lunes, 19 de junio de 2017

Mayoría y abstención

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El intento de la extrema derecha y la extrema izquierdas francesas de restar legitimidad a la victoria de Emmanuel Macron es una pataleta bastante fea. La alta abstención les afecta a ellos exactamente igual, con el agravante de su derrota. La abstención no ha ido contra Macron, sino precisamente contra los partidos que han aburrido y defraudado a Francia en estos tiempos pasados. 
Marc Bassets, en El País, se apunta a esta consideración considerándolo como "rebaja":

La victoria tiene matices. Las primeras proyecciones, al cierre de los colegios electorales, apuntan a un resultado menos abultado de lo que algunos sondeos aventuraban en los últimos días. Y la abstención récord, casi un 57%, obliga a rebajar el triunfalismo del macronismo.*

Yo no llamaría exactamente "matices" a una cuestión que afecta a la sociedad francesa, que es la que debe plantearse como reflexión su falta de recorrido hacia las urnas. Es indudable que a todo el mundo le gusta ganar con las urnas llenas por aquello de la fiesta de la democracia, pero no siempre puede ser así. Lo que se le pide a Emmanuel Macron precisamente es la renovación de la política francesa para que haya de nuevo ilusión por la vida política.
Es el concepto de "vida política" el que se encuentra en el diván, por un lado, y en el sillón de los acusados, por otro. Pero de eso no es responsable Macron en mayor medida que todos los demás, que, en cambio, han padecido una fuerte derrota. Si la vitoria de Macron tiene "matices", ¿qué tienen la derrotas de los demás?
Marine LePen y Jean-Luc Mélenchon, por sus declaraciones, no parece que tengan en mente cambiar su actitud política. Parece que con lo poco cosechado se conforman. A ellos les importa más su voz particular que la general. Son políticos que "hacen política". Les da igual 10 que 20; buscan el valor de un buen micrófono. Eso augura una oposición estridente y teatral que tratará de que se le escuche allí donde haga más daño, en la calle. De ahí el intento de deslegitimación por parte de ambos de la victoria de Macron. Desde ya, Le Pen y Mélenchon serán los ruidosos portavoces de la mayoría silenciosa.


La cuestión real está en qué ocurrirá si Emmanuel Macron y los suyos (más allá de Le Pen y Mélechon) no son capaces de encandilar mínimamente a los franceses. Macron ha conseguido sacar de la chistera en un tiempo récord un partido que ha ganado con mayoría amplísima las elecciones.
Mayoría de votos y máxima abstención tienen una lógica profunda, la del desengaño de los años anteriores. La baja popularidad de la presidencia de Hollande desde casi el principio de su mandato y el disgusto general con la clase política están tras los dos fenómenos. El descrédito de los populismos tras la llegada de Donald Trump ha afectado también a sus amigos trasatlánticos.
Lo extraño hubiera sido una participación altísima y una mayoría absoluta de Macron. Eso sí que hubiera sido una debacle terrible para la clase política y los partidos franceses. De esta forma, mayoría y abstención dan lugar a un "experimento" novedoso de renovación de la clase política con un cierto margen de benevolencia.
Escribe Marc Bassets:

La llegada en masa de diputados nuevos de un nuevo partido tiene pocos precedentes. El más evidente es el de 1958, cuando, recién aprobada la Constitución que alumbró la V República y elegido presidente el General De Gaulle, su partido ganó las elecciones legislativas en un momento de renovación de la clase política similar al actual. Con la victoria de LRM, se renuevan cerca del 60% de escaños. El nuevo parlamento tendrá menos políticos profesionales, más mujeres, más personas del mundo empresarial. También más rostros desconocidos para el gran público, incluso para sus propios votantes, que en muchos casos les eligieron no por sus virtudes sino porque llevaban la etiqueta de Macron.*


La mayoría de Macron es un impulso de renovación de la política hacia otra forma de políticos. Lo ocurrido en Francia es un mal que aqueja a casi todas las clases políticas: su enquistamiento, su falta de renovación e ideas, su profesionalización. El poder queda parasitado; se forman castas y familias. Votando caras nuevas, los que lo han hecho han apostado por más mujeres, profesionales, jóvenes, etc. alejándose del perfil habitual.
Los que han llevado a la abstención, en cambio, son los que hoy se la apuntan y los que han quedado hundidos por el camino. Ironizamos aquí sobre los mítines simultáneos mediante hologramas de sí mismo ofrecidos por Jean-Luc Mélenchon. Nos parecía una metáfora no del futuro sino del pasado, del político omnipresente, repetitivo. La tecnología no tapaba el sueño de estar en todas partes.
La victoria de Emmanuel Macron no ha sido fácil; es muy meritoria. Ha conseguido la confianza de un alto número de franceses en tiempos de desconfianza y desconcierto. En el plano internacional, se ha visto en él firmeza y compromiso. Tiene por delante una durísima batalla en Francia y en Europa. Es tarea suya ilusionar y comprometer para el futuro también a los que se quedaron en casa.
Europa necesita una Francia sólida y congruente. Francia necesita un liderazgo ilusionante para salir de la depresión política.


* Marc Bassets "Macron logra una mayoría parlamentaria clara para poner en marcha sus reformas" El país 19/06/2017 http://internacional.elpais.com/internacional/2017/06/18/actualidad/1497806818_586487.html


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