Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Uno de
los mayores pecados del Periodismo es la desconexión, la información que queda
aislada como si llegara desde un mundo perdido. Digo "pecados" y no
"males" porque hay que asumir la responsabilidad y saber distinguir
lo que uno hace de lo que nos viene dado. La desconexión es un "pecado", si se quiere, por
"omisión", por dejar de hacer. Sin embargo y gracias a las Nuevas
Tecnologías y sus aplicaciones derivadas puede dejar de serlo por
"omisión" y pasar a serlo por "acción", siguiendo la
antigua distinción, supongo que en vigor.
Al
pecado de la desconexión de la noticias se suma ahora el de la "conexión
automática", que es la que algún programa informático establece entre lo
que estamos leyendo y su oferta de continuación a través de eso que llaman
"noticias relacionadas", "para seguir leyendo", etc. Nunca
deja de sorprenderme las extrañas —e inútiles— selecciones que estos programas
suelen hacer ofreciendo conexiones absurdas entre las noticias.
Por
ejemplo, la noticia "EEUU detiene a un ex guarda del campo de
concentración de Auschwitz", que aparece hoy en el diario El Mundo, aparece "relacionada"
con las siguientes:
Británicos y estadounidenses, los que más
viajan al Mundial
Rivière: 'La supercomputación es una carrera
global y ningún país europeo puede competir solo'
Las exportaciones vascas crecen un 12,4% en
el primer trimestre del año
La mayoría absoluta del PP se opone a
prohibir la técnica del 'fracking'
El 61% de las denegaciones de entrada de
inmigrantes a la UE el año pasado se produjo en España
Como si
se tratara de un poema "hermético", el conjunto se vuelve un extremo ejercicio
interpretativo, un verdadero desafío, para tratar de comprender por qué están "relacionadas"
estas noticias. Es decir, ¿qué tienen que ver "la detención del guardia
del campo de exterminio nazi" con "los que más viajan al
mundial", la "negativa a la prohibición del 'fracking' por parte del
PP", "la supercomputación", "el crecimiento de las
exportaciones vascas" o "las denegaciones de entradas en la UE por
parte de España"? La imagen del mundo que se desprende de esta forma de presentar las relaciones entre noticias es laberíntica; nos perdemos en ellas vagando sin rumbo.
El
sistema del diario El País es mucho
más coherente —el otro no lo es en absoluto— y lo primero que hace reconocer su
naturaleza automática señalando "Selección de temas realizada
automáticamente por Autonomy". Esto es importante aunque todo el mundo
entienda que se hace mediante algún tipo de programa. El País divide sus noticias relacionadas en dos partes "En El País" y "En otro
medios". En el primero realiza las conexiones con la información que ellos
ofrecen, con su propio historial de noticias, y el segundo recoge una primera
oferta visible de cuatro medios. Ambas secciones son ampliables. Esta
ampliación puede ser de cientos o miles de noticias en cada caso y se señala el
tanto por ciento de "coincidencia" respecto a la noticia relacionada,
ordenándolos de mayor a menor coincidencia según su medición. Además, las
noticias aparecen con todas las "etiquetas" —las "palabras-clave"—
con las que han sido marcadas en su momento. De esta manera, la oferta de "noticias
relacionadas" presenta al menos cierta coherencia, mayor o menor, según los propios temas de los que se dé cuenta. En ciertos artículos, el nivel de coherencia de las propuestas de ampliación decrece.
Si hay
una palabra sobre la que se constituye el pensamiento actual es la de "conexión".
Como bien explicó Michel Foucault, la Edad Media estaba convencida de la
existencia de un mundo ordenado y conectado, aunque desconociéramos en parte su orden
natural. El cambio cultural, la entrada de la Ciencia moderna, llevó a una
potenciación del análisis para la comprensión disolviendo la idea de unidad o
interpretándola en un sentido distinto. La pauta, la repetición la causalidad... son formas con las que cambió la mente moderna. Puede que el mundo nos parezca laberíntico, pero hay conexiones, influencias, etc. que debemos aprender a ver. Se trata de reducir el laberinto a un tablero en el que se despliegue alguna forma de orden. Se buscó primero en la Naturaleza; hoy se intenta en lo humano, en la Cultura. Es lo que trata de hacer la Historia, más allá del mero recuento de actos, la Sociología, etc. Cada campo trata de encontrar los límites a los que pude llegar integrando, estableciendo patrones con sus materiales. El azar es una idea fascinante, pero no dejamos de indagar en lo que vemos buscando pautas.
Hoy
tratamos de comprender la "complejidad" y la complejidad surge de la
interconexión de los elementos en cada campo. A la tendencia del análisis para
comprender separando, como se
presenta en el sistema cartesiano —las ideas claras y distintas—, se contrapone
un movimiento que intenta comprender totalidades a través de las conexiones,
influencias, campos, etc., conceptos todos ellos que intentan comprender la
realidad antes de "desmontarla". No se renuncia al análisis,
evidentemente, pero se intenta avanzar en un comprender conjunto cuya expresión coloquial y teórica se ha
concretado en la idea de "red", de gran extensión en muchos campos
del conocimiento.
El "esotérico"
sistema de un periódico y el "coincidente" del otro pertenecen
todavía a un sistema analítico vinculado a la clasificación como "repetición",
no como "conexión", que es algo muy distinto. Las coincidencias porcentuales
que nos muestra el sistema automático de El País implica una repetición de
palabras (temas, categorías) más que una interconexión real entre
acontecimientos, aunque no lo excluyen. Pero es a lo más que puede llegar el
análisis de las máquinas hasta el momento, de ahí la importancia del etiquetado de la información. Primero
etiquetamos; después conectamos las etiquetas.
La idea
de "conexión", en cambio, es una interpretación de los sucesos desde
la inteligencia del fenómeno estableciendo
los vínculos causales o del orden que se busquen. Ya no se trata de encontrar
información similar, sino de comprender
los fenómenos en su ocurrencia y su interconexión. Para ello es necesaria una visión que conecte —un
"observador", diría un cibernético de segundo orden—, que establezca
pautas entre acontecimientos y no solo entre las palabras que lo describen. Las
palabras son, por supuesto, una señal de proximidad, pero no implican explicación
en el sentido de ser una ayuda para la comprensión.
Creo
que uno de los objetivos irrenunciables del Periodismo es la comprensión y no
solo la presentación de lo que acontece. El periodista no debería refugiarse en
la mera descripción de lo que ha ocurrido porque sin un elemento que estructure
el mundo este deja de tener sentido. Nuestro propio cerebro gusta de buscar
pautas y conexiones, establece hipótesis sobre el funcionamiento del mundo y no
solo la constatación de que las cosas ocurren. Más importante es todavía en el
universo cultural en el que vivimos saber que las cosas no ocurren desligadas
de su entorno sino que somos seres históricos, que vivimos rodeados de
elementos que nos afectan, lo sepamos o no. La función de estos conectadores
—muchos buenos periodistas son capaces de realizar esas conexiones y
explicarnos con coherencia las consecuencias y los precedentes de los
acontecimientos— es ayudarnos a esclarecer un mundo cada vez más complejo por
el aumento de las interconexiones. El mundo forma un sistema compuesto por
subsistemas, que no es más que la forma de poner nombre a la complejidad.
Disfrutamos
cuando leemos artículos o reportajes en los que se nos muestran las conexiones,
cuando se nos esclarece la complejidad y percibimos la forma en que se
organizan los acontecimientos. Lo absurdo es hablar de "noticias
relacionadas" y encontrarnos con que se crea una unión entre un guardián
de Auschwitz, el "fracking" y la "supercomputación", como
ocurría en el ejemplo recogido. Puede que algún cabalista llegue a la
conclusión de que la máquina tiene razón y dedique su vida a comprender las
oscuras, esotéricas relaciones que vinculan esos acontecimientos. Normalmente
el lector no tiene tanto tiempo.
Hoy por
hoy, para poder disfrutar de este tipo de textos seguimos dependiendo de la
inteligencia de los que logran comprender los vínculos entre acontecimientos,
de las consecuencias que unos hechos pueden tener en campos diferentes, y logran,
como los buenos ajedrecistas, captar el conjunto del tablero y anticipar las
posibles jugadas. Hay un periodismo directo, de estar en el lugar al pie de la
noticia: pero también debe haber otro de
tablero, en el que esas piezas se desplieguen y deduzcamos de ellas las
jugadas del mundo. No se trata solo de contar el mundo, sino de ayudar a
comprenderlo.
La
fascinación mística que causó el ajedrez provenía de su representación simbólica
del mundo. Quizá formemos parte de muchas partidas simultáneas sin saberlo.
Aunque integremos elementos azarosos, lo cierto es que ese azar mismo tiene sus
consecuencias causales, establece sus conexiones a lo largo del tablero. Es un tablero
complejo, de límites difusos, pero "comprender", precisamente, es
fijar los límites necesarios para poder manejar la información, que como bien explicó
Luhman, es siempre una forma de reducción de la complejidad.
Es nuestra lucha constante por entender lo que nos hace humanos. Nuestra historia cultural es precisamente la del desarrollo de mecanismos, de las religiones a la ciencia, que nos ayudaran a comprendernos. Es el paso del caos al tablero, del azar a la racionalidad equilibrada de aquello que podemos alcanzar a conocer.
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