que su visión religiosa no sea compartida por la mayoría
de los musulmanes. El nombre que ellos se pusieron revela sus intenciones y pretensiones;
es una autodescripción.
Ahora toca ir hacia el "estado" porque es lo que
permite una guerra "igualitaria", entre "estados", Francia
y el "Estado Islámico". Para ello, finalmente, se asumen esa
autodenominación y los hechos producidos hasta el momento en la concreción de
un "estado".
Señalan los especialistas en el periódico:
Le 29 juin 2014, l'organisation
proclamait la fondation de «l'État islamique», et son chef Abou Bakr
al-Baghdadi se proclamait calife. «L'État islamique a la volonté d'être un État
de droit», explique Pierre-Jean Luizard, directeur de recherche au CNRS*. «Ils
appliquent sur les territoires qu'ils administrent une conception salafiste de
la Charia. Ils lèvent l'impôt sur les musulmans et imposent la jyziah pour les
“gens du Livre”, c'est-à-dire les chrétiens.» Ils revendiquent la création d'un
système monétaire propre, avec des pièces d'or, d'argent et de bronze. «Il
répond au concept salafiste de l'argent selon lequel la valeur faciale d'une
pièce doit correspondre à sa valeur intrinsèque. Les billets ne peuvent donc
pas avoir cours.» Pour administrer les territoires sous son contrôle, l'État
islamique s'est également doté d'un véritable pouvoir exécutif. «Chaque
province dispose d'un conseil consultatif (Majlis Choura) composé d'autorités
locales et de responsables de l'État islamique. Ils sont nommés car le principe
d'élection est illicite: il remplace la légitimité de Dieu par la légitimité de
l'homme», poursuit Pierre-Jean Luizard. Ainsi, le dernier mot revient au
gouverneur ou à tout autre représentant du calife qui dispose de l'autorité
religieuse. «L'autorité judiciaire est quant à elle exercée par les Qadis, qui
disent et appliquent la justice», ajoute-t-il. En revanche, il n'y a pas de
pouvoir législatif: «La Charia fait office de loi», explique Pierre-Jean
Luizard.*
Esto es algo más que un "grupo terrorista". La importancia de no negarlo es lo que tiene de futuro entrevisto para algunos
países que tienen entre sus filas políticas a los islamistas agazapados.
El Estado Islámico no es un invento salido de la mente de un
loco. Es el cumplimiento cabal y extremo de la aplicación de unas leyes a las
que muchos aspiran, aunque discrepen de los métodos. Los del Estado Islámico se limitan a hacer realidad los
sueños de muchos salafistas repartidos por toda la comunidad musulmana. Si
tuvieran el poder de hacerlo, lo harían.
Los miembros del Estado Islámico señalan que la violencia
actual se debe más a la resistencia a su implantación que a su beatífica
concepción del paraíso en la Tierra, que es como ellos se ven. Si todo el mundo
se convirtiera, no pasarían estas cosas, parecen decir. Por eso los analistas
se sorprenden de que la propaganda sea doble: terror para los impíos y
beatífica para los creyentes. El buen creyente —el que se ajusta a su visión estricta del Islam—no tiene nada que temer; le
están haciendo un mundo a su medida. Eso es, al menos, lo que piensan. La
atracción de los yihadistas no es el nihilismo, como muchos parecen querer
interpretar, sino la construcción de un "Estado", la materialización
de las promesas, la "ciudad de Dios" en la Tierra.
Jugar
con las palabras forma parte de la política. De esta forma se cuadran los
discursos con las acciones. El "Estado islámico" no es más
"estado" antes que ahora, pero sí sigue siendo un sueño islamista que
lucha por hacerse realidad por encima del sufrimiento de aquellos a los que
llega.
Hace
mucho que escribí aquí que lo que me preocupaba de las imágenes de las
conquistas del Estado Islámico era ver la gente que les aplaudía al entrar en
las ciudades. Lo sigo diciendo. No se podrá realmente controlar si no se
entiende el fenómeno doble: el del terror y el del mensaje del paraíso en la
tierra. Nosotros somos sensibles al primero, pero otros lo son al segundo. Por
eso es esencial que los países de mayoría musulmana se abran a una normalidad
de convivencia y no que hagan sus propias cruzadas
de pureza islámica. El futuro esta en la tolerancia y la convivencia y no en nuevas ortodoxias con la misma intransigencia.
Cualquier
religión que usa de la fuerza para imponerse a los que no creen acaba siendo
totalitaria. El problema no está en lo que yo pueda creer, sino en lo que hago
con los que no creen en lo mismo. Por esos lo movimientos puristas que niegan la base religiosa del Estado Islámico están
condenados a algo peor que a fracasar; acabarán alimentando la misma
intransigencia que pretenden combatir.
*
"L'acronyme «Daech» peut-il encore désigner la réalité de l'Etat
islamique?" Le Figaro 26/11/2015
http://www.lefigaro.fr/international/2015/11/26/01003-20151126ARTFIG00342-l-acronyme-daech-peut-il-encore-designer-la-realite-de-l-etat-islamique.php
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