Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo veíamos venir. China no acepta de buen grado las
telenovelas que le vienen de fuera. Les parecen —probablemente con razón—
chabacanas, fantasiosas, consumistas, romanticonas… y adictivas. Los dirigentes
chinos han empezado la poda de programas con un toque excesivamente occidental
y perverso, por ejemplo, Super Girl,
la exitosa versión de Operación Triunfo
(es decir, de American Idol).* Empiezas votando un cantante y terminas queriendo votar presidentes. China ha
llegado a un punto de desarrollo que no necesita copiar a Occidente y eso es lo
que tratan de expresar con su sentimiento nacionalista. Eso es lo que expresaba
Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política china, en un artículo publicado
en enero: China se ha vuelto nacionalista y ha perdido sus complejos respecto a
un Occidente que cada vez le parece más contradictorio, pequeño y débil. Ríos
señaló:
El nacionalismo se ha ido
fortaleciendo en este siglo como resultado inevitable de un doble proceso. En
primer lugar, la conflictiva relación con Occidente a raíz de sus intentos de
limitar la soberanía china o de condicionar su reemergencia. En segundo lugar,
ante la necesidad de construir un discurso aglutinador de un universo chino
fragmentado, superador de los vacíos ideológicos del presente pero igualmente
capaz de justificar duros sacrificios en aras de culminar el horizonte
estratégico de la modernización.**
En este sentido, el nacionalismo chino tiene las mismas causas que allí donde se da:
reforzar la cohesión interna y distanciarse de los fenómenos de penetración
exterior. A diferencia de otros países,
China tiene claro su propio modelo y, para bien o para mal, lo llevará
adelante. Por eso el sentido de sacrificio, del esfuerzo y obediencia, de fe en
sus dirigentes son las premisas necesarias que hay que mantener y evitar que se
erosionen.
China parece haberse dado cuenta de que tiene que controlar
los efectos de los medios de comunicación a través de los cuales se les cuelan
de matute ideas perversas para el
desarrollo controlado de la sociedad. Me imagino que los dirigentes chinos son
conscientes de que el capitalismo es
una ideología que se practica sin saberlo, al contrario que el comunismo, que exige mucho esfuerzo. La
tendencia al gasto aumenta y ellos tendrán que frenarla para evitar males mayores. La base de China
es el ahorro, gastar lo suficiente, pero ahorrar. Es su garantía y por eso
tienen colas de peticionarios de todo el mundo para que inviertan en sus
países. Por eso el mantenimiento del ahorro como virtud en las mentes de los
jóvenes les parece importante.
China debe pensar como China y no llenarse de sueños occidentales prefabricados, opinan. Ya decíamos el otro día —y no íbamos descaminados por lo que se ve— que algo se estaba cociendo en la telenovelas estatales chinas, auténtico baluarte del pensamiento honesto y frugal, es decir, no estafes y no gastes mucho si no se quiere que se recaliente la economía. Hace meses hablamos, en la misma línea, sobre cómo los dirigentes chinos criticaban duramente la proliferación de la publicidad lujosa y consumista. Hay que frenar el exceso como sea, el económico y el mental.
Cuando el resto del mundo era para los chinos algo que
estaba al otro lado de la muralla y poco más por lo del aislamiento, se podía
controlar todo esto, pero ahora tienen las perversiones
occidentales sobre la cadena de montaje, en los escaparates de sus propias calles.
Las salidas de China de estudiantes al resto del mundo son constantes y
regresan con los cambios mentales que la simple variación de vida produce.
A diferencia de los Estados Unidos —de quien dijo alguien una vez que era un país
en el que la mitad de la población decía no
creer en su gobierno—, China cree en su gobierno y, sobre todo, el gobierno
cree que el pueblo debe creer en lo
que dice. La campaña iniciada de reinserción del confucionismo busca recuperar
el ideal de la sencillez en un clima de invasión del oropel favorecida por las
telenovelas que inculcan en los adolescentes las malas ideas, según el estudio realizado por el Centro de
Investigación Social del Diario de la Juventud de China.
La encuesta realizada entre los jóvenes afirma que consideran que las telenovelas son perjudiciales para la juventud china. Una estudiante ha manifestado: “Algunas de mis compañeras sueñan cada día que se casan con un hombre tan guapo como los actores, y se visten como las chicas de las telenovelas”.** Apuntan además que comienzan a producirse problemas con las comidas y algunos otros síntomas que nos resultan conocidos.
De la encuesta se desprende que
los participantes consideran que entre los peores efectos negativos se
encuentra el amor a temprana edad, el materialismo y las fantasías irreales,
mientras que la pereza, la irresponsabilidad, el erotismo, la violencia y el
uso de drogas también se suman a dichos efectos negativos.**
Muchos nos tememos que va a hacer falta mucho confucionismo
y mucha campaña para frenar algo que —siendo justos— no es exclusivo de las
telenovelas. La mezcla de motivos morales, laborales y sentimentales resultados de la encuesta nos hace ver que el gobierno está más preocupado por la
transformación general de la sociedad, fruto del desarrollo mismo, y que las
telenovelas pagarán las consecuencias.
* "Las autoridades chinas, preocupadas por los 'efectos negativops, de las telenovelas" RTVE 27/02/2012
http://www.rtve.es/noticias/20120227/autoridades-chinas-preocupadas-efectos-negativos-telenovelas/501873.shtml
** Xulio Ríos: “Tres en
una”. El País 23/01/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/23/actualidad/1327277763_031933.html
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