Joaquín Mª Aguirre
(UCM)
Leo en el diario El
País las declaraciones de Marcus Agius, presidente del Barclays Bank, tras
el escándalo mayúsculo de la manipulación de los tipos de interés interbancario:
"Realmente siento mucho
haber defraudado a nuestros clientes, empleados y accionistas. Barclays está
lleno de gente trabajadora, talentosa, cuya integridad no es cuestionada",
señala Agius, cuya renuncia ya había sido anticipada este domingo por medios
británicos. "Este ha sido un periodo de estrés sin precedentes y, en
particular, de turbulencias en la industria bancaria y en la economía mundial
en general", agrega el presidente, que califica el escándalo de
"golpe devastador" para la reputación del banco.*
Nunca la palabra “defraudado” fue tan ambigua. Nadie duda de
que en Barclays exista gente trabajadora,
talentosa e íntegra, tres virtudes que deberían ser exhibidas y practicadas
no solo por los “bancarios”, sino por los que los dirigen. Pero el
descubrimiento de la manipulación de Líbor no deja en muy buen lugar al
Barclays ni al sistema bancario —ya están empezando a ser investigadas otras
entidades— que comienza a ser visto como un atraco descarado con el arma de la
confianza en tu propio banco. Una vez más, la confianza se ha roto; ya hay una nueva grieta.
Norman Montagu recuperándose del estrés |
Resulta curioso contrastar la apelación al estrés del señor
Marcus Agius —el verdadero estrés es el de los hipotecados— con la que recogen los
historiadores de Montagu Norman en un comunicado de prensa que dio el 15 de
agosto de 1931:
“El gobernador del Banco de
Inglaterra se encuentra indispuesto como consecuencia de la excepcional tensión
a la que ha estado sometido estos últimos meses. Siguiendo las indicaciones del
médico, ha abandonado todas sus ocupaciones y se ha marchado al extranjero para
descansar y desconectar”. (17) **
La “excepcional tensión”, como es obvio, es la crisis del
sistema financiero que metió al mundo en la Gran Depresión. El dato nos lo trae
Liaquat Ahamed en su obra, premiada con el Premio Pulitzer en 2010, Los señores de las finanzas, que lleva el
aclarador subtítulo en portada de “Los cuatro hombres que arruinaron el mundo”.
Ahamed investiga el papel que jugaron los cuatro directores de los grandes
bancos centrales mundiales —Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania— en
la crisis del 29.
Marcus Agius |
Hemos pasado del estrés del banquero Montagu Norman al estrés del sistema, pasando por los "test de estrés bancario". Demasiado estrés. Los millones de personas que sufrieron la gran depresión no pudieron embarcarse para que la brisa marina les ayudara a quitarse de encima el estrés. Tampoco tienen hoy las cuantiosas cantidades que nuestros banqueros se han fijado para rebajar su propio estrés. Agius comienza hablando del estrés para pasar a las turbulencias para acabar hablando de la economía mundial. No entra en su contribución —suya y de su banco, junto con otros— al conjunto.
Cada vez se investiga más el papel de la Banca en los sucesos
históricos; cada vez más los banqueros están bajo la lupa de los historiadores
para tratar de desentrañar cuál es su participación real en los misterios de la
Economía y del mundo. Por sus manos pasa todo el capital. Hemos dejado de mirar
la luna y nos centramos más en la observación del dedo apuntador de las personas
que manejan los capitales. Los mercados, además de leyes, tienen mercaderes.
Si se lleva adelante, como se está planteando, una comisión parlamentaria
parecida a la que ha actuado en el caso de la Prensa en el Reino Unido, y sus
Señorías se lo toman en serio, ríanse de las comparecencias anteriores de
Blair, Cameron, Brooks o Murdoch. Aquí no vamos a tener ahijados ni caballitos
de paseo jubilados de Scotland Yard. Si pensamos que los conflictos que han
llevado al rechazo de decisiones conjuntas europeas por parte de Cameron eran,
como se ha señalado con insistencia, la defensa de los intereses de la City,
tendremos que ver qué sale de esas apasionantes sesiones. La City tiene un elemento añadido:
acoge a las empresas fugadas de los Estados Unidos cuando allí se estrechan los
controles y restricciones. El sistema financiero británico solo es británico en
parte; es el centro mundial de las finanzas. Y del estrés, claro.
No sé si los argumentos que nos darán entonces los políticos
serán similares a los invocados estos días respecto a la prensa en la comisión
de las escuchas ilegales: “no se puede gobernar contra los medios, son
demasiado poderosos”. Si el argumento que nos darán es “no se puede gobernar
contra los banqueros”, el siguiente recorte que se debería hacer, esta vez
gustosamente, sería el cierre de los parlamentos y órganos de gobierno, convertidos
en gastos inútiles. Vayamos a votar con la cartilla de ahorros.
Según esta versión negativa, ¿son los políticos unos títeres
creados por banqueros y prensa, suponiendo que estableciéramos alguna
distinción en quienes financian y prestan dinero a las empresas de medios y los
medios mismos? La pregunta no es retórica y se puede contestar en función del
grado de compromiso que el político manifieste con aquellos que le eligieron. Lo malo es si quienes te
eligen realmente son los banqueros con el apoyo de los medios controlados por
ellos. La idea es escandalosa pero no peregrina, pues es precisamente de esto
de lo que se ha estado tratando en la comisión del parlamento británico, de las
hipotecas mediáticas y en qué términos se producían los cobros de los intereses.
Las intensas y mezcladas relaciones políticas, económicas y
mediáticas son muy peligrosas para el sistema democrático porque distorsionan
los compromisos electorales en función de los compromisos previos que adquieran
los políticos. Es precisamente de lo que Cameron y Blair se han tenido que
defender en la comisión: de que nadie se creyera que el apoyo de Murdoch fuera
gratuito, que fuera un vendedor de
influencia altruista. No se trataba de criticar una amistad, sino de
establecer sus consecuencias.
La insinuación de David Cameron de sacar al Reino Unido del
euro y Europa parecen obedecer más a las razones de la City que a las de los
ciudadanos británicos, por más que se apele a su euroescepticismo o a su
nacionalismo monetario. ¿Temen en la City por las medidas de control bancario y
financiero que puedan ser aprobadas para el conjunto de Europa como ya ocurrió
con la propuesta de la “Tasa Tobin” para las transacciones financieras, a la
que se opone, entre otros “países financieros”, el Reino Unido?
El artículo de David Cameron sobre la posibilidad de la salida de Europa |
Tiene razón Marcus Agius al decir que el golpe ha sido devastador
para el banco, pero se queda corto en el alcance del golpe sobre el ya desprestigiado
sector bancario. Los bancos son una parte esencial del sistema económico,
tienen una función muy importante, en eso está todo el mundo de acuerdo. Una
vez llegados a ese punto, lo que la gente está reclamando son las jerarquías,
el quién decide sobre quién, en un mundo más complejo en el que los políticos
se dicen en manos de banqueros y prensa, la prensa de dice en manos de los
bancos y políticos, y los bancos se dicen en manos de los mercados.
Según estas
teorías exculpadoras, nadie sería responsable de nada. El mundo marcharía solo,
como un gigantesco dado rodando indiferente por la galaxia.
* "Dimite el presidente del Barclays por la
manipulación del tipo interbancario" El País 2/07/2012
http://economia.elpais.com/economia/2012/07/02/agencias/1341211903_877766.html
** Liaquat Ahamed (2010): Los señores de las finanzas. Deusto, Madrid.
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