Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El país publica los datos de la encuesta del "Pew Reseach Center" en donde se
refleja la "imagen", es decir, la valoración que los otros países le
dan. Si Donald Trump tuviera sentido del ridículo le merecerían una atenta
reflexión, pero lo más probable es que se considere que el dato es positivo y que esta es la situación correcta.
Los datos son, además, abrumadoramente negativos.
Señala
el diario:
En solo cinco meses de mandato, el presidente
de Estados Unidos, Donald Trump, ha conseguido provocar el rechazo a su imagen
y gestión en el resto de los países. Aunque no en todos. Rusia (como si la
trama no existiera) e Israel son los únicos Estados que confían más en el
actual mandatario estadounidense que en su predecesor, Barack Obama. El nivel
de confianza ha aumentado 42 puntos entre los rusos y 7 puntos entre los
israelíes. También son los dos únicos países donde más de la mitad de los
ciudadanos creen que sus relaciones con EE UU van a mejorar con Trump a la
cabeza, según un estudio de Pew Research Center, que realiza encuestas en 37
países.´*
Que
sean los rusos y los israelíes los que tengan más "confianza" en
Trump no deja de ser, especialmente en el primer caso, una ironía difícil de
afrontar. En estos momentos en los que Trump reconoce la injerencia rusa —es
decir, que él era el candidato del Kremlin— pero responsabiliza de ello a Obama,
en otro giro sui generis de su poder
explicativo, que sean los rusos quienes tengan más confianza en los
"Estados Unidos" es una confianza que arde en las manos. El caso de
Israel se explica igualmente. La política agresiva de Israel coincidía con el
corte de lo avanzado por Obama con Irán al final de su mandato y que motivó una
visita desesperada de Netanyahu a los Estados Unidos. Trump era también "su
candidato". Los interesantes resultados por países están al final del texto.
En
términos de imagen pública, los datos obtenidos por la nueva presidencia son
realmente penosos, difíciles de superar por mandatario alguno. La exposición de
la presidencia norteamericana a la opinión mundial es grande, pero es el protagonismo
de Trump, su deseo de estar permanentemente en el candelero provocativo, lo que
resulta más llamativo
Según
los datos, con las dos excepciones, los países encuestados no ven la misma
"América" que Trump ve, sino otra de la que hay que recelar en manos
de una persona que no les merece ni confianza ni simpatía, dos aspectos muy
diferentes:
La encuesta del Pew, que ha entrevistado a
más de 40.000, revela que una media del 22% de los encuestados confía en que
Trump hará lo correcto en materia de asuntos internacionales. Obama se despidió
de su mandato con una media del 64% de confianza. En algunos países europeos la
caída en este ámbito es estrepitosa: en Alemania cayó del 86% al 11%, en
Francia del 84% al 14%, en Reino Unido del 79% al 22% y en España del 75% al
7%. Esta valoración es muy similar a la que obtuvo el expresidente
estadounidense, George W. Bush, al final de su gestión en 2008.
Los niveles de confianza obtenidos por Trump
están influenciados por dos aspectos: sus decisiones políticas y su carácter.
Aunque la encuesta de Pew Research Center se realizó antes de que EE UU se
saliera del Acuerdo sobre el Cambio Climático de París y el veto migratorio
parecía no tener salida, su plan de construir un muro en la frontera con
México, la idea de prohibir el ingreso a EE UU a ciertas naciones de mayoría
musulmana y la retirada de acuerdos comerciales internacionales son rechazados
por una media del 70% de los encuestados.
En cuanto al carácter, los participantes del
estudio definieron a Trump como: arrogante (75%), intolerante (65%) y peligroso
(62%). La cuarta característica es positiva: un líder fuerte (55%). Al menos la
imagen desfavorable del presidente estadounidense no ha teñido la imagen
favorable que poseen los extranjeros de los estadounidenses: el 58% tiene una
opinión positiva. Turquía, Jordania y Líbano son los únicos países encuestados
donde la mayoría de sus ciudadanos expresa una opinión desfavorable.*
Hitler
también habría sido valorado como un líder fuerte. En el contexto de las demás
valoraciones, "fuerte" no tiene precisamente una valoración positiva.
La capacidad de liderazgo puede ser positiva, pero el "liderazgo
fuerte" de Donald Trump se percibe como una forma agresiva. En realidad,
la mayor debilidad de Trump es el "liderazgo", pues ha sembrado
la desunión allí por donde ha ido. Es lo que ha ocurrido con el "lío
qatarí", con la OTAN, con los acuerdos sobre el cambio climático, etc. El
liderazgo de los Estados Unidos no se puede medir en términos
"internos" sino "externos", en la medida en que es la
primera potencia mundial y se supone que iba a ejercer el "liderazgo".
Lo que ha hecho, por el contrario, es debilitar las posiciones de los Estados
Unidos en todos los planos.
La
situación es todavía peor al haber producido una auténtica fractura interna en
la sociedad norteamericana, que no se reconoce en la otra mitad. Trump ha
alentado los valores de la desunión llamando "América" a una parte
frente a la otra, que ha quedado excluida. El aumento de los incidentes
racistas desde el día de su elección confirma esta idea. La mitad de
"América" le dijo a la otra que no lo era por su idioma, su color o
su religión. La "América" de Trump es la del supremacismo blanco y la arrogancia, la que va a dejar sin seguro
médico en los próximos años —si finalmente lo consigue— a más de veinte
millones de norteamericanos, según las cifras que acaban de dar las administraciones.
Ha llevado
la división al seno mismo del partido republicano, con un creciente número de
senadores que se niegan a aprobar un plan médico que dividirá —una vez más— al
país estableciendo una barrera en la salud o, si se prefiere, entre enfermos atendidos y
sin atención médica. En estos días, los medios norteamericanos se llenan de
casos de personas para las que la implantación del programa propuesto significará
la muerte. Desde niños a ancianos, los rostros de los enfermos necesitados de
tratamiento se muestran expuestos para evitar que las meras estadísticas
distraigan del problema real: la muerte de las personas, el dolor, el abandono.
El
presidente sigue teniendo, eso sí, el apoyo de aquellos que le aplaudirían
cualquier cosa. Es un apoyo basado en una identificación con un personaje al
que el mundo ve como esperpéntico y peligroso, narcisista y bravucón.
Recoge
el diario que la percepción negativa de Trump no ha afectado en gran medida a
la de los Estados Unidos, con la excepción de los tres países señalados
—Turquía, Jordania y Líbano—. En eso ha sido muy importante que el mismo día
siguiente a su toma de posesión, saliera a la calle una manifestación, la de
las mujeres, dejando claro que no les gustaba su presidente.
El
mundo ha podido ver en este caso la doble vertiente de la democracia, el riesgo
de que un demagogo seduzca y convenza a los votantes para acceder a la
presidencia y, a la vez, el valor de las instituciones —de los jueces a la
prensa— y la decisión de las personas para oponerse a un líder injusto usando los
medios legales. El voto, entienden con razón, no puede implicar una pérdida de
derechos constitucionales.
El
liderazgo de Trump no es "fuerte", sino "autoritario". La
capacidad de distinguir entre ambos es esencial porque hay muchos líderes sueltos por el mundo con esta
confusión. El aumento del autoritarismo parece bastante evidente y si se
considera que es "positivo" lo será más, creándose una situación
peligrosa.
*
"La imagen de EE UU en el mundo se hunde 15 puntos con Trump" El País
27/06/2017
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/06/27/actualidad/1498555590_117001.html
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