Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Mientras
en estos momentos se está celebrando con gran boato la ceremonia de toma de
posesión de la presidencia de Egipto por parte de Abdel Fattah Al-Sisi y el
país entra en una nueva etapa, leo dos artículos en la prensa egipcia, ambos
escritos por mujeres. Resalto esto porque suelo encontrar en ellos mayores
dosis de sensatez y sentido común, más valentía que en muchos otros que se
limitan a cifras, datos y arriesgan menos. Muchos artículos masculinos tienden
a la adulación o al maximalismo
El
primero es de la periodista Rana Allam, editora jefe de Daily News Egypt, cuyos
artículos suelen ser siempre interesantes. En "In search of alternatives"*,
Allam plantea lo que es la gran pregunta egipcia y lo será por mucho tiempo:
¿cómo salir de la dinámica política circular en la que Egipto se encuentra? La toma
de posesión de hoy es el cierre de una transición en la que aparentemente no ha
cambiado mucho por su carácter pendular. Muchos tienen la sensación de hallarse
en el mismo lugar que se encontraban hace tres años; pero en vez de criticando
al poder, alabándolo.
La
carencia de estructuras políticas democráticas condena a Egipto a depender de
las dos únicas instituciones sólidas, capaces de coordinar algún tipo de acción
y estrategia: el ejército y los islamistas. Allam señala:
There are theoretically three camps in Egypt:
the military camp (Sisi supporters), the Islamist camp (Morsi supporters), and
the secular camp (democracy advocates). The third camp, however, is hardly as
cohesive as the other two, and represents a hodgepodge of political movements,
philosophies, and plans.*
El tercer campo, aquel que podría dar el salto y romper la
dinámica pendular, carece de visión y de posibilidades de acción. Es caótico,
personalista y sin voces. Se limita a ser un elemento testimonial ante una
sociedad que se ha ido acomodando a sobrevivir entre esas dos fuerzas reales,
las que manejan Egipto realmente. Ambas son complejos entramados que recurren a
su propia retórica de afirmación y condena. Ambas están interesadas en ofrecerse
como alternativas únicas en la lucha que cada cierto tiempo aflora por las
presiones sociales y las colaterales, es decir, las que convierten a cualquier
país islámico en un tablero más amplio en el que juegan otros agentes de la
zona.
Rana Allam termina su artículo advirtiendo de la falta de
debate real sobre la política desde ambas plataformas:
If we put aside the nationalistic and religious
rhetoric in our political life, then democratic groups can present alternatives
for the people to choose from. So long as there is a candidate hiding behind religion
or the barrel of a gun, there can no alternative, as they stamp out any
competition. So long as the people are given no platforms but words of heroism
or verses of Quran, there will be no proper political or economic debate,
because what discussion can there be when there is no platform to discuss? A
leader of a nation should be chosen based on what his programme can offer the
people, not based on the group backing him or his personal appeal.
This is, after all, what a revolution does: it
presents people with the opportunity to choose. The Muslim Brotherhood killed
that opportunity and paved the way for the militarised nationalistic rhetoric
to win. Until the day comes when no military man nor religious leader appears
on the presidential candidates list, there will be neither alternatives nor a
true democracy.*
Hace apenas unos días, la prensa daba noticia de los
lamentos de los que habían puesto en marcha el "Sisimetro" (Sisi-meter)
—al igual que se creó el "Morsi-metro"— porque difícilmente podrían
comprobar el grado de cumplimiento de promesas de los primeros 100 días de
mandato si no había más que promesas genéricas. La queja de Allam es fundada:
difícilmente se puede hablar de política si no hay programas o ideas que
debatir, solo un rival al que hay que vencer. Pero, hoy por hoy, no parece que
sea el clima existente ante la inexistencia de unas verdaderas plataformas
políticas que supongan alternativas de
acción, más que de situación, que
son las actuales. Actualmente no son elecciones de programas lo que se debate,
sino de escenarios. Después, la inercia de lo cotidiano.
Y es lo cotidiano, lo real humano lo que encontramos en un
magnífico artículo escrito desde la cárcel por la joven activista alejandrina Mahienour
al-Massry, detenida en aplicación de la controvertida Ley de Protestas, cuando
el 2 de diciembre de 2013 protestaba en el exterior del juzgado en donde se
veía la causa contra los policías implicados en la muerte de Khaled Saied, el
bloguero cuyas torturas y asesinato dieron comienzo a las protestas en 2010 y a
la Revolución poco después**. Mahienour al-Massry es uno de los símbolos de la
Revolución y su estancia en la cárcel una de las asignaturas pendientes, un
recordatorio de que la apropiación de la retórica no es lo mismo que el
cumplimiento de la Historia.
La carta de Mahienour al-Massry es un documento que ha sido
reproducido por ayer por distintos medios dentro y fuera de Egipto, un
testimonio desde detrás de los muros y que contiene un alto valor simbólico y
político:
I don’t know a great deal about what is
happening on the outside since I was sentenced to prison. However, I can
imagine it is pretty much as we used to do when somebody we knew was
imprisoned. The online world is flooded with slogans, like “Free this or that
person,” or “We are all so and so.”
However, ever since I set foot in Damanhour
women’s prison and was placed with my inmates in ‘Block One’ — The cluster of
cells assigned to those accused or convicted of embezzlement — only one thing
has been on my mind and I repeat it like a daily mantra: “Down with this
classist system.”
Most of my inmates have been imprisoned for
defaulting on the payment of instalments or small loans. They are loans taken
out by a mother buying some direly needed items for her bride-to-be daughter,
or by a wife who needed money to afford treatment for her sick husband, or a
woman failing to pay back a LE2,000 loan on time, only to find herself slammed
with a LE3 million fine in return.***
La parafernalia presidencial, la retórica grandilocuente que
se escucha, se deshacen contra la realidad de la cárcel, de las injusticias
patentes que Mahienour al-Massry observa entre sus compañeras de prisión. Ella
está allí por protestar y se encuentra con los olvidados, con aquellos por los
que nadie protesta, encarándose a una realidad alejada de su propia vida. Es la
injusticia de las encarceladas por deudas para pagar esas dotes de las hijas o
la operación de un marido. El grito, que se repetirá a lo largo del artículo, “Down
with this classist system”, se convierte —como señala— en mantra.
Las luchas del día a día han dejado de lado el verdadero
drama de una sociedad que ha dado la espalda a su problema real, el estado de
su pueblo, de los millones de olvidados. La cárcel produce una auténtica
epifanía en la activista, una revelación dónde está la bandera que hay que
enarbolar:
While chanting against the Protest Law, we
should be working on abolishing this classist system; on organizing ourselves
and interacting with the underprivileged, on speaking out for their rights and
building a vision for how to solve their problems. We should be chanting,
“Freedom for the poor,” so that people don’t feel we are isolated from them and
their problems.
And finally, if we have to hold up the slogan,
“Free this or that person,” then let the slogan be, “Free Sayeda,” “Free Heba,”
and “Free Fatima,” — the three girls I met at the Security Directorate accused
of being members of the Muslim Brotherhood and of committing murder among other
things. They were randomly arrested and have been incarcerated since January
without trial.
Freedom for Umm Ahmed, who hasn’t seen her
children for eight years. Freedom for Umm Dina, who is the sole provider of her
family. Freedom for Niamah, who agreed to go to prison instead of someone else
in return for money to feed her children. Freedom for Farhah, Wafaa, Kawthar,
Sanaa, Dawlat, Samia, Iman, Amal and Mervat.**
Entre las mujeres encarceladas ya no hay colores ni banderías,
son todas víctimas de un mismo sistema injusto, clasista, cuyo castigo es ese
olvido. Aquella cuyo nombre es coreado por sus compañeros en las calles para
que sea liberada, renuncia a ese protagonismo al descubrir los dramas injustos
de aquellas con quienes comparte su encierro. No pidáis mi libertad, ¡pedid la
de todas y cada una de las encerradas!
El documento es arrebatador. Lo es como testimonio político
y personal. Es una quiebra de la retórica triunfalista y grandilocuente que se
deshace ante el espectáculo del dolor y la injusticia. Las sociedades que viven
de espaldas a sus realidades acaban convertidas en sonámbulas.
Mahienour al-Massry ha despertado de un sueño en mitad de la
injusticia. Y ella ya tenía conciencia por la que luchar. La cárcel le ha mostrado
que el problema tiene unas raíces más profundas, que la injusticia de lo que ha
visto tras los muros en los que se encuentra encerrada es mayor de lo que
pensaba.
Entre los problemas de la política en Egipto, reflejados por
el artículo de Rana Allam, y las situaciones descritas por Mahienour al-Massry hay relación, pues la ausencia de una política
real lo que hace que el sistema siga llenando las cárceles con sus injusticias,
incomprensiones e intolerancias.
En varios momentos de la carta artículo, Mahienour al-Massry
se refiere a la cárcel como "microcosmos":
Prison is a microcosm of society. I feel I am
amongst family. They are all giving me advice about focussing more on my career
and my future once I’m out of here. In response, I say Egyptian people deserve
much better, that justice hasn’t been served yet, and we will keep on trying to
build a better future.***
Se ha completado la epifanía, la revelación del sentido del
encierro. La lucha debe ser por todos en un sistema injusto. Mahienour
al-Massry ha cambiado; el espectáculo de la cárcel, de ese microcosmos social, ha
modificado los objetivos de su lucha. Ya no se trata solo de la protestar
contra la "ley de Protestas", se trata de saber por quién se protesta.
¿Cómo se viven allí, en la cárcel, las discusiones
exteriores? ¿Cómo sienten que les afectan debates y propuestas? cada uno lo
interpreta en función de sus esperanzas entre los muros:
Prison is a microcosm of society. Prisoners
discuss what is happening in the country. You can find the whole political
spectrum here. Some of them support Sisi in the hope that on becoming president
he will issue pardons to all those who have been imprisoned for defaulting on
payments. Others want him to become president believing that he will take a
strong stance against “terrorist protests” and rule with an iron fist, even
though they sympathize with me and feel that I am probably innocent. Others are
pro-Sabbahi, as they see him as one of them. “He promised to release
prisoners,” they say, only to be bellowed at by other inmates who say he only
promised to release prisoners of conscience. And there are those who see the
elections as a farce, which they would have boycotted if they had been free.***
Lo descrito merecería una obra de teatro de Jean Genet, de ese
microcosmos carcelario convertido en representación de otro escenario, el de la
vida política con sus miserias. Lo exterior se vive aquí como ecos que llegan a
medias y que las presas completan con sus esperanzas. El mundo visto tras las
rejas; el gran teatro es una prisión.
Que se pida su libertad, le parece casi vergonzoso, porque
supone olvidar a aquellas con quienes comparte las miserias de la cárcel por
cosas ínfimas, como esas pequeñas deudas para casar a una hija o pagar una
operación familiar. Le da vergüenza que se grite su nombre frente al olvido de
los otros:
Our pains compared to theirs are nothing, as we
know that there are those who will remember us, say our names from time to
time, proudly mentioning how they know us. Instead, these women, who deserve to
be proudly remembered, will only be mentioned at most in family gatherings.
Down with this classist society, something we
will never accomplish if we forget those who have truly suffered injustice.
Block 1, Cell 8
Damanhour’s women's prison
May 22, 2014***
Creo que los dos textos, el artículo de Rana Allam y la
carta de Mahienour al-Massry, contribuyen a la mejor comprensión de los
procesos de transformación o de recurrencia (o de ambos) que Egipto vive. A
muchos egipcios no les gusta escuchar las voces de fuera y tienden a
considerarse mal interpretados, convirtiendo las críticas en conspiraciones. Rana
Allam y Mahienour al-Masry son voces egipcias con pleno derecho a participar;
no son conspiradoras ni están vendidas a ninguna potencia exterior u
organización terrorista, algo de lo que se suele acusar con frecuencia a los
discrepantes, casi una tradición. Están ahí, una entre muros y otra entre
dogmas. Son egipcias. Y tienen voz, unas voces que deben seguir sonando en el futuro para indicar que las fanfarrias no acallan gritos ni lamentos.
* Rana
Allam "In search of alternatives" Daily News Egypt 7/06/2014
http://www.dailynewsegypt.com/2014/06/07/search-alternatives/
**
"Clashes break out as activists protest in solidarity with Mahienour
al-Massry" Mada Masr 24/05/2014
***
Mahienour al-Massry "A letter from prison" Mada Masr 7/06/2014
http://www.madamasr.com/content/letter-prison
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