Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Con
cierto gusto stendhaliano por el detalle, la periodista Lucía Abellán recoge la
firma de ayer de los acuerdos entre Ucrania, Georgia y Moldavia mencionando el
bolígrafo con el que se firmaron:
Con el mismo bolígrafo que se preparó en
noviembre al depuesto Víctor Yanukóvich para que rubricara el pacto de apertura
a Europa, un satisfecho Petro Poroshenko, el nuevo presidente ucranio, estampó
su firma en el documento. “Este es el día más importante para la historia
ucrania después de la independencia”, proclamó. También el presidente del
Consejo Europeo —aglutina a los Estados miembros—, Herman Van Rompuy, y el de
la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, hablaron de la trascendencia de
esos pactos, “los más ambiciosos que ha firmado nunca la UE”.*
El
gusto por el detalle o, para ser más preciso, la percepción de los objetos o
situaciones como elementos que transcienden su propia materialidad reflejando
el sentido de la Historia se agradece. Podríamos decir sencillamente que "se
firmaron" y es lo que se hizo, pero el detalle del "bolígrafo"
nos recuerda lo que ha ocurrido en este tiempo en que el objeto se ha mantenido
pero no así el firmante. Los bolígrafos quedan; las personas pasan. Parece que fue ayer, pero entre ese
instante en el que Yanukóvich se negó a coger el bolígrafo dispuesto sobre la
mesa y firmar con él los acuerdos, y el momento en el que el bolígrafo ha servido
para firmarlos existen miles de extrañas unidades históricas que nosotros
—extrañamente obsesionados con la regularidad del tiempo— no llegamos a
percibir. Siete meses muestra el
calendario, pero sabemos que esos siete meses no son los mismos que los
"siete meses" de otros sitios. Por eso puede decir el presidente
Poroshenko que la firma es el día más
importante para Ucrania desde el día de su independencia.
Hoy nos
limitamos a reflejar el valor simbólico de los objetos, de ese bolígrafo.
Mañana un novelista, sin temor a violar las leyes del Periodismo —que impiden
meterse demasiado en la mente de las personas—, dedicará unos párrafos a lo que
pasó en esos momentos ante los ojos únicos de Poroshenko y podrá, incluso,
iniciar desde allí una retrospección narrativa que dé cuenta de todo lo
ocurrido, de la tragedia ucraniana, hasta reencontrarse de nuevo firmando en
aquel espacio. Pero eso son licencias de novelista.
Señala
la periodista de El País:
Movidos por la emoción de Poroshenko y por el
relato que el líder ucranio les ofrecía de las trabas rusas para alcanzar la
paz en el este de Ucrania, los jefes de Estado y de Gobierno dieron un paso
inesperado. Tras un mes de perfil bajo en la amenaza de nuevas sanciones a
Rusia, los mandatarios europeos endurecieron el tono y lanzaron el ultimátum
más contundente otorgado hasta ahora a Moscú. Si para el 30 de junio Rusia no
ha cumplido cuatro condiciones, el Consejo Europeo evaluará la situación y
“adoptará las decisiones necesarias si fuera preciso”, explica el comunicado de
conclusiones, que añade “el compromiso de acordar en cualquier momento más
medidas restrictivas de calado”.*
Y es
que la emoción es contagiosa y seguro que pudieron percibirla en toda su
intensidad en aquel momento los demás signatarios de los acuerdos. Esta vez no
era un simple acto protocolario, una adhesión más. Por dentro, estaban los
siete meses de muertes y tensiones. No se han acabado, por supuesto, pero la
firma representa el cierre simbólico de una etapa que comenzó, precisamente,
por la negativa a firmarlos por parte de Yanukóvich.
Una vez
dentro tendemos a olvidar lo que
significa para los países que están fuera
comenzar su proceso para incorporarse a la Unión. Cada día me parece más
evidente que los ciudadanos europeos, con nuestras disputas de patio de
vecindad y nuestras mezquindades economicistas, hemos perdido de vista lo que
significa realmente para los pueblos integrarse en Europa. A todo se acostumbra
uno, ¡es cierto! y lo que era el sueño de una generación, como ocurrió en
España, de alcanzar la normalización imposible con unos vecinos que nos dejaban
fuera —"África empieza en los Pirineos", se decía y nos decían— ha
ocurrido con los que en el otro extremo reivindicaban también ser Europa como
despertar de una pesadilla que con la excusa de una guerra contra el fascismo
se convirtió posteriormente en un infierno hasta la caída del Muro de Berlín.
Ayer,
mientras esperaba a que un compañero terminara de hacer sus tareas en el
ordenador, me paré un momento ante el mapa de Europa que tiene clavado en su
pared. Me trajo el recuerdo de la aventura veraniega de un viaje en tren hasta
Viena, que en aquellos momentos, mediados de los ochenta, era los confines de
Europa. Más allá estaba el mundo tras el Telón, la "no-Europa" y la
"casi-Rusia". ¡La mitad de Europa, incluida la mitad de Alemania!
Europa se nos ha ensanchado para poder volver a ser "Europa". Y eso
es emocionante para muchos, que han soñado con ese momento durante décadas.
Nosotros también soñamos en nuestro momento y Europa significaba muchas coas y
hay que tratar de que lo sigan significando. Para ello debemos darle sentido
desde dentro, para que no perdamos la ilusión de mejorar como proyecto, como
obra histórica en marcha bajo el signo de las libertades y la solidaridad entre
los pueblos que la integran convertidos en ciudadanos iguales de un espacio
comunitario. La perversión mercantil de nuestras mentes nos lleva a enfocar
todo como fenómeno económico, pero Europa es ante todo un proyecto político, la definición de un espacio de libertades desde
esa ciudadanía. Quitaremos barreras, sí, pero sobre todo reconocemos como
nuestro un conjunto de derechos, que no son exclusivos, pero que nos
comprometemos a compartir, profundizar y velar por su mantenimiento en
beneficio de todos los ciudadanos.
Europa
no debe olvidar lo que ha supuesto para Ucrania su deseo de ser Europa: "“En
Kiev y en otras partes, hay gente que ha dado su vida para que haya una
relación más estrecha con la UE”**, ha dicho Herman Van Rompuy en el acto de la
firma. No es cuestión solo de
Economía.
El
presidente ucraniano ha señalado:
“En los últimos meses Ucrania ha pagado el
precio más alto que podía pagar para que sus sueños europeos se convirtiera en
realidad. Y eso tiene que valer la pena. La Unión Europea podría comprometerse
y decir que cuando Ucrania esté lista, formará parte del bloque. Esto es muy
sencillo para la Unión Europea y para nosotros significaría mucho”, ha
explicado Petró Poroshenko, presidente de Ucrania.**
La
petición humilde de Poroshenko es sobre todo política y concentra la importancia de lo que para ellos significa
una Europa que ven como garantía de mejora y regeneración para su país. Más
allá de la economía, serán signo de ciudadanía, de derechos de sus habitantes.
No pide
mucho Petró Poroshenko, solo que le digan que serán parte de la Unión Europea cuando estén preparados para serlo.
Seguro
que ese será el tercer día más importante en la historia de Ucrania. Y también
será un día grande en la construcción de Europa porque significará que se va
completando el espacio del continente, con la extensión de los derechos de
todos. Ese
día, otro bolígrafo habrá hecho historia.
En
febrero de este año, Euronews nos contaba otro detalle stendhaliano con un
bolígrafo, esta vez en manos del expresidente ucraniano Yanukóvich, el hombre que se negó a firmar los acuerdos:
El presidente depuesto Víktor Yanukovich ha
roto un bolígrafo en un ataque de rabia cuando se dirigía a los reporteros
durante una rueda de prensa la localidad rusa de Rostov del Don.
“Al mismo tiempo permítanme dirigirme a los
ucranianos”, comenzaba Yanukóvich. Después ha hecho una pausa durante unos
segundo, ha mirado hacia el suelo y ha partido su bolígrafo.
“Primero quiero pedir disculpas…”, ha
continuado diciendo tras recuperarse.***
La
novela nos ha enseñado a interpretar esos signos externos para comprender los estados
internos. El orgullo de Petró Poroshenko mostrando el bolígrafo con el que ha
firmado finalmente los acuerdos con la Unión Europa y el bolígrafo roto en las
manos del que se negó a firmarlos en su momento guardan un extraño paralelismo
simbólico. Cuando otro —o el mismo— novelista cuenten estos momentos de la historia, otro bolígrafo aparecerá en sus páginas estableciendo una perfecta simetría, un cierto equilibrio estructural. Un bolígrafo abandonado, un bolígrafo roto, un bolígrafo que comienza una andadura. Son ventajas de la Literatura.
*
"Ucrania y la UE firman el pacto de libre comercio que desató la crisis
con Rusia" El País 27=6/2014
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/27/actualidad/1403853122_102740.html
**
"Ucrania, Georgia y Moldavia fortalecen lazos con la UE" Euronews
27/06/2014
http://es.euronews.com/2014/06/27/ucrania-georgia-y-moldavia-fortalecen-lazos-con-la-ue/
*** "Víktor Yanukóvich se desahoga con un bolígrafo" Euronews 28/02/2014 http://es.euronews.com/2014/02/28/viktor-yanukovich-se-desahoga-con-un-boligrafo/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.