Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
muchas formas de entender el nacionalismo. Hay el chovinismo extremo, el que se
le llena la boca del nombre del país mientras este se desmorona; está el
excluyente, que no admite a nadie que piense de forma distinta a como se haya
establecido por el propio nacionalismo. Para este último, todos los discrepantes
son traidores, hijos indignos de una patria que debe exigirles cuentas. Otros,
en cambio, saben que es en la crítica y no en el halago donde se debe forjar el
día a día, que prefieren señalar defectos antes que forjar virtudes para cantos
floridos. Cuando hablo de defectos, me refiero, evidentemente, a aquello que es
corregible en beneficio de todos. No hablo del derrotismo o de la crítica esnob
que no ve nunca nada bueno en lo que le rodea, la negación por sistema.
Uno de
los muchos casos judiciales en los que está inmerso Egipto ha planteado un
problema de nacionalidad. En estos momentos en los que se está fabricando un
nacionalismo extremo y se apela a los sacrificios nacionales, la unidad, etc.,
la cuestión tiene su importancia. Se trata del caso de los tres periodistas de la
cadena Al-Jazeera detenidos bajo graves acusaciones de apoyo al terrorismo,
espionaje, deteriorar la imagen del país, etc. El caso ha tenido amplias
repercusiones internacionales especialmente por ser uno de ellos el periodista australiano,
Peter Greste, lo que mantuvo el interés constante de ciertas cadenas y la
presión del gobierno australiano. Menos suerte tuvieron los otros dos colegas,
uno de ellos egipcio y otro con doble nacionalidad. Greste ha podido salir,
después de 400 días de cárcel, gracias a un decreto para la expatriación de
detenidos extranjeros, que le ha permitido salir el domingo pasado y
encontrarse ya en Australia. De esta forma, el gobierno egipcio se quita de
encima una patata caliente que le está atrayendo las críticas internacionales
por cuestiones relacionadas con la libertad de prensa. Ya hay bastantes críticas
a otras decisiones para mantener esa ventana abierta.
Los
casos de sus dos compañeros son más complicados. Aquí no se puede aplicar el
decreto a los extranjeros porque no lo son. Y es aquí donde surge la noticia
referida a uno de ellos. Nos
la trae el diario Egyptian Streets con el título "He Had To Choose Between
His Egyptian Nationality And Freedom. He Chose Freedom":
Mohamed Fadel Fahmy, a Canadian-Egyptian
journalist who has been in jail for more than 400 days, has renounced his
Egyptian nationality, paving the way for his deportation, said Fahmy’s family.
“It was a very difficult decision. Mohamed is
very proud and comes from a patriotic family of high ranking military and
policemen that have defended this country and fought its wars,” said Adel
Fahmy, Mohamed Fadel Fahmy’s brother.
According to Adel, many family members are
offended by the decision and have refused to support the Al-Jazeera
journalist’s decision. However, his fiancee and mother have stood firmly by the
journalist.
The decision to renounce citizenship has paved
the way for his “imminent” release, reported Canada’s CTV and CBC. Earlier this
week, Canada’s Foreign John Baird had said Fahmy’s release was imminent, but
gave no further details.
In November 2014, Egypt’s President Abdel
Fattah Al-Sisi signed a decree allowing the deportation of foreign nationals
charged with crimes in Egypt.*
La noticia plantea en toda su crudeza el dilema al que se le
somete y el vicio excluyente del nacionalismo. Como no se puede desdecir de las
acusaciones que hizo que los periodistas pagaran en sus carnes las relaciones
con Qatar, que es quien está detrás de Al-Jazeera, por proteger a la Hermandad
Musulmana, la fórmula elegida para quitarse el problema en el caso Mohamed Fadel Fahmy exige la renuncia a su
nacionalidad, algo que ha hecho. Lo que Greste no tuvo que hacer, en el caso de
Fahmy, con doble nacionalidad, se plantea como una salida.
Sin embargo, la solución de abrirle le puerta tiene un coste
social y muestra la división y las tensiones a las que está sometida la
sociedad egipcia. La mención de la división familiar entre aquellos que desean
ver a Fahmy libre y aquellos que prefieren verlo en la cárcel pero encerrado
como "egipcio" solo tiene sentido e ese clima de división. La presión
del grupo es grande en una sociedad en la que la familia es el núcleo y lo que
hace cada miembro repercute sobre el nombre de los demás. Se menciona la
oposición de la parte de la familia, que son militares y policías, porque el
abandono de la nacionalidad es visto como alta traición, como el mayor crimen
posible. ¿Cómo se puede renunciar a ser "egipcio"?, piensan. Quizá
tras 400 días en la cárcel el concepto de "nacionalidad" tenga un
sentido distinto al que tiene en los desfiles levantando una banderita y
besando retratos de presidentes.
Dejando sin su nacionalidad a Mohamed Fadel Fahmy, se le
aplica el máximo castigo a los ojos de la "nación", aunque este
castigo se hace extensivo a la familia, que pasa a tener entre sus miembros a
un apestado que, al renunciar a la nacionalidad egipcia, se ha mostrado como el
criminal que realmente era. Eligiendo la libertad, se manifiesta visiblemente
culpable a los ojos de todos. Mientras otros dan la vida por la patria, él la abandona, viene a ser el mensaje.
El nacionalismo excluyente no piensa en términos de
discrepancias sino de unanimidades en torno a un mensaje idealizado, a una
canción monótona ante la que solo cabe danzar cogidos todos de la mano. Para
ello fabrica su propia historia, niega la realidad y acusa a todos los que no
la comparten. Las acusaciones de traición se suceden en cuanto que se mueven
del guión prefijado. El caso más notable en Egipto son las acusaciones contra
Mohamed ElBaradei, visto como un traidor por no querer seguir en un gobierno
con el que no compartía los métodos represivos. Criticar es sinónimo de
traición y eso, tal como están los medios egipcios de calientes, significa ser
merecedor de todas las acusaciones en función de la importancia concedida. Eso
implica el alcoholismo, la drogadicción o la blasfemia, cualquier cosa es
válida. A tal extremo llegaron las difamaciones contra ElBaradei, que Ahram
Online publicó un artículo, en agosto de 2014, pasado un año de su retirada,
con el revelador título "Egyptian icon or traitor? ElBaradei’s
legacy"**:
Former interior minister Habib El-Adly –
currently facing a retrial for killing protesters during the 2011 uprising –
recently stated that ElBaradei incited violence during the revolt and was an
emblem of a US-led conspiracy.
Most
politically inclined citizens view the campaign as blatantly inaccurate and
baseless.
"My
criticism for ElBaradei is completely independent of the smear campaigns
launched against him, which I do not believe to be remotely accurate,"
Bahaa said.
Dawoud
added: "El-Adly's recent comments about ElBaradei being an agent for the
US are part of the same smear campaign the Mubarak regime launched against him
in 2010."
Dawoud
also views recent rumours and insults hurled at ElBaradei to be part of the
state's agenda.
"Calling
ElBaradei a spy and a traitor distracted people from seeing his legacy and gave
the government a cover for what it really wanted to do, which was to wipe out
the Muslim Brotherhood," he said.
If the defamation relies on baseless
accusations, others feel that criticism over his political commitment is
legitimate.**
Son muchos años de este tipo de prácticas por parte del
mundo político y el mediático. La artillería de los medios puede bombardear a
los que caen en desgracia como forma de ganar puntos ante los que manejan los
hilos del estado. Es lo mismo que se ha hecho con los activistas de la
revolución, se les ha pasado a considerar enemigos del pueblo y pasan a ser
considerados agentes enemigos —siempre de Occidente y de algún país árabe no
citado expresamente por si cambian de golpe las tornas y hay que pedirles
dinero—, espías que buscan el hundimiento del país. Las historias más
increíbles y rocambolescas son aceptadas con una naturalidad pasmosa.
El diario El Mundo nos trae otro ejemplo de doble
nacionalismo, como se entenderá ahora. Aunque la historia sea imprecisa,
voluble e interesada, hay que mantener ciertos mínimos, pasados los cuales se
convierte en infamia. Nos lo explican así:
Raro es el medio de comunicación
internacional que no haya recibido una llamada de diplomáticos de Polonia, como
parte de la cruzada que estos mantienen desde hace décadas contra la expresión
"campos de concentración polacos" en referencia a los campos de
exterminio nazis de Auschwitz y Majdanek. Coincidiendo con el 70º aniversario
de la liberación de Auschwitz, un ciudadano polaco y una asociación han elevado
el nivel de su ofensiva y han llevado a un juicio ejemplarizante a la cadena de
televisión alemana ZDF, por un cargo de "daños contra la dignidad nacional
polaca".
La demanda fue presentada ante un
tribunal de Cracovia en julio de 2013 por el superviviente de Auschwitz Karol
Tendera, de 94 años de edad y asistido por la asociación Patria Nostra, cuando
la página web de la cadena pública de televisión alemana ZDF anunció la emisión
de un documental donde se refería a Auschwitz y Majdanek, ambos construidos por
el régimen nazi en la Polonia ocupada, como "campos de exterminio polacos
Majdanek y Auschwitz". La ZDF estableció desde entonces en sus normas de
estilo la exigencia de referirse a Majdanek y Auschwitz como "campos en
Polonia" y no "campos polacos", pero la demanda ha seguido su
curso hasta el sonado aniversario.
"Tendera siente un enorme
dolor e indignación y pide respeto por el trágico legado de miles de ciudadanos
polacos muertos en campos de concentración alemanes", ha explicado el
abogado de la asociación Patria Nostra, Szymon Topa. Tras la primera audiencia,
Tendera ha declarado que "casos como el de la ZDF son insultantes y
peligrosos porque las generaciones más jóvenes no saben mucho acerca de la
historia, por lo que esta terminología puede perpetuar una imagen falsa del
mundo". Se ha mostrado convencido, además, de que la terminología
utilizada por la ZDF es "intencionada" y que "lo hacen a
propósito para hacer que vaya cuajando una falsedad histórica". Por ese
motivo, ha dicho, "voy a probar ante la corte que nos detuvieron los
alemanes, nos torturaron y asesinaron los alemanes y que fueron ellos quienes
construyeron y financiaron esos campos".***
Tenemos enfrentados dos formas de nacionalismo, uno de la
negación y otro de la afirmación. Es evidente que a la ZDF alemana le tiembla
la voz cuando tiene que decir "campos de exterminio alemanes", pero
es lo que eran. Hacen bien los polacos en señalar que no fueron ellos los que
los construyeron allí, sino las víctimas. Es una infamia referirse a ellos como
"campos polacos".
Ya en los años sesenta y posteriormente también ha habido
que hacerlo, algunos intelectuales alemanes comenzaron a advertir del problema
del olvido de la guerra y de sus desastres tras el llamado "milagro
alemán". Basta con leer la obra de Heinrich Böll, premio Nobel, para ver
el recordatorio. Advertían sobre todo de los efectos sobre los
"hijos" de la guerra, los que se habían quedado en casa y que no preguntarían
a sus padres qué papel tuvieron en aquella barbarie.
El surgimiento del racismo y la xenofobia en Alemania (como
en otras partes de Europa y del mundo) es consecuencia de los olvidos
históricos y de los refuerzos de las líneas emocionales de la
"patria" por encima de todos los demás. Por eso muchos ciudadanos
alemanes son firmes en plantarle cara a este movimiento de exaltación
patriótica cuya finalidad no es otra que el sembrar odios contra los demás.
Europa tiene un historial en este sentido que no debe olvidar. Llamar
"polacos" a los campos de exterminio en los que los nazis, los que
presumían de ser alemanes puros, forma parte de un error histórico demasiado
intencionado.
Todos los países tenemos un pasado con elementos que nos
gustaría que no se hubieran producido. Los tiempos de la convivencia como valor
internacional y de los derechos humanos como doctrina universal son muy
recientes. Los actos conjuntos de celebración de los finales de las guerras son
momentos en los que se aprovecha para manifestar la buena voluntad del presente
ya que el pasado está ahí y no se puede cambiar, aunque si se puede tergiversar
al contarlo, mentir o silenciarlo. Y eso ya es responsabilidad del presente.
Los nazis fueron responsables del exterminio entonces, pero
la ZDF o cualquier otro medio que trate de ocultar el origen mediante este tipo
de subterfugios, tecnicismos lo será ahora de falsificación de la Historia y de lo que ocurra por hacerlo en el futuro.
Los nacionalismos solo son positivos cuando asumen
críticamente el país. Ni como víctimas
ni como señores, reinantes o destronados.
Sembrarlo es correr el riesgo de que sean malas hierbas las que crezcan mañana.
El otro día recogíamos la queja de la historiadora y presidenta de la Academia
de la Historia, Carmen Iglesias, sobre los peligros de que la juventud
desconozca el pasado. El peligro aumenta cuanto más oscuro sea ese pasado y los
viejos demonios se presenten con caras sonrientes o como injustas víctimas de
difamaciones. El auge del nacionalismo no es más que el redescubrimiento de que
era la mejor forma de manipulación junto con la religión. Guerras nacionalistas
y guerras religiosas han sido lacras de siglos. Hoy algunos países juegan
con unas y con otras, algunos peligrosamente con ambas en mezclas explosivas.
Hay un patriotismo bien entendido como hay un sentimiento religioso que puede
tender a hacer el bien. Pero se pueden usar ambos para sacar lo peor del ser
humano y disfrazarlo de heroicidad o martirio.
El abandono en un mismo movimiento de la nacionalidad y la
cárcel por parte de Mohamed Fadel Fahmy tiene mucho de simbólico. A veces es la
nacionalidad misma la que se convierte en cárcel del que la posee. O quizá
sería más justo decir que somos poseídos
por nuestras nacionalidades. Así ocurre cuando solo hay una forma de estar en
tu país y cuando intentar otra supone convertirse automáticamente en traidor. Lo que se está consiguiendo con estos vaivenes es el aumento de la lista oficial de traidores y de héroes caídos en desgracia. Wael Ghonim fue detenido en los primeros días de la revolución del 25 de enero por el gobierno de Mubarak. Fue puesto en libertad y salió ya diciendo que él no era un traidor. Pasado el tiempo ha tenido que seguir diciéndolo, aunque esta vez era traidor para los que le consideraban un héroe antes. El siguió diciendo lo mismo, pero eso da igual. Lo mismo ha ocurrdio con Bassem Yousef, el humorista. Un traidor cuando criticaba al gobierno actual pero un héroe cuando criticó a Mubarak, a la SCAF y a Morsi. La lista aumenta cada día y es solo muestra del radicalismo y la facilidad manipuladora para dirigir el odio contra personas a las que se amaba anteriormente. Cuando a alguien que critica se le da un premio internacional, este se considera una prueba de su traición. Bassem Yousef, después de ser acosado, ha acabado invitado en la Universidad de Harvard. Fue el hombre que dijo y escribió que el defendía los derechos de todos, incluidos los de quienes le atacaban. ¡Terrible error! Eso es visto como traición. En Harvard podrán escuchar sus opiniones. Eso servirá para que todos piensen que va allí a desprestigiar a Egipto, por lo que se confirmará que es un enemigo que conspira contra resurgir glorioso el reino de las pirámides. Las televisiones egipcias se llenarán de exaltados presentadores pidiendo su cabeza y que se le retire la nacionalidad.
Los alemanes que salen a decir no al racismo son alemanes
y no solo aquellos que besan cincuenta veces al día la bandera que pisotean con
sus actos bárbaros. Los xenófobos que en España reservan la caridad y las
ayudas "solo para españoles" son despreciables simplemente, por mucho
que canten himnos y se emocionen con banderas al viento sacándolas a pasear.
Reservan sus emociones para los símbolos y no se conmueven con el sufrimiento ajeno,
que es lo que de verdad nos hermana a todos.
* "He
Had To Choose Between His Egyptian Nationality And Freedom. He Chose
Freedom" Egyptian Streets 3/02/2015
http://egyptianstreets.com/2015/02/03/he-had-to-choose-between-his-egyptian-nationality-and-freedom-he-chose-freedom/
**
"Egyptian icon or traitor? ElBaradei’s legacy" Ahram Online 14/8/2014
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/0/108387/Egypt/Egyptian-icon-or-traitor-ElBaradei%E2%80%99s-legacy.aspx
*** "No hubo 'campos de concentración polacos'" El
Mundo 6/02/2015 http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/06/54d4899722601d07468b456f.html
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