Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
portadas se escinden. Lo que parecía destinado a inundarse de imágenes y
titulares de la celebración de la fiesta del fútbol con la final en Gales, se
quiebra con la imperiosa necesidad de dejar sitio a la muerte y el dolor, a la
nueva barbarie que busca los fines de semana para actuar en espacios poblados.
Y la fiesta cede ante el dolor de los que se ven afectados por la
irracionalidad extrema del terrorismo.
Hace
unos días era Mánchester; ayer fue en Londres, ciudad elegida para el
sufrimiento junto con París. El puente de Londres reclamaba desde hacía tiempo
protagonismo doloroso y finalmente lo ha tenido. Siete muertos y casi cincuenta
heridos.
Una
actualización de este mismo momento de la BBC describe a través de uno de los
testigos lo sucedido en el puente:
Witnesses have been telling BBC Radio 5 live
what they saw in London Bridge last night.
Eric, who was on the bridge, said he saw the
van "veer to the right and those people there, they were trying to run
away from the van."
He said once the vehicle stopped the three
people who got out "ran towards the people that they nearly ran
over".
He said he thought they were going to try to
check on the people on the bridge but "they literally just started kicking
them, punching them, they took out knives and then they just, it was a rampage
really."*
La descripción deja un extraño sentimiento de estar ante unos
energúmenos brutales y descerebrados, que es lo que están produciendo cada día
a través del adoctrinamiento. La rabia que describe el testigo es resultado de
muchas horas, de una laboriosa tarea de aprendizaje del odio hasta llegar a
este estado criminal y cobarde.
Los que estaban allí heridos en el suelo no eran "personas",
solo "infieles", un término que su interpretación del islam convierte
en enemigos de los que hay que deshacerse. Su idea de que estos crímenes son agradables a los ojos de Dios forma
parte del esperpento en que han convertido su interpretación de la religión.
La misma BBC recoge el testimonio de otro testigo en su siguiente
parada criminal:
The vehicle continued to drive to nearby
Borough Market, where the suspects got out and stabbed several people in an
area crowded with people having an evening out.
Eyewitnesses spoke of attackers targeting
people in pubs.
One witness, Gerard, told the BBC: "They
were running up shouting, 'This is for Allah.' They stabbed this girl maybe 10
times, 15 times."
He said he tried to stop them by throwing
bottles, chairs and other items.**
No sabemos mucho más de lo ocurrido en Londres. Son tres ataques
contra Reino Unido en muy poco tiempo, lo que haría pensar en una campaña
contra el país. Sin embargo, la realidad puede ser otra más sencilla: atentan
porque están allí.
Durante años, Reino Unido y Francia, especialmente (aunque
no han sido los únicos) han acogido a los islamistas perseguidos por los
regímenes dictatoriales que cayeron durante la Primavera árabe. Lejos de
guardar cualquier tipo de simpatía por quien les acogía, estos grupos han
esperado el momento del regreso triunfante. Eso no se ha producido. Theresa May acaba de decir que hay demasiada tolerancia hacia el extremismo. Puede empezar por desmontar los grupos que rondan por las ciudades y que hasta el momento se mantenían estratégicamente inactivas. Luego darse una vuelta por la City a revisar cuentas.
El Estado Islámico es
un intento de establecer su reino en la tierra. Es en una etiqueta bajo
la que matar. Va más allá de lo que Al-Qaeda quería: es participativo, abierto
a todo el que quiera matar en su nombre. Basta con adherirse y matar. Eso le da
un ser y un no-ser simultáneo muy difícil de rastrear y muy cerca de lo
cotidiano. No necesita acciones espectaculares, sino buscar momentos significativos.
Es importante saber, como ya se especula, si los ataques son
coordinados o no, sobre si forman redes, etc. Esto es importante, pero no lo
decisivo. Lo que es difícil de detectar son las mentes agazapadas, las que se
ha ido formando en el odio cotidiano y tienen estas apariciones explosivas.
Este terrorismo es el resultado del crecimiento del
radicalismo religioso, no de una causa específica, y no se va a cortar de
golpe. Son la quinta columna. Se creó
fuera durante décadas. Para su control es esencial disponer de buenos aparatos
de inteligencia y buenos observadores de la realidad, del día a día, para poder
traspasar la capa que sirve de disfraz para evitar que se vea la determinación
de matar. No basta con escuchas y demás medios; hacen falta buenos psicólogos capaces de interpretar
matices y condiciones para que surja ese deseo de matar, que requiere de un
entorno definido, ya sea familiar o de amistades.
El radicalismo sabe formar
sin ser detectado. Se disfraza de piedad,
de amor a Dios y a los seres humanos. Cuando ha llegado la etapa del amor
comienza la del desvelamiento de aquellos que se oponen a la voluntad de Dios,
los impíos que la desobedecen e impiden que el reino de Dios se forme en la
tierra no son "humanos". ¿No es eso lo que da sentido a la Historia?
¿No es la sucesión de sorderas a la palabra divina hasta que llegó la "verdad"
a comprenderse, a ser dicha en su integridad? ¿Qué excusa hay para no
cumplirla? Cuando el proceso se ha terminado, todo resplandece con claridad,
todo se hace evidente. Ya puedes sumar por ti mismo. Sabes quién eres y quién
es tu enemigo. Para hacer lo que han hecho en Londres basta una furgoneta y
unos cuchillos de cocina bien afilados. La parte esencial es mental: convencerse de que Dios quiere que maten.
Y matan a los que se les oponen o simplemente no comparten
su clarividencia. Matan a los que les parecen impíos, infieles. Llenos de
prejuicios, son incapaces de aceptar la diversidad del mundo, algo que les
parece una aberración, contra natura, contra la ley de dios. Solo hay una
verdad y lo demás es error. La palabra libertad les parece deleznable, una ficción diabólica, el orgullo llevado al extremo. Pero Londres, París, Mánchester... son ciudades libres y aman su libertad.
Nuestra solidaridad con Londres y sus víctimas. Compartimos
su indignación y su voluntad firme de vivir su vida sin que fanáticos
descerebrados se la alteren. Como en París, como en Mánchester, ciudades abiertas
a la luz, la cultura y a las libertades. Los fanáticos viven en ellas, pero sus mentes
habitan oscuras mazmorras en las que ellos mismos se han encerrado.
*
"Latest updates: London attack" BBC 4/06/2017
http://www.bbc.com/news/live/uk-40147014
**
"London attack: What we know so far" BBC 4/06/2017
http://www.bbc.com/news/uk-england-london-40147164
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