Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
antiterrorismo empieza a parecerse a la Economía: explica los desastres después
de que ocurran. Con el retórico título "Dinamarca se pregunta si falló la
vigilancia del yihadista que mató a dos personas el fin de semana",
Euronews nos cuenta el ya recurrente proceso de descubrimiento de la
inutilidad. Ayer hablábamos una vez más del "terrorista imprevisto"
señalando que no se mira donde se debe en la vigilancia, lo que hace que sean
inútiles las medidas de prevención, de detección y hasta de comprensión del
fenómeno al que se enfrentan las sociedades (todas) con sus propias
especificidades, pero con sus errores de percepción comunes.
Nos dicen
en Euronews:
Dinamarca busca explicaciones,
tras conocerse que el autor del atentado, un yihadista de 22 años que actuaba
en solitario, pudo haberse radicalizado en la cárcel. Mató a dos personas, una
en un coloquio y otra en una sinagoga, antes de ser abatido por la policía. Los
servicios secretos han reconocido este martes que la policía les había alertado
del riesgo que representaba.
Omar Abdel Hamid El Hussein había
pasado dos años en prisión por apuñalar a un hombre en el muslo. Acababa de
salir hacía dos semanas.
“En prisión se crean grupos, en
los que los reclusos encuentran apoyo. Ahí es donde se radicalizan”, opina el
experto antiterrorista Lars Erslev Anders.
Conocidos del terrorista aseguran
que volvió de la cárcel convertido en un fanático. Hasta ahora Dinamarca ha
adoptado una estrategia de reinserción de los yihadistas que han combatido en
el extranjero, una política ahora en tela de juicio.
El Hussein no había combatido en
Siria, pero sí había manifestado a sus amistades su deseo de hacerlo.*
Creo
que la escueta noticia tiene suficientes elementos de preocupación. No es
preocupación por las acciones que vendrán, sino por la muestra de la ineptitud
que se muestra. Se siguen ignorando las raíces del fenómeno, la configuración
del escenario y, por tanto, es difícil que se puedan aportar demasiadas
soluciones. Como decíamos ayer, se detecta al terrorista
"imprevisible" cuando ya ha cometido el atentado, es decir, cuando ha
salido cruentamente a la luz y se dedica a realizar el mayor número de
atentados posibles antes de ser cazado. El terrorista es la bomba.
Se
sigue pensando en términos de "secta" o de "delincuencia" y
hablando de la "reinserción", etc. Y se siguen preguntando por cómo
pueden hacer cosas así personas que
han pasado por las escuelas, tienen pasaporte de los países en donde atentan,
cómo salen los hijos tan malos si sus
padres no daban problemas, etc., etc.
Hablamos
mucho de la "globalización", pero seguimos pensando en términos
económicos y no culturales. Lo que ha traído es también una serie de efectos
secundarios en dos sentidos: el aumento de los nacionalismos y el crecimiento
de los conflictos religiosos por la expansión del islamismo. Hay casos en los
que ambos se unen en una mezcla explosiva.
Europa padece
el crecimiento de los nacionalismos beligerantes como respuesta a la idea misma
de Europa. La Unión Europea se inventó para tratar de evitarlos, pero llegados
a un punto crítico, la idea de Europa provoca "antieuropeísmo". Quizá
sería más adecuado decir "convoca" que "provoca" porque no
es que sea la Unión Europea la causante real, sino que pasa a ser el perfecto enemigo imaginario. Nada une
más que estos enemigos hacia los que es posible dirigir el odio y las
frustraciones si logras hacer que pase a representar todos tus males, reales e
imaginados.
Las
fuerzas islamistas han reaccionado a la presión global, que perciben como la
desaparición de su mundo, como una amenaza, redirigiendo hacia el exterior los
efectos negativos que la propia globalización crea por los desequilibrios
existentes. El contacto de la globalización no se convierte en confianza sino en recelo, es una interacción que provoca distanciamiento y tensiones
que se resuelven violentamente en muchos casos.
Es
históricamente relevante que en el momento en el que se logra la máxima expansión
comunicativa se produzcan las mayores reacciones integristas, que aprovechan esa misma tecnología para luchar en su
contra. No es una paradoja que así ocurra. Siempre han sido las religiones las
que aprovecharon las tecnologías de la comunicación, desde el púlpito a la
imprenta para extender sus doctrinas y control y atacar a sus enemigos. La
Biblia es lo primero que sale de la imprenta de Gutenberg y el mundo de la
escritura medieval estuvo controlado por los monasterios. En escuelas surgen
para transmitir la doctrina y la pedagogía es escenario de guerras desde su
origen.
Las
guerras que no son por territorios y recursos lo son por las mentes de aquellos
que los ocupan; son guerras para reescribir la Historia o la Ciencia, es decir,
por apoderarse de la "grandes narraciones" que dan sentido al mundo.
No es casual que el enemigo de los integristas de diferentes confesiones,
cristianos y musulmanes, sea Charles Darwin, sobre quien han focalizado sus
iras y tratan de convertir sus ideas en una "teoría" más. Eso es
objetivo común de los fundamentalistas cristianos, musulmanes o de cualquier
otra base creacionista. Por eso se controla la educación. Hace dos días
hablábamos de Erdogan y Turquía, que hace lo mismo que Boko Haram, es decir, decretar
lo perverso de la educación "occidental" pero con otras maneras menos
escandalosas. Pero el objetivo final
es acabar con la amenaza de las ideas que les llegan por todos los múltiples
canales que se han abierto. Esas ideas son peligrosas para su fundamentación,
legitimación y perpetuación de su control social.
La
cárcel danesa donde iba a reciclarse el asaltante de con arma blanca era una escuela en donde le explicaron el sentido
de la vida, el origen de sus males y cuál era la finalidad que debería darle al
salir. No necesitaban acceso a Internet; les bastó con el boca a boca
carcelario y sentirse parte de un proyecto personal y cósmico, un proyecto
revelado que necesitaba de su mano para cumplirse.
Esta
guerra abierta es sobre todo informativa; es una guerra por las mentes y su
forma de ver el mundo, de percibirlo e interpretarlo. Es la voluntad de poder, la voluntad de verdad, de imponer a otros
el sentido. Es una guerra de ideas en la que nosotros usamos nuestro lenguaje,
pero somos incapaces de entender el del otro. Donde la guerra es más real es en
los escenarios por los que se lucha realmente por controlar.
Los
atentados entre nosotros tienen varios objetivos además del obvio de causar
dolor. Sirven para establecer barreras entre un "ellos" y un
"nosotros" que les ayuda a aislar a sus propias poblaciones, que son
las que realmente temen que se les escapen a través de la modernización de sus espacios. Nos olvidamos que el término "modernismo"
describía un fenómeno cultural que fue objeto de condena de la Iglesia católica
porque consideraba que era el camino abierto hacia el mayor de todos los males,
el "ateísmo". Se empieza por la Ciencia y se acaba haciendo
desaparecer a Dios del mapa.
"Modernización"
no es cuestión de coches y televisores 3D. La verdadera y temida
"modernización" es la de las mentes. Muchos de los islamistas
cultivados son ingenieros o médicos. No necesitan desde sus estudios
cuestionarse los principios del universo o de la vida, se limitan a conocer sin buscar explicaciones porque esas ya les han sido dadas. El
islamista Mohamed Morsi, presidente derrocado de Egipto, había estudiado (como
la mayoría de los dirigentes de sus partidos) ingeniería en los Estados Unidos.
No es casual que sea allí, pero no por cuestiones conspiratorias —como muchos
imaginan—, sino porque es el único país en el que se puede sostener el
"creacionismo" sin caer en el ridículo por parte de un presidente.
Tierra de contrastes, los Estados Unidos albergan el germen de liberalismo y la
Ciencia y el del integrismo religioso y la creencia en "destinos
manifiestos" o teorías más descabelladas, como las mormonas, que pueden
llevar a la Casa Blanca a un Mitt Romney, por ejemplo. Si causan estupor las
creencias de Erdogan señalando que había mezquitas en Cuba cuando Colón llegó a
América, las teorías mormonas que hubo una evangelización de América
precolombina y que los habitantes de América desciende de una tribu de Israel
que se fue por aquellos lares. Así se traslada la "promesa" a América
y no solo a Israel. América puede mandar a un hombre a la Luna, pero también
mandarlo a la estupidez en nombre de la libertad de creencias, que al igual que
la de mercado, depende del atractivo de los mercados.
En un
mundo progresivamente sistémico debido a las comunicaciones y el aumento de las
interacciones, los intercambios producen efectos en el interior de los
subsistemas. Las sociedades necesitan del control férreo de sus miembros si
aumenta las posibilidades de que se alejen de los centros ideológicos por
efectos de las ampliaciones comunicativas. Por eso se recrudecen las formas de
censura y los intentos de aislar a los que se encuentran en el interior y
aumenta la presión sobre los miembros exteriores.
Es
curioso que Occidente que se encuentra tan preocupado por el
"regreso" de los yihadistas occidentales no haya comprendido que la
preocupación de los integristas era el regreso de los educados fuera, es decir, el retorno a sus países
de aquellos que habían trabajado durante décadas fuera y, en especial, de sus
hijos. Aquellos que se habían formado o estaban alejados, fuera del control,
eran sospechosos. Por esto se han producido los casos de radicalización fuera
de sus fronteras. Han sido objeto de especial atención los que estaban
alejados, objeto de vigilancia y control. Tenemos testimonios de diversos
países y en ocasiones he comentado aquí casos concretos que conozco. Nuestra
especial miopía para esto ha hecho que en ocasiones entregáramos a estos
comisarios políticos integristas el grado de representante de sus comunidades
cortando sus posibilidades de acceso a la administración. Quien no lo conoce no
puede llegar a experimentar el grado de persecución y observación que puede
llegar a padecer alguien que está fuera desde el exterior o desde los
"vigilantes" que intentan detectar posibles disidentes futuros.
La cómoda
cárcel danesa se había convertido en un centro de reclutamiento y formación de
personas proclives a dejarse seducir en esas circunstancias, personas que no
están especialmente interesadas en defender al sistema que les encarcela y sí,
en cambio, a aceptar interpretaciones que le den sentido a su vida y llenen el
vacío en el que se encuentran.
Como
sociedades que valoramos la individualidad y los derechos individuales, hemos
perdido la capacidad para entender lo que es la presión del grupo y el control
social. Nuestra sociedad abierta no es capaz de pensar en estos términos.
Educamos sobre la individualidad y nos sorprende que la gente la confunda con
el adoctrinamiento, que se pueda desterrar la Ciencia y eliminar sus principios
de los textos escolares, como está haciendo Erdogan, que se dispare contra las
escuelas como en Pakistán o se secuestre y esclavice a las niñas que asisten a
ellas por parte de criminales como Boko Haram o el Estado Islámico. Nos
horrorizamos pero no lo entendemos. No entendemos que haya gente que aplauda
tras los camiones que llevan a los terroristas de ciudad o que hagan
fotografías cortando cabezas. Es un universo en el que se usan los mismos
televisores, los mismos coches, las mismas zapatillas deportivas, etc., pero
que funciona mentalmente de forma muy distinta, incomprensible desde el otro
lado.
El gran
reto es entenderlo porque si no se
hace difícilmente se podrán producir las adecuadas respuestas en los diferentes
niveles del problema. El terrorismo yihadista no es más que la punta del
iceberg del problema, como lo son las caricaturas o cualquier otro hecho más o
menos anecdótico. No es que no sean importantes, sino que no son el origen sino parte de los efectos.
Creer
que hoy las relaciones entres los países las controlan los ministros de Asuntos
Exteriores y los diplomáticos es un error de una ingenuidad pasmosa. Hoy la "diplomacia"
se hace con el cine, los videojuegos, los deportes, la moda y todos aquellos
elementos que se intercambian simbólicamente y que son muchos de ellos
incontrolables en un planeta global y con torrenciales flujos de información
constantes. Incidentes como las caricaturas de Mahoma, con películas como
"Exodus", "Noé" o "The Interwiev", por poner
ejemplos recientes, son los que determinan una diplomacia de base, es decir, la que establecen los ciudadanos
(manipulados y manipulables) de los países. Nos muestran que el mundo ya no es
el de Marco Polo. que va y vuelve a contarlo, sin más interferencias. Por su
complejidad informativa, el mundo ya es incontrolable. Se trata de intentar, al
menos, comprenderlo para controlar sus peores efectos y de tratar de actuar en él
de otra manera, no desde la ingenuidad sino desde la sensatez.
Escribió
Hannah Arendt: «La legitimidad, cuando se ve desafiada, se basa en una apelación al
pasado mientras que la justificación se refiere a un fin que se encuentra en el
futuro» (Sobre la
violencia). Lo que se debate es la "legitimidad", la base sobre
la que esas sociedades han mantenido sus lazos y el derecho de los individuos a
poder ser al margen del grupo, que es quien ha sostenido la legitimidad
amparada en argumentos que han ido quedando ligados al pasado. La regresión medieval a la que asistimos no
es más que eso, un intento de recuperar o no perder la "legitimidad"
que se ve afectada por el avance de la "modernidad". Por eso las
primeras y principales víctimas son todos aquellos que desde dentro han tratado
de emancipar a sus pueblos llevándoles a la independencia material y sobre todo
mental, personas que sufrieron las iras y violencia de los integristas y a los
que se trata de silenciar, de borrar del mapa cultural y de los libros de texto
excluyéndolos como alternativa al medievalismo. Eran incómodos para los que
controlaban el poder y para los que aspiraban a él. Han sido humanistas
enfrentados a integrismos y lo han pagado en exilios, atentados y cárceles.
Hoy ese mundo se encuentra despojado de los
"traidores" y "herejes" que podían haber ayudado a extender
una "ilustración" que entre militares e integristas, corruptos y
demagogos clericales, se les ha negado, con la complicidad exterior de aquellos
a los que esos gobiernos de ignorancia y desidia beneficiaban para sus fines.
Pero el mundo se ha hecho pequeño, manipulable y
ruidoso. La voz de la razón apenas encuentra eco entre tanta exaltación sentimental del nacionalismo y el integrismo religioso. Los sensatos y críticos son desplazados para que sus palabras y ejemplos no entren en liza en esta guerra de las mentes, en este campo de batalla constituido por titulares y pantallas desde las que gritones telepredicadores nos llaman a la guerra santa, la nacional o las dos.
* "Dinamarca se pregunta si falló la vigilancia
del yihadista que mató a dos personas el fin de semana" Euronews
17/02/2015
http://es.euronews.com/2015/02/17/dinamarca-se-pregunta-si-fallo-la-vigilancia-del-yihadista-que-mato-a-dos-/
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