Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
entrevista que Egypt Independent publicó ayer con el científico egipcio de la
NASA Essam Heggy es más reveladora de la situación y males del país que los más
esforzados discursos políticos. Heggy, por supuesto, es un "traidor",
uno más en la lista egipcia de aquellos que le dicen al emperador que su traje
no es tal, que está desnudo y en peligro de coger una pulmonía. Heggy fue
traído desde los Estados Unidos como asesor para la Ciencia por parte de Adly
Mansour, pero no es fácil dar el salto desde un laboratorio científico al mundo
político en el que las personas tienen otra forma de ver la vida, otras maneras
de construir las argumentaciones y otro sentido de la realidad.
Heggy
tenía que chocar con la dura realidad política egipcia y el detonante fue el
tristemente célebre "aparato" militar para curar la hepatitis C, un
invento propagandístico que sonrojaría a un estudiante de primero de cualquier
carrera científica. Hasta Bassem Youssef, el humorista satírico, le dedicó un sketch en su programa El Bernameg, en marzo, cuando Heggy mostró su crítica al "invento".
La cuestión no es anecdótica, pues Egipto tiene la mayor cantidad de
enfermos de este tipo de hepatitis, doce millones de personas. Por supuesto,
eso no era suficiente y debía curar también el SIDA. ¿Quién puede frenar al Ejército egipcio?
El 17
de noviembre, Egypt Independent publicaba un artículo titulado expresivamente
"Forgive us Essam Heggy", a cargo de Mostafa al Nagar. En el artículo
se hablaba de la situación de Heggy junto a otros tres científicos de
prestigio:
Heggy, who also was the former presidential
advisor for scientific affairs, said: “It pleases me and my colleagues to
dedicate this achievement to our youth at home who can contribute to the
largest and most complex scientific challenges. For ambitions, hopes and dreams
were broken by voices of ignorance and hatred that built a temple for
frustration and a fortress for ignorance. I wonder if the stars in the sky are
closer to us than the soil of our homeland.”
Heggy was insulted and even accused of treason
when he criticized the military's "AIDS-curing device" that has
embarrassed Egypt with an international scientific scandal, while the drummers
of hypocrisy and ignorance in the media praised it desperately. The days then proved that it was
a farce that disappointed millions of ordinary Egyptians who clung to the hope
of healing.
You can feel the bitterness in Heggy’s words
about the priorities of the media in Egypt, which reflects the overall
situation in the country. If this country had respect for scientists, it would have honored
those four. But our media is busy searching for gossip and scandals and the
personal life of this celebrity or the other.
I remember that ugly woman who attacked Heggy
for days, accusing him of being an agent for the West because he told the
supporters of ignorance and lovers of superstition and hypocrisy to spare Egypt
such tampering. And
I remember the face of that accidental TV presenter with his idiotic ideas when
he said Heggy works for the Brotherhood and must not be allowed to return to
Egypt.
Heggy is gone, and thousands of genius minds
are also gone, while the drummers of hypocrisy are still here, screaming at us
with a superstition that pulls our nation backwards and foments discord in
society.*
El fenómeno de la fuga de cerebros en Egipto es dramático.
El regreso se hace imposible, no solo por la distancia social que se puede
encontrar en cuanto a la apertura de mentalidades sino por el choque con la
agresiva polarización egipcia, en la que no hay espacio para la independencia
de opinión. O conmigo o contra mí.
No debe ser un plato de gusto ser un científico prestigioso,
acostumbrado al respeto de tus colegas y de la sociedad en la que te
encuentras, que respeta la Ciencia y sus valores, y adentrarte en una sociedad
que ha convertido en demagogia la Ciencia y que cree que los militares (o
cualquier otro grupo) poseen capacidades infinitas en todos los campos. En
Egipto, el Ejército lo controla casi todo, más allá de los cuarteles; fábricas
y empresas están en sus manos. Pero la Ciencia requiere otra cosa que no está a
su alcance: los mecanismos críticos para asegurarse la viabilidad de lo que se
investiga. La metedura de pata del dispositivo milagroso fue monumental. Y
Essam Heggy lo dijo. Y se fue.
Pero en Egipto no se va uno de rositas. Pasó a ser
estigmatizado, acusado de espía, antipatriota, vendido a las potencias extranjeras (imperiales, según algunos), en fin, de
traidor mayúsculo, tal como señala el artículo que les pedía perdón en
noviembre. El papel de los medios egipcios es relevante en estos casos pues
muchos de ellos han descubierto el poder de atracción de la conspiración y la
traición. Los presentadores se envuelven en la bandera del patriotismo y hacen
méritos acosando diariamente a los que ponen en su punto de mira. Los que
vienen de fuera son especialmente sospechosos y si son respetados lo son doblemente.
Cualquier premio o reconocimiento de méritos por parte de la comunidad
internacional pasa a ser un signo peligroso para estos agitadores mediáticos.
El mismo diario, Egypt Independent, publica una demoledora
entrevista en la que Essam Heggy se explaya en las causas de los males
egipcios.
We have a naive perception of democracy, patriotism,
politics and science. There
are people who believe democracy is a ballot box in which you place your vote.
Others believe patriotism is to write songs in love for the homeland. We all
love our country, but we do not realize that true love is to work hard and with
dedication.**
Esta sencilla
declaración, de puro sentido común, choca sin embargo con el bombardeo continuo
en sentido contrario. Son más eficaces los poemas de amor a la patria y las
canciones que nos hacen llorar que el llamado al trabajo duro y la convivencia.
Como otros países, Egipto padece los efectos de la política mediática, que no
es la de los medios en sí, sino la que está obligada a transitar por ellos y a
recurrir a sus mismos lenguajes empáticos para conseguir las fidelidades y
adhesiones. Hemos mediatizado el
mundo y eso significa centrarse en los lenguajes y códigos y menos en los
hechos, que son los que son. En Egipto encontramos casi un paradigma de esto por
la situación histórica y política que se ha venido desarrollando de forma
concentrada en estos cuatro años de agitación constante.
La
defensa de su propia forma de amar a su país, como lo demostró regresando
cuando se le pidió, es importante en un momento en el que ser
"egipcio" exige seguir un patrón determinado de conducta y
devociones. No seguirlo es hacer sonar el despertador en mitad del sueño que
aleja de la realidad. Y ser un traidor a los ojos de muchos.
Heggy
carga contra las instituciones educativas que dejan de cumplir su función
cuando lo que enseñan es la aceptación acrítica de lo que les rodea, cuando son
utilizadas como formas de perpetuar un estado de cosas que va contra la
racionalidad y el progreso real.
Pero el
caso de Essam Heggy desgraciadamente no es el único. Egipto tiene a lo mejor de
su capital humano científico en el extranjero. Muchos que estudiaron fuera no
encontraron la posibilidad de un hueco en un sistema acomodado, como lo fueron
los treinta años de Mubarak, pero de cuyo mal original no se escaparon las
décadas anteriores. El asalto al estado en todos sus niveles tiene el efecto de
paralizarlo, de convertirlo en inútil al seleccionar por criterios poco
eficientes a sus propios miembros. Por decirlo llanamente: es el ascenso de la
mediocridad y la adulación y la marginación de la calidad en todos los niveles.
El control de casi todo por el Estado no hace sino extender el problema. Las
universidades pasan a ser no un centro de expansión del progreso, sino de
extensión del modelo mediocre que el Estado impone. Se sanciona con el exilio
la calidad; se ataca por traición al que regresa y denuncia.
Dice Heggy:
I could no longer bear the tampering with
science and the undermining of people. I did not leave NASA and come from the
United States to criticize a certain Abdel Atty who claims he invented some
device that heals. I came to work on scientific fields to develop my country.**
Sin
embargo, a los ojos de los ofendidos por su denuncia, parece que esa fue su
misión: desacreditar al ejército egipcio y sus pretensiones de poder curar a
los doce millones de enfermos de hepatitis C del país. Pero a nadie le importan
sus intenciones al llegar y sí, sin embargo, sus motivos para salir. El
escándalo del aparato milagroso involucraba a la institución más poderosa de
Egipto y su papel propagandístico no se le escapa a nadie. Ya tratamos esta cuestión
y cómo fue anunciado a bombo y platillo, con asistencia de la jerarquía militar
que deseaba hacerse la foto con el milagro de la ciencia militar.
Cuando
Heggy es preguntado por la tópica y falsa cuestión de "economía o
seguridad", responde:
Q: What is our starting point for reform, the
economy or the issue of security?
A: The Egyptian women.
Q: How?
A: I told then President Adly Mansour then and
I still believe that reform starts with improving the education of women
because this will be reflected on the entire family and on society.**
No le falta razón. Heggy ya había denunciado el abandono de los estudios por el acoso sexual, algo que tampoco gustó escuchar. El primer gran obstáculo está en la
limitación de las mujeres, a las que se mantiene controladas, repitiendo los
roles tradicionales. Las revoluciones árabes han tenido su verdadero sentido en
las demandas de las mujeres para participar en la vida política y pública. Es en ellas donde se juegan los derechos de todos. El
mundo masculino no da más de sí, es evidente; ha llegado al colapso. No habrá
transformación sin el ascenso de las mujeres en las instituciones, ejerciendo
su influencia. Por ello que la resistencia es mayor. Las mujeres han estado en
el punto de mira de muchos como una muestra de la insumisión y del deseo de
cambio.
La entrevista con Essam Heggy volverá a traer polémica. Ya
lo ha hecho, convertida en noticia en otros medios, incluso por las
matizaciones que ha realizado en su página de Facebook. Pero por mucho que se
debata, se sigue eludiendo el verdadero problema: lo cerrado del sistema
egipcio, su incapacidad de integrar la experiencia externa valiosa. Egipto pide
a los que llegan que se transformen, no que ayuden a transformar Egipto. Hay un
punto de soberbia que es fácil de manipular y se hace con mucha facilidad.
Egipto necesita de científicos como Essam Heggy. No solo por la ciencia, sino por la honestidad. Mientras no
se dé cuenta de ello y los que regresan se tengan que volver, desesperados y
melancólicos, estará desperdiciando su futuro y el de sus jóvenes que se
merecen algo más que demagogia y cursas milagrosas. El futuro se construye trabajando duro y no con canciones.
*
"Forgive us Essam Heggy" Egypt Independent 17/11/2014
http://www.egyptindependent.com/opinion/forgive-us-essam-heggy
**
"Essam Heggy in exclusive interview: Egypt's future in education,
eradication of ignorance" Egypt Independent 15/02/2015
http://www.egyptindependent.com//news/essam-heggy-exclusive-interview-egypt-s-future-education-eradication-ignorance
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