Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Esta
vez el diagnóstico se hace sobre Túnez: la revolución trajo cambios, pero ha
dejado fuera a la juventud. El País aborda el caso tunecino desde una
entrevista al primer ministro, de visita en España, y un artículo sobre los
jóvenes y su desmotivación frente a la política que les ha llegado con nuevos
aires pero con los mismos olores.
Leemos
en el artículo, que tiene por título "La cara oculta de la exitosa
transición democrática tunecina":
“Nosotros pagamos el precio de la revolución,
y otros han recogido sus frutos ... Los políticos todos son iguales, solo
buscan sus intereses”, espeta Essam, mientras muestra una cicatriz en la
mejilla, recuerdo de las batallas callejeras del 2010. Su frustración es
compartida por buena parte de la juventud de todo el país, que padece una tasa
de paro cercana al 50%. Encima, las expectativas no son halagüeñas, pues el
golpe al turismo que representaron los ataques yihadistas de los últimos meses
ha vuelto a situar la economía al borde de la recesión.*
La
observación se podría repetir en algún otro país, como Egipto, pero al menos a
los tunecinos les queda el consuelo relativo de que no se les considere en
regresión hacia el modelo del que salieron. Libia, Yemen o Siria están en
situación bastante peor, como se atestigua cada día.
La
frustración juvenil en la zona tiene su sentido. No hay unas fuerzas de
transformación económica y sociales reales capaces de dar una salida a la misma
frustración que dio lugar a las revueltas de la Primavera. La juventud, como potencia y no como potencial, sigue frustrada sin más remedio que la salida de los
espacios propios en los que debería aplicarse su esfuerzo. En ese sentido, la
idea de transición exitosa parece excesiva. Las libertades son esenciales, pero
deben tener resultados positivos o la gente comienza a hacer extrañas asociaciones
responsabilizándolas de sus desgracias.
La conversión
del norte de África y Medio Oriente en zonas turísticas, como se señala en el
párrafo citado, implica un tipo de desarrollo bastante precario y concentrado en
zonas específicas sujetas a acciones terroristas. La imagen del joven
terrorista paseando por la playa con una ametralladora, que dejó 37 muertos
este pasado junio, acaba con cualquier expectativa viable en mucho tiempo.
Ayer
tratábamos aquí la cuestión del avión ruso caído sobre la Península del Sinaí
con más de doscientos turistas rusos. Hoy, el Estado Islámico ha puesto en
circulación vídeos con la explosión de un avión en el aire. El turismo en la
zona es una expectativa de vida sujeta a muchas limitaciones por la
sensibilidad del sector. Cualquier incidente se lleva los flujos turísticos a
otros destinos. El turismo es el objetivo.
La
frustración de la juventud tunecina, como la de otros países árabes, es doble:
política y económica. Es política porque no tienen acceso al poder para
transformar la sociedad y económica porque no pueden cambiar el modelo
existente que les infravalora, por lo que quedan condenados a la frustración.
El titular de la entrevista con el primer ministro tunecino no puede ser más
claro: “Unos tunecinos son terroristas por ideología; otros por falta de
empleo”.
La
cuestión está en si esos dos extremos están conectados, es decir, si es el desempleo el que lleva a la ideología. ¿Salen los terroristas del paro
juvenil? No lo sabemos exactamente, pero lo que sí podemos asegurar es que el
desempleo no tiene ninguna consecuencia positiva.
En la
entrevista se le pregunta al primer ministro, Habib Essid:
P. Túnez es uno de los países
desde el que más milicianos han viajado a Siria o Irak para unirse al Estado
Islámico. ¿Qué está haciendo su Gobierno para impedir la radicalización de los
jóvenes?
R. Hay dos tipos de jóvenes que se
transforman en terroristas. El primero son aquellos que tienen un problema
ideológico, que creen que si cometen actos terroristas irán al paraíso. El
segundo tipo son jóvenes que se convierten en terroristas porque tienen un
problema económico, porque no tienen empleo. Contra los primeros, hemos
aprobado una nueva ley que permite a la justicia perseguir a quienes regresan a
Túnez después de haber estado en Siria o Irak luchando en las filas de Daesh
[acrónimo árabe de Estado Islámico]. Para aquellos que tienen un problema
económico, hemos puesto en marcha un programa de desarrollo por un periodo de
seis años, para crear empleo en los lugares más pobres.
P. ¿Y para los jóvenes
licenciados? El paro en este colectivo ronda el 30%.
R. Es otra de nuestras principales
preocupaciones. Nuestro plan económico incluye acciones concretas para impulsar
el empleo entre los jóvenes con un grado superior.**
Occidente
se está preocupando mucho del terrorismo y la seguridad. Acabamos de comprender
los sorprendentemente cerca que estamos de países como Túnez o Libia, que se
puede llegar caminando desde Irak o Siria.
Los
problemas de los jóvenes se multiplican en muchos países, incluido el nuestro.
La necesidad de dar salida real a los que preparamos y no dejarlos en el vacío,
subempleados o listos para emigrar es importante. Allí donde se puede dar el
salto del problema económico al ideológico, este se acaba produciendo. Las
tentaciones constantes y la facilidad de penetración siempre serán mayores en
una población en crisis permanente o con enormes dosis de desigualdad, otro de
los grandes problemas.
La
queja de los jóvenes tunecinos es que los
mayores hacen sus propias políticas y esas no les llegan hasta ellos. Hay
zonas que se dejan olvidadas frente a otras que se privilegian. Las inversiones
se concentran en sectores como el turístico frente a otros que no se
desarrollan en absoluto, se señala.
No hay
ningún país árabe que esté desarrollando una política joven, teniendo en cuenta la
juventud y su capacidad de desarrollar nuevos modelos. En muchos lugares el
joven es visto desde la perspectiva del consumo, pero no de la producción. En
los países árabes, la juventud es su máximo potencial y reclama la oportunidad
de hacer algo para su propio futuro, que es el de sus países. Allí está todo
por desarrollar y sin embargo se produce ese colapso que evita que el joven
acceda a un desarrollo real del país.
No es
fácil romper las inercias culturales que hacen del joven un elemento secundario
en muchos niveles. El poder sigue estando en las mismas manos por más que
cambie. Las revoluciones no han sido capaces de remover el fondo social de
décadas para crear las nuevas condiciones, algo que limitará el alcance real de
las libertades logradas y. lo que es peor, puede llevar a la indiferencia
política, que es la única vía real de transformación pacífica. Como en Egipto,
la juventud comienza a dar la espalda a los políticos y a la política en un
imprevisible movimiento.
Se
cierra así el artículo en El País:
Karim Miri, un militante del Partido de los
Trabajadores, aún cree en la política. “Nuestro problema es que los dos grandes
partidos, el laico Nidaa Tunis, y el islamista Ennahda profesan una misma
política neoliberal”, se queja. A pesar de su desencanto posrrevolucionario, sí
admite mejoras. “Ahora hay una libertad de expresión y organización plena. Y ya
no nos la podrán arrebatar”. Precisamente, ante un mundo árabe que se desangra
por los cuatro costados, este es el logro que ha deslumbrado a Occidente.*
Pero el
"deslumbramiento de Occidente" no sirve de nada sin unas políticas
que realmente transformen la zona en algo más que lugares turísticos. Esos
licenciados desaprovechados es donde hay que buscar el futuro proponiendo y
dejándolos proponer nuevas soluciones a algo que las generaciones anteriores no
han sabido, no han querido o no les ha importado resolver: la gran desigualdad
que ha dejado zonas sumidas en la ignorancia y bajo mínimos.
Las
revoluciones descolonizadoras perdieron pronto sus objetivos de transformación
social y se contentaron con mantener el poder. Hoy se necesita otro tipo de
políticas, una especie de autodecolonización,
es decir, librarse de aquellas situaciones que impiden el desarrollo general
pero favorecen el enriquecimiento de unos pocos.
Los jóvenes siguen esperando.
*
"La cara oculta de la exitosa transición democrática tunecina" El
País 1/11/2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/30/actualidad/1446227407_312890.html
**
“Unos tunecinos son terroristas por ideología; otros por falta de empleo” El
País 1/11/2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/01/actualidad/1446411675_297641.html
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