Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tres
tuits han bastado para dejar en evidencia la catadura de Donald Trump, por si
alguien tenía alguna duda. Con solo tres tuits ha mostrado con claridad su
"toxicidad" al mundo. Solo tres tuits, como pinceladas de un retrato
oscuro y oportunista, falto de cualquier sensibilidad o decoro frente a lo que
es un drama para mucha gente y ante el que basta con mirar las reacciones del
mundo para no equivocarse. Pero eso es demasiado para Trump.
Ni
siquiera se puede calificar como "polémica". Trump ha cosechado sobre todo desprecio, que es
lo que se merece en su más alto grado. Solo el equipo que trata de convencer a
la parte de los Estados Unidos que le votó que lo que hace su presidente es
correcto ha salido a la palestra a respaldar sus tuits. ¡Dura tarea! Poco más pueden hacer ante un
sentimiento general de vergüenza.
The New York
Times lo comenta el episodio con el titular "Trump’s Off-the-Cuff Tweets
Strain Foreign Ties" y señala:
WASHINGTON — On one level, President Trump
reacted to Saturday night’s terrorist attack in London much as his predecessors
might have. He expressed solidarity and telephoned Britain’s prime minister to
offer condolences. “WE ARE WITH YOU,” he wrote to Britons.
But even as the investigation into the attack
was getting underway, Mr. Trump wasted little time in using the episode to
defend his hotly disputed travel ban on visitors from certain predominantly
Muslim countries and to criticize the judges who have blocked it. And by Sunday
morning, he decided to go after the mayor of London as not being tough enough
on terrorism.
Along the way, he mischaracterized the mayor’s
position, renewed a trans-Atlantic feud stretching back a year and widened his
rift with the United States’ traditional European allies a bit further. And he
set off a chain reaction in the news media world, triggering partisan reactions
that illustrated just how polarized both the United States and the world have
become about the uninhibited, Twitter-obsessed president.*
En su primer tuit, Trump estableció una conexión entre lo
ocurrido en Reino Unido y la prohibición de entrada desde siete países
musulmanes. Lo que hizo fue atacar a los jueces que han bloqueado su orden
responsabilizándolos si se producen ataques terroristas. De esta manera, de
nuevo, Trump vuelve a atacar a los jueces que han paralizado su cuestionable orden.
No solo es una interferencia con la justicia y una forma de intimidación, sino
un uso torticero del dolor de las ciudades británicas.
Con el segundo de sus tuits, Trump arremetía contra uno de
sus objetivos favoritos, el alcalde de Londres, el musulmán Sadiq Khan. Esta
vez el tuit entra dentro de la manipulación más descarada. Trump deja en
evidencia su forma barriobajera de actuación y su falta de escrúpulos al atacar
a Khan manipulando sus palabras.
The latest contretemps came when Mr. Trump
heaped scorn on Mayor Sadiq Khan of London. “At least 7 dead and 48 wounded in
terror attack and Mayor of London says there is ‘no reason to be alarmed!’” Mr.
Trump wrote on Twitter.
Mr. Trump either misunderstood what Mr. Khan
had said or distorted it. During an interview shown on the BBC, the mayor said
he was “appalled and furious that these cowardly terrorists would target”
innocent civilians and vowed that “we will never let them win, nor will we
allow them to cower our city.”
He went on to say that residents should not
worry as they encounter more police officers patrolling the streets.
“Londoners will see an increased police
presence today and over the course of the next few days,” Mr. Khan said. “No
reason to be alarmed. One of the things the police, all of us, need to do is
make sure we’re as safe as we possibly can be. I’m reassured that we are one of
the safest global cities in the world, if not the safest global city in the
world, but we always evolve and review ways to make sure that we remain as safe
as we possibly can.”
Mr. Khan’s office later dismissed Mr. Trump’s
post, saying the mayor was too busy to reply. “He has more important things to
do than respond to Donald Trump’s ill-informed tweet that deliberately takes
out of context his remarks urging Londoners not to be alarmed when they saw
more police — including armed officers — on the streets,” his office said in a
statement.*
El tuit muestra el riesgo de tener un presidente que a) es
incapaz de entender lo que los demás dicen, o b) no puede dejar de manipular a
los demás con mentiras. Las posibilidades son terribles si pensamos que estamos
ante un presidente de los Estados Unidos al que nadie puede retirar el teléfono
de las manos. El teléfono de Trump es un arma de manipulación e intoxicación,
un arma de ofender y agredir a los demás en el nombre de los Estados Unidos.
Como particular, sus tuits son impresentables; como presidente de los Estados
Unidos, arrastran a la nación y la humillan ante el mundo. No hay un "America
First!", sino un "Trump First" que la arrastra hacia la
vergüenza.
Pero la atracción de estas mentiras e ignominias es grande.
Con cada una de ellas, los seguidores fieles del presidente amplían la brecha
local. Pero eso, que es grave, apenas es nada en comparación con la soledad en
la que están quedando los Estados Unidos ante el mundo. Sus abrazos con
dictadores muestran la distancia que el mundo tiene, de la misma manera que ha
quedado en evidencia tras su reacción ante el cambio climático.
El tercero de los tuits entra de lleno en una de las cosas
que los países democráticos menos entienden de los Estados Unidos: la locura de
las armas. No es la primera vez que lo hace. En ataques anteriores ha mostrado
la superioridad norteamericana y, en su simpleza, ha dicho que esas matanzas
son el resultado de que la gente no lleve armas de fuego encima. La mentalidad
de cowboy no le abandona. Todo se resuelve como en el OK Corral. Para Trump una
sociedad en la que todos van armados es una sociedad "segura". Es su
pago al lobby de las armas, el más poderoso de los Estados Unidos.
Trump ha visitado Arabia Saudí —un buen amigo— país
comprador de armas norteamericanas y exportador de ideología terrorista y
terrorismo (de allí era Bin Laden), al que curiosamente su orden de entrada no
afectaba. Los países musulmanes se han reunido y han llegado a la conclusión
que el terrorismo que padecen procede de Irán. Trump les ha dado la razón y les
ha vendido más armas. Para Trump, como para el mundo orwelliano de 1984, la guerra es la paz (war is peace).
Los tres tuits son suficientes para definir a un personaje
que se define todos los días ante el mundo, que necesita hacerlo aquejado de la
incontinencia que su personalidad confunde con eficacia. Trump padece un trastorno
manifiesto que le impide estarse quieto incluso durante la interpretación de un
himno. Para él, todo este constante protagonismo es parte de su imagen de arreglador
del mundo, que se ha fijado. La excusa para esta falta de contención es siempre
la misma: acabar con lo políticamente correcto. Pero los tres tuits no tienen
nada que ver con la corrección política.
Jennifer
Rubin ha publicado un artículo titulado "With his London tweets, Trump
embarrasses himself — and America — once again"**, en The Washington Post. El
título no puede ser más explícito en el reconocimiento del efecto que tiene
sobre los Estados Unidos. Pero no creo que para él suponga ninguna "vergüenza".
Psicológicamente carece de ese tipo de reacción, como demuestra cada día.
Señala Jennifer Rubin en su artículo:
Meanwhile — and it pains me to write this — our
president acted like a clod, a heartless and dull-witted thug in sending out a
series of tweets. He — commander in chief and leader of the Free World — first
retweeted an unverified, unofficial Drudge headline about the unfolding
terrorist attack. Then he aimed to bolster his Muslim travel ban (which is not
supposed to be a Muslim travel ban). “We need to be smart, vigilant and tough,”
he tweeted. “We need the courts to give us back our rights. We need the Travel
Ban as an extra level of safety!” (Aside from the inappropriateness of
President Trump’s tweet, he fails to grasp that the courts in these cases are
reaffirming our rights against an overreaching, discriminatory edict.)**
Jennifer Rubin es una columnista ¡republicana! (offering
reported opinion from a conservative perspective, la describen en su
celebrada columna The Right Turn) en
The Washington Post. El artículo es un durísimo ataque a la política de
Trump y, especialmente, a su forma de hacer política, dos aspectos que pueden
ser separados racionalmente pero que van en el mismo paquete.
Trump ha desperdiciado una ocasión de oro para tratar de
limar asperezas con los líderes europeos. Es la ocasión más evidente, la de la
solidaridad ante el dolor de los demás, de un aliado. Pero la incontinencia le
pierde porque, como toda persona aquejada de lo suyo, carece de las habilidades sociales que nunca ha tenido que
practicar. ¡Ventajas de ser rico de nacimiento!
Trump, como señala Rubin, está haciendo avergonzarse a los Estados
Unidos día tras día. Lo peor es que muchos se sienten en la obligación de respaldar
estas conductas impresentables, como tantas otras. Tratan de convencer a la
gente de la normalidad y adecuación de los tuits al mundo real. Muchos ya se
están desmarcando ante la imposibilidad de sostener las líneas presidenciales
sin sonrojo día tras día.
*
"Trump’s Off-the-Cuff Tweets Strain Foreign Ties" The New York Times
4/06/2017
https://www.nytimes.com/2017/06/04/us/politics/britain-attack-trump-twitter-storm.html
** Jennifer
Rubin "With his London tweets, Trump embarrasses himself — and America —
once again" The Washington Post 4/05/2017
https://www.washingtonpost.com/blogs/right-turn/wp/2017/06/04/with-his-london-tweets-trump-embarrasses-himself-and-america-once-again/
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