Joaquín Mª Aguirre
(UCM)
Este
año se me pidió que hablara en representación del profesorado en el acto de
clausura del "Máster en Investigación en Periodismo: Discurso y
Comunicación" 2016-2017. Estas son las palabras dichas frente a unos
compañeros y unos alumnos muy queridos ambos. Espero que les acompañen en el futuro que se abre para todos tras finalizar sus estudios.
Quisiera
centrar mi intervención en una frase que he leído en tres o cuatro ocasiones,
en términos muy parecidos, en los Trabajos de Fin de Máster, mientras los revisaba
y que me han hecho reflexionar sobre muchas cosas que perdemos en la enseñanza
actual y que, sin embargo, creo que deberíamos recuperar.
En
estos últimos días, quizá por efecto de los finales de curso, los medios nos
han traído reportajes celebrando mucho algunas experiencias de cursos sin
asignaturas y sin libros. Los niños aprenden a “hacer”,
nos dicen, a trabajar en equipo para realizar determinadas tareas, concepto
hacia el que se enfoca el aprendizaje. "Objetivo" y "saber
hacer" centran los nuevos modelos educativos en los que ponemos la
esperanza de futuro.
En
estos años, la educación en España y en gran parte del mundo ha dado muchas
vueltas y parece que seguirá dándolas por mucho tiempo. Pero me sorprende el
énfasis puesto por los medios en trabajar
sin asignaturas y sin libros como una especie de liberación mental, un
asalto final a una forma de enseñanza y de considerar su papel en la sociedad.
La
frase que he leído en varias ocasiones —debo decirla ya— es "esta lectura
ha cambiado mi forma de pensar" o "ha cambiado mi forma de ver las
cosas". Escrita en medio de un trabajo de investigación del Máster tiene
un sentido importante para mí porque lo tiene para quien la escribe.
Acostumbrados
a escuchar cierto desdén ambiental por las lecturas, en especial las académicas,
el reconocimiento de que un libro, un artículo, ya sea impreso, fotocopiado o
digital —que no afecta demasiado el soporte para esto—, puede cambiar nuestra
forma de pensar nos hace volver a la finalidad de la enseñanza que no es otra
que cambiar nuestra manera de pensar, es decir, sacarnos de nosotros mismos, de
nuestros prejuicios y llevarnos a nuevos "juicios", a nuevos
"pensamientos".
El
hecho mismo de que esto se manifieste en una frase es el reflejo de la
importancia que quien lo escribe ha dado a ese momento en el que el mundo
cambió porque él o ella cambiaron y eran conscientes del cambio.
El
mundo afortunadamente no es tan ordenado como queremos y en ocasiones es el
azar de una lectura en una asignatura inesperada lo que nos hace encontrarnos
con un momento de transformación.
Se
mueve antes una montaña que una idea; es más fácil arrancar un inmenso bosque
que un prejuicio. Los individuos y los pueblos se agarran a lo que tienen y muy
pocos son los que se arriesgan a la aventura de las nuevas ideas.
La
esencia de una enseñanza universitaria es cambiar nuestras ideas y sembrar un
estado de duda que nos haga salir de nuestras seguridades. Solo así la
Universidad es lo que debe ser, lugar de cambio y motor de cambio. El cambio
personal es el que nos llevará a creer en la posibilidad de los cambios
colectivos hacia un futuro mejor.
En
este curso habréis recibido muchas ideas que podrían cambiar vuestra forma de
pensar. Han llegado en palabras dichas en clase, en lecturas, en conferencias,
etc. que habéis recibido. Si una sola de esas ocasiones ha servido para que
cambiara vuestra forma de pensar en algún punto, habremos conseguido la parte
esencial de la enseñanza. Esa idea puede ser muy buena, pero no debe ser la
última.
Es
más importante comprender la necesidad del cambio, de la revisión, de la
crítica y la autocrítica, que el cambio mismo, que es más circunstancial.
Muchas veces se nos dice que lo que se nos enseña es "lo último" y
que ese es su valor principal. Puede que en muchos campos sea sí, pero no
necesariamente en los que sostienen nuestros pensamientos y actúan como suelo
sobre el que construiremos después esos edificios de ideas que constituirán
sistemas. Hay viejas ideas nuevas y nuevas ideas viejas. Aprender la
diferencia es importante.
Ya
os dediquéis a la Comunicación o a su estudio, es necesario tener la habilidad
de poder comprender el mundo que nos rodea en su complejidad. No hay mundos
sencillos; solo explicaciones simples, nos dirá Edgar Morin. La mayor o menor
complejidad dependerá de nuestra capacidad de comprensión y, lo más importante,
de nuestra flexibilidad, de nuestra
capacidad de modificar nuestro propio pensamiento.
Nuestra
tarea como profesores en este curso ha sido tratar de ampliar los puntos de
vista y dotaros de herramientas intelectuales y prácticas con las que
desentrañar el mundo y los discursos que lo reflejan a través de filtros
particulares.
Comunicar,
hemos aprendido, no es dar cuenta de un hecho único, sino que comienza por la
construcción discursiva misma del hecho y le confiere un sentido y una forma en
un contexto histórico y también genérico.
La
tarea del Periodismo es algo más que contarnos lo que ocurre en el mundo. La
crisis actual de la información está haciendo reaccionar a los verdaderos
profesionales sobre cuál es su verdadera razón de ser y su decisiva importancia
para la marcha social.
Los
grandes medios de todo el mundo han hecho suyo una especie de eslogan: "El
periodismo importa". En su sencillez, la frase tiene una trascendental
importancia frente a los que consideran que la comunicación es solo el arte de
seducir, manipular y alcanzar unos objetivos poco claros. Por eso el Periodista
y el Periodismo comienzan con una actitud y un compromiso: somos conscientes de
las limitaciones de nuestras herramientas y de nuestra capacidad de comprender.
Pero no nos rendimos. No rendirse es precisamente tener esa capacidad humilde
de modificar la mente, de saber que por muy bien que podamos hacer las cosas
siempre habrá una mejor y así hasta el infinito. El periodista o el
investigador satisfecho es un mal
ejemplo, una perversión de los principios que rigen su vida, mente y actitud.
Por
eso, las palabras leídas en algunos trabajos de final de Máster han conseguido
traerme las gotas de optimismo que a los profesores nos ayudan a cruzar el
desierto. Cada promoción dará sus frutos. Esta, muy buena, también lo hará.
Algunos han empezado a cambiar su mente, que es principio necesario para
cambiar el mundo.
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