Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El artículo publicado por The Washington Post, con el
titular "A Republican contractor’s database of nearly every voter was left
exposed on the Internet for 12 days, researcher says", pone el dedo en una
de las cuestiones más preocupantes sobre el futuro de las democracias. La
cuestión tiene dos momentos: a) la acumulación de datos sobre los votantes; y
b) sus usos electorales. Dejo fuera por evidente lo que ha causado la noticia:
la seguridad de los datos. Es obvio que sin el primero de ellos, la cuestión de
la seguridad no se plantearía. También es obvio que son los fines electoralistas
los que motivan los problemas de seguridad.
La democracia clásica no incluía en sus razonamientos y
defensas argumentos para protegerse de gran parte de los nuevos problemas. Para
la democracia, pensada en términos clásicos, la seguridad del votante incluía
simplemente garantizar el anonimato del acto de votar mediante una cabina,
asegurarse de que existan papeletas de los candidatos y del control de lo que
ocurre en las salas de los colegios electorales. Algunos países tienen lo que
llamamos "jornada de reflexión" que no es más que un intento de
evitar la presión mediática hasta el último momento garantizando,
simbólicamente, su derecho a no ser presionado para el voto.
Pero las democracias modernas no están protegidas frente a
las técnicas de recogida y medios del tratamiento de "datos" y su
conversión en "información" mediante diversas y sofisticadas formas
de ingeniería.
The Washington Post nos informa de la exposición de los
datos:
Detailed information on nearly every U.S. voter
— including in some cases their ethnicity, religion and views on political
issues — was left exposed online for two weeks by a political consultancy which
works for the Republican National Committee and other GOP clients.
The data offered a strikingly complete picture
of the voting histories and political leanings of the American electorate laid
out on an easily downloadable format, said cybersecurity researcher Chris
Vickery. He discovered the unprotected files of 198 million voters in a routine
scan of the Internet last week and alerted law enforcement officials.
The precision and volume of the information,
including dozens of data points on individual Republicans, Democrats and
independent voters, highlights the rising sophistication of the data-mining
efforts that have become central to modern political campaigns.
In some cases, that included which voters are
suspicious of Wall Street and pharmaceutical firms, or who reluctantly voted
for Hillary Clinton or supports the Affordable Care Act, Vickery said.*
La democracia es naif
porque cree en una persona racional,
capaz de sopesar las situaciones y tomar sus decisiones. Cree en una persona inteligente y capaz, cuyo voto es la traducción de sus creencias e intereses en
beneficio de unas instituciones que acogen a los mejores, los electos, para el
buen gobierno. Se presupone que esa persona observa lo realizado, escucha las
propuestas y decide, finalmente, qué es lo mejor para ella y para todos al
coincidir con otros votantes, igual de racionales que él. Puede equivocarse,
pero es ahí donde entra la idea de que la mayoría no lo hará. El problema es
que este es un modelo surgido de la racionalidad dieciochesca y que no existe,
al igual que no existe el "homo economicus", teorizado por la
economía clásica, el ser "balanza" que es capaz de elegir lo mejor en
el mercado. La democracia —como el mercado— se basa en la capacidad de
elegir... libremente.
Por supuesto, los críticos de este modelo naif pronto
advirtieron que ese sujeto "racional" estaba lleno de incongruencias,
contradicciones y rodeado de influencias que luchaban por conseguir ser su decisión. La demagogia era el mayor
peligro que se vislumbraba en el horizonte. Los seductores, los manipuladores,
etc. eran el peligro y lo siguen siendo.
Lo que no se contemplaba era la capacidad de establecer el
comportamiento de las personas a partir de otra serie de elementos que pueden
darnos las claves de su decisión. No se pensaba en que era posible alcanzar una
enorme precisión hasta llegara a la identificación de las personas y diseñar
una forma de presión individualizada. Los "puerta a puerta" y las
llamadas directas pueden hacerse con un grado mayor de eficiencia si se sabe ya
quiénes son votantes altamente probables y nos centramos en los dudosos, por
ejemplo, abandonando a los claramente contrarios. La urna se llena voto a voto.
Y uno solo puede ser decisivo.
Señala el
diario norteamericano:
“They’re using this information to create
political dossiers on individuals that are now available for anyone,” said
Jeffrey Chester, executive director of the Center for Digital Democracy. “These
political data firms might as well be working for the Russians.”
The data found by Vickery, who studies
cybersecurity risk for the Silicon Valley start-up UpGuard, was compiled by GOP
political consultant Deep Root Analytics, based on voter lists maintained by
the RNC and augmented by other sources.
Deep Root did not disclose those sources but
political research firms for years have been collecting information on voters
from data brokers, social media postings, polling and other contacts with
voters.
The company also kept information on Americans’
voting histories and their reported enthusiasm for Trump, Vickery said. Some of
the files assigned voters a score based on their views of 46 different issues
ranging from immigration to trade. Nearly 170 gigabytes of the exposed data
consisted of social media posts scraped from Reddit, he added.*
La cuestión de los "rusos" es solo una parte y no
la más importante. No son los rusos los que han acumulado esa información (que
sepamos). Son los propios norteamericanos, los republicanos, los que están
acumulando información sobre sus votantes. En muchos casos se dirá que es
información pública, que puede ser recogida. Los datos son públicos pero la
capacidad de almacenarlos, unirlos y procesarlos da lugar a situaciones en las
que el comportamiento puede ser predecible y se actúa sobre él para modificarlo
en un sentido u otro.
Las herramientas del análisis social tienen en el
comportamiento político un objetivo claro. Ganar unas elecciones en los Estados
Unidos es un gigantesco negocio para muchos, que ven recompensados sus
esfuerzos con las nuevas orientaciones en los cambios. Cada vez estas
herramientas son capaces de trabajar de forma más precisa con las cantidades enormes
de datos que manejan.
Se dice que las estadísticas fallan cada vez más al tratar
de detectar los votos. Pero la forma en la que trabajan los estadísticos
políticos no es la que manejan los "influenciadores" políticos. Sus
datos no son los mismos ya que no se basan en respuestas sobre acciones futuras
sino en el establecimiento de trayectorias a partir de acciones pasadas.
Si a esto se le suma las amenazas exteriores a manipular
mediante distintos procedimientos las elecciones, como está ahora mismo encima
de la mesa, la democracia necesita de una revisión crítica ajustada a sus
nuevos desafíos.
Tras las elecciones norteamericanas, las sospechas de
intentos de intervención exterior sobre el cuerpo electoral de diferentes
países se dispararon. Los gobiernos se prepararon para advertir cualquier movimiento
destinado a dar un golpe de timón sobre la opinión pública mediante la
aparición en el último momento de noticias falsas, atentado, filtraciones, etc.
Estamos en la Sociedad de la Información y lo mismo que es
nuestro poder es nuestra debilidad. El aumento de la cantidad de información no
significa que esta sea fiable, ni mucho menos. Más bien se ha deteriorado su
calidad. La calidad de la información es también la calidad de una democracia.
Todo aquello que nos ayuda a elegir bien es positivo; aquello que se usa para
manipularnos deteriora nuestra calidad democrática. A algunos les parecerá una
frontera muy estrecha, pero existe si se quiere ver.
Las amenazas vienen hoy tanto de la acumulación de datos,
que nos hace vulnerables a las presiones selectivas, como a la falsedad de la
información, que nos hace interpretar mal y tomar decisiones erróneas. El
descubrimiento de las mentiras contadas a los británicos para que votaran a
favor del Brexit es un ejemplo de esto último. Les funcionó y puede que estén
décadas arrepintiéndose.
La noticia de que los datos han sido expuestos y que los
rusos pueden haberse hecho con ellos es grave. Los rusos en esto son la segunda
cuestión. La primera es el aprovechamiento de los rastros de datos que vamos
dejando en nuestros universos digitales y que sirven para reconstruirnos con
bastante precisión.
Los doce días de exposición pública de los datos son solo una parte del peligro. Los restantes días también lo son. Es importante, desde luego, quién los roba, pero también lo es quién los guarda o el derecho de guardarlos. Como es difícil que sean los propios políticos quienes renuncien a este tipo de "armas" electorales, deberían ser los ciudadanos los que se ocuparan de ello. No está claro que lo hagan y la democracia continuará degradándose.
* "A
Republican contractor’s database of nearly every voter was left exposed on the
Internet for 12 days, researcher says" The Washington Post 19/06/2017
https://www.washingtonpost.com/news/the-switch/wp/2017/06/19/republican-contractor-database-every-voter-exposed-internet-12-days-researcher-says/
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